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Transición verde: cómo y para quién

La sede de Red Eléctrica de España, en una imagen de archivo.

Rose M. Vargas | Beatriz Ivo

Escribimos en nombre de la Asociación Di No a las Torres en el Valle de Lecrín, situado a las faldas de Sierra Nevada y a mitad de camino entre Granada y el Mediterráneo. En octubre del 2018, un grupo de vecinos del Valle tuvimos noticia de que Red Eléctrica (REE) pretendía construir una macro infraestructura de líneas de alta tensión que cruzarían por el medio del Valle y a la que acompañaba una sub-estación de 28.000 m2. El proyecto iba a suceder a espaldas de los vecinos y el destrozo que suponía era irremediable, sin aportar absolutamente nada a los habitantes del lugar. Solamente en términos de pérdida patrimonial suponía más de 320 millones de euros además del cierre de negocios y pérdidas de puestos de trabajo, despoblación, pobreza y un importante etcétera. Reunimos información, la compartimos con los vecinos y los medios, contactamos a las autoridades, presentamos alegaciones y conseguimos que se detuviera en mayo de 2019.

Ahora, en febrero de este año, el proyecto ha vuelto a aparecer en el Plan de Energía Nacional. El plan recoge la construcción y ampliaciones de la sub-estación, si bien no se dice nada sobre las líneas. Además, en estos meses ha aparecido un nuevo proyecto que se añade al de REE: la empresa Villar Mir pretende construir una planta hidráulica para producir energía que evacuaría hasta la sub-estación mencionada, cruzando el Valle con más líneas de alta tensión, además de sub-estaciones adicionales y aerogeneradores como secuelas del proyecto principal.

Paralelamente, en estos dos últimos años, se viene hablando cada vez más de las “energías verdes”, de la descarbonización y las energías renovables, de la necesidad también de cuidar la España rural y evitar que se siga vaciando, de hacer propios los Objetivos del Milenio –todo lo cual es evidente que compartimos–. Pero la realidad es que detrás de este discurso se siguen planteando proyectos como los que hoy amenazan al Valle.

Cambiar la matriz energética a un medio de producción eficiente y renovable es un requisito previo para el desarrollo sostenible que el planeta necesita. Sin embargo, es fundamental preocuparse no solo por el tipo de energía, sino también por la manera de gestionarla y producirla. No es difícil ver, por ejemplo, que los grandes parques de producción de energía eólica y solar están generando una situación de agresión igual de grave al bioma. En nombre del “desarrollo verde”, de cambiar la matriz energética a una necesaria producción limpia y sostenible, se destruyen cientos de hectáreas de producción agrícola, de entorno natural, de puestos de trabajo y medios de vida para dar paso a macro granjas de paneles de captación solar y aerogeneradores que conllevan desertización, pobreza y el consecuente abandono del entorno rural.

En el caso del Valle de Lecrín, candidato a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como ejemplo del olivar nazarí, los proyectos de REE y de Villar Mir entrañan la artificialización del territorio o, lo que es lo mismo, la destrucción del entorno natural y agrícola para convertirlo en industrial. De esta artificialización sigue la pérdida de ingresos, de puestos de trabajo y patrimonio, la despoblación, el riesgo para la salud por la contaminación electromagnética, la destrucción de flora y fauna. En síntesis, dichos proyectos son una amenaza a los bolsillos, la salud y el patrimonio de los 23.000 habitantes del Valle en favor de otros intereses y un modelo de desarrollo que no se compadece con lo ecológico y lo verde.

Cuidar la casa común es cuidar todos los aspectos de la vida. De nada sirve explotar un recurso natural renovable con un proceso que ataca a otros recursos naturales que son fundamentales para la vida de todos en el planeta. De nada sirve la agresión a la cultura y economía de los pueblos, a su forma de vivir y producir transmitida de generación en generación si la instalación de grandes infraestructuras para la gestión y producción de energía “verde” en la España rural consolida la España vaciada.

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En realidad, se utiliza la transición ecológica y se camufla detrás de ella un modelo de desarrollo y unos intereses que pretenden seguir haciendo exactamente lo mismo que siempre se ha hecho. Son los mismos pelotazos económicos, ahora en nombre de lo ecológico, que no consideran los destrozos y el deterioro que puedan entrañar, en este caso, para los habitantes y el hábitat del Valle de Lecrín. Como advertía El Gatopardo, se busca cambiar todo para que todo siga igual –esta vez en nombre de lo “verde”.

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Rose M Vargas y Beatriz Ivo. 'Asociación Di No a las Torres en el Valle de Lecrín'. Granada

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