28A | Elecciones generales
El triunfo valenciano del PSOE en 6 claves: el 'efecto Sánchez' libra a Puig del destino de Susana Díaz
Donde Susana Díaz cayó, Ximo Puig levantó su triunfo. El envite era parecido, el resultado ha sido opuesto. El caso valenciano ha ofrecido el contraplano del andaluz. Tras una legislatura de pacto hacia el centro con Cs y un prolongado empeño por marcar distancias con Pedro Sánchez, el PSOE andaluz perdió el poder, minando el liderazgo de Díaz. Tras una legislatura de pacto hacia la izquierda con Compromís y Unides Podem y la decisión de convocar las elecciones junto a Sánchez, el PSPV-PSOE lo mantuvo y afianzó su posición como líder del bloque progresista, con Puig reforzado.
El president logró frenar a la derecha, aunque esta avanzó incluso en mayor medida que en las elecciones andaluzas. Si el 2 de diciembre, PP, Cs y Vox pasaron de 1.454.003 votantes a 1.804.884 papeletas, subiendo un 24,13%, este domingo los tres partidos conservadores han obtenido 1.249.741 votos, 271.672 más que en 2015, lo que supone un incremento del 27,77%. Una subida mayor que en Andalucía, pero que no les sirve para llegar al Consell. ¿La causa? La menor desmovilización de la izquierda, que era lo que Puig buscaba con la coincidencia electoral. En Andalucía el retroceso electoral de las fuerzas progresistas fue del 30,05% (de 2.277.847 votos a 1.593.283). En la Comunitat Valenciana, el retroceso ha sido sólo del 4,8%, gracias a la subida de un PSPV-PSOE beneficiado por el efecto Sánchez.
Ximo Puig, en otro guiño andaluz de su destino, logra un acierto similar al de José Antonio Griñán en 2012, pero al revés. Entonces el presidente andaluz separó las autonómicas de las generales de 2011 que acabó perdiendo José Luis Rodríguez Zapatero frente a Mariano Rajoy, lo que fue clave para mantener el poder en manos del PSOE andaluz. Puig ha logrado parecido efecto... pero pegándolas. Tiene lógica: Zapatero era en 2011 un líder declinante. Sánchez, en cambio, es hoy un líder en ascenso. A su rebufo, Puig ha cimentado un éxito que lo consolida como barón regional. Ahora le toca recomponer la confianza con Mónica Oltra (Compromís), su socia, la principal damnificada por el golpe de audacia del president.
infoLibre repasa en 6 claves los resultados valencianos, marcados por el arrastre de Sánchez a favor de Puig.
1. Sánchez impulsa a Puig
Los datos apuntan a que la decisión de Puig de hacer coincidir las autonómicas con las generales ha sido un acierto táctico. El PSPV-PSOE sube en las autonómicas hasta los 637.673 votos, 128.575 más que en 2015, un crecimiento del 25,25%. De 23 a 27 escaños. Pero es que, en la misma jornada electoral, quedó más que probado que el tirón de Sánchez en el electorado socialista es mayor que el de Puig. En las generales, los socialistas cosechan en la Comunitat Valenciana 743.800 votos, 204.602 más que en las anteriores, un incremento del 37,9%. De 6 escaños, pasan a 10.
La subida del PSOE en las autonómicas es la que logra frenar el ascenso de los tres partidos conservadores. El ascenso conservador es potente, de casi un 28%, pero queda eclipsado por el fracaso en conjunto que supone para ellos que se pueda reeditar el Pacto del Botànic.
Flota una pregunta en el aire: ¿Podría haberle ocurrido a Puig lo mismo que a Susana Díaz de haber concurrido por separado? Y dos preguntas más, ligadas a la anterior: una, ¿se equivocó Díaz al no explorar la posibilidad de una convocatoria conjunta con Sánchez, opción a la que se opuso expresamente?; y dos, ¿perderán el resto de candidatos socialistas el efecto arrastre de Sánchez el superdomingo electoral del 26 de mayo?
2. Oltra, damnificada (pero a flote)
Queda claro que Mónica Oltra, candidata de Compromís, tenía razón cuando se molestó por que Puig convocara las elecciones junto con las generales. Le venía mal la coincidencia, tal y como advertían los expertos en procesos electorales. Siempre ocurre con los partidos con menor proyección estatal. Oltra no ocultó su desagrado. "Es la única decisión del Consell que no se ha tomado por unanimidad", dijo cuando Puig anunció el adelanto. En realidad, no fue una decisión del Consell, sino exclusiva del president. Y la tomó a pesar de que todos los análisis apuntaban a que perjudicaría a su socio de gobierno. Los pronósticos no erraban.
Compromís ha perdido 17.364 votos en las autonómicas, quedándose en cerca de 440.000 y pasando de 19 a 17 parlamentarios. No es, desde luego, una caída drástica. La coalición podrá seguir gobernando junto al PSPV-PSOE y, previsiblemente, Unides Podem. Se trata de un resultado obtenido pese a la limitación que para Compromís supone la coincidencia. Porque las urnas de las generales han evidenciado la falta de fuerza de Compromís en el ámbito estatal. Con 172.751 votos, Compromís baja de 4 a 1 diputados en el Congreso.
Mirados con lupa los resultados y su evolución, Compromís también se ve castigada por su política de renuncia a alianzas electorales. Hay que resaltar que en 2016 obtuvo sus cuatro escaños en el Congreso en una candidatura conjunta con Podemos y Esquerra Unida. Ahora, en solitario, es la coalición Podemos-EU la que aguanta el tipo, sacando 5 diputados, mientras Compromís se queda sólo con 1.
Se trata de uno de esos casos en los que todo apunta a que la suma es buena para ambos. En 2016, juntos, Compromís y Podemos-EU cosecharon 659.771 votos y 9 escaños en las generales; ahora, por separado, 553.836 y 6 asientos. El principal sufridor es Compromís, que es el que más pierde a nivel estatal pese a que su caída autonómica es leve. Ocurre al contrario con Podemos-EU: su caída está atenuada en las generales y es mayor en las autonómcias. La marca morada se ha beneficiado también del efecto arrastre de Pablo Iglesias, que –pese a su bajada– sigue siendo un candidato fuerte.
3. Baja la izquierda, sube la derecha... pero no lo suficiente
Los partidos conservadores rozaron el cambio político en las autonómicas. La derecha subió y la izquierda bajó, pero no lo suficiente para dar la vuelta a la tortilla.
Los partidos progresistas (PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem-EU) bajaron de 1.355.227 votos en 2015 a 1.290.139 ahora. Es decir, 65.088 papeletas menos, una caída del 4,8% que se tradujo en una pérdida de tres diputados, de 55 a 52.
Fue suficiente para revalidar las mayorías que pueden permitir una reedición del Pacto del Botànic, aunque esta vez es previsible que se incorpore Unides Podem al Consell.
El límite de la mayoría está en 50, frontera de la que los partidos conservadores se quedaron a 3 escaños. Las fuerzas de derechas, que defendían la formación de una mayoría que sacara a la izquierda del poder, obtienen 1.249.741 votos, 271.672 más que en 2015, lo que supone un incremento del 27,77%. En porcentaje, pasan del 40,06% al 46,77%. Y en escaños, de 44 a 47.
La diferencia entre los bloques de izquierda y derecha –contabilizando los partidos que han obtenido representación parlamentaria– ha pasado de 377.158 a 40.389, de 11,07 puntos a 2,45 y de 11 a 5 escaños. Es decir, la derecha estrecha el margen que la separa de la izquierda, pero no logra consumar el cambio a la andaluza.
4. Compromís y Unides Podem, más votos que el PSOE
La división del espacio a la izquierda de los socialistas beneficia a Puig, que sale reforzado electoralmente al ser el único de los tres firmantes del Pacto del Botànic que crece en votos, porcentaje y escaños. Distinto hubiera sido si Compromís y Unides Podem hubieran sumado fuerzas.
El PSOE ha obtenido 637.673 papeletas, menos que la suma de Compromís (439.459) y Unides Podem (213.007), que totalizan 652.466 votos. Pero Compromís y Unides Podem no rentabilizan esta suma, al haber desechado presentarse conjuntamente.
Puig sube 128.575 votos (un crecimiento del 25,25%), situándose en el 23,87%, obteniendo 27 escaños, 4 más que en 2015. Compromís pierde 17.364 votos, un 3,8%, y pasa de 19 a 17 parlamentarios. Unides Podem-EU pierde 176.299 votos con respecto a los obtenidos por separado hace cuatro años por las dos fuerzas ahora coaligadas. Esto supone un 45,28% menos. De 13 escaños, pasan a 8. No obstante, al juntar a Podem con EU la coalición amortigua el impacto de la caída.
En cambio, la falta de acuerdo entre Compromís y Unides Podem para una candidatura conjunta les impide superar entre ambos al PSOE. A pesar de que suman más votos, tienen menos escaños: 25 frente a 27. Todos estos factores pesarán a la hora de establecer los términos con los que se reedita el Pacto del Botànic.
5. Ciudadanos asedia al PP...
Caída libre del PP. El partido de la gaviota ya perdió el poder en 2015, pero al menos era el más votado. Ahora, tampoco eso. Y hasta su segunda posición está amenazada. La candidatura liderada por Isabel Bonig se queda en 504.403 votos tras perder 154.209, un 23,41%. Del 26,98%, el PP pasa al 18,88%. De 31 parlamentarios, a 19
El batacazo es aún mayor si se compara con 2011. Entonces el PP obtuvo el 50,67% del voto, con un total de 1.211.112 papeletas y 55 escaños. En ocho años, el partido de Pablo Casado ha perdido 706.709 votos (más de un 58%), 31,79 puntos y 36 parlamentarios.
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Buena parte de su espacio lo ocupan Ciudadanos y Vox. La candidatura de Toni Cantó cosecha 466.391 votos, 157.270 más que en 2015, una subida de más del 50%. Del 12,66%, la formación naranja pasa al 17,45%. Se queda a un escalón del sorpasso. Entre el PP y Cs hay sólo 38.012 votos y 1,43 puntos de diferencia.
6. ...Y Vox lo esquilma
Un escalón por debajo está Vox, que consume al PP. Si a la candidatura de Bonig se le escapan 12 escaños, el partido ultraderechista entra con 10. Su irrupción es espectacular. De poco más de 10.000 votos en 2015, pasa a 278.947, un crecimiento de más del 2.500%. El porcentaje alcanzado es del 10,44%, similar al andaluz (10,96%). La diferencia con el caso andaluz es que en la Comunitat Valenciana el electorado progresista, al que se convocó a las urnas autonómicas el mismo día que las generales, no flaqueó. O no tanto como era necesario para una mayoría conservadora. Ximo Puig acertó.