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4M: Debates electorales en el multipartidismo

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Rafael Sánchez Sánchez

En la campaña electoral del 4 de mayo, al igual que en todas las citas ante las urnas, ha surgido ya la polémica en torno a los debates electorales. Isabel Díaz Ayuso, candidata a la reelección como presidenta de la Comunidad de Madrid, planteó desde el primer momento que hubiera un único debate en la Academia de Televisión, al igual que ha ocurrido en las últimas elecciones generales. Al proponer este escenario Ayuso estaba rechazando Telemadrid, medio de comunicación lógico para este tipo de eventos por ser la televisión pública de la Comunidad de Madrid y donde se han celebrado hasta ahora todos los debates de las elecciones autonómicas. Tras esta negativa de la presidenta madrileña, Telemadrid planteó a todas las fuerzas políticas que concurren a las elecciones del 4 de mayo la celebración de un debate el día 21 de abril. Por su parte, TVE ha propuesto la fecha del 29 de abril para otra cita ante las cámaras de todos los candidatos. Igualmente, La Sexta ha organizado otro debate el día 26 de abril. Tanto en el caso de Telemadrid como en el de La Sexta todos los partidos, excepto el PP, han confirmado ya su participación en estos eventos de campaña electoral.

En una reciente entrevista en Telemadrid, Ayuso ha dicho que asistirá al debate organizado por la televisión autonómica, pero dejaba en el aire una confirmación definitiva hasta que su equipo de campaña se pronunciase al respecto y llegase a un acuerdo con el resto de los partidos. Por otra parte, la intención de la candidata del PP es que haya un único debate y, como se ha publicado, esto podría derivar en que el resto de los candidatos no quieran intervenir en estos eventos, si no participa Ayuso. Pero dicho esto hay matizaciones y aclaraciones al respecto que es imprescindible considerar.

En un sistema político de bipartidismo, como el que ha tenido España desde los inicios de la democracia hasta 2014, los debates electorales eran un “cara a cara”, es decir un debate entre los candidatos de los dos principales partidos, PSOE y PP, que concurrían a las elecciones. Me gustaría insistir en la expresión “cara a cara” porque se está utilizando equivocadamente por muchos medios de comunicación al referirse de forma general a los debates, ahora de la Comunidad de Madrid con seis candidatos principales, o en las elecciones generales de los últimos años en las que han competido cuatro grandes partidos. Las dudas de algunas formaciones sobre participar en los debates de la campaña del 4M, si no asiste Ayuso, son absurdas y en mi opinión sería un error si esto ocurriera. Debe recordarse que en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 Rajoy —en ese momento candidato del PP—, no participó en uno de los debates y eso no impidió que el resto de los candidatos intervinieran. Así pues, no debe existir problema alguno para celebrar todos o algunos de los debates previstos en la campaña electoral del 4M, por el solo hecho de que Isabel Díaz Ayuso no quiera participar. Es más, resulta evidente que la gran perjudicada, en ese caso, sería la propia Ayuso.

Aclarados estos aspectos, parece oportuno destacar algunos datos relativos a la importancia de los debates en las campañas electorales, a su influencia en la decisión de voto de los ciudadanos y a los motivos —cuando el debate es un “cara a cara”— para que alguno de los dos candidatos se oponga a la celebración de este evento por pura estrategia de campaña. Debe tenerse en cuenta, por obvio que parezca, que en un “cara a cara” el candidato que aspira a la reelección tiene la “sartén por el mango”, en cuanto a la celebración o no del debate. Por este motivo, y de forma general, si las encuestas reflejan una clara victoria sus estrategas de campaña recomendarán que no acepte debatir. Cosa distinta es si los sondeos reflejan un empate en la intención de voto. En este caso el debate se hace necesario para facilitar su victoria en las urnas.

Los debates son muy importantes en una campaña electoral y pueden decidir el resultado de las elecciones. Esto ocurre especialmente en la cita antes las urnas que tienen los madrileños el 4M, ya que según la mayoría de las encuestas hay un alto porcentaje de ciudadanos que todavía no han decidido su voto. Pero debe tenerse en cuenta que en un debate se pueden cometer errores —por muy bien que los candidatos se hayan preparado— y que un solo error puede llevar a perder el debate y posiblemente las elecciones.

Es oportuno también echar una mirada a los antecedentes históricos de los debates electorales para tener una visión completa de este tipo de eventos. Los debates electorales en televisión constituyen el acontecimiento mediático más importante de una campaña electoral. La prueba más evidente del interés que despiertan estos eventos políticos son los altos índices de audiencia que consiguen. El primer debate de la historia de la televisión, celebrado en 1960 entre Richard Nixon y John F. Kennedy, tuvo 100 millones de telespectadores.

En España los dos debates de 1993 que enfrentaron a José María Aznar y Felipe González, en Tele5 y Antena3, consiguieron respectivamente 9 y 7 millones. Estas audiencias fueron superadas por los cara a cara de 2008 entre Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, que consiguieron 13 millones de espectadores en el primer debate -el programa más visto en la historia de la televisión en España - y 12 millones en el segundo. La última cita de dos candidatos para debatir ante las cámaras de una televisión se produjo el 7 de noviembre de 2011 con motivo de las elecciones generales. En esa ocasión Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy mantuvieron un único debate que realizó la Academia de Televisión, al negarse el PP a celebrarlo en Televisión Española. La audiencia de este cara a cara fue menor, 12 millones de espectadores, pero se convirtió en el evento político más importantes de la campaña del 20N. En cuanto a la influencia que tienen los debates en el electorado, aunque las numerosas investigaciones realizadas no aportan conclusiones definitivas, sí parece evidente que influyen en los indecisos atrayéndoles hacia el candidato más carismático. Pero, sin duda, el aspecto más importante de estos enfrentamientos de los candidatos ante las cámaras, es el alto riesgo que corren, porque una buena preparación ayuda, pero un gesto, una mirada equivocada o el simple nerviosismo, son suficientes para perder un debate.

Ayuso sabe que arriesga mucho en un debate electoral y por ello su equipo de campaña ha elegido por motivos estratégicos la fecha del 20 de abril para celebrar un único debate en la Academia de Televisión. El motivo parece claro, si Ayuso cometiera algún error al enfrentarse con el resto de los candidatos y claramente perdiera el debate, al transcurrir 14 días hasta la jornada electoral del 4M, su “nocivo” efecto en la intención de voto de los madrileños quedaría diluido, caería en una especie de olvido y tendría escasa influencia a la hora de votar.

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Así pues, los debates electorales son muy importantes, en mayor o menor medida influyen en los ciudadanos, pero al mismo tiempo son “una excelente ocasión de ganar, pero también de perder”. Los candidatos, y especialmente Ayuso, lo saben y por ello no tomarán una decisión definitiva sobre su celebración o no hasta que sus equipos de campaña, en sus negociaciones con las televisiones, tengan todo atado y bien atado.

PD.-Una vez finalizada la redacción de este artículo, pero antes de su publicación, se confirmaba que Isabel Díaz Ayuso aceptaba intervenir el día 21 de abril en el debate de Telemadrid.

Rafael Sánchez Sánchez, analista político y socio de infoLibre

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