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Crisis del coronavirus

El derrumbe turístico y el boom del teletrabajo precipitan una pugna entre las comunidades autónomas para atraer 'nómadas digitales'

Un trabajador desarrollando su jornada laboral en remoto.

Dos hijos de la pandemia, el auge del teletrabajo y el hachazo al turismo, han precipitado una carrera: la lanzada por atraer a los llamados nómadas digitales, es decir, profesionales que trabajan en remoto, que desarrollan su tarea a distancia y que por lo tanto pueden vivir en cualquier parte. Por ejemplo, un trabajador estadounidense de una tecnológica que se afinca en una ciudad de la costa española para trabajar desde allí. Se multiplican las iniciativas institucionales para captar teletrabajadores. El dictamen de la Comisión de Reconstrucción andaluza, aprobado por el Parlamento con los votos de la mayoría que conforman PP, Cs y Vox, ha dado carta de naturaleza a esta figura incluyendo este sus recomendaciones la creación de un “paquete global” para “atraer talento de todo el mundo y lograr que se instale en Andalucía”, incluyendo expresamente a los nómadas digitales. Pero hay más comunidades detrás de los nómadas digitales. Y ayuntamientos. También proliferan las empresas que dan servicio a esta nueva figura.

Como tantos otros conceptos nacidos en torno a la nueva economía digital y el capitalismo de plataformas, la idea llega envuelta en aire de modernidad sofisticada. El nómada digital sería un empleado de una empresa con posibilidades de teletrabajo, digamos una tecnológica, sea de Madrid, Berlín o Helsinki, que al no estar atado a la asistencia a una oficina decide irse a vivir a un hermoso pueblo o ciudad, quizás apartado de los grandes polos tecnológicos, pero cargado de encanto y atractivo. Un aventurero digital. El nómada utilizaría el soporte digital para “combinar trabajos con viajes o cambios de domicilio continuos”, en la descripción del catedrático de Derecho del Trabajo Miguel Carlos Rodríguez-Piñero en un artículo sobre "trabajadores 3.0”. Con más acidez y acudiendo al sustrato ideológico del fenómeno, José Luis Mollinuevo, catedrático de Estética y Teoría de las Artes, ha categorizado al nómada digital como “esa clase social capaz de unir el anarquismo libertario de la Nueva Izquierda con el neoliberalismo de mercado de la Nueva Derecha”.

El hervidero de Internet

Internet es un hervidero de referencias sobre el nomadismo digital, un fenómeno en auge en tiempos de incertidumbre laboral y elevado prestigio de lo tecnológico. “Así es la generación knowmad: jóvenes, nómadas laborales y sin ataduras”, titula un artículo la web Código nuevo. Knowmad, neologismo acuñado por el investigador sobre el futuro del trabajo y la educación John Moravec, es mezcla de knowledge, conocimiento, y nomad, nómada.

¿Qué profesionales son los encuadrados? La empresa Globex, que les ofrece asistencia legal y alquileres por temporadas, detalla el catálogo de digital nomads, trabajadores que “llevan un estilo de vida independiente, trabajan desde su casa o desde un apartamento mientras están viajando”. Son desarrolladores de web, escritores de viajes, traductores, consultores de medios sociales, marketing on-line, diseñadores de gráfico, tutores on-line... La empresa Globex trata de hacer atractiva su oferta para digital nomads extranjeros describiendo la rica “vida social” y los buenos “servicios de salud” en Barcelona y Valencia.

Existe una Escuela Nómada Digital que ofrece claves y formación para convertirse en un knowmad. Su fundador, Antonio G. Romero, narra así su experiencia para convencer a otros: “En lugar de aceptar un trabajo de mierda como arquitecto diseñé Inteligencia Viajera. Ahora facturo entre 10.000 y 30.000 euros al mes, vivo viajando con la chica de la que estoy enamorado, trabajo dos días a la semana y tengo cinco libres, poseo 59 cosas que llevo en una mochila de 50 litros”. Hay incluso una a aplicación, The Nomadapp, una especie de Airbnb de “espacios flexibles dirigidos a todo aquellos que necesiten algo más que un Starbucks para trabajar, pero menos que una oficina completa”. Para ellos debe ahora la Junta de Andalucía diseñar una oferta.

El lobby Adigital, al que pertenecen las multinacionales Amazon, Facebook, Google, Apple, Airbnb, Uber, Deliveroo y Glovo, promociona así la figura, que tiene un inequívoco regusto de nuevo capitalismo californiano, siempre en busca de la gran fortuna pero sin prescindir del todo de la mochila: “Cada vez nacen más espacios de trabajos alternativos a la oficina, una tendencia que se debe principalmente al auge del teletrabajo. Ya no es necesario estar en tu oficina para trabajar y, cada vez más, los trabajadores dejan claro que la flexibilidad laboral es uno de los factores que más valoran. Vinculado a esto surgen, además, nuevos conceptos como el de knowmads o ‘trabajadores nómadas’, aquellos a los que su trabajo les permite cumplir con sus tareas desde cualquier punto del globo”.

Un nuevo mercado

El boom del teletrabajo, un fenómeno que el Gobierno trata ahora de regular con urgencia, ha puesto “al nómada digital” en primer plano. No ha sido sólo el dictamen andaluz, que insta al Gobierno de PP y Cs a crear un “paquete global” atractivo. Canarias y Comunidad Valenciana también pisan el acelerador.

En Andalucía el espaldarazo público ha llegado después que la iniciativa privada. En Málaga la tecnológica MálagaMakers lleva al menos desde 2015 atrayendo knowmads. Espacios de coworking –oficinas compartidas en alquiler por trabajadores sin conexión entre sí que comparten gastos– en Sevilla, Cádiz y otras ciudades se publicitan entre en el mercado knowmad. No es un fenómeno nuevo. Pero sí está ganando atención política.

Donde más desarrollada está la estrategia institucional es en Canarias. La Consejería de Turismo del Gobierno de las islas (PSOE, Nueva Canarias, Podemos y Agrupación Socialista Gomera) ha anunciado una campaña que pretende captar a “los nómadas digitales o teletrabajadores”, con el objetivo atraer visitantes para “una estancia más larga, y que, a su vez, no dependan tanto de la conectividad aérea”, ahora en entredicho por el covid-19. “Luchar por hacernos un hueco en este segmento no será difícil gracias a las fortalezas del destino”, afirmó en la Cámara canaria la consejera Yaiza Castilla, que enumeró como ventajas de las islas el buen clima todo el año, sus aeropuertos internacionales y la cobertura de banda ancha en el 63% del territorio. Según el Gobierno canario, los nómadas digitales son en su gran mayoría millenials, el 62% con edades comprendidas entre los 26 y 36 años y sin responsabilidades familiares. Sus ingresos, siempre según el Ejecutivo insular, varían entre los 1.000 y 5.000 euros al mes.

La pandemia, con el golpe al turismo y el teletrabajo, ha redoblado el interés los knowmads. Pero el cortejo venía de atrás en las islas. Desde 2016, Las Palmas de Gran Canaria alberga el Nomad City, un evento europeo centrado en el trabajo remoto y patrocinado por el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas. Las autoridades no ocultan el deseo de liderar este “segmento”. El Cabildo de Tenerife anunció en agosto que la demanda de los nómadas digitales “ha aumentado desde el inicio de la crisis del coronavirus, por la seguridad sanitaria y jurídica que les aporta el hecho de ser territorio europeo, pero a la vez aislado". Tenerife cuenta incluso con una submarca turística dirigida a knowmads, llamada Work & Play. El Cabildo ofrece el servicio Welcome Pass, cuyo fin es dar descuentos a estos trabajadores en su acceso a distintos servicios, por ejemplo en espacios coworking. Este aumento de la demanda supone "un respiro” para las empresas turísticas, que “incluyen otro perfil de cliente” y palían así el golpe sufrido con el coronavirus, en palabras del consejero Turismo del Cabildo de Tenerife, José Gregorio Martín.

El Gobierno de la Comunidad Valenciana (PSPV, Compromís y Unides Podem) también se promociona como destino para knowmads durante la pandemia, en este caso a través de la plataforma Adigital tiene en el sur del Mediterráneo un entorno ideal para desarrollar sus proyectos y carrera profesional sin renunciar a disfrutar de la calidad de vida que ofrece la zona”, señala la Comunidad Valenciana en un artículo titulado Por qué vivir en la Comunidad Valenciana si eres un nómada digital lanzado en agosto. Las “ventajas” valencianas referidas son un “ecosistema tecnológico de primer nivel”, “talento tecnológico”, “calidad de vida”, “clima envidiable”, “conexiones de transporte internacionales” y “zonas de coworking”. Municipios como Xàbia, Xixona y Orihuela se han adherido a este proyecto de la Comunidad Valenciana. La Fundación Turismo de Benidorm, con participación pública y privada, acaba de lanzar la iniciativa Vivir en Benidorm, trabajar desde el paraíso, dirigida a nómadas digitales. El catálogo de atractivos del nuevo “producto” integra “conectividad”, “salud y seguridad”, “sostenibilidad y naturaleza”, un “directorio de coworking”...

Los intentos de atraer a nómadas digitales no se limitan a destinos turísticos populares. Ni se ciñen al estereotipo millenial del knowmad. “La situación de excepcionalidad que está viviendo nuestro país por la pandemia del covid-19 va a hacer necesario replantear algunos aspectos referentes al trabajo y a la forma de vida, y Candeleda está ya apostando por ser un lugar de acogida para los denominados nómadas digitales”, declaró en junio el alcalde de este municipio, Carlos Montesino, como recogió Diario de Ávila. Este municipio de 5.000 habitantes reproduce a escala rural el mismo esquema promocional de los grandes destinos: buenas conexiones físicas y digitales, tranquilidad... En el caso de Candeleda, la estrategia está dirigida a trabajadores con segunda residencia en el pueblo. La idea es que, una vez que han descubierto durante la pandemia que se puede vivir y trabajar en el pueblo, pasen allí el máximo tiempo posible. En Salamanca, cuatro municipios –San Esteban de la Sierra, Fuentes de Béjar, Béjar y Linares de Riofrío– han habilitado “puntos nómada digital” para garantizar allí buena conexión a Internet.

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Los destinos españoles no aparecen todavía destacados en los listados de “paraísos” para los trabajadores nómadas. Las Palmas de Gran Canaria sí ha sido citada en artículos en Cosmopolitan y Der Spiegel. Pero las ciudades españolas no sobresalen en el Nomad list, un ranking frecuentemente citado en el mundillo. Las primeras ciudades españolas de esta lista internacional son Madrid (puesto 25), Tenerife (33), Madrid (57), Las Palmas de Gran Canaria (66), Valencia (80), Sevilla (124) y Alicante (334).

José Ignacio Conde Ruiz, profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, se muestra convencido de que estamos sólo en los prolegómenos del fenómeno, que va a ir ganando importancia en los próximos años. A su juicio, la lógica favorece su expansión tanto para el trabajador, en la medida en que pueda elegir ciudad de residencia, como para la empresa, que puede ahorrar costes tanto con oficinas más pequeñas como ajustando el sueldo a la ciudad de destino. Conde Ruiz cree que, en este contexto, cobra sentido que las autoridades de los posibles destinos habiliten facilidades. “Si se atrae al trabajador, sobre todo si es de ingresos altos, al final va a gastar en tu ciudad”, señala.

Marialaura Birgillito, profesora de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla La Mancha, inserta el nomadismo digital dentro de un amplio fenómeno de capitalismo digital que viene “ocultando las objetivas alteraciones de las relaciones laborales con un argumentario tecnológico”. En la proliferación de esta fórmula observa un riesgo de continuar con la uberización de las condiciones de trabajo que intentan generalizar empresas como Glovo y Deliveroo. También cree que es posible que redunde en estrategias de “reducción de costes” mediante dumping social, con empresas de centros económicos contratando personal en la periferia con condiciones precarias.

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