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La EmPANaDEMIA MENTAL...

¿A ustedes no les resulta irritante que se cuente cada decisión sobre la salud de los ciudadanos en clave de “quién ha ganado la batalla política”? Pongamos que hablo de Madrid… Ese “quién ha ganado a quién”, con todo lo que estamos perdiendo, suena más irritante que Listerine en vagina. No, no me he vuelto loca, les cuento:

El otro día se incendiaron las redes –se escocieron, mejor dicho– porque un presunto médico, que se hace llamar a sí mismo “el príncipe del bisturí”, recomendó en Instagram duchas vaginales con agua y Listerine… Sí, amigos.

Un ginecólogo, el doctor Peralta, respondió a la empanada del colutorio con varias explicaciones, de todas me quedo con esta: "Usar sustancias irritantes como el Listerine, productos mentolados, caramelos tipo Halls, serían gasolina para un incendio lleno de ardor y dolor". Esto es toda una metáfora de la situación en la que vivimos.

La locura del Listerine en la zona del Too me no (origen etimológico del castizo chumino) se une a esta otra aclaración que reaparece publicada, de vez en cuando: “No, introducir patatas congeladas en el ano no aliviará tus hemorroides”. Sí, amigos, han leído bien. Otra metáfora del tiempo en que vivimos.

Efectivamente, merecemos extinguirnos no tardando. Anima saber que, cuando lleguemos al cielo, tal vez esté allí el líder Donald Trump, cual rubio querubín, repartiendo su tratamiento milagroso como una amiga que te regala su crema antiarrugas del Lidl.

La última de Trump  –en su caso, la penúltima– cuenta que va a dar gratis el tratamiento que le han administrado a él para estar “perfecto”… Perfecto, dice, perfecto de lo suyo, debe de ser. Y que está mejor que hace veinte años, mira, nosotros peor.

Dice Donald que su contagio ha sido una bendición de Dios, que esto es muy de telepredicador “¡Aleluya!”. Por cierto, celestial la imagen en la que sobrevolaba el firmamento desde el hospital hasta la White House, moló, pero habría ganado muchísimo si hubiera culminado la escena descendiendo hasta el césped, colgado de un arnés, como el angelito de Tudela en La Bajada del domingo de resurrección.

Otra imagen alegórica que deja la semana, el senador del PP por Ceuta esperando a Pablo Iglesias –tras la petición al Supremo para que le investigue– con un tenderete que incluye: bandera, foto del rey y corona

La escena es muy Mayra en el Un, dos tres. Parece que, de un momento a otro, va a entrar el dúo Sacapuntas cantando “¡Veintidós!” –cifra que cuadra con el número de ministros–. Solo falta Bigote Arrocet y detrás Ozores, o en su defecto, el consejero de Sanidad andaluz, explicándonos lo de las reuniones familiares.

Claro, en medio de este espectáculo de varietés, queda deslucido el plan para la recuperación anunciado por el presidente del Gobierno con un evento de look muy Redondo… Ni la cifra maldita de los “ochocientos mil empleos” logra abrirse paso entre tanto colorinchi.

Otra semanita loca de atar, inmersos en una pandemia que nos está quitando las ganas de todo. No perdamos el humor, es lo único que nos queda. Más nos vale mirar el lado brillante de la vida, a lo Monty Phyton, mientras nos crucifican.

Por dejar algo de luz: uno de tantos bailes virales de los niños de Masaka Kids Africana. Youtubers de un refugio de huérfanos en Uganda, que sonríen al horror y en cuya web hacen un guiño a Einstein:

Bailamos por las risas, por las lágrimas, por la locura, por los miedos, por las esperanzas, por los gritos, somos bailarinas, creamos sueños".

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