Los diablos azules
Abdulrazak Gurnah, el no tan desconocido premio Nobel de Literatura
Es interesante escuchar que el Nobel de Literatura, Abdulrazak Gurnah, es un autor "desconocido" en nuestro país. Antes de indagar en esa afirmación, necesito pararme a reconocer la visión de las editoriales El Aleph —Paraíso (1997), Precario silencio (1998)— y de Poliedro —En la orilla (2003)—, que lo dieron a conocer y perecieron, tal vez, paradójicamente, por el atrevimiento de publicar estos y otros libros. Un brindis póstumo por ellos y por su valentía, por favor. Lanzar a autores africanos sin visibilidad alguna en el campo literario español, y con independencia de los guardianes (gatekeepers) de la entrada de los autores al mundo editorial, quienes —con pocas excepciones— han tachado las obras literarias africanas de "poco comerciales", ha sido y sigue siendo una elección de alto riesgo.
Afortunadamente, más allá de los límites de agentes comerciales y su censura, creo que la capacidad de los lectores de apreciar la literatura está más viva que nunca. Nuestros estudiantes, muchos de los cuales son nuevos españoles y europeos de toda raza y condición, demandan un cambio epistémico; y la academia sueca, esta vez, parece haber juzgado conveniente otorgar el premio a un autor que formaría parte de un canon literario menos excluyente. Los estudiantes de los grados en Estudios Ingleses y de Traducción, así como de los programas de doctorado de universidades peninsulares como la mía, en Alcalá de Henares, demandan desde hace años contenidos en literatura poscolonial, si queremos llamarla así, o simplemente africana, asiática, caribeña y americana, y del Pacífico. Y la buena noticia es que reciben cada vez más formación en este sentido, gracias a un número considerable de profesores con sólidos conocimientos de literatura poscolonial, y sobre Abdurazak Gurnah en particular, que desde los años noventa vienen enseñando cada día en las aulas universitarias de Estudios Ingleses. La obra del autor se ha estudiado y se estudia en las asignaturas de literatura inglesa y poscolonial que imparten Asunción Aragón (UCA), Antonio Ballesteros (UNED), Patricia Bastida (UIB), Pilar Cuder (UHU), Jose Santiago Fernández Vázquez (UAH), Marta Sofía López Rodríguez (ULe), Paloma Fresno (UIB), Mar Gallego (UHU), Paula García Ramírez (UJA), Felicity Hand (UBA), Maurice O’Connor (UCA), Irene Pérez (UNIOVI), María Porras (UCM), Juan Ignacio de la Oliva (ULL), Socorro Suárez (UNIOVI) y Juan Miguel Zarandona (UVA), por nombrar a algunos veteranos en el marco universitario español.
Como traductora, profesora de traducción (inglés-español) y escritora me interesa Abdulrazak Gurnah, y su perspectiva afroeuropea, por utilizar un término aplicado a los autores y las autoras con un pie en África y otro en Europa. Nacido en Zanzíbar (1948), de donde huyó a los dieciocho años, y residente en el Reino Unido, Gurnah explora la memoria de la niñez y la juventud africana de personajes desplazados o emigrados a Europa, y esa elusiva "casa lejos de casa", de acuerdo con la expresión de Clara Obligado (2020), articulada en su ensayo homónimo. Gurnah llegó al Reino Unido en 1968, justo en la época en la que se fraguaba la intelligentsia británica "black", un adjetivo que, más allá del fenotipo, señalaba a pensadores y artistas emergentes que defendían nuevas representaciones literarias y culturales y contaban unas historias muy distintas a las que se podían encontrar en la tradición inglesa. Su narrativa exploraba la historia colonial, imaginaba el pasado precolonial y abordaba la llegada a la metrópoli. En este sentido, la obra de Gurnah sigue siendo muy actual, con sus representaciones de lo que continúa siendo el tránsito de una orilla a otra del Mediterráneo, y de otras orillas del Atlántico. Las tramas de las novelas de Gurnah son mosaicos con una miríada de fragmentos en las vidas de los personajes, en permanente movimiento físico y cognitivo, entre dos o más territorios y memorias que se actualizan en el punto de destino. Proceden de un mundo poco familiar para el lector europeo: un Zanzíbar precolonial y colonial cuya población africana y asiática, parte de la cual es islámica, formaba un complejo tejido social a partir de la actividad comercial (no exenta de opresiones y relaciones de esclavitud). Gurnah tiene una extraordinaria facilidad para entrar en el pasado de sus personajes, generalmente antes de la migración; dicho pasado y sus secretos afloran en sus nuevas vidas, y requiere una revisión por su parte, que implica reabrir heridas, nombrar violencias y reconocer defectos de la sociedad africana de partida.
En este sentido, En la orilla (2003) sería, en mi opinión, la novela en la cual apreciamos con más claridad la experiencia "recordada" de Zanzíbar y la llegada a un Reino Unido, representado como un refugio seguro para muchos (de acuerdo con su experiencia antes del Brexit, claro). En esta novela se nos abre la mochila y también el cofre que trae uno de sus protagonistas, Saleh Omar, un hombre mayor que solicita asilo en el Reino Unido. Sus recuerdos están narrados de una manera tan envolvente que a los lectores nos cuesta aterrizar, como a él, en su nueva vida en el Reino Unido. El que será su intérprete, el profesor Latif, también originario de Zanzíbar y asentado en el Reino Unido desde hace años, resulta tener una conexión con el período más turbulento de la vida de Saleh y con la revolución que asoló a Zanzíbar después de su independencia como protectorado británico. Así pues, el pasado resurge con fuerza en el presente, y solo su revisión permitirá la evolución hacia algo nuevo en las vidas de ambos personajes.
De sus siete novelas de migración de personajes, solo Dottie (1990) elude una narrativa del pasado, y se centra en el presente de una niña de ascendencia mestiza, que sufre el racismo en la sociedad británica de los años ochenta. En las otras seis novelas prevalece el pasado africano y el conflicto de la adaptación a una sociedad británica que no reconoce a los miembros de su antiguo imperio como ciudadanos bajo la misma corona: Memory of Departure (1987), Pilgrim’s Way (1988), Admiring Silence (1996) / Precario silencio (1997), la mencionada By the Sea (2001) / En la orilla (2003), The Last Gift (2011) y Gravel Heart (2017).
Por su parte Paradise (1994) / Paraíso (1997), Desertion (2005), y la novela histórica Afterlives (2020) están ambientadas exclusivamente en el territorio oriental que hoy conocemos como Tanzania, donde el autor representa el contacto entre africanos y europeos durante la colonización, las revueltas posteriores a la independencia y la primera guerra mundial.
En mi opinión, es la capacidad de Gurnah de evocar el pasado africano de sus personajes en tránsito hacia una nueva vida lo que le confiere su sello personal. En esto se diferencia profundamente de otros autores africanos que forman parte de la diáspora residente en el Reino Unido, como Ben Okri, quien se ha mantenido anclado, por elección, en representaciones del paisaje cultural y mítico igbo de su Nigeria natal. Gurnah, sin embargo, tiene la capacidad de presentar el viaje de un continente a otro, tendiendo así un puente imaginario entre África y Europa, cuya sustancia narrativa es, como señalaba, el conjunto de vivencias que el viajero, el migrante o el solicitante de asilo africano lleva en su mente y en su corazón hasta el final de su viaje.
Por generación y similitud entre el nacimiento en la colonia y emigración a la metrópoli, se puede relacionar a Gurnah con otros escritores como Salman Rushdie, cuya narrativa tiende otro puente entre el pasado de la India —y lo que posteriormente sería Pakistán— y el Reino Unido; con el poeta Linton Kwesi Johnson, nacido en Jamaica y emigrado igualmente al Reino Unido, o con los poetas de origen guyanés John Agard y Grace Nichols, por nombrar a algunos de los que nacieron en la colonia y emigraron a la metrópoli, evocando el viaje entre ambas en su literatura. Todos ellos son los padres y madres literarias de los actuales escritores británicos no blancos y mestizos, de ascendencia africana, asiática y caribeña. Pero esta es otra generación —desde Hanif Kureishi hasta Bernadette Evaristo o Zadie Smith—, que se siente profundamente británica a la vez que explora otros temas en su literatura.
Por su parte Abdulrazak Gurnah, en su faceta de académico, ha investigado la obra de los escritores anglófonos del continente africano, cuya literatura ha enseñado en algunas universidades de África oriental, y durante más tiempo en la universidad británica de Kent hasta su jubilación. Su edición de ensayos más conocida (con varios autores), titulada Essays on African Writing (1993 y 1995, Oxford: Heinemann) nos revela a los escritores africanos que han sido su objeto de estudio, y que comparten su lugar como pioneros en la escritura en unas lenguas europeas (inglés y francés) africanizadas y apropiadas, que ha devuelto a las antiguas metrópolis una respuesta desafiante a las representaciones occidentales de África. El volumen I, A Re-evaluation (1993), incluye artículos sobre Chinua Achebe, Ayi Kwei Armah, Denis Brutus, J.M. Coetzee, Nadine Gordimer, Doris Lessing, Bessie Head, Nuruddin Farah, Ngũgĩ Wa Thiong’o y Jean-Baptiste Tati Loutard; el volumen II, Contemporary Literature (1995) incluye a Ama Ata Aidoo, Assia Djebar, Tahar Ben Jelloun, Dambudzo Marechera, Chenjerai Jove y Ben Okri.
Son muchos los críticos y lectores que se preguntan por otro eterno candidato africano anglófono al Nobel, el keniata Ngũgĩ Wa Thiong’o. ¿Por qué no ha sido el receptor del Nobel? ¿Lo será alguna vez? Son varias las respuestas posibles, y dependen del ángulo desde el que nos acerquemos a su obra y también a su pensamiento anticolonial, reflejado en ensayos fundamentales como Decolonizing the Mind. The Politics of Language in African Literature (1986) / Descolonizar la mente. La política lingüística de la literatura africana (contemporánea) (2015). En efecto, mientras Abdulrazak Gurnah residía en el Reino Unido, escribía en inglés y peleaba por la enseñanza de la literatura poscolonial y la literatura africana en los departamentos de Filología Inglesa en las universidades británicas, Ngũgĩ Wa Thiong’o abogaba por la abolición de dichos departamentos de Filología Inglesa en las universidades africanas. Su trayectoria, más afrocéntrica y radical, ha pasado por la devolución de la literatura poscolonial anglófona a lenguas africanas no coloniales, y tal fue su proyecto con parte de la obra de Wole Soyinka, al ocuparse de que se tradujera del inglés al yoruba, una de las lenguas más habladas en Nigeria cuando dirigió el Centro de Escritura y Traducción de la Universidad de California (Irvine).
La narrativa de Ngũgĩ Wa Thiong’o está ambientada en Kenia y representa los horrores de la colonización, vista como un genocidio humano y cultural, cuya continuidad ha denunciado públicamente con relación a las dinámicas del actual sistema económico en el marco de la globalización. Pero también ha expuesto la corrupción de regímenes africanos cómplices con las nuevas formas de desigualdad. Ngũgĩ pagó con pena de prisión sus críticas al gobierno keniata y sufrió represalias, como la violación de su esposa delante de él, y quemaduras en su propia cara. Su visión de las relaciones entre Occidente y África, menos conciliadora que la de Abdulrazak Gurnah, sin concesión alguna al lector, hacen de él, me temo, un candidato con menos posibilidades de recibir el Nobel. Sin embargo, hay que reconocer el entusiasmo que se crea en las aulas universitarias del mundo, en los encuentros y congresos en los que hace su aparición, con un derroche de sabiduría y humor que confirman su profunda humanidad y la ausencia de amargura a pesar del precio que ha pagado por su integridad.
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Por último, muchos lectores se han mostrado sorprendidos con la decisión de la Academia sueca y su defensa del mérito de Abdulrazak Gurnah por su tratamiento del tema del colonialismo en su obra literaria. Cuando se me pide una opinión sobre esta u otras supuestas razones de la Academia sueca por las que ha otorgado este premio a Abdulrazak Gurnah, no puedo sino tratar de eludir el tema: creo que nos aleja de la literatura. Gurnah es lo suficientemente interesante como autor, por su capacidad de evocación, de creación de atmósferas de una cualidad casi mágica, sin escribir una literatura de corte fantástico o maravilloso. Su narrativa, como la mayor parte de la literatura poscolonial, es de carácter mimético, o realista, y es, sin embargo, de un alto vuelo literario. La lectura de su obra es un auténtico placer: ojalá que se reediten pronto Paraíso y En la orilla.
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Maya G. Vinuesa es traductora, escritora y profesora de Filología Moderna en la Universidad de Alcalá.