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Europa aplaza su proyecto de impuesto digital, presionada por EEUU

Janet Yellen, secretaria estadounidense del Tesoro.

Martine Orange (Mediapart)

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No se ha hecho esperar mucho. Dos días después de que el G20 aprobara el principio de acuerdo de una reforma fiscal mundial y un impuesto de sociedades mínimo mundial del 15%, la Unión Europea anunciaba este 12 de julio el aplazamiento de su proyecto de impuesto digital. Al menos hasta octubre.

“El éxito de este proceso [la aplicación de un impuesto mínimo mundial] requerirá un impulso final de todas las partes y la Comisión se ha comprometido a centrarse en este esfuerzo. Por ello, hemos decidido paralizar momentáneamente nuestros trabajos sobre una propuesta de impuesto digital”, explicó un portavoz de la Comisión.

El domingo, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, pidió a la Unión Europea que reconsiderara su propuesta de impuesto digital, que, según ella, “discrimina” a los grupos estadounidenses. El acuerdo alcanzado en el marco de la OCDE y confirmado por el G20 “invita a los países a acordar el desmantelamiento de los impuestos digitales existentes y a abstenerse de establecer medidas similares en el futuro [...]. Por lo tanto, corresponde a la Comisión Europea y a los miembros de la Unión Europea decidir los pasos que se han de dar a continuación”, insistió durante la cumbre del G20, en Venecia.

Las demandas estadounidenses fueron escuchadas rápidamente. Y seguidas. El aplazamiento de este proyecto europeo “nos permitirá trabajar codo con codo para alcanzar el último eslabón de este acuerdo histórico”, confió por su parte el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni.

La promesa del establecimiento de un impuesto mínimo mundial es una reforma hecha a medida para hacer frente a cualquier ataque a los gigantes digitales estadounidenses. La respuesta liderada por el Gobierno de Estados Unidos no se hizo esperar. Entre la cumbre del G7, de principios de junio, la adopción por parte de 130 países de la OCDE, el 1 de julio, y la confirmación en la cumbre del G20, apenas se necesitaron cinco semanas para derribar todas las líneas europeas.

Gravar a las multinacionales, y en particular a los gigantes digitales (Google, Facebook, Apple, Amazon, Microsoft), se ha convertido en un asunto candente entre Estados Unidos y Europa. En muchos países se denuncian sus prácticas de evasión de impuestos en los países europeos, donde obtienen un volumen de negocio y unos beneficios considerables.

Para evitar una disparidad de medidas, que podría poner en peligro el mercado único, la Comisión Europea retomó el asunto. Propuso la introducción de un impuesto digital único. Se supone que este impuesto es uno de los nuevos recursos previstos por la Unión para financiar su plan de recuperación de 750.000 millones de euros, adoptado después del covid.

Sin esperarlo, el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, se ha erigido en el líder de la cruzada contra estos intasables. Varios Estados miembros, entre ellos España, Francia, Austria, Italia y Reino Unido, han aprobado su propio impuesto sobre los servicios digitales. En respuesta, Estados Unidos fijaba mayores aranceles a las importaciones procedentes de dichos países. Sin embargo, todas estas medidas se han visto aplazadas, por ambas partes, con la esperanza de alcanzar un compromiso.

Las amenazas han preocupado mucho a la administración Biden desde que asumió el cargo. Sobre todo porque se están preparando otros textos. Se está debatiendo una directiva sobre la transparencia de las multinacionales; pretende obligar a todos los grupos que trabajan en Europa a declarar, país por país, sus actividades, sedes, empleados, volumen de negocios y beneficios. Este texto, que aún debe ratificar el Parlamento Europeo y los distintos países, supone un gran avance en la lucha contra la evasión fiscal.

Por su parte, la Dirección Europea de Competencia no ha ocultado sus intenciones de adoptar normas draconianas contra los llamados Gafam (grandes tecnológicas), que podrían llegar a impulsar el desmantelamiento de estos gigantes. Una perspectiva inaceptable para el Gobierno estadounidense. Aunque muchos responsables del otro lado del Atlántico empiezan a preocuparse por el poder adquirido por estos imperios digitales y piden una revisión de las leyes antitrust para controlar mejor su poder, la administración estadounidense no está dispuesta a dejar que otros dicten sus normas.

Pero ante las crecientes tensiones con China, el Gobierno estadounidense no podía hacer oídos sordos a las recriminaciones de sus aliados europeos y sus acusaciones de expolio fiscal. De ahí la propuesta de gravar los beneficios de las multinacionales en función del país de venta y de aplicar un impuesto mínimo del 15%, que sedujo a todos los países.

Pero, ¿no está Europa cediendo sin ninguna garantía? Porque aunque haya un amplio consenso sobre la reforma del sistema fiscal mundial, su adopción no está en absoluto asegurada. En Europa, Irlanda, Hungría y Estonia han manifestado su oposición. Y no es para menos. Irlanda se ha convertido en uno de los principales centros de evasión fiscal de la Unión, atrayendo todas las sedes europeas de los gigantes digitales, gracias a unos tipos impositivos oficiales del 12,5%, pero que, en la práctica, pueden limitarse al 1 o al 2%, como han revelado numerosas investigaciones, especialmente sobre Apple.

Es probable que la aprobación de esta reforma fiscal sea aún más complicada en el Congreso estadounidense. Senadores republicanos ya se han posicionado abiertamente en contra del proyecto, que consideran “contrario a los intereses estadounidenses”. Para conseguir la aprobación del texto, el Gobierno estadounidense podría verse obligado a aceptar nuevas concesiones, cuando el texto ya es poco vinculante, como señala el economista Joseph Stiglitz.

Claramente poco entusiasmada por la decisión de la UE de bajar la guardia, la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, insiste en que la UE retomará su proyecto de fiscalidad digital en octubre, una vez que el plan fiscal mundial esté claro. “Seguiremos trabajando en ello. Es un proyecto que lleva en preparación un tiempo [...] Tiene un objetivo diferente al del impuesto mínimo mundial, pretende reducir la cifra de negocio de los grupos y no los beneficios”, explicó en un foro organizado por The Washington Post. En definitiva, frenar el poder de los gigantes digitales y romper las posiciones dominantes.

Pero la comisaria europea de Competencia es la única que mantiene públicamente esa línea. Ante la falta de resistencia mostrada por los países europeos frente a las presiones estadounidenses, todo apunta a que la época en la que la Unión mostraba su disposición a defender sus intereses y sus puntos de vista frente a los intereses norteamericanos es historia, desde la salida de Donald Trump. La puerta se ha cerrado enseguida.

Los ministros de Finanzas del G-20 aprueban el impuesto de sociedades del 15% a nivel global

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Traducción: Mariola Moreno

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