Crisis del coronavirus
La tercera ola hace más cuidadosos a los españoles con las mascarillas: el 37% usa FFP2 y el 75% mira si cumple la normativa
Las mascarillas FFP2 están a punto de convertirse en las favoritas de los españoles. Según la cuarta ronda de resultados del estudio COSMO-Spain que elabora el Instituto de Salud Carlos III junto al Ministerio de Sanidad, un 37% de los ciudadanos usa este tipo de protección, calificado como equipo de protección individual (EPI). En la tercera ronda, elaborada en noviembre, el consumo de estas mascarillas se situaba 11 puntos por debajo: sólo las usaba el 26%. Pero si estas se usan más es porque otras lo hacen menos. Las quirúrgicas han pasado de ser consumidas por el 44% de los españoles a hacerlo por el 40%; las higiénicas, por su parte, de ser usadas por el 19% a proteger al 14% de los ciudadanos.
Sin embargo, la diana ahora mismo se sitúa en estas últimas. El Ministerio de Consumo acaba de publicar en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la orden ministerial con la que pretende, según fuentes del departamento a infoLibre, que el consumidor tenga la "garantía" de que, si compra una mascarilla indicada como "higiénica", ésta realmente lo sea. "España todavía no había regulado técnica o jurídicamente el concepto de mascarilla higiénica y por eso hasta ahora había cierta permisividad a que cualquier cosa se llamase así", explican.
Han puesto una fecha límite: el 15 de marzo. A partir de entonces, todas las mascarillas que se indiquen como "higiénicas", deberán estar testadas por un laboratorio que acredite que lo son. Es decir, el concepto ha quedado definido como "todo aquel producto tan reutilizable (que puede lavarse o higienizarse) como no reutilizable (de un solo uso), con o sin accesorios, diseñado para cubrir boca, nariz y mentón, dotado de un sistema de sujeción normalmente a la cabeza o a las orejas, cuyo uso previsto es minimizar la proyección de las gotas respiratorias, que contienen saliva, esputos o secreciones respiratorias cuando el usuario habla, tose o estornuda, pudiendo también limitar la penetración en el área nasal y bucal del usuario de las gotas respiratorias de origen externo sin declarar la protección del usuario, siempre que no sea considerado producto sanitario, ni equipo de protección individual".
Gemma del Caño, farmacéutica, celebra la decisión de Consumo. "Los consumidores tendrán ahora más seguridad y podrán fiarse de cuando compren una mascarilla que dice ser higiénica, porque eso significa que cumple unos requisitos mínimos", explica desde el otro lado del teléfono. "Hasta ahora", continúa, "nos encontrábamos en el mercado muchas mascarillas que decían serlo y que luego no cumplían las normativas". Ahora, dice, saber con qué se protege una persona será más sencillo. Además, los laboratorios que incumplan esta normativa podrán ser sancionados con hasta cinco años de cierre.
Según explican las fuentes del departamento de Alberto Garzón, si esta normativa ha tardado tanto en llegar a España es porque ha tenido que obtener el visto bueno de instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Comisión Europea. Y también, indican, porque hace unos meses "la realidad era diferente a la de hoy". "Había poca producción de mascarillas y problemas de comercialización exterior. Ahora eso se ha arreglado y se dan las condiciones para acotar este concepto de mascarilla higiénica", explican. Ahora mismo, según sus datos, la industria nacional tiene capacidad suficiente como para cubrir cerca del 90% de la demanda de mascarillas.
Y eso a pesar de que ésta ha crecido si lo comparamos con el inicio de la pandemia, cuando ni siquiera el uso de las mascarillas era obligatorio como lo es actualmente. Eso, evidentemente, ha tenido un impacto incontestable en la economía de las familias españolas. Según ODS Maps, herramienta de medición en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible desarrollada por AIS Group, Esri España y el Observatorio de la Sostenibilidad, el gasto medio de los hogares en sanidad en 2020 se situó en torno a los 1.740 euros, lo que supone un incremento del 66% respecto a los casi 1.050 euros gastados un año antes, en 2019.
Por eso asociaciones como la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) han pedido al Gobierno en reiteradas ocasiones que éstas sean gratuitas. Sobre todo, a raíz de la orden ministerial de Consumo, las higiénicas, ahora sí, bien homologadas. Según sus propios datos, extraídos de una encuesta que publicaron el pasado mes de noviembre, las familias españolas gastan una media de 32 euros mensuales en mascarillas. Depende, no obstante, de la que se compre. Analizando más a fondo la encuesta, el 54% de los hogares declaró gastar menos de 20 euros mensuales; el 25%, entre 31 y 100 euros mensuales; el 2,4%, más de 100 euros. "El uso obligatorio de mascarillas debería suponer su gratuidad total, al menos para las familias más vulnerables. El resto de consumidores debería contar con un suministro mínimo mensual que permitiera aliviar el impacto económico de una medida que tiene como objetivo proteger la salud de los ciudadanos, pero que tiene un importante impacto en su economía doméstica", declara la organización.
Facua-Consumidores en Acción, en este mismo sentido, ya solicitó al Ejecutivo que las quirúrgicas tuvieran un precio máximo de 10 céntimos. "Antes de la pandemia, fabricantes nacionales suministraban las mascarillas quirúrgicas a distribuidores por 3 céntimos", criticó el secretario general de la asociación, Rubén Sánchez, que criticó "la enorme especulación en la que están incurriendo determinados fabricantes, intermediarios y grandes establecimientos con las mascarillas al aplicar márgenes de beneficio desproporcionados".
Ahora mismo su precio se encuentra en 62 céntimos, después de que el Gobierno decidiera, en el mes de noviembre, rebajar su IVA del 21% al 4%. Lo hizo después de que la Secretaría de Estado de Hacienda enviara una carta a la Dirección General de Fiscalidad y Unión Aduanera de la Comisión Europea para preguntar si la normativa comunitaria vigente amparaba una reducción del IVA a las mascarillas vendidas a particulares. "La Comisión Europea respondió este martes por la tarde confirmando que, como sostenía el Ministerio de Hacienda, la directiva comunitaria impide aplicar tipos reducidos a las mascarillas de venta al público. Sin embargo, y dada la situación extraordinaria, también traslada que no abrirá un procedimiento sancionador a España por rebajar el IVA de las mascarillas", explicaron fuentes del departamento de María Jesús Montero. Para una familia de cuatro miembros, según cálculos de la OCU, la rebaja del IVA se tradujo en un ahorro de entre 96 y 228 euros anuales.
¿Y el resto de mascarillas?
La bajada del IVA, en cualquier caso, sólo afecta a las mascarillas quirúrgicas. Al resto, no. ¿Y qué diferencias hay entre estas y las higiénicas? Según una guía publicada por el Ministerio de Consumo justo antes de la desescalada, las personas sanas deberán priorizar el uso de las higiénicas, apostar por las quirúrgicas en caso de ser positivas o presentar síntomas de covid, y emplear las EPI (FFP2 o FFP3) en caso de cuidar o estar en contacto con personas positivas o con síntomas compatibles con la enfermedad provocada por el coronavirus. En ese mismo documento, el departamento de Garzón indicaba que había tres tipos de mascarillas higiénicas: las que cumplen las especificaciones UNE 0064 y 0065, las que se someten "a ensayos y no llegan a cumplir el estándar de calidad UNE o simplemente han hecho ensayos en base a otras normas", que podían "indicar en su etiquetado que se han sometido a estas pruebas y mostrar los resultados obtenidos", y las que no se habían sometido ni a ensayos ni especificaciones. Ahora, dentro de 30 días, todas deberán probar que tienen implantada la UNE-EN ISO/IEC 17025.
Guía del Ministerio de Consumo.
Sin embargo, otros organismos opinan difernete a Consumo. Por ejemplo, el Consejo General de Enfermería ha aconsejado que la población y los profesionales utilicen las FFP2 en aquellos lugares cerrados, poco ventilados y con aglomeración de gente (como el transporte público) y, en especial, en aquellos donde haya más probabilidad de concurrir con personas portadoras del virus como, por ejemplo, centros sanitarios, sociosanitarios o farmacias. De hecho, según su presidente, Florentino Pérez Raya, deberían ser gratuitas para los colectivos más vulnerables, para todas esas familias e individuos sin ingresos o con ingresos muy bajos derivados de la situación socioeconómica desatada por esta emergencia sanitaria. "Lo ideal sería incluirlas dentro del catálogo de medicamentos y productos financiados por el sistema nacional de salud con el mismo criterio de acceso en función de la renta y las circunstancias socioeconómicas de cada ciudadano. Es lo más justo y sensato", dijo.
Países como Alemania y Francia ya obligan a usar este tipo de mascarillas en el transporte público y en el comercio, una medida que por ahora España no aplicará, aunque el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, admitió que son mejores para autoprotegerse de las posibles partículas cargadas de coronavirus.
¿Y qué hacemos con las de tela?
Pero hay otro tipo de mascarilla que, quizás, sea el más conflictivo: las de tela. ¿Qué hacer con ellas? Fuentes del Ministerio de Consumo admiten a este diario que su regulación es imposible, puesto que desde su departamento lo único que pueden hacer es velar porque el etiquetado sea acorde al producto. Que éste sea de una u otra característica es otra cosa. Del Caño también cree que no es posible hacerlo. "No se puede regular, no hay ni tiempo ni personal para tener controles sobre todas las mascarillas que hay en el mercado", explica.
En cualquier caso, según el último estudio COSMO-Spain, tan sólo el 4% de los ciudadanos utilizan este tipo de protección. Antes, en la encuesta de noviembre, se reveló que eran empleadas por un 5% de los españoles. Este descenso coincide, además, con un aumento del porcentaje de los españoles que, al comprar una mascarilla, se fijan en si esta cumple la normativa. Ahora lo hace el 75%; antes, el 72%. Los que no lo hacen han pasado de suponer el 15% al 13%.
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Ahora hay otro tipo de mascarillas: las desarrolladas por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y comercializadas por la empresa Proveil. Se trata de mascarillas de nanofibras extremadamente delgadas, con diámetros más de diez veces inferiores que las fibras convencionales, que proporciona, según la propia compañía, "una filtración mecánica altamente efectiva para partículas pequeñas en el aire sin que la eficiencia se reduzca con el tiempo". Este producto filtra partículas de coronavirus al 97% y tienen una duración de aproximadamente 16 horas —las FFP2 tienen una de 8 horas—. Pueden, además, desinfectarse con pulverizaciones gel hidroalcóholico al 70%.
Se encuentran disponibles en la página web de la empresa comercializadora, que ofrece dos packs: uno de 50 unidades a 120 euros y otro de 25 unidades a 60 euros. Próximamente, anuncian, estarán también disponibles para niños. El investigador José María Lagarón, el científico al frente del equipo que ha desarrollado estas mascarillas, ya anunció en julio que " se espera que varias empresas españolas lancen al mercado unas mascarillas sanitarias y quirúrgicas lavables utilizando este filtro".