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Demasiado calor para tan poco hielo

Helena Resano

38 grados un 20 de junio. Si les digo que estoy hablando de Sevilla pensarán que muy bien, que qué tiene de extraordinario, que aquí no hay noticia. El dato les dejará indiferente: en verano, en Sevilla, hace calor, punto. Es lo que hay y cada uno lo lleva como mejor puede. Si en cambio les digo que la temperatura no es de Sevilla sino de un pueblo remoto llamado Verkhoyansk quizás les pique la curiosidad y quieran saber algo más. Quizás vayan a buscarlo en el mapa y localizarlo en el punto más remoto del planeta. Deberían hacerlo porque esa temperatura, por muy lejos que esté ese pueblo de nombre impronunciable, nos afecta a todos. Los 38 grados los marcaron los termómetros hace 6 días en el Ártico. Un registro histórico que hace saltar las alarmas y que nos demuestra que el tiempo para revertir esto se agota.

Vivir en Verkhoyansk no debe de ser nada fácil. En invierno soportan temperaturas de hasta 50 grados bajo cero, incluso hay registros de inviernos en los que han llegado hasta los 67 grados negativos. Un frío muy difícil de soportar y que supongo que te marca tu modo de vida y de relacionarte. Es el punto más frío de todo el planeta. En invierno es imposible desplazarse a otros lugares. Aprenden a vivir sobre el hielo y a tener despensas que ríanse de las que hemos tenido durante el confinamiento. Puedes pasar días y semanas sin ver a tus vecinos, sin ver a nadie. Vivir con esas temperaturas gélidas desde luego marca el carácter.

El 20 de junio casi logran ser el punto más caliente del planeta. De extremo a extremo. Es cierto que en Verkhoyansk suelen marcar temperaturas gélidas en invierno y, en verano, pueden llegar a tener hasta 30 grados de temperatura. Pero nunca antes habían rozado, un 20 de junio, casi los 40 grados. Los vecinos, lejos de preocuparse, decidieron ponerse ese bañador o bikini que apenas usan y lanzarse a darse un chapuzón en el río que tienen al lado. Estaban encantados. Sonreían al periodista y decían que era una gozada poder disfrutar de ese tiempo a esas alturas del año. Cero preocupaciones: si la vida te da limones, haz limonada, debieron de pensar. Si tienes un calor sofocante, rescata el bañador y date un chapuzón.

Pero los científicos creen que todo esto es una señal más de alarma. La Organización Meteorológica Mundial, encargada de vigilar los climas del planeta, alerta de que en los últimos 4 años se han sucedido las olas de calor en ese punto. Han detectado que el Ártico se ha calentado el doble del promedio mundial durante los últimos años. Una subida de temperaturas que ha provocado que la masa de hielo haya descendido un 50%. Son registros que los expertos esperaban para dentro de 80 años, en 2100, y no para ahora, y que les han obligado a revisar todas sus previsiones. Calculan que, a este ritmo, el hilo del Ártico desparecerá en 2050. Eso dejará en una situación de riesgo los ecosistemas del Ártico y liberará por completo el conocido permafrost, la capa de subsuelo terrestre que lleva siglos congelada. Acumula el doble de CO2 de todo el que hay en el planeta y, cuando se descongele, acabará liberándolo a la atmósfera, con consecuencias devastadoras.

Si algo nos ha enseñado el planeta, nuestro hogar, durante estos meses, es que sin nosotros es capaz de recuperar el espacio robado, regenerar sus aguas y cielos de una forma rapidísima y ofrecernos una imagen olvidada de lugares invadidos por el hombre. Reducir los niveles de contaminación es fundamental, en este caso vital, para lograr frenar lo que está ocurriendo en el Ártico y enfriar de nuevo una parte del planeta que, por muy lejos y remota que nos resulte, es vital para nuestra supervivencia.

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