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Negacionismo o vacunación ante el covid-19

Vacunación en el Valme

Gema González López | Miguel Souto Bayarri | Gaspar Llamazares

“Me esforzaré aún más para proseguir con esta investigación que confío que no será meramente especulativa, sino de suficiente empuje para inspirar la agradable esperanza de que se convierta en algo esencialmente beneficioso para la humanidad.” 

Edward Jenner

Desde que el covid-19 apareció en Wuhan y se fue extendiendo por todo el mundo, los científicos comenzaron a trabajar en la búsqueda de una vacuna, convirtiéndose en uno de los mayores retos de la comunidad científica: encontrar un medicamento que prepare el sistema inmunológico para detectar y combatir el virus cuando la persona quede expuesta al coronavirus. Y es que se persigue que el covid-19 se convierta en una enfermedad prevenible.

El desarrollo de la vacuna del covid-19 tuvo gran interés para la comunidad científica y población en general, como ninguna otra hasta el momento. Los medios de comunicación presentaron la vacuna como la posibilidad para volver a la normalidad y a estas fechas de segunda ola de pandemia, con los números que bailan arriba y abajo, la vacunación es considerada una prioridad sanitaria y social de primer nivel.

En la búsqueda de esta vacuna, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha colaborado con científicos, empresas, organizaciones de salud internacionales por medio del Acelerador ACT para encontrar pronto una respuesta al covid-19. Estas vacunas han tenido diferentes financiadores: algunas solo gubernamental como Johnson & Johnson, otras además con fondos sin fines de lucro (Oxford-AstraZeneca; Novavax, Moderna) y otras dominante o exclusivamente con fondos privados como Sanofi/GSK y Sanofi/Translate Bio. La vacuna Pzifer/BioNTech, que se ha empezado a distribuir en nuestro país, fue financiada principalmente con fondos gubernamentales y también con fondos privados. Ahora que ya se dispone de varias se debe garantizar su acceso y distribución de manera equitativa entre toda la población mundial.

Una singularidad de la vacuna contra el covid-19 es que en un periodo corto de tiempo se aplicará a millones de personas, al contrario de otras cuya distribución fue progresiva. Esto aumenta el riesgo de aparición de efectos secundarios no considerados. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) señala los efectos secundarios no descritos, pero no efectos adversos importantes, pues se ha estudiado con miles de voluntarios y si aparecieran consideran que será en las primeras 4 a 8 semanas de la vacunación, tiempo en el que hay que extremar los cuidados y reaccionar pronto si se dieran. Ante la posibilidad de la aparición de los efectos adversos la Aemps destaca la necesidad de desarrollar estrategias de vigilancia: tras la vacunación los ciudadanos deben responsabilizarse de avisar cualquier efecto adverso para ser monitorizado e identificar tempranamente los efectos, abordarlos y afianzar los resultados de la vacuna. Y es que la vacunación no solo consiste en recibirla; para su uso óptimo, desde la puesta el ciudadano debe cuidarse y estar atento a su situación, se debe acompañar con cuidados, vigilancia y seguridad.

Esta vacuna contra el SARS-CoV-2 y su distribución a toda la población es prioridad para terminar con la pandemia en la que estamos inmersos. Sin embargo, el éxito de esta vacuna pasa por la aceptación de los ciudadanos para inmunizarse. No todo el mundo presenta la misma actitud ante la vacuna del covid-19: aunque durante meses la mayoría de la población añoraba la pronta llegada de alguna vacuna, cierto sector de la población mantiene actitudes de rechazo y contraria a su aplicación y esto es un peligro para la comunidad.

Y es que los esfuerzos de la ciencia por encontrar algo eficaz han sido siempre atacados por las llamadas teorías de la conspiración. Desde que la vacuna fue descubierta en 1796 por Edward Jenner —considerada uno de los mayores éxitos de la salud pública de su tiempo— fueron surgiendo críticas: ligas de anti-vacunación de la viruela en Inglaterra y Estados Unidos en el siglo XIX, polémicas por la vacuna contra la difteria, tétanos y tos ferina en la década de los 70 del XX y por la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola 25 años después también en Inglaterra.

Las posturas de rechazo a la vacuna, posiciones anti-vacunas, tienen impacto negativo y el escepticismo sobre las vacunas fue declarado por la OMS, ya el pasado año, una de las 10 prioridades sanitarias. Bosch, investigador del Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge, destaca cómo estas actitudes anti-vacunas en campañas previas han llegado a boicotear temporalmente vacunaciones en países como Japón, Colombia o Dinamarca.

Las actitudes contrarias a la vacunación por el covid-19 son un peligro. Una de las bases de la negación de la vacunación es la información errónea y las campañas de desinformación que se encuentran principalmente en las redes sociales. Los argumentos de los movimientos anti-vacunas son analizados por especialistas como Bosch, quien considera que, aunque se contase con evidencia científica masiva los anti-vacunas no solo no reconocerían su error, sino que además muchas veces dan argumentos falsos por intereses económicos en venta de medicinas alternativas y pleitos judiciales a las farmacéuticas productoras de vacunas.

Durante estos últimos meses de pandemia se han realizado diferentes estudios sobre las actitudes de la población hacia la vacuna contra el covid-19 y se han encontrado cambios en la predisposición por aceptarla: El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala que solo de septiembre a octubre hubo una reducción del número de personas que acepta la vacunación y un crecimiento del que la rechazan. Similares son los resultados del Instituto de Salud Carlos III, que en julio recogía cómo el 70% manifestaba su disponibilidad a vacunarse si lo recomendaban las autoridades sanitarias, mientras que en septiembre opinaban lo mismo solo el 43%.

La Universidad de Cambridge en un estudio realizado este año en España, Reunido Unido, Irlanda, Estados Unidos y México concluye que una parte importante de la población es proclive a creer informaciones falsas y que hay relación entre esto y negarse a la vacunación. También en Estados Unidos se encuentra un descenso de los que manifiestan que se vacunarían, por los efectos secundarios y por la propia efectividad de la vacuna. The Lancet Infectious Diseases presenta resultados de una investigación realizada en Francia sobre el perfil social de los que manifiestan rechazo a la vacuna: personas de bajos ingresos, expuestas a enfermedades infecciosas, mujeres jóvenes que son las más relacionadas con la vacunación infantil y mayores de 75 años que resulta una de las poblaciones de mayor riesgo de covid-19.

Ipsos realizó una encuesta para el Word Economic Forum y encuentra que a nivel mundial el 74% está de acuerdo en recibir la vacuna frente al 26% que se niega, siendo China el país que más acuerdo presenta y entre las razones que argumentan los que rechazan vacunarse contra el covid-19 la más frecuente es la preocupación por los efectos secundarios, siendo la cuarta argumentación la de estar en contra de las vacunas. Estos estudios han encontrado relación entre esta actitud ante las vacunas y las creencias políticas. Y esto lleva a algunos a plantearse cómo la ciudadanía tendrá la seguridad de que las recomendaciones serán por conocimientos científicos y no por intereses políticos.

Desde diferentes centros sanitarios advierten del riesgo de las actitudes del movimiento antivacunas y critican a esos famosos que públicamente apoyan las campañas contra la vacunación. Expertos sanitarios avisan que en la última década la confianza de la población en las vacunas ha disminuido destacadamente y sugieren que esta desconfianza puede ser un problema cuando la vacuna ya sea accesible a la población.

Teorías de la conspiración, artificio científico-religioso de gran difusión en los medios de comunicación manifiestan rechazo a la vacuna contra el covid-19, sobre todo en redes sociales. Uno de los grupos que más critican las vacunas son ciertos evangélicos, que argumentan el miedo como estrategia: En Perú, uno de los países latinoamericanos con más casos de covid-19, un grupo evangélico que considera el covid-19 muestra del fin del mundo, suministró a 5.000 personas de la región amazónica sin ningún tipo de recursos, un medicamento veterinario con fuertes efectos negativos, asegurando que era una vacuna aprobada por ley. Este grupo evangélico, inyecta este antiparasitario animal ofreciendo “la salvación” contra el covid-19.

En México el líder de las Iglesias Cristianas Evangélicas, Farela, manifiesta que la pandemia de covid-19 es uno de los cuatro jinetes apocalípticos que está cabalgando por el mundo y es la manifestación previa a la llegada del anticristo. Considera que la vacuna es la manera de poner microchip a todos los ciudadanos, pudiéndose cumplir la profecía 666 para controlar y dominar el mundo.

Grupos religiosos se oponen a la vacuna por medio de argumentos engañosos y erróneos: desde hace meses vienen argumentando para no ponerse la vacuna contra el covid-19 la relación de esta con que se implante a la población un microchip, ID 2020, creado por el multimillonario Bill Gates con la finalidad de vigilar a la población y controlar el mundo. En base a tal argumento recomiendan no aplicarse la vacuna e incluso algunos van más a allá al señalar que detrás de toda esta pandemia hay un grupo de elite que impondrá la obligatoriedad de la vacuna. Al parecer estas teorías de la conspiración mezclan el hecho de que la Fundación Gates esté financiando vacunas del covid-19 y por otro lado esté desarrollando investigaciones sobre identidad digital, que va dirigida hacia una plataforma que admite acceder y compartir información para asegurar documentos por medio de un sistema biométrico y no un microchip.

En Brasil Bolsonaro manifiesta que la vacuna no será obligatoria, tal y como lo exigen varios grupos antivacunas de la extrema derecha incluidos extremistas evangélicos oficialistas. Por otro lado, países como Rusia, Hungría, Eslovenia a pesar de que su población se ha manifestado recelosa de la vacuna han decidido que sea obligatoria.

Actualmente, en la tercera década del siglo XXI, siguen afincadas ciertas creencias filosóficas, políticas o espirituales que continúan oponiéndose a las vacunas. Hoy en día, a un paso de la vacunación, aunque con grandes perspectivas, no se tiene ninguna seguridad de su efectividad real. Desde diferentes puntos se teme que se malogren estas expectativas pues podría ocasionar mayor desconfianza hacia la ciencia y los sistemas sanitarios. La desinformación y la falsa información tan presentes en las redes sociales facilitan el recelo e incredulidad de las recomendaciones científicas. Sería irónico que después de tener la vacuna contra el covid-19, un grupo importante de la población rechazase la vacunación. La desinformación y la falsa información favorecen las dudas y la desconfianza e incluso el rechazo a la vacuna contra el covid-19.

La Agencia del Medicamento ha dado el visto bueno a la vacuna contra el covid-19 y la Unión Europea comenzó la vacunación el pasado domingo, 27 de diciembre, España incluida. Es necesaria e imprescindible una comunicación transparente que evite que la vacuna se convierta en cuestión política.

A pesar de que una de las primeras opciones para limitar el contagio del covid-19 se consideraba la vacunación masiva, la OMS estima que sería más efectivo informar de manera fidedigna a la población en general sobre ella y no obligar a vacunarse pues podría hacer crecer el rechazo. Ryan, director de emergencias sanitarias de la OMS señala la importancia de informar sobre datos y beneficios de la vacuna y dejar que cada ciudadano tome sus propias decisiones y aunque al principio a la vacuna solo tengan acceso ciertos grupos de mayor riesgo, dentro de meses la población debe considerar un acto de responsabilidad inmunizarse con la vacuna. Solo para algunos grupos determinados como los sanitarios, algunos expertos de la OMS consideran que sea obligatorio vacunarse. No obstante, habrá que esperar a que la población alcance el umbral de vacunación necesario para protegerse del covid-19, inmunidad colectiva, para tomar las últimas decisiones.

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Se necesita una buena comunicación centrada en las preocupaciones de la población sobre la vacuna así como información sobre la ética de las investigaciones para el fortalecimiento y crecimiento de la confianza de la población. Igualmente, se hace necesario garantizar su distribución universal así como su gratuidad para evitar la discriminación de la población residente en países que por razones económicas o de geoestrategia puedan quedar sin acceso a la vacunación contra el covid-19.

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Gema González López es médico especialista en salud pública, Gaspar Llamazares es médico y analista político y Miguel Souto Bayarri es médico y profesor de la Universidad de Santiago de Compostela.

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