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Medio ambiente

Los ricos contaminan más, los pobres pagan: la crisis climática también es desigualdad social

Un hombre frente a la planta metalúrgica EVRAZ Nizhny Tagil, en Rusia.

"La emergencia climática es la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad". Lo dice Oxfam Intermón, pero refleja algo que ya se sabía. Y algo que también está más presente que nunca gracias al movimiento que ha conseguido que la lucha por el medio ambiente tenga casi todos los días su hueco en todos los medios de comunicación del mundo. Sin embargo, la organización va un poco más allá: la amenaza no es la misma para todos. Dicho de otro modo: no toda la humanidad va a sufrir del mismo modo las consecuencias de la crisis climática. Serán los que menos tienen los que más lo hagan. Y estos son, irónicamente, los que menos responsabilidad tienen en el problema. Así lo ha denunciado Oxfam en el estudio Injusticia climática. Lo que contaminan los más ricos y pagan los más vulnerables. "Cuanto más rico se es, más se contamina y, aunque todas las personas nos veremos afectadas por la emergencia climática, cuanto más dinero se tenga, menos probabilidades existen de sufrir las consecuencias más graves de la crisis. Mientras, los más pobres y menos contaminantes sufren y sufrirán los peores impactos", sentencia la organización. 

No es una simple teoría. Según Oxfam, los datos lo evidencian. "Si comparamos a todas las personas del mundo según su nivel de renta, el 10% más rico del planeta es responsable del 50% de las emisiones de CO2 asociadas al consumo; una pequeña élite contaminante que es 60 veces más responsable de las emisiones de CO2 que el 10% más pobre", denuncia la organización. Algo que se ejemplifica fácilmente con el uso de jets privados. En la próxima década, según el informe, las multinacionales y los superricos habrán adquirido unos 7.600 aviones privados. Y cada pasajero en cada uno de esos vuelos quemará 40 veces más dióxido de carbono que un pasajero de un vuelo regular. Y si tenemos en cuenta que un gran porcentaje de la población no puede acceder a un billete de avión por el precio, la teoría se refuerza. 

Sin embargo, serán esas personas —las que viajan en vuelos comerciales y las que no pueden hacerlo— las que más sufrirán las consecuencias de la contaminación de esa pequeña élite económica. Por ejemplo, actualmente hay una media de 400 eventos climáticos extremos cada año. Y ocho de cada diez países más afectados por este tipo de fenómenos son de renta baja o media baja. Otro ejemplo: las personas en los países más pobres tienen cuatro veces más probabilidades de ser desplazadas por desastres climáticos que aquellas que viven en países ricos. Y las consecuencias de un mismo fenómeno no son las mismas dependiendo del lugar del mapa en el que se produzca. Un ciclón o un huracán tendrá unas consecuencias muchísimo peores si las medidas de protección y los sistemas de alertas tempranas son deficientes o, directamente, no existen. Por ejemplo, en el año 2005, el huracán Katrina provocó alrededor de 1.800 fallecidos en Estados Unidos. Una cifra elevadísima. Sin embargo, si se compara con la que dejó el ciclón Nargis en Myanmar en 2008 pierde fuerza: hubo 138.000 víctimas mortales.

Pero, ¿dónde están unos y dónde están otros? Según los resultados del Índice de Vulnerabilidad Climática analizados por Oxfam, los más favorecidos serán los habitantes de países ubicados en Europa, en Oceanía y en el norte de América. Los más vulnerables, en cambio, serán los que vivan, fundamentalmente, en países de África subsahariana. Y más todavía si dependen de los recursos naturales para ganarse la vida. Así, según los datos de Acnur, actualmente hay 2,6 millones de desplazados por desastres climáticos y conflictos en Somalia, un país en el que 5,4 millones de personas padecen hambre por la sequía. "Dadas las desigualdades [...], lo justo es reducir drásticamente las emisiones de quienes más tienen y mejorar al mismo tiempo la calidad de vida de quienes, hasta ahora, no han sido apenas responsables de la crisis climática", sostiene el informe. 

"Darle la vuelta al capitalismo"

¿Cómo llevamos a cabo esa tarea? Según asegura el informe, es importante "cambiar de paradigma hacia una economía sostenible". Pero esto supone "descartar las teorías económicas dominantes, nacidas en una era de abundancia material y energética, y darle la vuelta al capitalismo". Más que nada porque lo que se ha hecho hasta ahora, denuncia la organización, no ha tenido en cuenta que no todos tienen la misma responsabilidad en la crisis climática. Y esto ha provocado, en algunos casos, que las desigualdades crezcan. Por ejemplo, hay que poner en marcha impuestos verdes, eso es algo "incuestionable", sostiene el estudio. Pero no se puede hacer sin que sean progresivos. También hay que apostar por un transporte y una alimentación ecológicos. Pero no todo el mundo puede permitírselo. 

Es lo que ocurre en España. Adaptarse al cambio de paradigma e intentar mitigar el daño medioambiental a nivel individual conlleva cambios en el consumo. Sin embargo, el nivel de renta de la mayoría de los españoles no es demasiado elevado. Según recoge Oxfam, el 50% de las personas asalariadas de nuestro país cobra menos de 19.830 euros brutos al año. Por eso, para muchas es casi imposible acceder a tecnologías alternativas para reducir las emisiones, mejorar la eficiencia energética de sus hogares u optar por productos sostenibles y ecológicos

España es, de hecho, un ejemplo de que la crisis climática es una cuestión de desigualdad social, también a nivel nacional. Y es que, según los datos de Oxfam, "las emisiones del 10% de los hogares más pobres suponen tan sólo el 5,8% de las emisiones totales españolas. Mientras, las producidas por los hogares más ricos multiplican en 2,3 veces las de los más pobres y superan en 6,5 puntos porcentuales la emisión media por hogar". Unas diferencias que también se reflejan en el transporte: las emisiones de CO2 del 10% más rico triplican las del 10% más pobre.

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"Es hora de actuar"

La organización se muestra tajante. "La emergencia climática amenaza la vida de millones de personas", asegura. Por eso hace suyo el lema de la cumbre del clima que afronta su segunda semana en Madrid: "Es hora de actuar". Y de hacerlo teniendo en cuenta que no se pueden obviar las desigualdades sociales y económicas. Por eso reclaman tres medidas al futuro Gobierno. 

Por un lado, demandan que se asegure que "la transformación ecológica de la economía es justa, evitando las políticas regresivas y vinculando la lucha contra la desigualdad a las políticas medioambientales"; por otro, que se aumente la contribución al "Fondo Verde para el Clima en este próximo cuatrienio para acercarse a la cuota justa"; y por último, que se "condone la deuda a países especialmente vulnerables, como Somalia", y que esta se reinvierta en "proyectos de mitigación y adaptación" en esos lugares. 

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