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El sueño que Ramona encontró en el guardarropa del Thyssen

Todos los martes y los viernes durante medio año, Ramona cogía el metro y el cercanías para recorrer medio Madrid ella sola. Todo para llegar desde San Nicasio —el barrio de Leganés en el que vive con su madre— hasta el Museo Thyssen, con la ilusión ardiente de quien empieza cada día la gran aventura de su vida.

Para cualquier otra mujer de veintinueve años, este periplo mañanero podría resultar algo fácil, cotidiano, anodino, pero para ella era un reto. Cuando llegaba, se ponía la chaquetilla del uniforme y se convertía en una más en el guardarropa, atendiendo las necesidades de los visitantes y regalándoles una sonrisa que se dibujada tímidamente tras la mascarilla y en las arruguitas de sus ojos.

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Gracias a estas prácticas en el Museo Thyssen, hoy Ramona es más independiente, más autónoma, más resolutiva. Son los frutos de la oportunidad que le dieron en Más sueños, menos límites, el proyecto del Grupo AMÁS en el que han participado otras cincuenta y ocho personas con discapacidad intelectual como ella. ¿El objetivo? Apoyar sus sueños y darle la vuelta al mercado laboral regalándoles una oportunidad en la empresa en las que les gustaría aprender y trabajar.

A Ramona, siempre le había gustado el arte y dibujar, desde que de niña en Guinea Ecuatorial jugaba a la rayuela y dibujaba garabatos en el suelo. Cuando visitó el museo por primera vez con su grupo del centro ocupacional se quedó impresionada. Su cuadro favorito es el de la Bailarina basculando, de Edgar Degas. “Me recuerda a la cultura de mi país, a sus colores y a sus vestimentas tradicionales”, explica frente al cuadro.

A su lado está Marta, la encargada del guardarropa. Ella es quien la ha acompañado durante todos estos meses de prácticas. Desde el primer día, han construido juntas un vínculo muy especial. “Estaba muy nerviosa, pero a la vez emocionada. Me preguntaba todo el rato: ‘¿Cómo será mi compañera? ¿Cómo me recibirá?’, recuerda Ramona. “Fue amor a primera vista, en cuanto nos conocimos, hubo una química automática y así hasta el día de hoy. Rompió todos los prejuicios que podía tener. Absolutamente todos”, añade Marta. “Ramona es genial, tenga o no tenga unas capacidades diferentes a las mías”.

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