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Club de lectura

El desasosiego

La escritora Sara Mesa.

Begoña Curiel (El libro durmiente)

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a contacta@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.contacta@infolibre.es

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El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

Un amor

Sara Mesa

Anagrama

Barcelona

2020

No he parado de hacerme preguntas durante esta lectura y al terminar he seguido igual. Un amor es confusión, incertidumbre, pálpito de una tensión constante y un extraño runrún que desosiega. ¿Qué le pasa a la protagonista? ¿Qué ha ocurrido? ¿Es lo que parece? Sara Mesa parece decir al lector "ahí dejo eso", mandándote al rincón para que pienses.

La portada ya dice mucho: mujer caminando sola por la noche, árbol sin hojas con su sombra y una casa básica que no invita a un reconfortante fin de semana rural. Presidiendo el conjunto, una pequeña luna llena, abierta a las interpretaciones: ¿luz o misterio? Gran parte de las respuestas corren a cuenta del lector.

Nat, la protagonista, es una mujer joven que lo ha dejado todo atrás y se retira a un lugar desangelado para dedicarse a la traducción. Qué ironía, traducir. Eso que tan bien se le da... Pero es que esta chica más que retirarse se aparca.

La pequeña comunidad del entorno la observa como todo aquel que es el último en llegar. Los vecinos irán entrando en escena como cartas sobre el tapete que invitan al juego de las primeras impresiones. Eso sí, para la carta del casero no caben demasiadas interpretaciones. Nada más poner un pie en la página huele a chamusquina y la cosa no irá a mejor. No digo más. Del resto tampoco; temo sucumbir a la tentación de añadir datos que no debo.

También hay un personaje de cuatro patas: el perro que le regala el casero, con más protagonismo incluso que alguno de los secundarios. Lo mismo sucede con la casa que Nat intenta convertir en hogar aunque las goteras –literales y simbólicas– no ayuden demasiado. El papel de animal y casa son fundamentales.

Me encantan este tipo de personajes. Y Sara Mesa los construye de manera eficaz, pero no esperen una marea de datos. La autora ofrece información a cuentagotas. Y lo que no cuenta es igual de importante. La autora es una fabulosa estratega en este sentido.

Por eso mide sus frases breves y secas. Todo forma parte del plan: dejarte con las ganas y contribuir al tono ágil predominante de la narración. El plan funciona. Bravo. Otra cosa es que desesperes con lo que sucede, con lo que no ocurre y por tanto con esa Nat que llega a cabrear. ¿Qué leches le pasa a esta chica? ¿Es el pueblo? ¿La gente? ¿O en realidad ya venía así defábrica? ¿O es una suma que se retroalimenta?

Como la autora nos castiga con su premeditada cicatería de datos y no tenemos mucha idea del pasado de Nat, el lector deberá elaborar una teoría para llegar a sus propias conclusiones. La mía: que la forastera ya venía con mochila y, por cierto, bien defectuosa. Si no, no podrían entenderse muchas cosas. Puede parecer que hablo en clave pero ya me contarán si coincidimos cuando lean este amor extraño.

Nat no debe haber practicado demasiado en su vida lo de decir no; deja para mañana lo que podría haber hecho y dicho hoy y... así le va. Dice la sinopsis que la novela aborda "el asunto del lenguaje no como forma de comunicación, sino de exclusión y diferencia". Cuestión que da de sobra para lo literario, y Sara Mesa ha hecho de su Nat todo un ejemplo. Es verdad que el ambiente sórdido del pueblo no es la mejor compañía pero las relaciones sociales no son su fuerte. E intuyo que, aunque algo aprenda, el problema lo llevará vaya donde vaya por mucho que escape.

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Un asunto espinoso –que no puedo contar– marcará un antes y un después en la novela. Sara Mesa quiere que nos pongamos en los zapatos de Nat cuando se ve envuelta en una peculiar encrucijada. Y aunque me puse en su pellejo y circunstancias, no habría escogido el camino que toma. Siempre se puede rectificar, pensé, y sin embargo el personaje continúa su deriva enredada en una espiral de obsesiones y paranoias.

Sara Mesa se emplea a fondo en su inquietante relato, donde parece mascarse la tragedia gracias a la visión distorsionada de la realidad de su protagonista. La autora no se desvía del plan, no le hace falta acción ni nada que se parezca a una escena trepidante para atrapar al lector. Pasito a pasito lo sumerge en la escalada de tensión donde silencios y movimientos lentos suenan más alto que un grito. Este es el gran valor de la narración de la autora.

Tenía tantas ganas de leer a Sara Mesa que mis expectativas eran muy altas. Aunque su personaje no me ha convencido totalmente porque no resulta creíble al cien por cien, es cierto que su técnica narrativa me ha encantado. Consigue que te metas en la atmósfera que Nat sufre y vive como una auténtica pesadilla. Por supuesto, seguiré leyendo a esta escritora.

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