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La UMD y el golpe de Estado

A principios de los años setenta, los escasísimos demócratas que había en el Ejército de Franco vivían aislados, no se conocían entre ellos. La única excepción se daba en Barcelona, allí había un grupo de oficiales del Ejército de Tierra que se reunía periódicamente en torno al comandante Julio Busquets.

El golpe de Estado de Pinochet contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 sumió a todos los militares demócratas españoles, incluidos los amigos de Julio Busquets, en un profundo pesimismo que duró hasta el 25 de abril de 1974, cuando vieron en la televisión a los soldados portugueses con un clavel en la punta de sus fusiles poniendo fin a la dictadura de Marcelo Caetano, sucesor de Salazar. La profunda tristeza provocada por el golpe de Estado de Pinochet se tornó en una enorme alegría al ver a los compañeros de armas portugueses devolviendo la libertad a su pueblo. Fue a partir del 25 de abril de 1974 cuando Busquets comenzó a estudiar la posibilidad de organizar en España un movimiento militar parecido al portugués capaz de devolver a España las libertades arrebatadas tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

Como consecuencia del 25 de abril portugués, Julio Busquets y un grupo de oficiales del Ejército de Tierra crearon el 1 de septiembre de 1974 la Unión Militar Democrática (UMD). De no haberse producido el golpe de Estado en Portugal, la UMD no habría existido; sin embargo, últimamente han surgido algunas voces que ocultan la influencia portuguesa en los orígenes de la UMD por miedo a que se relacione a la UMD con un golpe de Estado.

A estos tergiversadores de la historia, convendría aclararles que el haberse creado la UMD por influencia portuguesa no lleva aparejado que el objetivo de la UMD fuese dar un golpe de Estado contra Franco, aunque evidentemente la UMD debería tener un protagonismo en el momento en que se produjera la ruptura con el franquismo, que es lo que entonces defendían todos los partidos de la oposición democrática. No olvidemos que la idea de la Reforma, es decir de la Transición, surgió tras la muerte del dictador.

En 1974 nadie sabía cómo se iba a conseguir pasar de la dictadura a la democracia, lo que todo el mundo tenía muy claro es que el Ejército era el principal obstáculo y ahí es donde estaba la misión de la UMD, impedir la utilización del Ejército como organismo represor al servicio de la Dictadura. Es decir, la misión de la UMD era “mojar la pólvora del Ejército franquista”  frase que pronuncié durante mi exilio en 1975, aunque luego se la hayan atribuido a otros autores.

Aclarada someramente la finalidad democrática de la UMD, conviene ahora explicar por qué algunos reniegan de la influencia portuguesa sobre la UMD. El motivo es porque los golpes de Estado están mal vistos por la opinión pública española dada la escasa formación política que se da en las escuelas. En los países avanzados tienen muy claro que no es lo mismo dar un golpe de Estado contra un Gobierno legalmente constituido como el de Salvador Allende, que derrocar una Dictadura como la portuguesa que se mantenía en el poder, no por la fuerza de las urnas sino por la de las armas.

El Derecho Internacional reconoce la legitimidad de dar un golpe de Estado contra una Dictadura. En la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, el derecho a rebelarse es reconocido implícitamente en el preámbulo cuando dice: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. El derecho a rebelarse contra una dictadura lo reconoce la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución francesa.

Pero no hace falta alejarse tanto en el tiempo. El 20 de mayo de 2007, lo primero que hizo Nicolas Sarkozy nada más ser nombrado presidente de la República Francesa fue homenajear al joven comunista Guy Moquet, sublevado contra la Dictadura del General Petain y sus aliados nazis ¿Se imagina alguien a Rajoy dando un homenaje a Julián Grimau?

Más recientemente, el 20 de julio de este año, el Gobierno alemán rindió homenaje a los militares que dieron un golpe de Estado contra Hitler en la llamada Operación Valquiria. Durante el evento, Ángela Merkel, delante de las unidades militares allí formadas, dijo: “Hay momentos en los que la desobediencia puede ser un deber”.

De acuerdo con el Derecho Internacional, vale todo contra una dictadura, incluso el uso de la violencia, otra cosa es que la mayoría de los partidos y organizaciones de oposición al franquismo, incluida la UMD, rechazaran esa opción por motivos morales o por simple conveniencia política.

En este país estamos muy desplazados a la derecha. Aquí no existe una derecha civilizada antifascista. Antes sólo estaban civilizadas la derecha catalana y la vasca, ahora ya sólo nos queda la vasca. Los intentos de crear una derecha civilizada por parte de Ruiz Jiménez, luego por Roca Junyent en la conocida como Operación Roca, más tarde por Rosa Díez y recientemente por parte de Ciudadanos, han fracasado. Esta ausencia de una derecha antifascista como lo son las derechas europeas nos viene del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, cuando toda la derecha, exceptuadas la catalana y la vasca, con algunas reticencias iniciales, tomó partido mayoritario por los golpistas. Desde entonces todas las derechas que han surgido en España han sido montaraces, no hay nada más que ver a la actual derecha catalana defendiendo un ultranacionalismo propio de los años treinta.

En España seguimos bajo los efectos sociológicos del golpe de Estado de  julio de 1936, por eso nunca hemos pasado al nivel cinco de alerta antiterrorista, porque eso implicaría que el Ejército patrullase las calles, lo que despertaría muchos fantasmas del pasado. En Europa los ciudadanos ven con normalidad que los militares vigilen sus calles, pero aquí no, aquí traería viejos recuerdos sobre el papel desempeñado por el Ejército durante la Dictadura franquista de la que aún no han renegado ni la Iglesia ni el Ejército.

Los militares demócratas que ahora se apartan del 25 de abril portugués se han dejado influenciar por la mentalidad carpetovetónica, porque en España todos los golpes de Estado son considerados malos, pero en Europa, en los países civilizados, opinan que hay golpes de Estado buenos y golpes de Estado malos. Lógicamente el 25 de abril portugués se encuentra entre los golpes de Estado de los que todos los militares demócratas se sienten muy orgullosos, no solo por el objetivo conseguido de restablecer los derechos humanos sino por su impecable y pacífica ejecutoria. Tras el golpe de Estado de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, los militares demócratas del orbe se sintieron avergonzados de su profesión. El 25 de abril portugués les devolvió la dignidad.

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