Crisis del coronavirus
La escuela afronta ya su primer desafío con niños de 0 a 3 años que no llevan mascarilla
El sistema educativo encara ya, esta misma semana, la primera prueba de fuego de un curso cargado de desafíos. Son protagonistas del test unas criaturas con una nula disposición a seguir instrucciones, que no pueden ni siquiera leer carteles. Son unos demandantes continuos de contacto físico, sea para el juego o buscando consuelo, con propensión a arrastrarse por el suelo y a tocar y llevarse a la boca todo lo que encuentran. Ajenos a eso que se ha dado en llamar “aprendizaje no presencial”, no tienen la menor idea de qué es el coronavirus, ni falta que les hace. La apertura generalizada de las escuelas infantiles de primer ciclo (0 a 3 años) está prevista para esta semana, como un adelanto de la vuelta al cole bajo la amenaza del covid-19 y sus crisis asociadas.
No será fácil. Las escuelas infantiles, en las que el curso pasado se matricularon más de 470.000 niños y que este año notan una caída todavía por cuantificar con exactitud –el 7,7% en Andalucía, por dar una idea–, suponen “un mayor riesgo de cara a un posible contagio o transmisión del coronavirus debido a la dificultad que presenta cumplir con las medidas de distanciamiento social debido al estrecho contacto entre profesor y alumno”, según ha señalado la propia Asociación Española de Pediatría. Sin posibilidad de poner mascarillas a los niños, o de evitar el contacto físico adulto-niño –¿cómo evitarlo con un bebé que llora?–, el desafío está en la separación estricta de los grupos burbuja, la higiene y la ventilación. A ello se suma un nuevo mensaje, contrario al clásico “hay que compartir”. Ahora toca “cada uno sus cosas y sólo sus cosas”.
Casi el 50% a centros privados
La educación de 0 a 3 años no es obligatoria. España ha duplicado la escolarización en este ciclo en la última década, pero sigue siendo relativamente baja. En el curso 2017-2018, último del que hay datos cerrados del Ministerio de Educación, el porcentaje fue del 12,3% antes de cumplir un año, del 40,2% con un año y del 60% con dos. Hay grandes diferencias por comunidades. En Euskadi un 93,1% de los niños están escolarizados con 2 años, frente a un 32,2% en Murcia, con datos de 2017-2018.
Otro rasgo particular es que la fuerza del sector privado es aún mayor que en primaria y secundaria. Un 51% de los alumnos acuden a centros públicos, mientras un 16% lo hace a privados subvencionados y un 33% a privados sin subvención, según los datos oficiales del curso 2017-2018. Hay en España uno total de 9.318 centros de educación infantil autorizados, con datos del curso pasado.
470.000 el curso pasado
A diferencia del resto de niveles, la educación de 0 a 3 tiene siempre la matrícula abierta. No todos los padres los empiezan a llevar en septiembre, sobre todo por primera vez. Es frecuente apuntar a los niños a lo largo del primer trimestre o esperar, incluso, a que pase el frío y llevarlos a partir de marzo.
La matriculación los últimos años ha superado los 470.000 niños. Los datos exactos de este año son una incógnita, aunque los que conocen el sector no descartan una caída por debajo de los 400.000 o incluso mayor. Las consejerías de Educación aún no han ofrecido los datos. Asociaciones del sector hablan de un significativo retroceso en las matriculas.
“La matriculación ha caído en Andalucía un 7,7% con respecto al inicio del curso pasado, pero cada día nos llegan avisos de gente que nos dice de que se quita, o que va a tardar en empezar, a ver cómo van las cosas. Creemos que va a haber caída en el porcentaje de incorporaciones a lo largo del curso”, señala Rosario de la Peña, presidenta de la Coordinadora de Escuelas Infantiles de Andalucía, que ultima los preparativos de su centro, moviendo sillas y mesas, calculando espacios...
Aperturas inminentes
En Andalucía hay 77.767 alumnos matriculados en centros públicos o privados con convenio con la Junta, dos tipos que suponen la mayoría del sector en Andalucía, según datos de la Coordinadora. Las escuelas privadas-privadas atienden, en todas sus actividades –no sólo la educación infantil–, a unos 20.000 alumnos. La apertura de las escuelas será en Andalucía el martes 1 de septiembre.
Durante el mes de agosto, todos los centros andaluces han estado cerrados. El caso de Madrid es distinto. La Comunidad de Madrid prevé la incorporación de 92.728 alumnos en el primer ciclo de infantil el viernes 4. En esta autonomía, ya ha habido centros abiertos en julio y agosto. “Aproximadamente un 30%, pero con porcentajes de alumnos muy bajitos”, según Juan Martín, portavoz de la Asociación de Centros de Educación Infantil de Madrid (Aceim) y también de la federación nacional (Fenacein).
Martín destaca el “rodaje” que esta primera apertura en verano ha supuesto, al familiarizar a los profesionales con “prácticas y protocolos”, pero admite que el desafío verdadero viene ahora, con el fin masivo de las vacaciones de agosto y la necesidad de conciliación. Y ante el desafío, una palabra, que subraya Martín: “Incertidumbre”. Lógica incertidumbre. La afluencia de niños dependerá de la evolución de la actividad económica, del teletrabajo, del paro y por supuesto de la situación sanitaria.
La importancia de las burbujas
Las medidas están marcadas por las características de las criaturas. Ni pueden llevar mascarilla, ni respetan la distancia física, ni entienden el riesgo de contagio. “Para este grupo toman aún más protagonismo los grupos burbuja. Es imprescindible que haya grupitos pequeños, manejables. Prevenir es siempre difícil. Lo que se debe hacer bien es contener, evitando la relación entre clases”, señala el pediatra Quique Bassat, miembro del Instituto de Salud Global, que recalca que los niños pueden contagiarse y contagiar al igual que los adultos, aunque son menos vulnerables a la enfermedad.
Bassat admite que este grupo poblacional ha estado, no ahora sino siempre, “un pelín olvidado” en la planificación, pero señala un motivo para la confianza: “No hay tantos alumnos por clase. La organización suele ser más fácil”. En infantil la media de alumnos por grupo en el curso 2017-2018 era de 17,6, muy por debajo de primaria (21,9) y secundaria (25,2), según los datos del ministerio. Pero el dato incluye la franja de 3 a 6 años, con lo que la cifra real sería aún más baja. Juan Martín, responsable de centros en Madrid, afirma que los centros suelen estar por debajo 8 bebés por grupo, 13 alumnos de uno a dos años y 20 de dos a tres. “Es raro que lleguemos a ese volumen”, señala.
El riesgo de la mascarilla
Los distintos documentos elaborados por la Asociación Española de Pediatría delimitan claramente las medidas necesarias. Los niños de 0 a 3 años no deben llevar mascarilla por riesgo de asfixia. La escrupulosidad en la medición de temperatura debe ser máxima, evitando la asistencia si el niño alcanza los 37,5 grados, al igual que si tiene cualquier síntoma de enfermedad.
“No concibo”, decía este jueves el ministro Salvador Illa, en referencia a la idea de llevar a un hijo con síntomas compatibles con el covid-19 al colegio, una respuesta que alcanzó enorme repercusión. ¿Por qué? Porque para muchos padres y madres trabajadores lo inconcebible en la era pre-covid era dejar a los niños en casa con una décima de fiebre. Dejar al niño calentito en la guardería con un Dalsy en el cuerpo no ha sido ninguna rareza en España. Eso se acabó. O se debería acabar. Y tendrá un importante efecto, porque, como señala la Asociación Española de Pediatría, “este grupo de edad es el que presenta una mayor frecuencia de procesos febriles”.
Los pediatras no recomiendan realizar PCR a los docentes a no ser que presenten síntomas. Sus recomendaciones se centran en: grupos burbuja sin contacto entre sí –tampoco en el recreo–, higiene extrema, uso individual de materiales intransferibles, máximo posible de tiempo al aire libre, buena ventilación en espacios cerrados...
Abrazo y consuelo
Las medidas lanzadas en junio por el Ministerio de Educación están recorridas por dos obsesiones, higiene y ventilación, que se repiten en todas guías, protocolos... El documento del departamento de Isabel Celaá evidencia la dificultad de llegar a los más pequeños con las medidas diseñadas para el resto de ciclos. Ejemplos: el recoge expresamente una contraindicación del uso de mascarilla y lanza una advertencia contra el gel hidroalcohólico, ya que los pequeños se chupan los dedos continuamente.
Educación también repara en la posible contradicción entre la necesidad de mostrar afecto a los críos y la obligación de protegerlos. “Es importante consolar a los niños y niñas y puede ser frecuente la necesidad de tenerlos en brazos [...]. Cuando se les coge en brazos o es necesaria una interacción estrecha la persona cuidadora podrá llevar mascarilla higiénica”, señala su documento, que indica la utilización de objetos y juguetes fáciles de limpiar. “Si se utilizan peluches o juguetes de tela, se deben poder lavar a alta temperatura”, añade.
Nada de compartir
Higiene y ventilación también están en las indicaciones de la Comunidad de Madrid. “Los padres podrán acompañar a los hijos con mascarilla y haciendo uso de gel hidroalcohólico y se les tomará la temperatura a la entrada de los centros”, expone la Administración dirigida por Isabel Díaz Ayuso (PP), que prevé “grupos de convivencia [de] máximo 20 alumnos” y tests de anticuerpos al profesorado y personal de administración, en un documento remitido por la Consejería de Educación a los centros. Según la Asociación Española de Pediatría, 20 serían muchos: “Las guarderías-escuelas infantiles deberían limitar los grupos a un cuidador por cada 5 niños y clase”, señala su propuesta.
En una circular, la Comunidad prohíbe llevar juguetes de casa, así como el acceso a los centros con zapatos de calle, con la mente puesta en la tendencia de los niños a arrastrarse por el suelo. Cada alumno debe llevar una bolsa con sus pertenencias imprescindibles. ¿Recuerdan eso tan repetido a los niños de “hay que compartir”? Pues ahora no se oirá demasiado. Está prohibido el intercambio de material. Se trata de garantizar en todo lo posible que corra el aire entre los críos. Para las actividades en grupo y el comedor, la circular prevé una distancia de 1,5 metros.
¿Qué hacer si hay síntomas? La Comunidad de Madrid prevé llevar al niño a un espacio separado y bien ventilado, donde permanecerá acompañado de un adulto con mascarilla. La habitación debe tener papelera de pedal, para tirar la bolsa con los pañuelos. Hasta ahí llega el detalle. Y más lejos aún. La Consejería de Educación establece que “los juguetes deben ser de material no poroso” para posibilitar su limpieza. “No tendrán orificios hacia cavidades interiores por donde pueda penetrar saliva”, añade la resolución.
Últimos retoques
Raquel Ugía, directora de la escuela infantil Osobaby, en Móstoles, prevé una ocupación del 60% de su centro, con la apertura de cuatro de sus seis aulas. “Veremos si luego hay incorporación tardía, dependerá”, dice. Lo tiene ya todo listo. “Toma de temperatura, lavado de manos, ventilación...”, resume mientras ultima los preparativos. Cada niño tiene ya una percha asignada con su nombre. Hay rayitas marcadas para las esperas a las puertas del baño. A pesar del trabajo realizado, admite “incertidumbre”.
Y eso que Ugía viene rodada del verano, durante el cual ha abierto el centro con 25 alumnos. “Al principio me temblaban las piernas cada día, aunque tienes la tranquilidad del nivel altísimo de desinfección”, señala. Teme que un caso en un centro estigmatice a todos. “Nosotros no podemos controlar lo que pasa fuera”, recalca. A su juicio, tienen a favor que los pequeños tienden al “juego amistoso, no cooperativo”, con lo que los riesgos de interactuación menguan. “No evitamos el abrazo del niño, no podemos. Lo que hacemos es no agacharnos tanto, no bajamos a su altura, que nos abracen las piernas...”, explica. ¿Cuál es el momento más peligroso, a su juicio? Responde sin dudas: el comedor.
Carritos fuera
La Junta de Andalucía, que coincide en numerosas indicaciones con la Comunidad de Madrid en lo referente a higiene, ventilación y uso de objetos, recomienda a los padres que tomen la temperatura de sus hijos en casa. Queda prohibido llevar juguetes, son obligatorias las pertenencias de uso exclusivo (pañales, chupete...). A cada niño o niña se le asignará una cuna a la hora de la siesta, según establece la Junta. Cada colchoneta o hamaca debe estar etiquetada. Es la tónica general.
La Junta, en indicaciones remitidas a los centros, prevé que las alfombras en la entrada sean impregnadas con bactericida. Se pide evitar, “en la medida de lo posible”, coger a los niños en brazos, aunque siempre dando margen a los profesionales, a los que se les pide que lleven el pelo recogido y las uñas sin esmalte, prescindiendo de bisutería.
A partir de lo establecido por las autoridades, cada centro ha hecho sus deberes ajustados al caso, con mayor o menor detalle. En uno de los protocolos más detallados, un centro suspende de antemano todas las fiestas, trabajos en casa, actividades como el libro viajero, excursiones... Es regla general prohibir el acceso de los carritos de casa.
Medidas similares a las descritas se han publicado en otras comunidades. En Galicia, donde está prevista la apertura el 4 de septiembre, habrá llegadas y salidas escalonadas. Se fijarán turnos para que los padres entreguen a los niños sin aglomeraciones. En Navarra, las once escuelas municipales de Pamplona empezaron a abrir el lunes pasado en un proceso gradual. El plan de contingencia contempla cuatro situaciones en función de la evolución de la pandemia: desde la 1, que es la de nueva normalidad, pasando por la 2 y 3 de empeoramiento, hasta un escenario 4 que supondría el cierre.
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En Andalucía hay un clima de preocupación en torno al regreso a la actividad de los centros. El sindicato CSIF ha pedido retrasar una semana, hasta el lunes 7, la apertura. El motivo: dar tiempo para hacer “test” a todos los profesionales y "preparar lo mejor posible" sus dependencias para "extremar las medidas preventivas". “Exigimos medidas de reducción de ratios, EPI, así como máxima limpieza de aulas y servicios", señala CSIF. CCOO ha reclamado también el retraso de una semana en el inicio de curso en la provincia de Sevilla, donde según el sindicato falta personal en el 90% de los centros.
Rosario de la Peña, presidenta de la Coordinadora de Escuelas Infantiles de Andalucía, lamenta la situación en la que se encuentra el sector, que vive “atemorizado”. Y no sólo por la crisis sanitaria. Como recalca De la Peña, los centros privados que colaboran con la Junta no tienen concierto, sino que cobran por plaza, por lo que son muy sensibles a la actual incertidumbre. “No sabemos qué hacer si tuviéramos que cerrar. No hay respuestas”, señala De la Peña. La incertidumbre no es exclusiva de Andalucía. UGT ha alertado de un posible cierre de hasta 2.500 centros. La magnitud del problema dependerá –como tantas otras cosas– de la pandemia y su impacto sobre la economía.
Un 97,5 % del personal docente de los centros de educación infantil son mujeres, según un estudio de Save the Children. Las profesionales suelen destacar que estos centros son más que guarderías. Hacen algo más que guardar niños. No sólo valen para conciliar. El valor educativo de la escolarización en estas edades está más que demostrado. “Es una inversión rentable porque facilita la adquisición de habilidades, competencias y capacidades que maximizan el éxito en la transición a la educación primaria. Disminuyendo, a medio y largo plazo, las tasas de fracaso y abandono”, señala Unicef en un informe de 2018. PSOE y Unidas Podemos llevan en su pacto de gobierno la universalización del acceso a través de red pública. Pero se cruzó el virus.