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Pilar Miró, la directora que cambió el cine español

Pilar Miró, en una imagen de archivo.

Pilar Miró (Madrid, 1949 - Madrid, 1997) forma parte de esta sección de Verano Libre, dedicada a recordar a algunas de las mujeres más relevantes del siglo XX español, porque fue una cineasta que siempre arriesgó con sus trabajos. Nunca le importaron las consecuencias que le trajesen sus ideas, sólo quería hacer cine y televisión, innovar y acercar la cinematografía española a todos los públicos. Lo consiguió, pero por el camino se ganó enemigos que entorpecieron sus proyectos, tanto, que incluso acabó sentada en el banquillo de los acusados por una de sus películas, El crimen de Cuenca.

La directora aseguró en una entrevista en RTVE que recordaba una infancia triste por "el miedo y el silencio" de la sociedad y que no sintió el cariño de sus padres ni familiares más cercanos, pero que por el contrario encontró en el cine un lugar en el que refugiarse: "Desde que tenía uso de razón lo único que me gustaba era el cine. Era el sitio donde siempre iba, no quería volver a mi casa". A partir de ese momento supo que quería formar parte de aquellas películas que veía y por eso en 1962, con 22 años, se presentó en la sede de la televisión pública para pedir trabajar allí. No tenía ningún estudio relacionado ni con el cine ni con la televisión, pero sí tenía muchas ganas de aprender.

En TVE empezó como auxiliar de redacción para luego ir ascendiendo puestos, entre ellos ayudante de realización e incluso realizadora en los informativos, hasta llegar a dirigir series dramáticas. Mientras trabajaba en la cadena pública, Pilar Miró se licenció en Periodismo y Derecho, pero también se graduó como guionista en la Escuela Oficial de Cine, en la que un tiempo más tarde llegó a ser profesora.

Censura en sus películas

"Era muy dura porque sabía que era la manera de hacerme notar y de poder defenderme en un lugar en el que todos los días me ponían a prueba", afirmó Pilar Miró en la citada entrevista de RTVE. Era una cineasta en una profesión masculinizada y, como explicó Emma Cohen, actriz ya fallecida que trabajó con ella en varias producciones, a los hombres no les gustaba que una mujer fuese directora, de tal manera que debía demostrar el doble que cualquiera. Pilar hacía lo que quería en sus trabajos, aunque después el propio Franco los censurase.

 

Pilar Miró durante el rodaje de una de sus películas. EUROPA PRESS

Sin embargo, fue tras la muerte del dictador cuando sufrió más persecución, pues el aparato franquista seguía funcionando y aplicándose la censura. En 1976 realizó su primera película, La petición, y en ella había una escena de sexo que desde el Gobierno exigieron eliminar, Pero Pilar Miró se negó y el film se estrenó con dicha escena. Era tanta la expectación que el largometraje fue un éxito en taquilla. Años más tarde, en 1979, volvió a estar en el punto de mira, esta vez por su película El crimen de Cuenca, un alegato, a través de un caso real de 1913, contra las torturas que la Guardia Civil había llevado a cabo durante décadas. Pilar Miró fue acusada de haber cometido injurias y un tribunal militar pidió seis años de prisión para la directora. Además, la cinta fue secuestrada hasta marzo de 1981, momento en el que por fin se estrenó en España. Mientras tanto, la cineasta se presentó con ella en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

Su siguiente película, Gary Cooper, que estás en los cielos (1980), no causó ninguna persecución política, ya que se trataba de una cinta intimista, incluso autobiográfica, en la que la madrileña relataba la vida de una mujer con problemas de corazón que, a pesar de haber conseguido el éxito como directora de cine, se sentía muy sola.

Etapa en RTVE

Pilar Miró era muy amiga de Felipe González y cuando este llegó al Gobierno en 1982 fue nombrada directora general de Cinematografía. Desde su puesto, la cineasta realizó una ley, conocida como ley Miró, a través de la cual intentó que el panorama cinematográfico español se pareciese al francés. Para algunos aquella norma era necesaria ya que sostenían que el cine español de principios de los 80 resultaba "impresentable" desde todos los puntos de vista y había que favorecer desde los poderes públicos un cine de calidad, mientras que para otros, entre ellos el ya fallecido director Mariano Ozores, adalid del cine de destape, fue lo peor. Con aquel decreto creó los anticipos presupuestarios a las producciones españolas, limitó las ayudas a las cintas eróticas, promocionó el cine español en festivales internacionales y reorganizó la filmoteca para garantizar el patrimonio cinematográfico español, entre otras medidas.

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En 1985 volvió a ponerse detrás de las cámaras con la película Werther y ese mismo año Felipe González le encargó ser la directora general de RTVE, puesto que Miró aceptó sin saber lo que se le venía encima. Con ella, los grandes actores y actrices del cine español participaron en las producciones de la cadena pública y también se introdujeron los programas humorísticos en los que había una libertad de expresión impensable en nuestras días, aunque había una directriz clara: no meterse con el rey, ni la Constitución ni el Ejército. En estos sketches se parodió a políticos, incluso al propio presidente del Gobierno, y hasta a Pilar Miró. Pero en 1989 dimitió tras ser acusada de malversación de fondos públicos, tras una denuncia por haber comprado trajes para acudir a actos oficiales con dinero de RTVE.

El sindicato de trabajadores del ente público pedía 20 años de prisión para la cineasta mientras que la Fiscalía pidió 12. Sin embargo, tras sentarse durante un mes en el banquillo de los acusados, Pilar Miró quedó absuelta ya que la fiscal que instruía el caso entendió que utilizaron su figura para fines políticos. Ese mismo año, la directora recibió un homenaje en los Goya por parte de los actores y actrices que acudieron a la gala.

Miró continuó con su labor cinematográfica y estrenó varias películas. Con Beltenebros Beltenebros(1991) ganó el goya a mejor dirección y guión adaptado, mientras que con El perro del hortelano, también se hizo con el premio al mejor guión. Además, esta última resultó un reto, pues se trataba de una película en verso y nadie, excepto ella, creía en el proyecto, que resultó ser un éxito de taquilla. Su último trabajo no fue un largometraje, sino la retransmisión en directo en RTVE de la boda de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin, que tuvo lugar el 4 de octubre de 1997 en la Catedral de Barcelona. Días después, el 19 de octubre, Pilar Miró moría de un infarto a los 57 años. 

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