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José Antonio Kast, el candidato que acecha Chile: nostálgico de Pinochet y amigo de Vox

El candidato a las presidenciales de Chile José Antonio Kast.

Yasna Mussa (Mediapart)

Sea cual sea su mensaje, José Antonio Kast tiene la particularidad de permanecer siempre tranquilo y sonriente ante la cámara. En los platós de televisión, el candidato de la extrema derecha chilena, fundador del Partido Republicano, cuenta con la misma tranquilidad anécdotas personales y los proyectos extremistas que le gustaría poner en marcha si fuera elegido presidente: construir fosos para impedir el paso de los migrantes por la frontera o reservar ciertas prestaciones sociales a las mujeres casadas...

En 2017, este abogado de 55 años y exmilitante de la Unión Democrática Independiente se presentó por primera vez a las elecciones presidenciales, pero solo obtuvo el 7,93% de los votos. En las elecciones del pasado domingo 21 de noviembre, Kast lideraba, con un escrutinio del 99,9%, lideraba los resultados con un 27,91% de los votos, seguido del izquierdista de Apruebo Dignidad Gabriel Boric (25,83%). Ambos pasarán a la segunda vuelta.

Kast se presentaba a las elecciones con un programa de regresión social y nostalgia de la dictadura, queriendo militarizar la región de la Araucanía (Wallmapu, según los indígenas mapuches) o retroceder en los derechos reproductivos de las mujeres... Niega los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos durante los 17 años del régimen militar, llegando a afirmar que durante ese periodo “no se encerraba a los opositores políticos”.

Durante el último debate televisado de la campaña, instó a su rival, Gabriel Boric a “hacer público su historial médico”, lo que va en contra de la confidencialidad prevista por la ley. José Antonio Kast intentó poner en duda la personalidad de Boric, que hace unos años estuvo internado en una clínica psiquiátrica para tratar el trastorno obsesivocompulsivo (TOC), aunque esto es de dominio público. Cualquier cosa le vale a este demagogo.

Fuera de las fronteras chilenas, está cortejando al presidente brasileño Jair Bolsonaro y a los líderes de extrema derecha Vox. En vísperas de las elecciones, multiplicó las provocaciones: se entrevistó con el carabinero que dejó ciega a una joven, Fabiola Campillai. Se dirigía al trabajo durante las protestas de 2019 cuando fue alcanzada en la cara por un bote de gas lacrimógeno, convirtiéndose en un símbolo de la violencia policial.

Perfil neofascista

Su ascenso en las encuestas durante el último mes suscitaba la preocupación por el aumento de las corrientes neofascistas en el país. Ricardo Camargo, profesor de Derecho de la Universidad de Chile, no ve ninguna contradicción con el surgimiento del movimiento social –que culminó con la aprobación de una Constituyente para sustituir la Constitución heredada de Pinochet–. Kast juega con la inestabilidad actual.

“El 18 de octubre [2019, inicio de los disturbios] hizo temblar las normas de convivencia, de orden público y de orden social que se habían establecido muy sólidamente en Chile a lo largo de las décadas anteriores. Esta revuelta social expresa, en mi opinión, un conjunto de reivindicaciones bastante heterogéneas. No hay una demanda única”, dice Camargo.

“No olvidemos que varios fenómenos han socavado la credibilidad, no sólo de las instituciones políticas, sino de todas las instituciones”, continúa, refiriéndose a los múltiples escándalos de corrupción de los últimos diez años.

José Antonio Kast estuvo al frente del mantenimiento de la actual Constitución en el bando del Rechazo durante el referéndum. Durante los meses de protesta, justo antes de la pandemia de Covid-19, su movimiento convocó manifestaciones en las que se destacaron las figuras del fascismo y de Pinochet y que también estuvieron marcadas por las agresiones físicas.

Para Ricardo Camargo, su popularidad está ligada al fenómeno de la profunda inseguridad que existe en una sociedad chilena marcada por el neoliberalismo. “Desde la sanidad hasta la educación, todo es de pago. En Europa, la educación y la sanidad pública están garantizadas, pero aquí no. Cuando el país entra en crisis de un modo u otro, la demanda de un orden que pase por una vía más segura es evidente. Esto explica su aparición por razones coyunturales, consigue conectar en parte con esta demanda de orden y seguridad”.

Un discurso antifeminista

Desde que se convirtió en diputado, Kast es conocido por sus polémicas declaraciones y su retórica misógina, hostil a los derechos de reproducción y sexuales. “Mi gobierno, una de las primeras cosas que hará será abolir la ley del aborto”, dijo.

Para la coordinadora feminista 8M, la aparición de esta extrema derecha no es sólo coyuntural. “Estamos en alerta desde la victoria de Bolsonaro en diciembre de 2018. Fue entonces cuando nos pronunciamos por primera vez. En aquel momento, dijimos que estábamos en un punto de inflexión histórico, en un momento de deslizamiento hacia esos derechos neofascistas que permiten las políticas neoliberales”, señala Karina Nohales, activista de la coordinadora.

El colectivo en el que participa fue uno de los principales actores del movimiento que organizó las mayores manifestaciones feministas de la historia de Chile y defendió la agenda de derechos de las mujeres que Kast, si finalmente resulta elegido, quiere frenar. “Entendemos que son las políticas neoliberales las que han abierto el camino a estas expresiones de ultraderecha, porque a través de la precariedad están instalando la competencia dentro de la clase trabajadora”, explica Nohales.

Según María Angélica Cruz, de la Universidad de Valparaíso cuyas investigaciones se centran en las memorias sociales del pasado reciente, el movimiento feminista ha sacudido al país. Las acciones de estudiantes de secundaria y universitarios, así como el movimiento internacional “Ni una menos” o #MeToo, han provocado reacciones de grupos de derecha.

Les conmocionó el hecho de que las mujeres se echaran a las calles en masa, mostrando sus pechos, encaramadas a un famoso monumento chileno. Una parte de la sociedad, especialmente los católicos ultraconservadores, consideró que los cambios eran demasiado repentinos y se sintió amenazada. Luego hubo una movilización social con violencia política de varios tipos, la pandemia... Kast se moviliza jugando con esta emoción política”.

Ricardo Camargo cree que los potenciales votantes de Kast no se identifican necesariamente con una derecha fascista. “Al menos no en un porcentaje significativo. Los votantes de Kast lo ven como un candidato antisistema. Es la lógica clásica del populismo, en este caso de la derecha, pero sobre todo de un candidato que pone el acento en el orden”. Según el profesor de Derecho, tras la agitación social y las grandes movilizaciones, hubo un periodo de creciente malestar público, que acabó por sacudir la vida cotidiana de muchas personas. “También llegó la pandemia, que afectó profundamente a la gente en términos económicos y de salud y es ahí donde Kast trata de sacar tajada”.

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 Traducción: Mariola Moreno

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