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El cuartel como un cortijo

Jorge Bravo

Se ha tenido conocimiento estos días, a través de un vídeo difundido por redes sociales, del ejercicio de tiro realizado por componentes del curso monográfico de Defensa Nacional del Centro Superior de Estudios de la Defensa (Ceseden), en un acuartelamiento, con el amparo/connivencia de profesionales de las Fuerzas Armadas –militares–. El asunto, con independencia de la persona que aparece en dicho vídeo, va más allá de la mera imagen de "pachanga" que conlleva el acto y de la actitud de mofa que se ve en el esperpéntico documento audiovisual.

Para ponernos en contexto: el Ceseden organiza el Curso de Defensa Nacional cuya finalidad consiste en "proporcionar, a responsables civiles de nuestra sociedad, una visión general de la defensa nacional mostrando además de los aspectos nacionales e internacionales más significativos y que afectan al contexto geoestratégico español, los fundamentos de la política de seguridad y defensa nacional, las líneas generales de nuestra organización, el planeamiento de la defensa y las misiones más importantes de las Fuerzas Armadas". El curso va dirigido a "responsables y directivos civiles de diferentes sectores de la sociedad española que son acompañados por cuatro oficiales generales, uno de cada ejército y guardia civil". Parlamentarios, responsables de la Administración con nivel retributivo 30, miembros de la magistratura, profesionales del mundo académico, periodistas, etc., son, entre otros, componentes de dicho curso.

En este caso, un grupo de estos componentes se encontraba de visita, como parte del programa previsto, en la base de la Brigada Paracaidista en Javalí Nuevo (Murcia). Por supuesto que el curso que imparte el Ceseden no incluye prácticas con material militar, mucho menos ejercicios de tiro real que requieren de unos conocimientos muy precisos y unas medidas de seguridad tanto en la preparación, como en la ejecución, así como elementos activos de protección. Visto el vídeo y oídas las declaraciones de uno de los componentes del citado curso, podemos extraer que la práctica de tiro realizada se encontraba fuera del ámbito académico programado. Difícil sería que una acción de nivel táctico u operativo pudiera ser realizada por parte de personal civil no habilitado para el uso de armas de guerra y contemplada como parte curricular de una enseñanza de tipo estratégico para promover la cultura de Defensa en otros ámbitos de la sociedad.

Debemos inferir, por tanto, que para llevarse a cabo dicho ejercicio de tiro se tuvo que contar con la complacencia y autorización del jefe de la unidad militar (o, al menos, con la orden de un mando superior al mismo), que autorizara la actividad en el campo de tiro y el uso de armamento militar por parte de personal no cualificado ni autorizado para ello, sin que aquella se encontrara comprendida en ningún acto de instrucción, adiestramiento, preparación o formación, es decir, simplemente para efectuar una actividad por pura experiencia o diversión. Y explotación mediática con fines partidistas y evidente quiebra del principio de neutralidad política de las fuerzas armadas.

El vídeo difundido es prueba manifiesta de que no se llevaron a cabo las mínimas medidas de seguridad que siempre están obligados a observar los militares experimentados, conocedores del material y sabedores de las características técnicas del armamento empleado en el ejercicio de tiro con munición real. Véase: casco para protección de la cabeza y chaleco antifragmentos, principalmente para los posibles rebotes de los cartuchos que, en el pasado, han originado heridos, incluso muertos. Tampoco se observa que existieran medios sanitarios de obligada presencia en estos ejercicios.

Salvo que esta actividad se realizara con desconocimiento del jefe de la base (cosa poco probable dada tanto la entidad de los organizadores del curso, como la de los componentes del mismo) la responsabilidad de los hechos repercute directamente en dicho mando. Sea cual fuere el nivel del mando que autorizó la "prueba de puntería" (siempre estará en torno a la jefatura de la base, si no fue por orden o autorización de un mando de nivel superior), se traslada a los militares subordinados, a la opinión pública y a los propios componentes del repetido curso la idea de transgresión de la normativa por parte del propio mando a su libre discrecionalidad.

Esta idea de cortijo (en clara referencia a la utilización de un cuartel, sus medios personales y materiales, por parte del mando como si fuese patrimonio propio) que proviene de tiempos pasados pero que todavía encuentra retazos en actuaciones en los cuarteles como la que comentamos aquí es la que se está trasladando con estos hechos. Algo que cobra mayor importancia cuando se da en el contexto de un curso con un elenco de alumnos de relevancia social como el mostrado anteriormente y que tan mala "cultura de Defensa" propician.

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La responsabilidad de la jefatura de la base es patente (queda por saber si obedecía órdenes superiores o disponía de autorización de la superioridad, en cuyo caso estamos ante una responsabilidad compartida) y siendo destinos de "libre designación" se deberían depurar las posibles responsabilidades con ceses.

También hay que poner de manifiesto la clara irresponsabilidad de los profesores-tutores del Ceseden que acompañan al curso monográfico, al haber permitido que los alumnos llevaran a cabo esta práctica que, en cualquier caso, se enmarca en una clara actitud cortijera por parte de quien la autoriza.

La imagen de las Fuerzas Armadas queda dañada con actuaciones como esta y es necesario atajarlas con rapidez, depurando posibles responsabilidades y dando las órdenes precisas para que estas situaciones dejen de producirse en los cuarteles. No sólo se ha vulnerado la seguridad de las personas: también el orden interno del funcionamiento de un cuartel que, más que una instalación militar, por un tiempo ha parecido un día de visita al cortijo de una dehesa.

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