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Las mujeres, deportistas “de segunda” en una carrera de fondo por alcanzar la igualdad

Alicia Fernández intenta un lanzamiento en el España-Hungría del Mundial de Japón 2019.

Katie Sowers hizo historia a principios de febrero de 2020: era la primera mujer en entrar en una Super Bowl como entrenadora. Mientras, en España, las Guerreras se hacían en diciembre de 2019 con la medalla de plata en el Mundial de Balonmano de Japón y los medios se hacían un eco de ello que no mucho tiempo atrás hubiera sido impensable. La selección femenina de waterpolo se proclamaba ganadora de Europa este mes de enero. El fútbol se ha hecho en España recientemente con el primer convenio colectivo en un equipo femenino. El deporte femenino se hace visible. Se mueve.

Y no sólo eso. Su participación en él es cada vez mayor. Según un estudio de Deloitte publicado en 2018, el número de licencias deportivas femeninas ha aumentado en España un 37% entre 2005 y 2016 —las de los hombres aumentaron en un 15%— y la presencia de la mujer en la práctica deportiva —no federada— ha crecido un 17,5% en el mismo intervalo. Los avances están ahí, sí, pero las desigualdades con sus compañeros siguen siendo estratosféricas en una carrera de fondo cuya meta aún está muy lejos.

El Consejo Superior de Deportes (CDS), en su listado de licencias y clubes de 2018, señala un 77,7% de licencias federativas masculinas (un total de 2.978.250) frente a un 22,3% femeninas (888.617). De 66 federaciones, 63 ostentan porcentajes más altos de hombres que de mujeres, con diferencias en algunos casos abismales. Tan solo en gimnasia, patinaje y voleibol —deportes siempre más asociados a la imagen femenina— las deportistas, en femenino, son más que ellos.

“Lo que siempre hay que preguntarse es que en una situación en la que la población se sitúa casi en un porcentaje 50-50 [de hombres y mujeres], en aquellos lugares donde no hay una distribución más o menos equitativa, algo está pasando”, afirma Ainhoa Azurmendi, trabajadora de la consultora deportiva Avento y profesora de Psicología en la Universidad del País Vasco.

Esta masculinización se extiende, tal como sucede en el resto de los ámbitos de la sociedad, a los puestos de poder, copados también por hombres. De hecho, de las 66 federaciones, tan solo tres están dirigidas por mujeres: remo, salvamento y socorrismo, y vela. “El deporte siempre es un ámbito donde se reflejan las desigualdades de la sociedad y es verdad que ha mostrado más resistencias a adaptarse o adoptar cambios”, apunta Azurmendi.

Además, según un informe del Proyecto de Monitoreo Global de Medios —que recibe el apoyo de la UNESCO—, los medios de comunicación dedican tan solo un 4% del contenido deportivo al deporte femenino y las mujeres únicamente presentan el 12% de la información deportiva. Otra de las diferencias entre uno y otro género está en los sueldos y los premios. Según la revista Forbes solo una mujer, Serena Williams, se encuentra entre los 100 deportistas mejor pagados del mundo. Ella ocupa el puesto 63, con ganancias de más de 29 millones de dólares, mientras que su posible homólogo a nivel masculino en la lista, Roger Federer, ocupa la quinta posición con más de 93 millones de euros. Hasta en los ricos se hace visible la brecha de género.

Beatriz Carretero, directora del documental Hijas de Cynisca, que cuenta a través de 13 profesionales del deporte las dificultades que enfrentan las mujeres en este ámbito y que ha ganado el premio a Mejor Documental en el Festival Internacional de Nunes, señala que “en el mundo del fútbol estamos hablando de sueldos millonarios frente a sueldos que no llegan a mil euros si comparamos la primera división femenina con la juvenil masculina”. “En el mundo del ciclismo directamente ellas no tienen sueldo, y cuando existen carreras en las que pueden competir, muchas veces ni siquiera hay premios… intentar ver ciclismo de mujeres es casi imposible”, apunta la cineasta, que ha estado inmersa en la elaboración del documental durante cuatro años.

El miedo a hablar

Tanto para Azurmendi como para Carretero, uno de los grandes problemas de las mujeres deportistas es que no se atreven a hablar por miedo a las represalias. “Muchas están condicionadas porque las callan, porque está en juego su beca, su prestigio… Muchas veces, una vez se retiran, sueltan más de lo que podrían haber dicho jamás dentro de la estructura”, asegura la psicóloga.

Para Carretero, que apunta que todas las deportistas que salen en su película “se han mojado”, “sigue habiendo muchas presiones para hablar de cláusulas antiembarazo, de altas en la seguridad social…”. “Hay determinados temas que es más lógico que deportistas en activo no te puedan contar porque puedan tener problemas”. Tal como reivindicaba la exjugadora de baloncesto Amaya Valdemoro en Hijas de Cynisca: “Las mujeres deportistas tenemos que alzar más la voz y hablar más, porque no decimos las cosas claras muchas veces por miedo”.

¿De dónde viene esta masculinización?

“El ámbito federativo, que se desarrolla en el período de la industrialización, se crea como ámbito de ocio para los hombres”, señala Ainhoa Azurmendi. “Es creado por los hombres para los hombres”, agrega. El estudio Regulación, representación y experiencia del cuerpo deportivo femenino: tres formas de ver a las mujeres en el ring, de la consultora colombiana Catalina Delgado, asegura que desde 1830 “se promovió la práctica deportiva entre las mujeres”, pero, a diferencia de los hombres, ellas “solo podían practicarlos para desarrollar su cuerpo de una manera ‘armoniosa, sin ponerlo en peligro’”. “En el caso de las mujeres que decidían practicar boxeo, los medios desaprobaban este tipo de prácticas ‘porque desfeminizaban el sexo’”, apunta el estudio.

“Ellos estaban antes. Entonces para que te dejen participar tienes que hacerte hueco. Y ya, si entramos en deportes de contacto o invasión de campo, que implican agresividad, estereotipos no asociados a la mujer… No se esperaba eso de nosotras”, añade la psicóloga.

Azurmendi también señala que este ámbito “no estaba preparado para la presencia femenina”: “No se realizaron las adaptaciones reglamentarias pertinentes: la altura de las canastas era la de los hombres, igual que la red de vóley; las bicicletas no estaban adaptadas al cuerpo de la mujer ni las embarcaciones en el remo; no había vestuarios femeninos…”. Las mujeres deportistas son, así, “consideradas como ciudadanas de segunda” en este sector, asegura la consultora.

Desde infoLibre analizamos ahora algunas de las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres en el deporte, centrándonos en tres que han estado y están especialmente asociados al género masculino: el boxeo, el fútbol americano y el ciclismo.

Boxeo: “¿Cómo una chica tan guapa se hace boxeadora?”

Joana Pastrana se convirtió en 2016 en la primera mujer en la historia en ganar el Campeonato de Europa de Boxeo de Peso Mínimo, título que revalidó en 2017. Aunque todo ocurrió hace apenas cuatro años, Pastrana recuerda que “como había muy pocas mujeres, solo había cuatro categorías”, por lo que el campeonato en Peso Mínimo no se pudo celebrar antes. En junio de 2018 Pastrana consiguió también el título mundial IBF del Peso Mínimo y en 2019 revalidó este título contra Ana La Bronca.

Tras hacerse con el cinturón de este último campeonato, Pastrana realizó una entrevista en Onda Zero en la cual José Ramón de la Morena le preguntaba: “¿Cómo una chica tan guapa se hace boxeadora?”. En la misma entrevista, el periodista cuestionaba a la boxeadora si el título le servía para maquillarse y le hacía preguntas sobre su vida sentimental. Sin embargo, ella excusa la pregunta acerca de su idoneidad para boxear por ser “guapa”: “A muchos compañeros también les hacen esa pregunta. Al ser mujer les choca más”, señala.

La boxeadora Joana Pastrana.

Teresa Romero, miembro del comité Mujer y Deporte de la Federación de Boxeo, asegura que “ha aumentado mucho el número de licencias femeninas en el boxeo”: “Hemos conseguido algo impensable hace un par de años, hacer un equipo amateur aquí en Madrid, un equipo nacional concentrado, permanente”. Sin embargo, el listado del CDS apunta a una diferencia abismal entre el número de licencias masculinas y femeninas: ellos, 9.541; y ellas, 2.252.

“En el boxeo profesional sí que les puede costar conseguir competidoras de su mismo peso”, admite Romero. Mientras, Pastrana [boxeadora profesional] asegura que “cada vez hay más mujeres boxeadoras”. “Pero no están en mi nivel, entonces tengo que ir a buscarlas fuera del país”, añade.

En su estudio —antes mencionado—, Catalina Delgado habla de su experiencia en el sparring [entrenamiento de combate]: “Durante el año que llevo entrenando en el gimnasio de boxeo, pocas mujeres se han subido conmigo a hacer sesiones de guanteo porque les da miedo pegarme, porque quieren mucho su nariz o porque no les gusta”. “Entre las mujeres que practican este deporte de una forma recreativa, existen reglas implícitas dentro del guanteo, probablemente formadas por imaginarios sociales que impiden a las mujeres actuar de forma natural en el ring”, afirma la consultora.

Fútbol americano: “Un deporte demasiado bestia para ellas”bestia

Las mujeres “jugaban al fútbol americano alguna que otra vez desde 1986, pero se veía como un deporte demasiado bestia para ellas”, afirma Russ Crawford, profesor de historia en la Ohio Northern University y que está a punto de terminar un libro sobre historia del fútbol americano femenino.

Actualmente, hay cuatro ligas femeninas en EEUU, tal como apunta Crawford. Ninguna de ellas es profesional —por lo que las deportistas tienen que pagar por jugar—, mientras los hombres cuentan con la famosa NFL, aparte de varias ligas semiprofesionales.

Una de estas ligas femeninas tiene, además, una notable diferencia respecto a las demás, que no veremos en ninguna de las masculinas: las deportistas juegan, además de con casco y hombreras, en sujetador y bragas. Se trata de la Legends Football League —anteriormente Lingerie Football League—, a cuyos encuentros no les ha faltado algún que otro polémico episodio.

En España el fútbol americano es un deporte minoritario, pero además dentro de éste las mujeres son muchas menos: en 2018 había 926 federadas frente a 6.154 hombres. María García Carrillo, quaterback en el Dracs Girls, tuvo que dejar en 2002 el fútbol americano —que jugaba en aquel momento desde hacía cuatro años— debido a la carencia de equipos femeninos. “Hubo un parón de 18 años”, apunta. Ahora, Carrillo ha podido volver a su deporte favorito: “Tenemos que viajar mucho para poder jugar, pero por lo menos tenemos más partidos y hay más motivación”.

Durante la temporada pasada, las jugadoras españolas de fútbol americano se mostraron molestas ante la decisión de la Federación de renunciar al europeo. Enrique García de Castro, presidente del organismo, afirmó, ante las críticas, que antes de que se decidiese la organización del europeo femenino estaba programado, "y comprometido", el europeo júnior y el partido de clasificación del equipo sénior masculino. Así, el equipo femenino se quedó sin jugar.

Ciclismo: “Nuestras carreras pueden estar equiparadas a carreras de juvenil o amateurs masculinas”Ciclismo: Nuestras carreras pueden estar equiparadas a carreras de juvenil o amateurs masculinas”

Dori Ruano comenzó a hacer ciclismo en 1987 a la edad de 18 años, cuando dos chicas buscaban en Salamanca a otras dos ciclistas para formar equipo. “Probé a ir con ellas con mi bici de paseo y cuál fue mi sorpresa, y lógicamente la de ellas, que, tras 15 kilómetros, aguanté el ritmo sin apenas notar fatiga”, cuenta la salmantina desde su página web. “Al día siguiente pedí la bicicleta prestada a mi primo Elio y la verdad que se me dio bien, me encontré a gusto y me enganché”.

Poco sospechaba Ruano por entonces de que 11 años después se convertiría en la campeona del mundo en pista en la modalidad puntuación, durante el campeonato que se celebró en Burdeos en 1998. Un año antes ya había sido subcampeona en la misma modalidad.

“Nuestra forma de vivir era a base de becas”, señala la también campeona de España en la modalidad contra reloj hasta en siete ocasiones y que ya abandonó el ciclismo profesional. “Nosotras no tenemos convenio. Movistar [que cuenta con un equipo femenino activo desde 2018] se rige por la ley de los trabajadores de España, pero no hay una legislación para el ciclismo femenino. Ahora lo están consiguiendo las futbolistas, pero creo que son las únicas”.

Imagen del documental 'Hijas de Cynisc'.

Según el estudio de Deloitte tan solo son reconocidos como deportistas profesionales en España los atletas de fútbol, ciclismo, baloncesto y balonmano. Sin embargo, las categorías femeninas nunca han sido incluidas como tales hasta ahora en el caso del fútbol.

El documental 'Hijas de Cynisca' denuncia las dificultades de las mujeres deportistas en un mundo aún copado por hombres

El documental 'Hijas de Cynisca' denuncia las dificultades de las mujeres deportistas en un mundo aún copado por hombres

Ruano señala también que, en sus inicios, ella no disponía de referentes femeninos. Sus ídolos, en sus primeros tiempos, eran Pedro Delgado e Induráin: “Yo no sabía que había mujeres… no conocía ciclistas femeninas”, apunta. Sin embargo, en la actualidad, las niñas y deportistas que empiezan a hacer ciclismo ahora tienen un mayor acceso a referentes femeninos: “Hoy en día es más fácil. Aunque no podamos ver las carreras en directo, sí en diferido. Y tenemos a Movistar, que es un referente para las que empiezan”.

La salmantina afirma que las cosas van mejorando para los equipos femeninos, pero no sin dejar de señalar las grandes diferencias que aún las separan de los equipos masculinos: “Nuestras carreras pueden estar equiparadas a carreras de juvenil o amateurs masculinas”. “Cuando Lance Armstrong ganó el tour de Francia, ganó 300.000 euros, y Joane Somarriba, 3.000 euros en la prueba similar”, añade.

En la Copa de España femenina que se celebró en Alcobendas en 2018, las ciclistas tuvieron que compartir la calzada con tráfico abierto, una situación que provocó gran inseguridad en las asistentes. “Eso en una copa de España masculina sería impensable” alega Ruano, que defiende que siempre ha reivindicado las diferencias existentes entre ambas categorías.

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