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Nestlé, Danone y Coca-Cola intentan lavar su imagen de grandes depredadores de agua
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Para las multinacionales embotelladoras de agua, el lavado de cara ecológico y la creación de redes de influencia es una cuestión de supervivencia. Mientras las reiteradas sequías ponen en peligro el suministro de agua potable en algunos departamentos franceses y se multiplican los vínculos entre el descenso de las capas freáticas y las extracciones industriales, las compañías intentan pintar de verde, o dar la impresión de que lo hacen, una actividad a menudo dañina para el medio ambiente.
En la foto publicada en el periódico La Montagne el pasado mes de marzo, un nutrido grupo de alumnos de una escuela infantil de Puy-de-Dôme se agolpa junto el cercado de una granja de ovejas. El alumnado “ha descubierto el mundo del pastoreo y la agricultura de montaña”, puede leerse en el pie de foto. Lo que los niños no saben es que forman parte de un plan de comunicación local de Danone, cuya marca Volvic está acusada de poner en peligro los recursos hídricos del departamento, como reveló Mediapart (socio editorial de infoLibre). Mientras que la multinacional acaba de prometer nuevas inversiones para reducir sus extracciones de agua de cara al verano, el proyecto educativo “Un pastor en mi escuela” es un concentrado de la estrategia de las virtudes ecológicas de Danone, que implica a responsables políticos locales y acciones aparentemente ecológicas.
Mediapart ha tenido acceso al contrato de colaboración entre Danone y el Parque Natural Regional de los Volcanes de Auvernia, autoproclamado “el mayor parque natural regional de la Francia metropolitana” y que tiene casi 400.000 hectáreas. Este contrato lo ratificaron los políticos locales en diciembre de 2020 y tiene validez durante un periodo de un año. El objetivo de este documento no es tanto proteger el medio ambiente como la imagen de la marca Volvic.
El aspecto educativo de las acciones previstas y apoyadas por Danone con 10.000 euros se resume en unas pocas líneas. Pero el documento se vuelve muy preciso cuando se trata de describir lo que los representantes políticos pueden y no pueden hacer. “El socio [el parque natural] se compromete a no dañar la reputación de Danone Eaux y, más ampliamente, del grupo Danone y sus filiales”, puede leerse. Además, el organismo público debe abstenerse de “comunicar externamente temas que puedan tener un impacto en el negocio o la reputación de Danone Eaux sin compartir primero el contenido con Danone Eaux”. Uno de los principales problemas del parque son las repetidas sequías, que están dañando el ecosistema del departamento y de las que Danone es en parte responsable.
En concreto, esta cláusula podría traerle problemas a Lionel Chauvin, en el ejercicio de sus funciones al servicio de Auvernia. Desde el pasado mes de febrero, este consejero departamental del Puy-de-Dôme preside el parque regional. Simultáneamente, Chauvin es miembro del organismo público encargado de “definir la gestión de los recursos hídricos de la Chaîne des Puys”. Labor en virtud de la cual puede tener que tratar cuestiones relacionadas con las extracciones de agua de las empresas industriales, incluida Danone.
No hay riesgo de mezclar cuestiones, replican desde la dirección del parque. “Desde febrero de 2021, ninguna deliberación en el orden del día de los órganos que usted menciona ha hecho necesario que se ausente el presidente del Parque Natural Regional de los Volcanes de Auvernia. Si fuera el caso, se ausentaría sin ningún género de dudas”. En la misma línea se manifiestan en Danone, que tratan de restarle importancia a la cuestión: “Se trata de una cláusula habitual en este tipo de contratos que no impide en absoluto que el sindicato mixto del Parque Natural Regional de los Volcanes de Auvernia se exprese”.
Si, a pesar de estas precauciones, se produjera una “crisis susceptible de tener un impacto en la reputación de una de las partes o del grupo Danone […], los respectivos dirigentes de las partes entrarán en contacto rápidamente para examinar, evaluar y gestionar la crisis y encontrar una forma mutuamente satisfactoria de afrontarla”, añade el documento. En definitiva, una forma de poner a los responsables del parque regional al servicio de la comunicación de crisis de Danone.
Cuando se le pregunta por estos métodos y por la sinceridad de su compromiso con el medio ambiente, la empresa destaca sus “logros” en favor del medio ambiente. Como “la instalación de colmenas en el impluvio, que permite medir la calidad ambiental de la flora mediante el polen recogido” o “la creación de una reserva regional de 60,5 hectáreas, que alberga 15 especies y más de 500 individuos hibernantes”.
Por su parte, Jean-Christophe Gigault no duda de la sinceridad de Danone. Este excargo público encarna a la perfección los diferentes niveles de la estrategia de influencia de la empresa en el territorio. Como teniente de alcalde de Volvic, al frente de medio ambiente hasta las últimas elecciones, supo de primera mano los 3,7 millones de euros que la empresa paga anualmente al ayuntamiento por el recargo aplicado por el agua mineral. En 2020, este maná representó nada menos que el 43% de los ingresos operativos reales de Volvic.
Y, como administrador del Comité de Medio Ambiente para la protección del impluvio de Volvic (Cepiv), organismo que agrupa a los cuatro municipios del impluvio (Volvic, Charbonnières-les-Varennes, Pulvérières y Saint-Ours-les-Roches) y que está financiado en dos terceras partes por Danone, supervisó las obras financiadas aquí y allá por la embotelladora para garantizar la lealtad de los políticos. Entre los proyectos financiados por el Cepiv, destacan la creación o el mantenimiento de plantas de tratamiento de agua, la instalación de cuencas para filtrar el agua de lluvia, el saneamiento de la red de alcantarillado, pero también la organización de los muy mediáticos campamentos de trabajo ecológico, en los que participan empleados de Danone, ONG y ciudadanos de a pie. Desde hace algunos años, el Cepiv financia incluso... la brigada ecuestre de la Policía Municipal de Volvic, que recorre el impluvio.
Por último, como director regional de la Liga para la Protección de las Aves (LPO), Chauvin ha podido beneficiarse de la generosidad de la empresa. Danone ha desembolsado 200.000 euros en diez años, es decir, alrededor del 0,2% de su facturación en Volvic, para apoyar acciones de protección del milano real, el ave que flanquea todas sus botellas de plástico, según la LPO. ¿Podría esta relación privilegiada suponer un conflicto de intereses, cuando la LPO forma parte de la comisión local del agua (CLE) del plan de desarrollo y gestión del agua (Sage) del Allier Aval y participa como tal en la gestión del agua?
Una pregunta fuera de lugar, según Jean-Christophe Gigault: “La financiación aportada por Danone se realiza en forma de mecenazgo, por lo tanto a cambio no hay ninguna contrapartida [...], sobre un tema que no concierne a los recursos hídricos y cuya acción [la protección del milano real] no se desarrolla en el territorio del impluvio de Volvic, sino en Auvernia”.
En el Conservatorio de Espacios Naturales de Auvernia (CEN), tampoco le hacen ascos a la generosidad de Danone. El director de la organización, Pierre Mossant, admite a Mediapart que los diversos proyectos que cuentan con el apoyo del Cepiv, por importe de 125.000 euros entre 2005 y 2015, representan “obviamente” un “riesgo de respaldar el lavado de imagen verde”. Sin embargo, refuta el otro riesgo existente para la estructura, el de que exista conflicto de intereses cuando participe en los órganos locales de decisión sobre el agua –como el esquema de desarrollo y gestión del agua– como representante de los usuarios. “No existe conflicto de intereses porque no hay flujo financiero. Es estrictamente bilateral, no interviene en absoluto en las decisiones del SAGE”, apunta Pierre Mossant.
Nestlé Waters no es ajena al lavado verde lavado verde y a la búsqueda de influencias. Las prácticas de la empresa suiza de los Vosgos se han convertido recientemente en un caso de libro sobre el lavado de cara verde. Al igual que sus dos compadres Coca-Cola y Danone, la empresa participa desde hace un cuarto de siglo en la campaña nacional “Gestos limpios”, cuyo objetivo es “sensibilizar al público” en la “lucha contra los vertidos ilegales”. Una participación particularmente cómica, al día siguiente de la revelación por parte de We Report en Libération de la existencia de vertederos ilegales... en terrenos de Nestlé, en los Vosgos.
Una práctica que ha sido admitida por un alto directivo de la filial de Nestlé en los Vosgos, que admite que la empresa tenía conocimiento de nueve vertederos ilegales de residuos plásticos en sus instalaciones. Esto no impidió que permaneciera de brazos cruzados tras las primeras denuncias de los vecinos en 2014. Una contaminación masiva del suelo que representa potencialmente un riesgo para las capas freáticas de las que procede el agua de Vittel, Hépar y Contrex, y los medios acuáticos de esta región más allá del perímetro de las aguas minerales, según Jean-François Fleck, de la asociación Vosges Nature Environnement.
Al igual que sus homólogas francesa y estadounidense, la empresa suiza no siempre opera bajo su propia bandera. Incluso aunque esto signifique difuminar las pistas, como sucedió con La Vigie de l'eau. Esta asociación de Vittel para la “cultura y educación científica y técnica sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible”, que realiza numerosos talleres en las escuelas y se presenta como “independiente”, es sospechosa ante la Justicia de haber incurrido en interés ilegal en beneficio de la multinacional. Se cuestiona la financiación por parte de Nestlé de la asociación, en el momento del nacimiento de ésta, por importe de 300.000 euros, y de su participación en el proceso de gestión local del agua.
La asociación tendrá que defenderse ante el tribunal de Nancy el próximo mes de septiembre, junto a una antigua concejala. “Ningún miembro activo de Nestlé participa ya en el consejo de administración de La Vigie de l'eau desde 2016, e incluso antes, nunca ha influido en las acciones y orientaciones”, modera la asociación acusada, que espera “que se haga Justicia y sin escuchar a las voces, que han hecho mucho ruido, en este debate”.
“Es la garantía científica de Nestlé”, replica Renée-Lise Rothiot, portavoz del colectivo ciudadano Eau 88 de Vittel. “Su función es ocuparse del lobby de Nestlé en los ámbitos educativo y cultural”lobby. Y no faltan ejemplos. Como una exposición temporal titulada “Aguas subterráneas para proteger” y montada por La Vigie de l'eau en octubre de 2018, en colaboración con Agrivair, una filial de Nestlé Waters. Esta exposición, que recibió 17.260 euros de Nestlé, según reconoce la multinacional a Mediapart, explicaba a los visitantes, entre otras cosas, que el agua mineral, “protegida de forma natural, no pasa por ningún tratamiento”. A diferencia… del agua del grifo. Aunque La Vigie de l'eau reconoce la financiación de Nestlé e incluso que la exposición fue “un servicio prestado a petición de Agrivair”, asegura que no hubo “ninguna presión relativa al contenido”.
Para garantizar la calidad de “su” agua y demostrar que está del lado de la sociedad civil para proteger el medio ambiente, la empresa suiza también lleva a cabo proyectos con varias asociaciones de los Vosgos que promueven la “jardinería sin pesticidas”. Estructuras que realmente mantienen vínculos estrechos y discretos con la multinacional. Como Plaine de jardin, que realizó, en 2017, una “encuesta sobre las prácticas de 3.000 jardineros aficionados de Vittel-Contrexéville” y de los municipios de alrededor. Y que, en agosto de 2020, participa en la Semana de las Alternativas a los Plaguicidas en la región de Vittel, en la que también participa Nestlé. En apariencia, la empresa suiza y la asociación de la ley de 1901 comparten la misma preocupación por el medio ambiente y la capa freática y colaboran regularmente. Sin embargo, los estatutos de la asociación cuentan una historia diferente: un ejecutivo de Nestlé Waters preside la asociación y un empleado de una filial de Nestlé ejercer de secretario.
En el verano de 2019, es la asociación Les Jardiniers de l'Épine la que surge discretamente de la tierra en Vittel. Una estructura que promueve su “escuela de apicultura” y su “jardinería natural”, en la zona conocida como “de la Espina”, situada frente a la planta de embotellado. Hay que leer con detalle los estatutos de esta asociación para cómo se presenta a Nestlé Waters Vosges y Agrivair como “colaboradores”. Para la empresa suiza, esta vinculación tiene un carácter ético: “Nestlé Waters ha prestado y seguirá prestando su apoyo a todas las actividades, incluidas las asociaciones, relacionadas con la preservación de los recursos hídricos o la revitalización de la región de los Vosgos”.
El modus operandi de Coca-Cola, que posee cinco fábricas en Francia, es mucho menos discreto. La Camarga se ha convertido en un importante escaparate de su operación global de desminado, denominada “Replenish” (llenar) . Este programa pretende “devolver a la naturaleza el 100% del agua utilizada” en el mundo por Coca-Cola para producir sus decenas de marcas de bebida. Un objetivo que se habría alcanzado en 2017, según la empresa. Esto es suficiente para que nos olvidemos de sus explotaciones en India y México, a las que se acusa de secar territorios y privar a los habitantes del acceso al recurso.
De 2015 a 2020, el productor de bebidas refrescantes fue uno de los principales socios privados de una operación a gran escala llevada a cabo en el emplazamiento de los estanques y marismas de las salinas de la Camarga. Una superficie de 6.500 hectáreas adquirida en 2008 a la empresa Salins du Midi para el Conservatorio del litoral, una institución pública. Un espacio de dunas y estanques dañados tras décadas de producción de sal, sinónimo de artificialización del terreno, que debía ser reconectado a las redes naturales de agua dulce.
Durante cinco años, el Parque Natural Regional de la Camarga, la Sociedad Nacional de Protección de la Naturaleza (SNPF) y el instituto de investigación Tour du Valat recibieron financiación de Coca-Cola, canalizada a través del WWF, para llevar a cabo este trabajo. Los resultados fueron aclamados a nivel local. En 2020, el WWF estimó que la primera fase del proyecto había “cumplido su objetivo esencial”, es decir, “devolver a la naturaleza más de 1.700 millones de litros de agua dulce al año gracias a importantes obras hidráulicas”. Una cifra que Coca-Cola enarbola inmediatamente en sus soportes de comunicación.
Coca-Cola no precisa el volumen total de agua que emplean sus plantas en Francia. En 2010, la empresa explicaba al periódico Le Monde que produce 1.700 millones de litros de bebidas al año. A pesar de los esfuerzos por reducir las pérdidas durante la fabricación, Coca-Cola calcula que se necesita una media de 1,2 litros de agua para producir un litro de bebida (sin contar el agua utilizada para producir los ingredientes utilizados en la producción, como el azúcar). Es decir, cerca de 2.000 millones de litros tomados cada año solo en Francia. Una tendencia que no tiene visos de invertirse pronto; a principios de 2020, la firma estadounidense anunció que quería invertir 1.000 millones de euros en Francia durante los próximos cinco años para modernizar sus fábricas y crear una nueva línea de producción.
“La línea que separa el lavado verde de la sinceridad es complicada, somos conscientes de ello", coincide Jean-Jacques Bravais, director administrativo y financiero del Tour du Valat, una estructura reconocida en todo el mundo por su conocimiento de los humedales. “Las empresas son a la vez parte del problema y parte de la solución”, continúa. ¿Con la condición de no entrar en una relación de dependencia? “Ningún mecenas ha intentado nunca influir en nuestro trabajo”, asegura Jean-Jacques Bravais, para quien un contrato como el firmado por Danone con el Parque Regional de Auvernia sería impensable: “Nunca hemos tenido este tipo de cláusulas, de lo que podemos hablar públicamente. No se aprobaría. Sería un motivo inmediato para romper la relación con el patrocinador”.
Prolija a la hora de exponer sus acciones en la Camarga, Coca-Cola lo es mucho menos cuando se trata de hablar de finanzas. “No hablamos de nuestras inversiones”, dice la empresa. El WWF, por su parte, reconocer la suma de 1,7 millones de dólares (más de 1,4 millones de euros) inyectada por Coca-Cola en el periodo 2014-2020.
La memoria de actividades de 2015 de la Tour du Valat da una idea de las partidas de gasto que cubre la compañía; 130.000 euros se dedican a “seguimiento científico” y “análisis de la calidad del agua”, 78.000 euros a trabajos de “conexiones hidráulicas” o 7.000 euros a la financiación de “instrumentos de comunicación”. Calderilla para la empresa que facturó 33.000 millones de dólares (casi 28.000 millones de euros) en 2020.
Sin embargo, sobre el terreno, la presencia de la multinacional irrita a algunos actores locales. “Este tipo de asociación me plantea un problema porque Coca-Cola utiliza nuestro territorio para lavar su imagen”, señala un concejal de un pueblo próximo al parque. “Su financiación sigue siendo más bien anecdótica en comparación con todo lo que gastan las autoridades públicas o las asociaciones medioambientales. Para Coca, es una campaña publicitaria de bajo coste para un proyecto que se habría llevado a cabo de todos modos, incluso sin ellos”, señala un activista medioambiental, que prefiere que no se mencione su nombre “para no ofender” a las grandes organizaciones del sector.
De hecho, el dinero de Coca-Cola, canalizado vía WWF, sólo financió una parte de los trabajos de reconexión hidráulica realizados. Del resto se encargaron actores públicos como la Agencia del Agua, la región y el programa “Life + MC Salt” de la Comisión Europea, que inyectó casi 1 millón de euros en la operación en 2010, cuatro años antes de la llegada de Coca-Cola.
Preguntado por su participación en la financiación de todo el proyecto de renaturalización, el embotellador estadounidense no responde. WWF estima que es “bastante baja”, sin poder dar una cifra precisa. Fuentes conocedoras del caso lo cifran en aproximadamente un 10%.
Además, estos trabajos forman parte de un proyecto mucho más amplio realizado en toda la Camarga a través del Contrato Delta y financiado con 32 millones de euros, fundamentalmente con dinero público. En estas condiciones, la contribución de la Coca-Cola es más propio del riego por aspersión... o por goteo.
Para la empresa estadounidense, estos pocos cientos de miles de euros gastados se recuperan en gran medida con la mejora de su imagen. En sus publicaciones, el WWF apoya el comunicado de la multinacional al escribir que el proyecto habría “permitido, tras cuatro años de trabajo, devolver a la naturaleza más de 10.000 millones de litros de agua dulce”. Sin embargo, este método de cálculo es muy cuestionado: en 2018, una amplia investigación del periódico online estadounidense The Verge revelaba que Coca-Cola habría “exagerado enormemente sus resultados relativos al agua”.
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Traducción: Mariola Moreno
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