Telepolítica

Una de las noches más importantes de nuestras vidas

Una seguidora de Trump lleva un sombrero 'Keep-America-Great' y sostiene una bandera americana.

La madrugada del martes al miércoles viviremos uno de los días más importantes de nuestras vidas. Quizá no somos conscientes de hasta qué punto. Las elecciones en Estados Unidos son unas de las más trascendentes de su historia y también del resto del mundo. Si tradicionalmente todo lo que ha ocurrido en la que ha sido la primera potencia mundial durante las últimas décadas ha tenido gran relevancia fuera de sus fronteras, este año puede implicar aún mayor influencia. Sea cual sea el resultado, el mundo será diferente a partir del 4 de noviembre. Nada volverá a ser igual. Si Trump vence, significará el reforzamiento imparable de su apuesta. Si pierde, la democracia occidental tendrá la oportunidad de recuperar la dignidad y la esperanza.

El deterioro en la convivencia

La sorprendente victoria de Trump en 2016 ha sido mucho más significativa de lo que se pudo sospechar en un primer momento. Fuimos muchos los que pensábamos que todo el espectáculo que supuso su campaña electoral y su llegada a la presidencia quedarían amortiguados una vez que ocupara la Casa Blanca. Se creía, con un evidente acto de benevolencia o de estupidez, que el sistema aplacaría su estilo fanfarrón, amenazador y polémico. Ocurrió todo lo contrario. El establishment norteamericano no sólo no controló en ningún momento a Trump. Finalmente, ha sido el presidente el que ha trumpetizado al Partido Republicano, a buena parte de las instituciones oficiales y a medio país.

Cuatro años después de su llegada al poder, el efecto de su acción en la convivencia ha sido demoledor. Estados Unidos es hoy un país mucho más dividido. La rivalidad política se ha transformado en odio de forma generalizada. El racismo ha reabierto heridas que estaban empezando a cerrarse tras décadas de dramático sufrimiento. La desigualdad ha crecido. Los derechos civiles han conocido un histórico retroceso después de trascendentes avances históricos ganados con enorme esfuerzo y lucha. La información ha dejado de ser un derecho para convertirse en un arma de destrucción política. Desde el poder se persigue la verdad, se impulsa la manipulación y se promueve el rencor. Se ha extendido el miedo. Se ha protegido la violencia.

Destruir la democracia desde dentro

Donald Trump ha supuesto la mayor amenaza para la democracia que hayan podido conocer los países más avanzados del mundo occidental desde la II Guerra Mundial. Sus aliados han sido el ultranacionalismo y el populismo. Curiosamente, España aparece siempre en los estudios internacionales como uno de los países del mundo más críticos con la figura de Donald Trump. Los republicanos han contado históricamente con el respaldo de la derecha española. En el momento actual, Vox es el único grupo político que muestra públicamente su respaldo a la actual Casa Blanca. Ni siquiera el PP lo hace.

Lo peor del trumpismo es la aplicación del principio de cómo intentar acabar con el sistema democrático aprovechando las ventajas que el propio modelo ofrece a quienes quieren disentir. Las democracias occidentales aprendieron a luchar frente a los regímenes dictatoriales. Sin embargo, no previeron la posibilidad de que sus enemigos se infiltraran en el propio sistema para destruirlo desde dentro una vez que han conseguido alcanzar el poder. Esa es la gran lección aprendida de la implantación de los gobiernos populistas que en estos últimos años amenazan la subsistencia de estados que se consideraban inmunes a toda contaminación totalitaria. Durante décadas, la amenaza siempre era exterior. Estaba identificada y vigilada. Ahora, el mayor peligro para nuestra convivencia habita entre nosotros.

Democracia vs Trump

La madrugada del martes al miércoles se va a librar en Estados Unidos una batalla histórica. No se trata de dirimir simplemente la victoria de uno de los dos candidatos que se disputan la presidencia del país. Hace cuatro años, nadie sabía qué podía significar la llegada de Donald Trump al poder. Ganó las elecciones al presentarse como la alternativa a un sistema obsoleto, corrupto y elitista al que acusaba de dominar el gobierno. Millones de norteamericanos optaron entre la continuidad de un establishment en crisis que había sido incapaz de evitar las crisis que habían azotado el país o la posibilidad de apostar por un cambio radical del modelo. Se trataba de ver qué ocurría si se sustituía la política por la antipolítica.

En estas elecciones, cerca de 140 millones de estadounidenses acuden en realidad a un referéndum. Ahora ya conocen quién es Donald Trump, cuál es su forma de gobernar y qué efectos ha producido su ejercicio del poder. El resultado va a determinar la eficacia de su acción destructiva de la convivencia, del fomento de la confrontación y de la extensión de la desinformación. El miércoles por la mañana deberíamos saber si Trump ha sido capaz de doblegar la democracia o si la democracia consigue derrotar a una de las mayores amenazas con las que ha debido enfrentarse.

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