Héroes

Jorge Blass: “La magia solidaria me llena más que un teatro repleto de gente”

Confiando ciegamente en el poder de la magia, los habitantes de Londres escribieron Abracadabra en las puertas de sus casas para intentar protegerse de la Gran Peste que acabó llevándose por delante a un cuarto de su población en el siglo XVII. Esta palabra apareció por primera vez mucho antes de que la epidemia asolase la ciudad del Támesis, en un libro de Medicina de la Antigua Roma. En él, un médico romano, Quintus Serenus Sammonicus, recomendaba a los enfermos llevar un amuleto de papel, con las letras Abracadabra dibujadas en forma de triángulo, que tenía el poder de hacer desaparecer las enfermedades.

La magia, verdaderamente, puede llegar a ser terapéutica. Lo saben bien los más de cien magos solidarios que forman parte de la Fundación Abracadabra. Uno de ellos, Jorge Blass: “Aunque no podemos curar mágicamente a los pacientes, mejoramos su estado de ánimo, su autoestima, y eso hace que la enfermedad vaya a mejor. El poder de la magia como transmisor de ilusión y esperanza es apabullante”.

Desde hace quince años, el mago más internacional de nuestro país compagina su trayectoria profesional con su labor solidaria en hospitales, residencias y centros asistenciales. Con sus trucos, ha llenado de color la frialdad de esas habitaciones de los hospitales, que jamás deberían ser el lugar de juegos de un niño. “No es un público que aplauda o grite, si no que sonríe y ya está, eso es suficiente. Ver la emoción en sus caras y cómo su día mejora gracias a la magia, me llena mucho más que un teatro repleto de gente”. Siendo adolescente, la jaula de palomas y la máquina de cortar personas eran dos objetos más en el salón de la casa de sus padres. A los 18, ya había recibido numerosos premios nacionales e internacionales. “La magia consigue sacar lo mejor de cada persona. Ese asombro infantil, ese momento de sonreír y de decir: ‘Wow, estoy viendo lo imposible’”, afirma convencido.

En ocasiones, las visitas de los magos solidarios de la Fundación Abracadabra ayudan más a los familiares que a los propios niños. Muchos padres, después del fallecimiento de sus hijos, les han llegado a escribir palabras preciosas de agradecimiento por haberles regalado un último momento de felicidad: “Alguna vez, hemos entrado en habitaciones en las que el niño no está porque han ido a hacerle una prueba, pero le hacemos los trucos a su familia porque toda esa situación es incluso más difícil para ellos”. Jorge es capaz de comprenderlos muchísimo mejor desde que hace nueve años se convirtió en padre de Max: “Ves cosas muy duras, pero tienes que ir con actitud y empatía para conseguir que las personas salgan más felices. Desde que soy padre, es distinto, mucho más difícil pero también más emocionante”.

“Sus ojos te dejaban KO”

“¿Cuántos leones has matado?”, le preguntó un miembro de la tribu Masái, asombrado con sus trucos, en el viaje solidario a Kenia que hizo Jorge con la fundación en 2009. “Fue alucinante”, explica, “porque para ellos la magia es mucho más que un simple truco, me veían como un brujo”. En el país africano, tuvo la oportunidad de hacer sus shows, entre tres y cuatro al día, ante niños que tenían a sus padres enfermos de sida o que se habían quedado huérfanos y vivían en casas de acogida. “Sus ojos eran abrumadores, te dejaban KO”, recuerda, tragando saliva. Su mirada era muy distinta a la de los niños occidentales porque ellos nunca antes habían tenido la oportunidad de ver un truco de magia. Tampoco la nieve: “Hice un juego con una tormenta de nieve y recuerdo cómo bailaban con los copos y me seguían. Fue una sensación increíble. De hecho, sus aplausos todavía los tengo grabados, eran muy rápidos, muy fugaces”.

'Efímero'

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Con una carrera tan precoz e implacable, Jorge Blass nunca había podido parar de verdad hasta que llegó la pandemia. “A nivel creativo, ha sido muy interesante porque he tenido tiempo, algo que nunca tengo, y he podido generar propuestas con las que estoy muy contento, como la magia online”. Durante estos meses, ha llevado el ilusionismo a las casas de sus seguidores a través de Efímero. Es un show online show onlineque ha realizado desde su taller, decorado con recuerdos, fotografías, premios y objetos mágicos de estos últimos cuarenta años, y que podría ser perfectamente un museo.

Cancelación tras cancelación. Así han sido estos últimos meses en los que el sector de la magia y el ilusionismo se ha visto muy resentido por culpa de la crisis del coronavirus. “La cultura es la peor parada siempre en estos casos y muchas veces se ve como una cosa de tercer orden”, se lamenta mientras sostiene La varita mágica de Oro, uno de los premios más importantes de magia, que ganó en Montecarlo en 1996. Si todo va bien, el público podrá disfrutar de Efímero en formato semipresencial, dentro de unas semanas, en el Teatro Marquina de Madrid. A los demás, solo nos queda buscar consuelo, como los romanos y los londinenses, en esa palabra mágica que, pase lo que pase, es capaz de curar todos los males.

Abracadabra.

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