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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

El futuro de la izquierda

Cuando la izquierda sí se entiende: éxitos y fracasos de las coaliciones de gobiernos progresistas en España

Ximo Puig (PSPV) y Mònica Oltra (Compromís) se abrazan en las Cortes Valencianas.

Con el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez y de la formación de un gobierno de PSOE y Unidas Podemos todavía coleando, infoLibre recorre las experiencias de ejecutivos de izquierdas en el ámbito autonómico. Porque, siendo cierto que jamás un partido a la izquierda del PSOE ha gobernado en España, no lo es en las comunidades autónomas. Es más, ha ocurrido en la mayoría: Andalucía, Cataluña, Comunitat Valenciana, Canarias, Castilla La Mancha, Galicia, Aragón, Baleares, Asturias y Navarra.

Los casos son variopintos. Hay éxitos y fracasos, gobiernos que han sido un paréntesis y otros que han abierto un ciclo. Pero pueden extraerse conclusiones generales: 1) el líder del partido pequeño dentro de la coalición se incorpora al gobierno; 2) los partidos principales capitalizan mejor electoralmente las coaliciones; 3) la ausencia de un referente de autoridad, traducida en la existencia de "dos gobiernos" dentro del gobierno, resulta desastrosa; por el contrario, un cierto presidencialismo ayuda a encauzar los conflictos; 4) es frecuente que los dirigentes de los partidos pequeños que forman parte de gobiernos con el PSOE salgan escaldados por las contradicciones, y que a menudo acaben incluso en posiciones críticas o fuera de sus organizaciones; 5) la base de un programa es crucial para evitar que la competencia electoral devore toda la dinámica política; 6) los factores políticos de ámbito estatal condicionan en buena medida el éxito o fracaso electoral de las coaliciones autonómicas; 7) los conflictos en torno a las cuestiones identitarias demuestran una enorme capacidad de corrosión.

  ANDALUCÍA: RUPTURA TRAUMÁTICA

Cuando Zapatero adelantó a noviembre de 2011 sus últimas generales, muchas voces en el PSOE le pidieron a José Antonio Griñán que pusiera las autonómicas el mismo día. Pero el presidente andaluz siguió su instinto y las fijó en marzo de 2012. Le salió bien. El PSOE perdió, pero –en contra de las encuestas– evitó la mayoría absoluta del PP y mantuvo el poder pactando con IU. Los socialistas sumaban 47 diputados, por 12 de IU, frente a los 50 de Javier Arenas. El PSOE y la IU de Diego Valderas firmaron un acuerdo de 74 páginas. Más del 75% de la militancia de IU apoyó entrar en el Gobierno, y lo hizo con una Vicepresidencia reforzada que incluía memoria histórica y las consejerías de Turismo y de Fomento y Vivienda.

Un "comité de enlace", con altos dirigentes de PSOE e IU, supervisaba el "cogobierno". El primer tramo generó una dinámica favorable para IU, que marcaba el paso con medidas con sello izquierdista –como el conocido como "decreto antidesahucios"–, mientras el PSOE se quedaba con la ingrata tarea de dar explicaciones del caso ERE. La tendencia duró poco. En junio de 2013 Antonio Maíllo, escéptico sobre la voluntad real del PSOE de cumplir el programa, sucedió a Diego Valderas en el liderazgo de IU, creando una bicefalia que multiplicó las tensiones. Griñán dimitió en agosto de 2013 y fue sustituido por Susana Díaz, menos dispuesta a aceptar las puyas de IU, que en ocasiones desempeñaba a la vez el papel de gobierno y oposición.

Díaz llegó pisando fuerte. Sus fotos con Emilio Botín y César Alierta irritaban a sus socios. A su falta de sintonía con Maíllo, se sumaba la desconfianza de este hacia Valderas, sobre todo a raíz de la conocida como crisis de la Corrala, en la que el dirigente de IU sintió que el vicepresidente se ponía del lado del PSOE. La crisis se dio por zanjada, pero la confianza quedó herida. Esto ocurrió en paralelo a la irrupción de Podemos en las europeas de 2014, que llenó a IU de dudas y miedos. Además, Díaz infligió a IU, en la persona de Valderas, la humillación de prohibirle viajar al Sáhara para no irritar al rey de Marruecos. Es el tipo de cosas que en IU aún no se han olvidado.

En diciembre de 2014, IU abrió la puerta a consultar a sus bases sobre la continuidad en el Gobierno, dado el retraso en la aprobación de acuerdos como la banca pública y la renta básica. Díaz arguyó que no podía gobernar bajo esa espada de Damocles, convocó elecciones en marzo de 2015 y mantuvo sus 47 escaños. El espacio progresista andaluz aún vive los efectos de aquel trauma. La coalición de izquierdas, tras una campaña en la que se esforzó en culpar al PSOE de la ruptura, pasó de 11 a 5 escaños. Irrumpió Podemos con 15 y Cs con 9. Los socialistas llegaron a un pacto con Cs, pero tampoco Díaz agotó esta legislatura, marcada por sus duros enfrentamientos con Maíllo y Teresa Rodríguez, cuya alianza, Adelante Andalucía, es ahora firmemente contraria a gobernar con el PSOE. Las elecciones de diciembre de 2018 conformaron una nueva mayoría derechista. Díaz, que fracasó en sus aspiraciones nacionales, está hoy en la oposición. El Gobierno del PSOE con IU abrió camino a políticas de movilidad –plan de la bicicleta–, vivienda y memoria que han sido avanzadilla en el ámbito de la izquierda. Se quedó en el tintero la tasa a las grandes superficies. Los protagonistas de IU en aquella coalición han sido atropellados por el nuevo tiempo. Su principal referente, Diego Valderas, vive un exilio interior en la coalición.

Aunque son poco recordadas, hay dos coaliciones de gobierno de izquierdas en Andalucía previas a las del PSOE e IU. Son las de los socialistas y el Partido Andalucista de 1996-2000 y de 2000 a 2004. Entonces el PA era un partido de corte izquierdista. Ostentó las consejerías de Turismo y Deporte y de Relaciones Institucionales. La etapa de gobierno conjunto reforzó al PSOE, que pasó de 52 escaños en 1996 a 61 en 2004, siempre con Manuel Chaves. El PA subió de 4 a 5 escaños. Pero la senda de deterioro se acabó abriendo paso y el histórico PA desapareció en 2015, hundido política y económicamente. Lo conoció bien el andalucista Javier Aroca, que fue viceconsejero de Turismo y Deporte y hoy es un atento observador político. "Al final, tanto IU como el PA ayudaron a mejorar la reputación del PSOE", reflexiona Aroca, que destaca que las fuerzas de estas coaliciones abrieron en Andalucía camino a políticas progresistas en el ámbito turístico, medioambiental y de vivienda que "no han sido valoradas" en España.

  CATALUÑA: EL RUIDO Y LA FURIA

Las elecciones de noviembre de 2003 en Cataluña dieron lugar al "Pacto del Tinell", que alumbró el Tripartit de Pascual Maragall (PSC, 42), Josep Lluís Carod Rovira (ERC, 23) y Joan Saura (ICV-EUiA, 9 escaños). ERC, con Carod como conseller en Cap, se hizo con 4 consejerías, asumiendo competencias como bienestar, turismo y universidades. ICV ostentó Relaciones Institucionales y Medio Ambiente y Vivienda.

Esquerra estuvo en el epicentro de una legislatura (2003-2006) marcada por grandes crisis. En enero de 2004, con el Tripartit aprendiendo a caminar, ABC publicó que Carod se había reunido con la cúpula de ETA, lo que llevó a su dimisión. Además, a raíz de la llegada de Zapatero, el Govern fue puesto en el punto de mira de la estrategia de oposición del PP. La apertura del melón del Estatut tensó las relaciones entre los miembros hasta provocar la expulsión de los consejeros de ERC, contrarios a la reforma, y el adelanto electoral. El Tripartit salvó los muebles ante el segundo intento de Artur Mas (CiU), al que Maragall ya le había soltado –para disculparse después– aquello del "tres per cent". En el Govern de Entesa (2006-2010) ERC asumió una Vicepresidencia con competencias en política lingüística y cuatro consejerías. Saura sumó a sus competencias las de Interior, lo que acabaría dándole problemas cuando la crisis disparó la conflictividad social

Fue la legislatura del derrumbamiento del Tripartit, paralelo al deterioro de proyecto de Zapatero en España y al germen de la crisis territorial, que los independentistas sitúan en la sentencia del Constitucional de junio de 2010. Montilla trazó la estrategia de reivindicar la sencillez de la gestión social frente al ruido. "Hemos contratado cinco maestros, dos médicos y tres mossos al día", era el mensaje central. Los tres partidos cayeron en las elecciones y se abrió paso Mas. ERC cayó de 21 a 10 diputados tras sus siete años de integración en un frente de izquierdas. No ha repetido esa experiencia.

Jordi Pacheco, decano del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Cataluña, cree que el ruido bajo el que actuaron aquellas coaliciones ha llevado a la mayoría a un balance final injusto, en el que casi nunca se recuerda, por ejemplo, que la ley catalana de 2007 fue la primera que reconoció la "función social de la vivienda". "Entonces parecía una época convulsa, pero comparado con lo que ha venido después... Al principio la dinámica era buena. De hecho, hasta muy al final, no hubo tensiones por el tema identitario, aunque fuera sí se hablaba de eso. Con Montilla se decía que había un 'Gobierno Dragon Kahn', por los conflictos internos. Lo que pasó, en realidad, es que Maragall tuvo problemas de autoridad", señala. Los socios, señala Pacheco, no supieron arbitrar una "reglas claras" para evitar que la competencia electoral lastrase la unidad. Y a esto se suma, añade, que "siendo un gobierno de izquierdas, al igual que hizo Zapatero, aplicó recortes y se puso a la defensiva en cuanto empezó la crisis". "Todos los partidos tenían factores de inestabilidad interna, como ICV, desgastada por llevar Interior. Si los partidos tienen inestabilidad interna, es muy difícil que cooperen con normalidad", concluye.

  COMUNITAT VALENCIANA: PACTO EN AMPLIACIÓN

El Pacto del Botànic lo firmaron en 2015 el PSPV, Compromís y Podemos para un gobierno de los dos primeros, con apoyo externo del tercero. Ximo Puig, presidente, nombró a Mònica Oltra vicepresidenta portavoz con competencias sociales y de igualdad, a lo que se sumó un reparto de consejerías simétrico. ¿Cómo se formó el Gobierno? "Oltra suele decir que se ha aplicado 'tecnología política punta'. En cada consellería, el número 2 era del otro partido, y las direcciones generales se repartían para que hubiera de los dos. Eso ha funcionado a veces, como en Educación, y otras no, como en Economía, donde ha habido tensiones y dimisiones", relata el periodista de Valencia Plaza Ximo Aguar. "El punto de inflexión", lo que Aguar llama coloquialmente "el fin del buenrollismo", llegó con el adelanto electoral de Puig al 28A, decisión adoptada contra el criterio de Oltra. Compromís consideró una deslealtad al entender que se trataba de que los socialistas se beneficiasen del tirón de Sánchez, perjudicando a Compromís.

En efecto, el PSPV subió (de 23 a 27) y Compromís bajó (de 19 a 17). El Govern del Botànic se salvó pese a la caída de Podemos, de 13 a 8, y contuvo al frente de PP, Cs y Vox. El éxito radicó en lograr que prevaleciera en el debate la agenda de avances sociales y de superación de etapa de corrupción del PP sobre el intento de la derecha de polarizar la política en torno al procés. Vista la rentabilidad de formar parte del Ejecutivo, ahora Unidas Podem (Podemos y Esquerra Unida) se ha integrado en el Botànic II. Junto a Puig y Oltra, el candidato de Podemos, Rubén Martínez Dalmau, ha asumido una vicepresidencia segunda y una consejería de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, una forma sui generis de ostentar competencias medioambientales. "Ha subido el número de altos cargos, asesores y consejerías, de diez a doce, porque nadie quiere ceder la parte que ya tiene, así que hay que poner más y se acaban generando consejerías sin competencias definidas, lo cual crea problemas", señala Aguar. EU (que fue a las elecciones dentro de Unidas Podem) también tiene consejería propia.

  CANARIAS: RELEVO A CC DESDE LA IZQUIERDA

El Gobierno de coalición de izquierdas que acaba de estrenar Canarias tiene un exótico antecedente entre 1983 y 1987, cuando el socialista Jerónimo Saavedra contó con el apoyo del PCE, el Partido de la Revolución Canaria y Asamblea Majorera, entre otros, teniendo en cuenta su criterio para la selección de independientes en su gobierno. No obstante, es ahora cuando puede hablarse, con propiedad, de un ejecutivo de coalición de izquierdas en las islas, que ha sacado del poder a Coalición Canaria tras 26 años.

Con la presidencia para el PSOE de Ángel Víctor Torres (22 escaños), la vicepresidencia es para Román Rodríguez, líder y candidato de Nueva Canarias (4 escaños), que ostenta Hacienda, Presupuestos y Asuntos Europeos. Es el único caso entre todos los cogobiernos de izquierdas en que el partido mayoritario cede Hacienda. Noemí Santana, líder y candidata de Podemos (3 escaños), se ocupa de Derechos Sociales, Juventud, Igualdad y Diversidad. También forma parte del Gobierno la Agrupación Socialista Gomera, que ha logrado 3 escaños con algo más de 6.000 votos. El tiempo dirá si esta coalición de izquierdas es un paréntesis o abre un ciclo.

  CASTILLA LA MANCHA: PREMIO Y CASTIGO

La coalición de izquierdas ha sido un suspiro en Castilla La Mancha, donde el PSOE ha resultado premiado y Podemos castigado. Sólo ha durado de 2017 a 2019, en virtud de un acuerdo entre el socialista Emiliano García Page, presidente, y José García Molina, líder y candidato de Podemos en 2015. La formación morada se quedó con una vicepresidencia segunda (Molina) y con la "Consejería Encargada de la Coordinación del Plan de Garantías Ciudadanas". El bipartito ha vivido múltiples tensiones. Era frecuente ver a PSOE y Podemos votar diferente en el Parlamento. La modesta aportación de Podemos, acorde con sus 2 diputados frente a los 15 del PSOE, contrastaba con el triunfalismo de los balances: "Queda mostrada la capacidad de cambio que produce la entrada y la acción de Podemos en esta región", señalaba en un artículo en eldiario.es la consejera del Plan de Garantías, Inmaculada Herranz, poco más de un año después de entrar en el Ejecutivo.

Las elecciones de 2019 dieron al PSOE mayoría absoluta y dejaron a Podemos sin representación, castigado por la ley electoral de Castilla La Mancha, donde la formación morada se quedó fuera con un 6,9% del voto. Molina dimitió como secretario general al día siguiente. Viendo los datos, puede ser precipitado atribuir la pérdida de representación a su paso por el Gobierno. De hecho, su pérdida de apoyo fue menor que la media del espacio Podemos-IU. También pasó en Andalucía en 2015. Cuando IU bajó de 11 a 5 escaños, muchos se apresuraron a atribuir el descalabro al cogobierno con el PSOE... hasta que tuvieron lugar las elecciones en resto de comunidades.

  GALICIA: FALTA DE COMUNICACIÓN

El PSdeG de Emilio Pérez Touriño y el BNG de Anxo Quintana, con 25 y 13 escaños, conquistaron la mayoría absoluta frente al PP (37) en 2005. Con Touriño como presidente, el BNG se quedó con una vicepresidencia social y 4 consejerías. Cuatro años después, el PP de Núñez Feijóo conquistaba la mayoría absoluta, también por un escaño, y ya no la ha soltado. "Falló la comunicación", analizaría en 2018 Anxo Quintana: "Los dos [Touriño y Quintana] somos personas poco comunicativas y nos costó cambiar".

El periodista y escritor Manuel Martínez Barreiro, que fue jefe de gabinete de Quintana, saca una reflexión: "Una coalición debe cuidar el espacio electoral que la hace posible. En Galicia había muchos electores que venían de movimientos como Nunca Máis y Hay que botalos!, centrados en desalojar a Fraga. Creo que no se prestó suficiente atención a la complejidad de aquel bloque de cambio. Una parte de esa sociedad civil se desactivó", señala.

Martínez Barreiro recuerda cómo hizo fortuna la metáfora visual del PP sobre el Gobierno: "Un coche con dos volantes". ¿Hay algo de cierto? "El Bloque gestionaba con amplia autonomía sus consejerías, y el PSOE tres cuartos de lo mismo. Faltaba la imagen de unidad. Hay pocas fotos de los dos juntos", señala. Hay una dificultad intrínseca a una coalición, explica: "Los partidos están llamados a cooperar, y al mismo tiempo compiten, y esa competencia es mediática. Hace falta corresponsabilidad. No puede hacer la guerra cada uno por su lado", señala, recordando conflictos de fondo sobre transferencias de competencias y política lingüística. El escritor cree que una coalición, para consolidarse y conquistar base social, tiene que ofrecer "un proyecto de cambio ambicioso y perdurable". "Cuatro años no es suficiente. Hay que desbordar una legislatura, con un gobierno a ocho años vista dentro de un proyecto compartido", señala. De lo contrario, afloran las "tentaciones hegemonistas". Martínez Barreiro mira de reojo al intento de hacer cuajar una coalición de gobierno de izquierdas en España: "El combustible fundamental de un gobierno de coalición es la confianza. Sin confianza, es imposible".

  ARAGÓN: PRAGMATISMO VS IDEOLOGÍA

Tras las elecciones de 2015, PSOE (18 escaños) y Chunta Aragonesista (2) formaron gobierno, con el apoyo externo de Podemos (14). El líder y candidato de CHA, José Luis Soro, se convirtió en consejero de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda. Las elecciones de 2019 han refrendado el trabajo de los partidos gobernantes. Ambos han subido en número de escaños, pero el derrumbe de Podemos (de 14 a 5) ha obligado ahora a un complejo entendimiento multilateral. Soro, que quiere repetir en el Gobierno, fue el primero en garantizar su apoyo a Javier Lambán. Tanto el presidente socialista como su consejero exhiben sintonía. Soro ha puesto palabras a su visión de la situación, que quiere extender a Podemos. "No te puedes abrazar al tarro de las esencias ideológicas, hay que ser pragmático", dijo en su firma del acuerdo con Lambán. Sus palabras no parecen haber caído en saco roto. PSOE y Podemos llegaron este sábado a un acuerdo, que ahora el partido morado someterá a sus bases. Si sale que sí, Podemos formará parte del Gobierno. IU apoyará también la investidura de Lambán. El pleno de investidura será este martes y miércoles. 

  BALEARES: CUATRO EXPERIENCIAS

Hasta cuatro experiencias de coalición de izquierdas suma Baleares: 1999-2003, 2007-2011, 2015-2019 y actualmente. En la primera, el presidente Francesc Antich situó en la vicepresidencia al Partit Socialista de Mallorca-Entesa, que también ostentaba Economía, Agricultura y Pesca, así como Educación y Cultura. EU se quedó con Trabajo (Eberhard Grosske) y Els Verds con Medio Ambiente. El Gobierno "está marcado por las dificultades y discrepancias entre los partidos de la mayoría, combinados con los errores y la inexperiencia en la gestión en el ámbito regional", señala el investigador Jordi Calvet. No obstante, despuntaron políticas pioneras en materia turística –primera ecotasa–, medioambiental –limitación de campos de golf– y de ordenación del territorio.

Tras cuatro años de Jaume Matas (PP), el acuerdo de izquierdas se repitió en 2007, de nuevo con Antich al frente, pero esta vez con una miríada de apoyos y la presencia en el Gobierno del Bloc de izquierdas –con competencias en movilidad y ordenación del territorio, asuntos sociales, inmigración, comercio, industria– y de los conservadores de Unió Mallorquina (UM), un partido corroído por la corrupción cuyo deterioro afectó a un Ejecutivo que vivía tensiones en torno al urbanismo y el medio ambiente. Salieron adelante normas proteccionistas como el decreto de 2007 de áreas de especial valor ambiental. Pero cualquier logro quedó opacado por los líos internos y la corrupción de UM. En 2011, subido a la ola de descontento por la gestión de la crisis de Zapatero, arrolló el PP de José Ramón Bauzá.

En Baleares se repite un hecho frecuente entre dirigentes que han ostentado responsabilidades de gobierno por partidos pequeños: acaban en la disidencia interna. En el caso de Eberhard Grosske, se dio de baja de IU en 2018 alegando discrepancias sin arreglo con Alberto Garzón.

Francina Armengol logró por tercera vez la presidencia mediante coalición para el PSIB-PSOE en 2015, gracias a un acuerdo para gobernar con los soberanistas de Més y el apoyo externo de Podemos, una situación parecida a la valenciana. Més se quedó con la Vicepresidencia (con Biel Barceló, su candidato) y tres consejerías. El pacto ha estado plagado de dificultades, incluida la dimisión de Barceló por aceptar unas vacaciones pagadas por Globalia. Pero ha logrado centrar la agenda en el desafío de equilibrar desarrollo turístico y protección ambiental. Cuatro años después, el acuerdo se ha reeditado, ahora con Juan Pedro Yllanes (candidato de Podemos) como vicepresidente después de que Més cayera de 9 a 4 escaños. Podemos tiene competencias sobre energía, agricultura y pesca. Además de Yllanes, que fue candidato, es consejera Mae de la Concha, secretaria general de Podemos. La actitud de Armengol ante la entrada de Podemos –con sus principales figuras– en el Gobierno es distinta a la de Sánchez. "La presencia de Podemos en el Govern me da sosiesgo y tranquilidad", ha declarado.

Las tensiones, no obstante, han empezado ya entre Yllanes y el hombre fuerte del PSOE en el Govern, Iago Negueruela. El politólogo balear Eli Gallardo cree que la clave del funcionamiento de la coalición de izquierdas entre 2015 y 2019, a diferencia del "desastre" de la experiencia anterior, ha estribado en que ha habido una figura "moderada y con buen talante, de autoridad reconocida", que ha sido la de Armengol. "Aunque suene a literatura, han sido muy dialogantes. Han reventado a diálogo a todo el mundo. Ni una norma ha salido sin hablar con empresarios, sindicatos, estudiantes, profesores... Todo muy consensuado. Y cuando ha habido desacuerdos, no ha habido filtraciones, ni performances", añade Gallardo.

  ASTURIAS: CONFIANZA Y TENSIONES

Asturias es otra comunidad pródiga en alianzas PSOE-IU. Entre 2003 y 2007, Vicente Álvarez Areces tuvo dos consejeros de IU, de Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores y de Vivienda y Bienestar Social. Uno de ellos fue Javier García Valledor, que había sido candidato de IU. Por cierto, que Valledor dejó la militancia, en su caso en 2010. El esquema de gobierno integraba perfiles del otro partido en direcciones generales, de forma que se produjera contacto entre partidos a segundo nivel de la administración.

Tras las elecciones de 2007, PSOE e IU mantuvieron la mayoría. Los socialistas perdieron un escaño, pasando de 22 a 21, e IU se quedó en 4. Pero no se pusieron de acuerdo para gobernar. Areces fue investido presidente, pero sin apoyo de IU quedó en situación precaria. IU y PP llegaron a tumbar sus presupuestos de 2008, dando carta de naturaleza a una creciente dinámica de enfrentamiento entre fuerzas de izquierdas, ya con la crisis económica a las puertas. Finalmente, en noviembre de 2008, IU regresó al Gobierno con dos consejerías. Pero la ola conservadora se llevó por delante a la izquierda en 2011, dando paso a una breve presidencia de Francisco Álvarez Cascos (Foro). El adelanto electoral de Cascos a 2012 le salió mal y el PSOE recuperó el poder, que ya no ha cedido. La militancia de IU, que obtuvo 5 escaños en 2012, rechazó en una consulta gobernar con el PSOE, en un contexto de discrepancias internas en la coalición. Tras la etapa del Javier Fernández, ahora le ha dado el relevo su compañero Adrián Barbón, que gobierna con apoyo externo de IU, no de Podemos.

"En Asturias IU tiene una cultura consolidada de negociación y acuerdo", reflexiona ahora el histórico Gaspar Llamazares, ya fuera de la coalición. "En las negociaciones siempre ha ido por delante el programa, y eso lo facilita todo. Las dificultades han sido de ritmo, porque la Administración tiene una cadencia más lenta de lo que pensamos los responsables políticos", explica. A su juicio, las lecciones que dejan las etapas de colaboración con el PSOE –tanto con pactos de legislatura como de gobierno– son la necesidad de crear "mecanismos de confianza" y de partir de una base programática. "Las políticas tienen que estar en un programa. Eso no se puede suplir queriendo estar en uno u otro departamento, porque al final todo pasa por el consejo de gobierno o de ministros", señala mirando hacia Madrid.

  NAVARRA: ACUERDO HASTA EN EL DESACUERDO

Navarra aporta una interesante experiencia de gobierno de izquierdas, en este caso sin el PSOE. Lo han formado entre 2015 y 2019 Geroa Bai (9 escaños, presidencia y 5 consejerías), EH Bildu (8 escaños, 2 consejerías, entre ellas la de Presidencia) e Izquierda-Ezkerra (2 escaños, vicepresidencia social), con el apoyo externo de Podemos (7). Las elecciones de 2019 impiden la repetición de este esquema. Al derrumbe de Podemos se suma que el PSN de María Chivite, que ha protagonizado una dura oposición a este gobierno de izquierdas, ha pasado de 7 a 11, lo que prefigura un acuerdo de izquierdas liderado ahora por la candidata socialista y con consejerías para Geroa Bai y para Podemos, que con 7 escaños no quiso gobernar y ahora sí quiere con 2. En principio, Izquierda-Ezkerra se queda fuera del Ejecutivo. No obstante, todo está por ver en la sesión de investidura, que aún no está convocada. Chivite necesita la polémica abstención de EH Bildu.

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La situación apunta a una legislatura convulsa. La última (2015-2019) ha sido, anclada en la mayoría de los tres partidos gobernantes más Podemos, relativamente fluida. El entendimiento entre las formaciones ha sido elevado, incluso "sorprendente", reflexiona ahora el ensayista Daniel Innenarity, que ha sido candidato de Geroa Bai al Parlamento europeo. La clave ha estado, cree Innenarity, en el reconocimiento del liderazgo de Barkos y en el carácter vinculante del programa. "El acuerdo era larguísimo. Estaba todo. ¡Incluso las discrepancias! Creo que esto es fundamental: que esté claro en lo que están de acuerdo, pero también en lo que no, y cómo tratar estos temas".

Todos han tenido que ceder y aceptar contradicciones. "Soy una presidenta abertzale de una comunidad que mayoritariamente no lo es", afirmó Barkos en el arranque de su mandato, en un gesto de un aliento liberal con pocas réplicas en la política española, donde tantos se autoproclaman "liberales". "Ha habido un entendimiento entre nacionalistas y otros, como Podemos, que tienen una posición integradora diríamos que de mínimos, e Izquierda-Ezquerra, que tiene incluso algún componente jacobino. Y se ha conseguido sin que nadie renuncie a lo que es, pero siendo todos conscientes del respaldo popular que tienen". La base, reflexiona Innenarity, está en ese "acuerdo programático para el Gobierno de Navarra", 74 páginas que incluyen hasta las discrepancias: políticas lingüísticas, transferencias de competencias, "reflexión" sobre los presos de ETA... Ahí está, por escrito, incluso aquello en lo que no están de acuerdo los que firman el acuerdo.

Pero, claro, para llegar a un documento así hay que sentarse, presentar tus prioridades y reconocer las del otro. Ponerlo por escrito, leerlo, enmendarlo, rehacerlo, consultarlo. Las filtraciones no ayudan. Finalmente, hay que aprobarlo. Y elegir quién lo desarrolla, lo que ahora se ha dado en llamar "los equipos". Hay que empezar, en suma, la casa por los cimientos. La política rara vez se sostiene sobre un tejado.

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