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Crisis del coronavirus

Escudero utiliza datos tergiversados de los contagios en domicilios para seguir justificando la apertura de la hostelería

El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero.

El discurso del Gobierno de la Comunidad de Madrid con respecto a la laxitud de sus medidas contra el covid-19 y en favor de la "libertad" sigue siendo el mismo desde hace meses, con y sin Ciudadanos como parte del Ejecutivo. Este miércoles, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, volvió a dar una cifra que ya ha repetido esta semana en varias entrevistas: "El 80 por ciento de los contagios están en el ámbito familiar o domiciliario", dijo en Twitter. Lo utiliza para negar una y otra vez que mantener el interior de bares y restaurantes abierto sea un peligro con alta incidencia, en contra de lo que asegura la amplia evidencia científica disponible. Sin embargo, esa argumentación utiliza tres trampas, medias verdades, para justificar una decisión política que se ha convertido en la columna vertebral de la campaña del PP de cara a las elecciones del 4 de mayo. 

Primera trampa: contar los contagios inevitables entre convivientes

Para acercarnos a este galimatías hace falta hacerse una primera pregunta: ¿de dónde sale ese 80% de contagios en el ámbito "familiar o domiciliario"? La propia Comunidad de Madrid ofrece, en su informe epidemiológico semanal, una tabla con el ámbito de los brotes que identifican los rastreadores. Pero el "familiar o domiciliario" no aparece así, sino disgregado en otras categorías. En la última versión, de este martes, los brotes identificados en el ámbito social, que incluyen tanto fiestas ilegales en casa como una comida en un restaurante, representan el 28,57% del total de la última semana. El ámbito "familiar", donde se reúnen personas no convivientes pero con relación de consanguineidad (primos que van a ver a la abuela, por ejemplo) son un 25%. Sumados, representan algo más de la mitad. ¿Dónde está el 80%?

Escudero está presumiblemente contando los brotes que se producen entre personas de un mismo domicilio, convivientes. El propio documento indica que estos contagios ni siquiera se consideran brote, y así incide Escudero: "Solo se reportan en las tablas de brotes aquellos con circunstancias especiales por acuerdo del Ministerio con las CCAA". Para justificar la política de puertas abiertas con bares y restaurantes, los políticos del Gobierno de la Comunidad de Madrid cuentan la transmisión entre personas de un mismo techo, en la mayoría de las ocasiones inevitable: el covid es transmisible aún sin aparecer síntomas, como ya sabemos. Además, estos contagios pueden tener un origen fuera del hogar: en una fiesta o en una comida en el interior de un establecimiento hostelero. 

Segunda trampa: disgregar los brotes en la hostelería como "el ámbito social"

La Comunidad de Madrid tiene los datos de brotes identificados en bares y restaurantes. Pero no los da. En su informe epidemiológico semanal, como hemos explicado, junta los contagios identificados en "eventos y reuniones familiares", que pueden celebrarse en cualquier lugar, con "locales de ocio, hoteles y establecimientos de restauración". También incluye gimnasios, "comunidades religiosas cerradas", bodas, bautizos, etcétera. Un maremágnum en el que es imposible saber cuántas cadenas de transmisión se identifican en estos establecimientos. En lugar de optar por la transparencia, el Ejecutivo de Ayuso prefiere dar una cifra, que lleva meses según sus responsables entre el 70% y el 80%, de contagios en domicilios. 

Tercera trampa: los contagios en bares y restaurantes pueden ser irrastreables

Pero aunque la Comunidad de Madrid decidiera ofrecer una cifra, ya sea en comparecencias públicas o en informes epidemiológicos, del porcentaje de contagios que se identifican en bares o restaurantes, la cifra probablemente representaría solo una parte de la realidad, ya que la transmisión entre desconocidos es irrastreable si no se toman medidas. Si una persona da positivo y declara que ha estado en un bar, puede ofrecer al servicio de vigilancia epidemiológica el nombre del resto de comensales, a los que presumiblemente conoce. Así, el caso pasaría a engrosar la estadística del ámbito "social". La información se pierde, sin embargo, si el contagio se produce entre desconocidos. Y puede pasar, aunque las mesas estén separadas. Esta carencia podría evitarse si cada establecimiento registrara quién entra y quién sale del local en cada hora, pero la inmensa mayoría no ejecuta controles tan exhaustivos. 

Puede pasar porque la evidencia científica con respecto a la transmisión del coronavirus da gran importancia a los aerosoles. El virus puede flotar durante horas en el aire, sobre todo si el portador se encuentra sin mascarilla en un entorno cerrado –lo que se da con frecuencia en el interior de bares y restaurantes por la naturaleza de la actividad–. 

Por lo tanto, puede darse la siguiente situación hipotética: una persona acude sola a tomarse un desayuno al interior de un bar. Se contagia por los aerosoles emitidos por la persona de la mesa de al lado, que no tiene mascarilla dado que está comiendo. Tiene síntomas, contagia a su pareja conviviente. Le llama el rastreador: no sabe cómo se ha podido contagiar. Y la enfermedad de su pareja pasa a engrosar la estadística del supuesto 80% que utiliza Escudero para justificar su decisión de no cerrar los interiores de la hostelería ni tan siquiera en los peores momentos. 

'Bonus track': todo lo que no cuenta Madrid sobre la evidencia científica en su contra

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No es una trampa, sino la ocultación de información clave a la ciudadanía. Diversos estudios señalan que los interiores de bares y restaurantes, sobre todo si están deficientemente ventilados, son lugares de riesgo en la pandemia de covid-19. Otros, además, muestran que es la medida más eficaz para contener la transmisión, como alguna vez ha recordado el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes), Fernando Simón. 

"Los interiores de la hostelería son uno de los lugares con mayor riesgo para la infección por coronavirus y su cierre es una de las medidas más eficaces", aseguró el epidemiólogo Usama Bilal, el principal autor de una recopilación de 20 estudios sobre la materia ejecutada en el artículo Evidencia epidemiológica acerca del rol de la hostelería en la transmisión de la COVID-19: una revisión rápida de la literatura, que será publicado en unos días por la revista Gaceta Sanitaria. El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, siglas en inglés) califica a bares y restaurantes como escenarios de "alto riesgo" y propone su cierre entre las medidas severas para hacer frente a las variantes más peligrosas. 

Pero el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, o bien ignora la evidencia científica, o bien la oculta a la ciudadanía. 

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