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Los nietos del Depakine: ¿una nueva generación de víctimas del medicamento?

Imagen de archivo de un laboratorio.

Rozenn Le Saint (Mediapart)

Después de los hijos, ¿serán los nietos los que podrán heredar problemas de salud provocados por la toma de Depakine, el medicamento prescrito a personas epilépticas o bipolares? La asociación de ayuda a los padres de hijos que sufren el síndrome del anticonvulsivo (Apesac) ha hecho cuentas por primera vez. Las cifras, inéditas, son preocupantes: ha contabilizado 99 nietos de personas que tomaron Depakine como potenciales nuevas víctimas del medicamento.

La cápsula, hecha a base de ácido valproico, ha provocado ya hasta 30.400 problemas de neurodesarrollo y hasta 4.100 malformaciones a toda una generación de pequeños entre 1967 y 2016, según la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento (ANSM).

Y no es porque lo hayan tomado ellos mismos, sino porque han sido contaminados por este anticonvulsivo cuando estaban en el vientre de su madre, en tratamiento. Pues bien, es ahora cuando una nueva ola de preocupación se apodera de sus víctimas. Porque los bebés expuestos desde la comercialización del Depakine en Francia, hace 52 años, se han hecho grandes y, a veces, también padres, y entre su prole muchos sufren las mismas complicaciones. ¿El Depakine, fabricado por el laboratorio Sanofi, afecta también a los nietos de quienes lo tomaron, aunque no hayan estado jamás expuestos directamente?

La Apesac ha llevado a cabo la investigación con sus medios propios: de 187 nietos de mujeres en tratamiento con este antiepiléptico durante su embarazo, más de la mitad tienen problemas graves de salud característicos de los daños colaterales del Depakine: un 30% problemas de neurodesarrollo, un 9% malformaciones y un 14% ambos. Malformaciones urogenitales, renales, en las manos y en los pies, cardíacas, del cráneo, dismorfias faciales, problemas de comportamiento, de interacciones sociales, de atención, de aprendizaje, autísticas, visuales, auditivas, psicomotrices, de lenguaje… Los síntomas descubiertos son los mismos para los dos grados de filiación.

¿Qué podría explicar esta herencia? ¿La intoxicación por ácido valproico estaría tan anclada que provocaría estragos de generación en generación? ¿Hasta qué rama del árbol genealógico va a pesar esta carga? Marine Martin necesita respuestas. Desde noviembre de 2017 esta denunciante solicita regularmente al Ministerio de Sanidad que encargue un estudio epidemiológico que pueda confirmar o desmentir esta posible relación de causa-efecto.

Marine Martin pone a disposición la masa de datos de la Apesac, catalogados en detalle en tablas Excel con la larga lista de preocupaciones detectadas, familia por familia. Pero no ha tenido éxito. Preguntado sobre el tema por Mediapart, el Ministerio de Sanidad tampoco nos ha respondido.

¿Cómo interpreta ella este silencio? “Además de lo que costaría el estudio, ello implicaría después indemnizar a más familias, sobre todo por la ansiedad sufrida”, nos indica Marine Martin. “Ciertamente, muchos niños Depakine no serán seguramente padres puesto que están tan afectados que no son capaces ni siquiera de hacerse la comida, pero otros, como mi hija de 19 años, se preguntan si podrán tener hijos sanos”.

Sandrine Bercillon, de 34 años, estuvo expuesta in utero, al contrario que sus cuatro pequeños. Sin embargo, todos han sido diagnosticados como hiperactivos. “Creen que mis hijos son gemelos, todos tienen la misma cabeza, exactamente como la mía”, declara. Podrían perfectamente haber sido afectados por la misma dismorfia característica de los niños Depakine.

“Los chavales Depakine son clones, de generación en generación, todos son iguales, es aterrador. Este medicamento les ha robado la cara”, constata la presidenta de la Apesac.

Sandrine Bercillon y sus hijos tienen también problemas con la vista. Uno sufre incontinencia fecal, otra malformación en las manos y otra escoliosis, como su madre. “Eso me impide coger cosas pesadas”, nos dice la joven. “Yo podría operarme pero tengo el 50% de posibilidades de acabar en una silla de ruedas”. “Si usted supiera cuánto me arrepiento”, interrumpe Martine, su madre, que ha ido a visitarla al centro.

Desde que Sandrine Bercillon oyó hablar de los bebés Depakine, en 2015, ha compilado historiales médicos en una gruesa carpeta para apoyar la demanda de indemnización ante la Oficina Nacional de Indemnización por Accidentes Médicos (Oniam),  lo mismo que otras 457 víctimas. Ninguna ha sido todavía indemnizada.

Sin embargo, los efectos del ácido valproico durante la gestación no se pueden probar. Las autoridades sanitarias francesas son categóricas: estos niños expuestos corren cuatro o cinco veces más riesgo que los demás de desarrollar problemas mentales o de comportamiento. Aunque el vínculo entre el medicamento y la segunda generación no se haya aún establecido.

Un precedente transgeneracional con el Distilbeno

Virginie Escloupier, que vive en Charente-Maritime, busca también respuestas. Su madre tomó Depakine durante sus dos embarazos, en 1984 y 1988, sin conocer el peligro para los bebés. Sanofi no comenzó a mencionar los riesgos en el prospecto del medicamento hasta 2010.

Sin embargo, los médicos lo sabían perfectamente. Cuando su hermana nació con una malformación renal, el historial de maternidad mencionaba entre paréntesis “madre con Depakine”. Le han tenido que quitar un riñón. En cuanto a Virginie, ha tenido que operarse de las rodillas a causa de malformaciones.

Es en 2016, al estallar el escándalo del Depakine, cuando las dos hermanas encuentran una analogía. “Sentíamos que había una causa común entre nuestros diferentes problemas de salud. Habíamos pensado que tenían algo que ver con Chernobil”. “Un geneticista ha probado después que las hermanas están afectadas por complicaciones debidas al ácido valproico”.

Cuando Virginie Escloupier llama a Laurence Blanchard, vicepresidenta de la Apesac, no entiende por qué le hace preguntas sobre sus hijos: ella no ha tomado nunca Depakine. Sin embargo, su hija de 10 años tiene actualmente problemas de agitación, de aprendizaje, problemas visuales y los pies cavos. Esta deformación de origen neurológico le causa dolor al andar: sólo toca el suelo con los dedos y el talón.

Su hijo nació hace seis años y medio con los dedos pequeños retorcidos y dos extraños huecos superpuestos en la espalda, por encima del ano. “Los médicos nos dijeron que era el sitio de la antigua cola de mono”, repite, incrédula, esta treintañera. A la hija de Laurence Blanchard le pasa lo mismo.

Virginie Escloupier muestra en detalle las pruebas que revelan una malformación de la uretra. El chico fue operado siete veces en nueve meses, durante los cuales tuvo que llevar una sonda en el pene. La anomalía en la columna vertebral de su chiquillo tiene un nombre: espina bífida. “Es una de las malformaciones características observadas en los casos de bebés expuestos in utero al Depakine, con un riesgo estimado en un 1% de estos niños, frente al 0,5 a 1 por 1.000 en la población general. Puede ser detectada antes de nacer y proceder a una interrupción médica del embarazo”, explica Audrey Putoux, especialista hospitalaria del servicio de genética y del centro de referencia de anomalías del desarrollo y síndromes malformativos de los Hospicios Civiles de Lyon.

“Entre nuestros pacientes expuestos in utero al ácido valproico, algunos se preguntan si existen riesgos para sus hijos. Es una pregunta legítima pero que no podemos responder porque no existen aún pruebas realizadas en el hombre que permitan hacer una estimación de este riesgo”, informa el experto.

Audrey Putoux espera justamente colmar ese vacío científico y, para ello, se ha unido a un proyecto de investigación. La idea es comparar el número de malformaciones y problemas neurológicos en la descendencia de los niños Depakine con la población general (1) y, así, determinar si existe un efecto transgeneracional.

Ya hay un precedente. El Distilbeno y sus genéricos, prescritos en Francia entre 1950 y 1970 a casi 200.000 mujeres embarazadas para evitar un aborto espontáneo, han causado a sus hijos problemas de infertilidad, de cáncer genital y de seno, anomalías genitales, etc. Pero también a sus nietos, que sufren de obstrucciones del esófago y malformaciones del sexo masculino.

Esto fue una primicia en 2014, cuando fue probada la contaminación de varias generaciones por las investigaciones epidemiológicas financiadas por la ANSM, llevadas a cabo por Michel Tournaire, miembro del consejo científico de la red DES Francia. “Las víctimas el ácido valproico necesitan un estudio similar”, explica.

¿Cómo explicar esta pesada herencia? A través de la epigenética. Porque una exposición a medicamentos puede conllevar modificaciones epigenéticas, es decir, de expresión de los genes, lo que induce cambios hereditarios y por lo tanto transmisibles de generación en generación.

Recientes trabajos internacionales (2) muestran ya que el ácido valproico provoca efectos nocivos en varias generaciones de ratones. ¿Y qué pasa con los hombres y las mujeres? Mediapart ha preguntado a Sanofi y la respuesta es que enviaron un programa de investigación a la European Medicines Agency en noviembre de 2018, pero sólo sobre ratones.

Esta industria explica que será iniciada una primera etapa de estudios pre-clínicos “en los próximos meses”; los resultados deberían estar disponibles a lo largo de 2020. Los tests se basarán “en la duración” y conllevarán “varias etapas”, nos indica sin más precisión el laboratorio, que sigue rechazando contribuir al dispositivo de indemnización de las víctimas de primera generación del Depakine.

  (1) El estudio previsto por la genetista lyonesa consistiría en hacer un seguimiento de alrededor de 200 pacientes en 18 meses, por tres médicos de Rennes y tres de Lyon. Entre los gastos por los trayectos de los pacientes, las pruebas como ecografías, radios, evaluaciones neurológicas y estadísticas, la maestra de conferencias estima que se necesita un presupuesto de entre 600.000 y 700.000 euros.

(2) - The transgenerational inheritance of autism-like phenotypes in mice exposed to valproic acid during pregnancy, 2016.

- Prenatal exposure to sodium valproate alters androgen receptor expression in the developping cerebellum in a region and age specific manner in male and female rats.

- Epigenetic toxicity of environnmental chemicals upon exposure during development – Bisphenol A and valproic acid may have epigenetic effects, 2017. 

- The valproic acid-induced rodent model of autism. 2018. DNA methylation regulates CHRNA7 transcription and can be modulated by valproate, 2019.   

Traducción de Miguel López

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