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Los cristianos evangélicos ligan su futuro a Trump, el 'elegido de Dios'

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante un mitin.

François Bougon (Mediapart)

Los cristianos evangélicos blancos, comúnmente llamados “evangélicos”, figuran entre los partidarios incondicionales de Donald Trump. Tuvieron un importante papel en la victoria de 2016. Cuatro años más tarde, en plena campaña de reelección, su influencia es evidente en los discursos de “guerra civil” declamados por el candidato republicano; a los demócratas, satanizados, se les acusa de tratar de imponer el socialismo y el caos en Estados Unidos.

“En EEUU hay unos 95 millones de evangélicos y al menos 60 millones son pentecostales neocarismáticos, un sector que destaca los dones del espíritu”, afirma André Gagné, profesor titular de la Universidad Concordia de Montreal y autor del reciente libro Ces évangéliques derrière Trump. ¿Qué son los “dones del espíritu”? “Carismas sobrenaturales que el Espíritu Santo concede a los creyentes para realizar su servicio (lo que ellos llaman “ministerio”) para la edificación de la comunidad cristiana (lo que ellos llaman “el cuerpo de Cristo”), responde André Gagné. “Algunos de estos dones son hablar en lenguas (glosolalia), la profecía, las curaciones, los milagros, la palabra de conocimiento, etc.

Estos evangélicos ven a Trump como “el elegido de Dios”. Para estos creyentes, es el “elegido” para luchar contra las tendencias liberales en lo que respecta a las costumbres – aborto, derechos LGBTQ+, cursos de educación sexual...– de la sociedad norteamericana, pero también frente los enemigos externos (Rusia, China, Irán). En agosto de 2019, preguntado por la guerra comercial que libra contra Pekín, Trump simplemente declaró: “I’m the chosen one” (“Soy el elegido”).

Pero, ¿cómo puede un tipo de tan dudosa moralidad atraer a estos hombres y mujeres de fe (a riesgo de parecer de la vieja escuela)? Es que nada de esto les importa. Trump no es un santo, sino una nueva versión de una de esas figuras históricas paganas como Ciro, el fundador del Imperio Persa, que liberó a los judíos después de invadir Babilonia en el siglo VI a.C. y les permitió reconstruir su templo en Jerusalén.

Como el rey persa, Trump es rico y poderoso. Y a los ojos de los evangélicos, es necesariamente Dios mismo quien permite la llegada de un nuevo Ciro para lograr el advenimiento de una nación estadounidense regida por valores judeo-cristianos.

En mayo de 2019, uno de los líderes de esta confesión religiosa, Lance Wallnau, uno de los primeros partidarios de Trump, comenzó a vender por 45 dólares una “pieza de oración presidencial” con la efigie de los dos hombres (¡Trump y Cyrus!) para promover la reelección de su presidente favorito. “Esta batalla por el futuro de Estados Unidos ya ha comenzado. Debemos rezar ahora y no ser prisioneros de la desesperación, de la ansiedad o del miedo”.

En esta “batalla cultural”, Trump puede contar con el apoyo no sólo de dos evangélicos en su gobierno –el vicepresidente Mike Pence y el jefe diplomático Mike Pompeo–, sino también de su “consejera espiritual” en la Casa Blanca, Paula White-Cain. White-Cain fue la primera mujer en decir una oración en la ceremonia de investidura de Trump en 2016.

Detengámonos un momento en este personaje, colorido y controvertido. La mujer declaró: “Dondequiera que vaya, Dios reina. Cuando entro en la Casa Blanca, Dios entra en la Casa Blanca. Cuando camino hacia el río, Dios camina hacia el río. Cuando voy a una lavandería, esa lavandería se convierte en un lugar sagrado. Tengo el derecho y la autoridad de declarar tierra sagrada a la Casa Blanca, porque estuve allí y dondequiera que me encuentre el lugar se convierte en sagrado”... Por eso, las mentiras de Trump, que se llaman “hechos alternativos”, ¡pueden aparecer como la palabra del Evangelio!

La mujer acompaña a Trump desde hace 18 años, según ella misma. Esta rica televangelista, pastora desde 2014 hasta 2019 de una megaiglesia en Florida, acusada de malversación de fondos de los fieles por su estilo de vida personal (bastante lujoso), pertenece a la corriente del “Evangelio de la prosperidad”, convencida de que cuanto más rico eres, más bendecido eres por los dioses.

Charlatana para sus detractores, “desempeña un papel fundamental”, precisa André Gagné, que añade: “En 2015, pudo reunir a evangélicos de diferentes creencias en torno a la candidatura de Donald Trump. Fue ella quien organizó la reunión de evangélicos con él en la Torre Trump en Nueva York”.

También marcó la pauta el 18 de junio de 2019 cuando se abrió la campaña por la reelección de Donald Trump en el Centro Amway de Orlando, Florida. Frente a 20.000 personas, pronunció una oración de “combate espiritual”, un clásico de la retórica evangélica. Citando versículos continuamente, instó a luchar "contra las dominaciones, contra las autoridades, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos en lugares celestiales”. En resumen, esta nueva campaña es una lucha contra las fuerzas del mal.

“Lo que más llama la atención es la voluntad de demonizar al adversario político, de asociarlo con las fuerzas del mal. Este tipo de retórica está polarizando cada vez más al electorado estadounidense”, precisa el profesor de la Universidad Concordia de Montreal.

A la luz de los últimos acontecimientos y del giro que ha dado la campaña, White-Cain parece haberse convertido en asesora política. Trump, criticado por su desastrosa gestión de la crisis del coronavirus, está jugando la carta religiosa al máximo. El 1 de junio, dispersa violentamente a manifestantes pacíficos de Black Lives Matter reunidos frente a la Casa Blanca para que les tomen una foto, con la Biblia en la mano, ante una iglesia vandalizada. Un mes después, la Casa Blanca también hace de ello un vídeo promocional.

También presiona a los Estados para una reapertura más rápida de las iglesias.

En agosto, en la pista del aeropuerto de Cleveland, en medio de una movilización contra la violencia policial tras el asesinato de George Floyd a manos de la Policía, ataca a Biden, un católico practicante, y dice de él que está “contra Dios”. “Adiós a las armas, adiós a la Segunda Enmienda [que garantiza el derecho a llevar armas]. Nada de religión, nada de nada. Se ataca a la Biblia, a Dios. Está contra Dios, contra las armas”.

El portavoz de Joe Biden respondió: “Donald Trump es el único presidente en nuestra historia que ha lanzado gases lacrimógenos a norteamericanos pacíficos y ha echado a un sacerdote de su iglesia para poder profanarla –y una Biblia–, también. Y todo esto con el cínico objetivo de tratar de dividir nuestra nación en un momento de crisis y dolor”.

Trump eligió la política de los peores para salvar su propio pellejo y, en este clima de histeria, los evangélicos se encuentran como pez en el agua. ¿No ven en el caos anunciado la señal de que Jesús volverá a buscarlos para que el reino de Dios se establezca finalmente en la tierra? “La gente tiene derecho a creer lo que quiera. El peligro es cuando lo que cree influye en la política, ya sea nacional o internacional”, subraya André Gagné.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, “lee la Biblia y trata de hacer corresponder las Escrituras con la realidad del mundo de hoy”, añade. “Geopolíticamente, es preocupante”. En su visión, Israel es una nación que debe ser defendida a toda costa, en detrimento del pueblo palestino, porque, según los Evangelios, el regreso de Jesús a la tierra vendrá precedido de la plena posesión de la Tierra Santa por parte del pueblo judío.

Esta visión del caos venidero que reclaman ha dado lugar, desde los años 90, a un discurso sobre el advenimiento de una “segunda guerra civil en Estados Unidos”. Esta es la opinión de un pastor y presentador de radio, Michael Brown, autor del libro de 2019 La guerra de Jezabel con América: El complot para destruir nuestro país y lo que podemos hacer para cambiar el rumbo. Biblia en mano, frente a una iglesia vandalizada. Un mes después, la Casa Blanca hizo un vídeo promocional de ello.

En la Biblia, Jezabel, esposa de Acab, rey de Israel, se le describe como una mujer que utiliza su poder de seducción para matar a los profetas de Dios. Michael Brown advierte: “Estamos al borde de una guerra civil en Estados Unidos. Pero esta vez será el aborto, no la esclavitud, lo que dividirá a la nación. Y aunque espero de todo corazón que no sea una guerra de violencia física, el conflicto ideológico será sin duda violento e intenso”.

Así estamos; son tiempos preocupantes defendidos por estos profetas de mal agüero que creen en otro charlatán, político en este caso. ¿Pero Donald Trump realmente lo cree? Podemos hacernos la pregunta, aunque sea difícil de responder.

En el libro que acaba de publicar alguien que antaño pertenecía a su círculo más próximo, el abogado Michael Cohen –su otro yo antes de que se volviera contra él– se menciona la reunión con los evangélicos en la Torre del Trump Tower en 2015, durante la cual todo el mundo colocó las manos sobre el futuro presidente para orar.

Según Cohen, Trump le dijo después de la ceremonia: “¿Cómo puedes creer en esa clase de basura? ¿Puedes creer que la gente crea en este tipo de basura?”. Sólo Dios podrá reconocer a los suyos...

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Traducción: Mariola Moreno

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