Héroes

Blanca, primera mujer con Síndrome de Down que finaliza un grado universitario: “Me gustaría ser diputada”

Eva Baroja

Ninguna mujer con Síndrome de Down lo había hecho antes, pero eso, lejos de intimidarla, la empujó a dar el paso y a matricularse en la universidad. ¿Y por qué no? Estudiar Terapia Ocupacional era su sueño. Y se acabó cumpliendo. Blanca San Segundo es la primera mujer con Síndrome de Down que finaliza con éxito un grado universitario en España. Dice que no quiere ser una excepción y está segura de que cualquiera, si se lo propone de verdad, podría conseguirlo: “Me gustaría que todas las personas con discapacidad lleguen a donde quieran llegar, solo tienen que descubrir cuáles son sus verdaderas capacidades”.

Esta valenciana de treinta años, explica su madre Victoria, “siempre ha sido muy luchadora y lo ha decidido todo en su vida”. Cuando terminó un Grado Superior en Integración Social, tenía claro que quería seguir estudiando para ocuparse y cuidar de las personas con discapacidad y en riesgo de exclusión. Es a ellas a quienes va dirigida la Terapia Ocupacional, carrera que estudió en la Universidad Católica de Valencia: “Fue un reto porque los exámenes eran iguales para todos, pero el trato con mis compañeros y mis profesores fue buenísimo”. La labor de un terapeuta, como Blanca, consiste en conseguir la máxima independencia y autonomía personal del paciente. En esto, Blanca es todo un ejemplo porque, como dice su madre, orgullosa, “demuestra constantemente que las personas con discapacidad pueden hacer muchas cosas”. Aunque, todavía hoy, tiene que seguir soportando que algunos la traten como si fuera una niña. “A veces, parece que se olvidan de que somos adultos. Nosotros también queremos tener una vida independiente y un sueldo digno. La vida nos pone más obstáculos que a los demás, pero hay que vencerlos”, explica.

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Sus asignaturas favoritas de la carrera eran las que tenían que ver con la Medicina y la Ética ya que le encanta “reflexionar sobre la vida”. Tardó ocho años en terminarla porque la compaginaba con su trabajo como profesora de apoyo en la Escuela de Educación Infantil L’Alquería, en València, un centro especializado en educación inclusiva. Allí trabaja con niños con autismo, parálisis cerebral o Síndrome de Down como ella y les ayuda en las tareas de clase: “Empatizo muy rápido con ellos y tengo mucha paciencia. Ese es un consejo que le doy a otros profesores: hay que tener paciencia. Los niños aprenden, pero despacio”. Blanca siempre ha tenido una sensibilidad especial hacia los demás. Su don de gentes y su carácter risueño hace que los más pequeños, a quienes ha echado mucho de menos estos meses, estén muy a gusto con ella.

Como otros jóvenes, Blanca ha estado afectada por un ERTE y se muere de ganas por volver a trabajar en la escuela infantil, en menos de dos semanas. Aunque también siente vértigo ante la sensación de incertidumbre que ha traído el coronavirus a nuestras vidas. Para garantizar la seguridad, nos cuenta que han tenido que adaptar la escuela, por ejemplo, reduciendo los grupos y prohibiendo a los padres entrar al interior del centro. “Es complicado, pero hay que habituarse a esta nueva situación”, comenta sin perder nunca la sonrisa. Ella, durante este tiempo, no ha parado: ha redescubierto el placer de la lectura, con la Trilogía de la Ciudad Blanca, ha aprendido a cocinar –su plato estrella son los espaguetis a la boloñesa–, y ha empezado a escribir un libro contando su inspiradora historia.

También ha dado charlas en Down España, la Federación Española de Síndrome de Down, y ha tenido reuniones online con el equipo municipal de Ciudadanos de Godella, formación política de la que fue número ocho en las listas de las pasadas elecciones. Ante la pregunta de dónde se ve dentro de diez años, la respuesta es clara: “Me gustaría ser diputada porque creo que las personas con discapacidad deberían estar representadas en los partidos políticos, pero aún queda mucho hacer”. Para ella, la política significa tres cosas: transparencia, empatía y escucha y aunque reconoce que hay cosas de la política que no le gustan, es consciente de que solo a través de ella se pueden alcanzar verdaderos logros para las personas con discapacidad: “Necesitamos a los políticos para conseguir que la inclusión social y laboral sea un éxito y que la sociedad no nos ponga tantas barreras, prejuicios y estigmas porque si no, no vamos a poder avanzar nunca”.

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