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Diez años del 15M

Dónde están diez años después Democracia Real Ya, Juventud sin Futuro y la galaxia de colectivos que llenaron Sol

Juan y Silvia, dos de esos miles jóvenes que hace una década se organizaron en torno al 15M, posan en la Puerta del Sol con uno de los carteles de la manifestación del 15 de mayo de 2011.

Martes, 27 de septiembre de 2011. Quedan dos meses para las elecciones generales en España y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, continúa sus ataques contra aquel movimiento que convirtió en mayo de ese mismo año la Puerta del Sol en el epicentro de la indignación política en un país que trataba de hacer frente a una durísima crisis económica. Lo hace a primera hora de la mañana través de su cuenta personal de Twitter: “Bajo la apariencia de inocentes movilizaciones que se pretenden formas de democracia directa se esconde la deslegitimación de nuestro sistema representativo”. A Aguirre nunca le gustó el 15M. Decía que no representaba al pueblo, a pesar de que las encuestas mostraban que más de seis de cada diez ciudadanos respaldaban aquello impulsado por un puñado de organizaciones –las principales ya desaparecidas con la llegada de nuevas formaciones políticas– que terminó cristalizando en una miríada de colectivos que, una década después, sigue trabajando en la sombra.

Fueron los más jóvenes los que se encargaron de prender la mecha del descontento siguiendo los pasos de sus homólogos ingleses o portugueses, que tomaron las calles a finales de 2010 y comienzos de 2011 para protestar por la precariedad, la falta de expectativas de futuro o los recortes educativos. El 7 de abril, un mes antes de la toma de Sol, alrededor de dos millares de estudiantes marcharon por la capital convocados por el colectivo Juventud Sin Futuro (JSF), un sujeto activo gestado en el ámbito universitario que no tardó en ganarse los apoyos de otros tantos colectivos de la sociedad civil. “Sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo” podía leerse en la pancarta que abría la manifestación. “Queremos recuperar nuestra capacidad para ser actores de un motor de cambio, combatiendo un país de precariedad”, rezaba, por su parte, el comunicado. Aquel texto que acumuló miles de firmas. Algunas de ellas, de personalidades del mundo académico o cultural, como los poetas Marcos Ana y Luis García Montero o la escritora Almudena Grandes.

Pero un par de meses antes de aquello, algo se estaba gestando ya en las redes sociales. En febrero, un joven abogado puso en marcha la “Plataforma de coordinación de grupos pro movilización ciudadana”. Un grupo en Facebook que terminó convirtiéndose en el germen de Democracia Real Ya (DRY), encargada de convocar las manifestaciones del 15M en diversas ciudades españolas. Al colectivo se fueron acercando Juventud Sin Futuro y otros tantos movimientos como Attac o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

“Tuvimos varias reuniones con DRY para formalizar nuestra relación y hacer un curro conjunto de cara al 15. Muchas de nosotras ya estábamos dentro de dicha plataforma, pero consideramos imprescindible mantener nuestra marca de JSFmarca y adherirnos con ella a dicha manifestación. […] Habíamos conseguido una potente firma capaz de movilizar a mucha gente con un discurso bien definido y afianzado”, cuentan Andrea Raboso y Andrés Merino en el libro Juventud Sin Futuro (Icaria, 2011).

Manifestación en Madrid de Juventud Sin Futuro el 7 de abril de 2011.

Una década después de que Sol se convirtiese en una suerte de ciudad indignada dentro de la capital, JSF ha desaparecido. La que fuera una de las semillas del 15M dijo adiós una vez saltó por los aires el sistema bipartidista en las elecciones generales de 2015. “Hoy nos despedimos siendo conscientes de que aún miles de jóvenes de todo el país siguen sufriendo la precariedad laboral, siguen encadenando becas por trabajo, siguen sin poder acceder a una vivienda, siguen sin poder acceder a la universidad, siguen haciendo la maleta y dejando atrás su vida para buscar esa oportunidad que aquí no tienen. Pero, a pesar de esto, nos despedimos sabiendo que hoy día esos problemas no se sufren en silencio”, señalaban en el artículo “Quisieron robarnos el futuro, pero nos quitaron el miedo”, publicado en marzo de 2017 en elDiario.es y que sirvió como carta de despedida del colectivo.

Democracia Real Ya: de la división a la inactividad

Mucho más complicada fue la etapa post 15M en la marca Democracia Real Ya. Solo once meses tardó la unidad en saltar por los aires. Cuando apenas quedaban tres semanas para el primer aniversario del movimiento, el colectivo se partió en dos tras una asamblea extraordinaria en la que se decidió convertir a DRY en una asociación sin ánimo de lucro. La parte encabezada por Fabio Gándara, el abogado que puso en marcha el grupo en redes sociales en febrero de 2011, consideraba necesario cambiar la estructura para dejar atrás la parálisis generada por algunos procesos asamblearios. La otra, sin embargo, restaba legitimidad a aquel encuentro y creía que el cambio de estatus jurídico significaría una pérdida de la horizontalidad

Al final, Gándara y otros cuatro de los miembros que trataron de impulsar la reconversión de la plataforma fueron expulsados de la misma. Surgió así la Asociación DRY, que un año después contaría con el espaldarazo explícito desde Italia del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo. “Aquella asociación no tuvo mucho recorrido. De hecho, algunos de sus impulsores pronto se quitaron de en medio”, cuenta Francisco Jurado, entonces miembro del sector crítico con la idea de cambiar el estatus jurídico y hoy responsable de Sociedad y Participación de Más País Andalucía.

¿Y qué pasó con la otra parte de la organización? “Hace tiempo que dejamos de hacer actividades como plataforma. No hubo una directriz, pero poco a poco los nodos fueron dejando de hacer reuniones. Se fueron apagando”, señala el jurista, que acaba de publicar el libro Un caos bonito. Relato de una década de la #SpanishRevolution (Lengua de Trapo, 2021).

Para este aniversario, no obstante, DRY Madrid ha vuelto a activarse para coordinar los actos de celebración, entre ellos una concentración y asamblea en la Puerta del Sol.

Trabajando sin tantos focos

El letrado Eric Sanz de Bremond cuenta a infoLibre que estuvo en la Puerta del Sol “desde la primera noche”. Entonces, tenía 27 años. Ahora, con 37, sigue trabajando, además de en la cooperativa de abogados madrileña Red Jurídica, en la Comisión Legal Sol, un grupo que se dio cita desde el primer momento en el kilómetro cero para asesorar a los participantes en lo referido a los derechos de reunión, a las comisiones y grupos de trabajo en la formulación jurídica de sus propuestas o para personarse en la defensa de los detenidos y lesionados aquel mes de mayo de 2011 y que todavía sigue funcionando.

“Seremos entre diez y veinte personas, nos reunimos semanalmente y damos apoyo a quien nos pida cobertura”, cuenta. De hecho, fue este mismo abogado el que consiguió el pasado mes de marzo que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenase a España por no investigar de forma “completa y eficaz” la agresión policial a una manifestante en el primer Rodea el Congreso, la marcha de septiembre de 2012.

El 15M terminó originando un enorme entramado de colectivos. “No desapareció el movimiento, sino que se difundió por el tejido social, con asambleas de barrio, acciones de defensa contra las injusticias y extensión de prácticas económicas alternativas”, reflexionaba el sociólogo Manuel Castells en “¿Adónde van los ‘indignados’?”, un artículo publicado en La Vanguardia un par de meses antes del primer aniversario del movimiento.

Al calor de aquel mayo de 2011 nació, por ejemplo, 15MpaRato, la plataforma ciudadana impulsada por el colectivo Xnet que se querelló contra el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato y propició el estallido del caso Bankia o las tarjetas black. O cogieron impulso las famosas mareas ciudadanas en defensa de los servicios públicos –la verde para la educación y la blanca para la sanidad, entre otras–, unas marchas que fueron multitudinarias, aunque poco a poco han ido perdiendo fuelle, y que solía amenizar la Solfónica, el coro de los indignados que floreció en la asamblea de Cultura del 15M y que, todavía en la actualidad, sigue ensayando.

Una década después también siguen trabajando a pleno rendimiento otras organizaciones que, aunque ya estaban constituidas antes de que se tomara la Puerta del Sol, contribuyeron al impulso del movimiento. Una de ellas es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que echó a andar en Barcelona en 2009 cogiendo el testigo del colectivo conocido como V de Vivienda y llegó a Madrid en febrero de 2011. Diez años más tarde, solo distribuidas por la geografía madrileña tienen casi una treintena de nodos, que van desde Carabanchel o Vallecas hasta Móstoles, Torrejón de Ardoz o la Sierra Norte. Más de dos centenares de delegaciones distribuidas por todo el país que han conseguido paralizar algo más de dos millares de desahucios, según las cifras de la propia organización.

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En artículo de despedida, Juventud Sin Futuro recordaba que había nacido “con el ansia de fracturar un régimen” que no les “representaba”, promoviendo “un cambio político”. “Ahora hay otros espacios en los que se puede militar, todo lo que teníamos que hacer ya lo hemos hecho”, decían. Algunos de los integrantes del colectivo estuvieron en el nacimiento de Podemos. De hecho, al menos siete formaron parte de la primera dirección –Consejo Ciudadano Estatal– de la formación morada, de los cuales algunos se encuentran hoy formando parte de Más Madrid: Miguel Bermejo, Rita Maestre, Sara Bienzobas, Eduardo Fernández Rubiño, Miguel Ardanuy, Segundo González y Jesús Gil Molina. Juventud Sin Futuro fue, del mismo modo, cantera de otros dirigentes políticos como el exsecretario general del partido en la Comunidad de Madrid Ramón Espinar o la diputada madrileña Isa Serra.

Podemos fue, en parte, fruto de aquel descontento político que cristalizó en el 15M. Los impulsores del partido morado supieron leer bien el momento y canalizar ese hartazgo social que se respiraba en el ambiente. Algo que otros no supieron hacer. Un ejemplo de ello se encuentra en el Partido X, impulsado en 2013 por personas que participaron activamente en el movimiento indignado. En las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, las primeras a las que concurrieron, cosecharon algo más de 100.000 papeletas, un 0,64%.

Unos meses más tarde, anunciaban que no se presentaría a los siguientes comicios. “Estamos aportando nuestro método de trabajo y nuestra competencia a muchos grupos ciudadanos que se organizan para acabar con el caciquismo y conseguir una democracia real”, exponían. Sus últimas cuentas públicas, las de 2019, las cerraron en números rojos, con un resultado del ejercicio de 73 euros negativos.

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