Librepensadores
Rosa Díez, ven y cuéntalo
Los disparates y desvaríos de Rosa Díez comienzan a ser un clásico en las redes sociales, tanto que uno duda de si el objetivo de nuestra protagonista es el análisis político o hacernos pasar un buen rato con sus boutades. Me inclino por una tercera vía: está como un cencerro. Tras estudiar la figura de la exconsejera con el PNV, con n de nacionalista, se llega a la conclusión de que esta dirigente ha buscado siempre su beneficio particular, cambiando de ideología como quien cambia de corbata, aunque puede que ahora sí, por fin, haya sentado la cabeza y nos esté mostrando su verdadera cara, la de una ultranacionalista española con más ganas de llamar la atención que de influir. Hay apuestas en Twitter sobre cuándo será candidata a algo con Abascal. Yo digo que a mitad de esta legislatura que se inicia, o cuando sus amigos de la derecha extrema se conviertan en enemigos declarados de la extrema derecha, que todo llegará, por acaramelados que hoy se les vea. No hay amor en política que una legislatura dure, sobre todo en el dique seco. Durante casi ocho años, en la década de los 90, la hoy implacable bestia negra de todo lo que huela a progresismo, ejerció de consejera de comercio, consumo y turismo del gobierno vasco con el lehendakari Ardanza, arquetípico nacionalista democrático. Todos recordamos su gestión por su exitosa campaña del "ven y cuéntalo". Qué tiempos aquellos en que la bizkaitarra era más bizkaitarra que españolabizkaitarra. No le preocupaban entonces ciertas amistades incómodas. Todo por la patria, la suya, el medrar a jornada completa. Pero su estrella fue apagándose como se apaga una colilla olvidada en un cenicero, y tras perder el cargazo por la ruptura del pacto entre PSE y PNV (cuenta la wikipedia que el periodista Luis Rodríguez Aizpeolea afirmó que Rosa Díez nunca estuvo de acuerdo con la decisión de abandonar el Gobierno Vasco aun sabiendo que el PNV negociaba con Herri Batasuna el Pacto de Lizarra), la exparlamentaria socialista inició su deambular errático por otros puestos alimenticios del partido, hasta que, finalmente, decidió romper con el PSOE o el PSOE decidió desembarazarse de ella, según se mire, dejándola libre para fundar ese engendro egocéntrico que fue UPyD, una formación de corte..., en fin, una formación de corte, a secas, la cual presidirá hasta su descalabro sideral en las autonómicas de 2015. Y es a partir de ahí cuando, finiquitada su saga política, nace a la vida digital ese personaje vengativo, rencoroso y amargado, enfrentado de manera ciega a todo lo que suponga una visión progresista y de izquierdas del mundo y de España.
Ya en 2020, con una ultraderecha desquiciada, delirante y más franquista que Franco, nuestra sin par Rosa de España, considera que el ya presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es el candidato de los enemigos de España, un traidor a la patria, lo mismo que sus antiguos compañeros y compañeras socialistas, a quienes equipara con aquellos anósmicos voluntarios que permitieron la Solución Final en la Alemania nazi. Nos regala aquí de nuevo uno de sus legendarios patinazos, una banalización de aquello que contara Primo Levi sobre sus verdugos y cómplices en Si esto es un hombre. Pero ni Rosa Díez es Primo Levi, ni la España actual tiene nada que ver con aquella Alemania, ni desde el gobierno de coalición supone la solución final de la democracia en este país.
Rosa Díez, nacida en Sodupe (Bizkaia), ya camino de los 70 años, sin currículum conocido, de trayectoria política voluble, desnortada en lo ideológico, sin contención y humildad en la crítica política, un caso clínico del tremendismo nacionalista que campa a sus anchas en esta España más dividida que nunca.
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Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre