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Memoria histórica

"Después de tanta espera parece que vamos a conseguir lo que queremos: que nos devuelvan a los nuestros" 

Vista general del Valle de los Caídos.

La exhumación de los restos del dictador fue un éxito, pero eran muchas las personas incapaces de saborear la victoria. El motivo: el Valle de los Caídos todavía custodia decenas de miles de víctimas en sus entrañas. Este martes, Patrimonio Nacional trasladó los acuerdos adoptados para comenzar los trabajos de exhumación respecto a las solicitudes en trámite. Son 31 y sus familias reciben la noticia, dicen, con esperanza. La cifra tiene un peso importante contextualizada como punto de partida, pero en Cuelgamuros están enterradas 33.847 personas, muchas de ellas trasladadas desde fosas comunes repartidas por todo el país. Más de un tercio de los restos ni siquiera están identificados. El recorrido es largo.

Las actuaciones que se van a llevar a cabo, tal y como comunicó este miércoles Patrimonio Nacional, son aquellas relativas a las criptas adyacentes a las Capillas de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. El trabajo se realizará en dos fases, explica en conversación con infoLibre Eduardo Ranz, representante legal de varias familias. La primera etapa atañe a todo un equipo técnico que tratará de determinar el estado de las criptas. "Se procederá a la extracción según se determinen sus posibilidades", afirma el letrado. La segunda fase corresponde por tanto al propio procedimiento de exhumación.

"Una vez realizado el proyecto de obras para el acceso y afianzamiento de los distintos niveles de las criptas, se procederá a la apertura de la Capilla del Santo Sepulcro, siguiendo por la Capilla del Santísimo y finalmente, por las capillas laterales de la nave de la basílica", describe Patrimonio Nacional en la nota emitida este miércoles. Durante todo el proceso, agrega, "se contará con la asistencia permanente de expertos forenses para el asesoramiento técnico y legal del tratamiento de los columbarios".

De forma paralela, "se solicitará al Consejo Médico Forense una inspección valorativa, que lleve a determinar las distintas consideraciones físicas, técnicas y jurídicas en cada lugar de la basílica". Sólo de esta forma "se podrá determinar la viabilidad de la localización, identificación y la recuperación de los restos", siempre "con respeto a los derechos de terceros".

Hasta ahora, explica Ranz, "se ha introducido una cámara milimétrica" para examinar "el primer metro". "Lo que nos han dicho es que no pueden asegurarnos nada", así que el abogado opta por mirarlo con cautela. En todo caso, la primera etapa echará a andar en Navidades y según su resultado se iniciará la siguiente fase.

El proyecto de inhumación estaba hasta ahora paralizado, a la espera de un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El objetivo de aquel estudio no era otro que "determinar la configuración de los niveles que conforman" las criptas, comprobar "desde el punto de vista estructural el estado de los distintos recintos" y estudiar "las posibilidades de acceso y los riesgos asociados".

El estudio, firmado por dos ingenieros y un arquitecto, ya está listo [consultar en este enlace]. "En total se han realizado siete visitas a la basílica entre el 26 de noviembre de 2018 y el 14 de abril de 2019", dice. Las inspecciones, completa, "se han realizado mediante videoscopio para minimizar la posible afección a los restos allí depositados". El informe describe minuciosamente las posibilidades de acceso que los expertos han detectado, su viabilidad y los riesgos que conlleva, además de la evaluación estructural de todo el entramado. Las conclusiones son claras y dan vía libre al inicio de los trabajos.

Por el camino

Miguel Ángel Capapé lo celebra, pero no trata de disimular el matiz amargo que expresa su voz. Es marido de Purificación Lapeña, nieta y sobrina-nieta de los hermanos enterrados en Cuelgamuros. La familia Lapeña cuenta con una sentencia favorable que les reconoce el derecho a dar "digna sepultura" a sus familiares. Una resolución judicial que ha tardado tres años en tener efecto. El tiempo, reconoce Capapé, pesa pero no termina con la esperanza.

"Después de tantos años esperando a que llegara este momento, parece que por fin puede ser", dice a infoLibre. La reacción, añade, es de "esperanza, un poco de optimismo, pero también escepticismo y pena", porque muchos se han quedado por el camino. La noticia ha llegado demasiado tarde para el suegro de Capapé. "Él ya no es consciente de lo que pasa", lamenta, "se lo dijimos pero a los dos minutos se le olvidan las cosas: por mi suegro llegamos tarde". No hubiera sido así, denuncia, si la decisión hubiera llegado hace tres años, con la sentencia que les daba la razón. "Si cuando dictaron sentencia firme hace tres años y medio se hubiera cumplido, entonces hubiera sido consciente plenamente", continúa Capapé al otro lado del teléfono. "La gente mayor se nos está quedando por el camino".

Con él coincide Mercedes Abril. Su padre, Rafael Abril, fue asesinado en septiembre de 1936 por el bando franquista. Abril tiene 86 años y vive la decisión como "un logro". "Llevo 20 años tras ello", dice. Los primeros diez cayeron en saco roto: Abril se dedicó a "escribir a muchos sitios preguntando" por los restos de su padre, pero todas las respuestas "eran negativas". Después entabló amistad con otras familias y comenzó a remar junto a Eduardo Ranz, relata. "Tan poquito a poquito que pasaron otros diez años", continúa. "Después de tanta espera, parece que vamos a conseguir lo que queremos: que nos devuelvan a los nuestros", concluye. 

También Abril lamenta que muchos no hayan podido ver cumplidas sus expectativas. "Esto tenía que haber llegado hace 40 años", expresa, "entonces vivirían muchas personas que hoy ya no existen. Ahora ya vamos desapareciendo muchos, yo tengo 86 años y ya no soy la misma que cuando empecé". La madre de Abril falleció recientemente, a los 101 años de edad. "Un día antes de morir le prometí que haría todo lo posible por sacar a papá: ahora estoy, creo, a punto de conseguirlo".

Rosa Gil reflexiona igualmente sobre la importancia del tiempo. Su abuelo, Pedro Gil, está enterrado en el Valle de los Caídos. "Mi padre vive y está muy bien, pero tiene 83 años" por lo que pisar el acelerador es para ella una cuestión clave. "Tiene que ser ya, nos gustaría que lo viese mi padre", dice. Gil habla en plural. "Estamos muy ilusionados, esperanzados y contentos", reconoce, porque parece vislumbrarse "un camino de voluntad y transparencia". Pero tampoco ella está libre de escepticismo. "Hasta que no esté mi abuelo en el pueblo y todos los pasos se hayan dado, no estaré tranquila", porque son muchos "los años y los sinsabores".

Trabajo común

Eduardo Ranz tiene muy claro cuál es la principal victoria. "Ya estamos en la fase técnica, que es lo que marca todo. Hemos superado el debate político y religioso, estamos donde debíamos estar desde hace años", sostiene.

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Los obstáculos no han sido pocos. "Han sido muchos procesos judiciales, llevarlo todo de una instancia a otra", rememora Capapé. Y a partir de la sentencia, dice, "la falta de voluntad política o la dejadez" han sido manifiestas. "Que una sentencia firme se deje de cumplir durante tres años y medio me parece excesivo" y aunque "los monjes benedictinos tengan su parte de culpa, la ley es la ley", señala.

Gil lamenta la "falta de apoyo y comprensión por parte de toda la clase política", que no ha tratado a las víctimas como tal. "Ha faltado voluntad a nivel institucional" y la batalla se ha visto "como algo del pasado que no hay que remover". La verdad, reitera, es que "no han dado todas las facilidades necesarias, todo ha ido muy lento y con cuentagotas". Al final, reflexiona, la sensación es que las familias tenían "que pedir las cosas por favor y sin hacer mucho ruido, sin armar jaleo para no molestar". "¿Molestar a quién o a qué?", se pregunta.

De un camino que parecía eterno Abril saca algo bueno: el apoyo mutuo. Se siente, dice, "agradecida a los compañeros que son como familia" porque todos luchan "por lo mismo". "Somos poquitos, pero unos a otros nos hemos ido apoyando. Cuando uno caía, otro lo levantaba. Nos necesitamos", afirma sin albergar signo de duda.

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