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Unai Sordo: "No falta mano de obra en España, faltan mejores salarios y buenas condiciones"

Unai Sordo será reelegido como secretario general de CCOO en el XII Congreso.

Comisiones Obreras (CCOO), la organización más grande del país, celebra su XII Congreso en el Hotel Marriot Auditorium de Madrid. Un cónclave en el que será reelegido como secretario general Unai Sordo (Barakaldo, 1972). Sustituyó en 2017 a Ignacio Fernández Toxo y su cara ya es familiar en el diálogo social, marcado por la pandemia. Sordo recibe a infoLibre en su despacho un día antes de arrancar el congreso, desde este jueves hasta el sábado. "Hemos subido un 5% en afiliación, 974.472 personas al corriente de pago", recalca con la precisión de un ajedrecista soviético. "El ritmo neto de crecimiento de afiliados descansa sobre las mujeres, que son más del 46% de la organización", añade.

PREGUNTA: Si hay oposición interna a su gestión al frente de CCOO, desde luego no brilla por su presencia. ¿Está unido el sindicato?

RESPUESTA: Sí, creo que la cohesión interna es muy alta. Es verdad que en CCOO hasta el día del Congreso se pueden presentar candidaturas con el 10% de los avales, unas setenta y pico firmas. La propuesta ejecutiva que llevamos reconoce todas las sensibilidades. La causa de esta cohesión es la comprensión general de los retos que tenemos.

P: ¿Hay algo que cambiar en los próximos cuatro años?

R: Tenemos dos grandes retos. Uno, la extensión de la organización en aquellas empresas donde aún la sindicalización es muy leve. Hay que poner mejores prácticas organizativas internas para que nuestros recursos lleguen a la gente más debilitada. Extender el sindicato en ese territorio apartado de las corrientes de modernización, la España vaciada, las ciudades intermedias. El otro reto es fomentar una cultura cívica alternativa a la que han instalado décadas de neoliberalismo. Hay que dar la batalla de las ideas. La salida de la pandemia ha potenciado la importancia de lo común, de lo público, del trabajo.

P: ¿Cree que ha tenido suerte al coincidir su mandato con un Gobierno que apuesta por el diálogo social?

R: Bueno, estos cuatro años y medio la verdad es que han sido terroríficos (ríe). He conocido a tres ministras de Trabajo y hemos pasado de una fase en la que diálogo social estaba desaparecido del mapa a otra, la actual, en la que se ha fortalecido con la pandemia. Creo que el papel de interlocución social de CCOO sale reforzado: las políticas públicas pactadas en ese marco han salvado la economía de España.

P: ¿Contempla que Vox llegue al Gobierno?

R: No tengo la más mínima duda si le dan los números al PP. Vivimos en sociedades con muchas incertidumbres: efectos de la crisis anterior, crisis pandémica, la digitalización, la transición ecológica, el feminismo... esos cambios sociológicos pueden canalizar una respuesta política reaccionaria. Lo que está en disputa es si se va a un contrato social del siglo XXI o a una sociedad despiadada e individualizada. En esa pelea, el centro derecha español ha legitimado a Vox.

P: ¿Por qué falta mano de obra en España con un paro del 15%?

R: Porque se ofrecen salarios y jornadas de trabajo de explotación en muchos sectores. Quiero romper alguna lanza: se dice que no se encuentra mano de obra en el campo con varias decenas de miles de personas que se han ido a hacer la vendimia a Francia. A nadie se le ocurre decir que si miles de andaluces se van a Francia a vendimiar no hay mano de obra en la agricultura aquí. Luego puede haber otras situaciones de transición del empleo en las que los trabajadores de un sector necesitan formación para ejercer en otro. Pero esas son situaciones puntuales con solución. Pero no falta mano de obra: faltan mejores salarios y buenas condiciones.

P: Le esperan varias negociaciones tras el congreso, una de ellas la de la reforma laboral. Y ya se habla de que el despido quedará, de momento, aparcado.

R: En España hay dos bloques clave para la derogación de la reforma laboral: uno tiene que ver con el equilibrio en la negociación colectiva, el otro con la estabilización en la contratación. Para lo segundo hay que dificultar la utilización del contrato temporal asociándolo al despido: tenemos un 30% de temporalidad porque lo fácil para las empresas es recurrir a estas fórmulas contractuales. El despido debe ser la última opción ante los problemas, y aquí hay que cambiar tres piezas: la contratación temporal, el despido y buscar fórmulas flexibles para adaptar la jornada laboral.

P: Los ERTE permanentes que ustedes vienen defendiendo.

R: Sí, da igual cómo se llamen. Son tres piezas que se condicionan entre sí. Por contestar: hay que meter restricciones al despido, ser drásticos con la contratación temporal y buscar esos mecanismos más flexibles.

P: Yolanda Díaz quiere enviar a Bruselas antes del 31 de diciembre la primera parte de la reforma, negociación colectiva, subcontratación. ¿Dará tiempo?

R: Tiempo material hay. Quedan más de dos meses y la semana tiene siete días. Estamos dispuestos a negociar sin cuartel pero la negociación es compleja: llevamos desde los años ochenta utilizando sistemáticamente la contratación precaria y el despido. Y la negociación colectiva es clave para evitar la devaluación salarial, que no depende solo del SMI.

P: ¿Ve un acuerdo con CEOE?

R: No vamos a tirar la toalla. Es posible y sería deseable. Pero es muy difícil. La reforma de 2012 desequilibró tanto las relaciones laborales, que cuando das tanto poder a una de esas partes es difícil desandar lo andado. El objetivo es que España gane productividad no por la vía de los salarios low cost de 2012, sino por la especialización y la innovación.

P: ¿Qué le parece el superfondo de pensiones de empleo público de Escrivá? superfondo

R: El problema es que se ha filtrado una idea que plantea el Ministerio de Seguridad Social que no va acompañada de una explicación sobre cómo se nutrirá ese fondo de recursos. No nos damos ni por enterados porque no es lo que toca en la negociación de pensiones. Estamos hablando de otras cosas, y luego ya hablaremos de destopar bases máximas o del mecanismo de equidad intergeneracional. Lo peor que se puede hacer en una negociación tan sensible es precipitar las cosas y mezclarlo todo. El sistema público de pensiones tiene que seguir garantizando una de las tasas de sustitución más altas del mundo, como es el modelo español. De un sistema complementario que no ponga en riesgo lo anterior podemos, por supuesto, hablar: de hecho, planes públicos de empresa ya existen, especialmente en Euskadi y Navarra.

P: ¿Les han avanzado algo del mecanismo de equidad intergeneracional?

R: No, hay conversaciones informales solo. El Gobierno tiene clara la idea de los sindicatos, y es que este mecanismo no puede ser un sucedáneo del antiguo factor de sostenibilidad. No se pueden recortar pensiones en base a la esperanza de vida, debe introducir factores relacionados con los ingresos.

P: ¿Qué factores?

R: Es lo que hay que discutir. Como en España puede haber un incremento de gasto en pensiones de más de tres puntos del PIB en los próximos años, se puede prever introduciendo recursos adicionales. ¿Por ejemplo? Tocar las cotizaciones sociales. Pero no sabemos cómo van a evolucionar los salarios y no sabíamos que íbamos a tener fondos de reconstrucción europeos. Lo que no podemos aceptar son recortes.

P: Ahora viene otra gran negociación de los convenios colectivos relacionada con los salarios. Y con la inflación desbocada.

R: La verdad es que el acuerdo por el empleo y la negociación colectiva no se está abordando, y esperamos hacerlo a principios de 2022 cuando nos quitemos la reforma laboral. Creemos que hay materias relacionadas en ambos casos y no lo digo solo por los salarios. Ahora, España tiene recorrido para una mejora salarial. Creo que la inflación actual tan desbocada no va a terminar igual al final del año: calculamos que terminará en un 2,5%.

P: ¿El SMI tiene que llegar a mil euros en 2022?

R: Sí. Lo decimos categóricamente. El compromiso del Gobierno es que el salario mínimo llegue al 60% del salario medio en 2023, y para eso el paso intermedio es subirlo a 1.000 euros en 2022.

P: Quedan 200.000 trabajadores en ERTE. ¿Les preocupa que muchos terminen en paro? En febrero de 2022 termina la prórroga

R: Se siguen incorporando trabajadores, según los datos de la Seguridad Social. Habrá un porcentaje de empresas que no salgan de los ERTE, pero cuidado: hace un año, las voces más alarmistas decían que los ERTE se transformarían en ERE. En el pico llegaron a estar en ERTE 3,6 millones y hoy quedan 200.000 personas. El 94% ha vuelto a trabajar.

P: ¿Su peor momento como secretario general?

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R: Cuando me llamó María Jesús Montero a finales de marzo de 2020 para trasladarme la intención del Gobierno de paralizar las actividades no esenciales durante el estado de alarma. Desde mi pequeño apartamento de Madrid, encerrado, me dio la sensación de estar viviendo una distopía.

P: ¿Y el mejor?

R: Ha habido muchos momentos. Diría cuando al inicio del mandato hicimos una ronda de asambleas por el país. Estaban hasta arriba. Recuerdo una, no sé si en Granada o Castilla-La Mancha, en la que hubo que poner pantallas porque la gente no cabía. Me quedo con el calor humano de los míos.

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