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Despedida a una autora eterna

“Sin memoria no hay democracia”: multitudinario adiós a Almudena Grandes lleno de libros en alto

Una persona coloca un cartel en recuerdo a la escritora Almudena Grandes en su funeral.

Alrededor de 2.000 personas han despedido este lunes a la escritora Almudena Grandes, fallecida este sábado, en un multitudinario funeral celebrado en el Cementerio Civil de Madrid. Durante este fin de semana, el periodista Ramón Lobo y otras personas pidieron en las redes sociales que, a semejanza de la despedida a José Saramago en Portugal, los asistentes portaran libros de la autora. Los madrileños han respondido a la llamada y han portado no solo libros, también claveles rojos y alguna bandera republicana, en una jornada sobria y llena de emoción.

Libros en alto y corazones helados. Hay quien espera leyendo en voz alta fragmentos escritos por Almudena Grandes. Un silencio ensordecedor, roto por una gran ola de aplausos en la entrada de la comitiva fúnebre. Admiración y respeto. En algunos momentos se escuchó La Internacional y también Grândola, Vila Morena. En otros, un Padre nuestro rezado por algunos asistentes y familiares. Concordia y tolerancia en torno a la figura de la escritora.

Muchos sentimientos multiplicados exponencialmente por el simbolismo del Cementerio Civil, donde están enterrados tres de los cuatro presidentes de la Primera República (Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall y Nicolás Salmerón), varios dirigentes socialistas y comunistas, librepensadores, represaliados, intelectuales, artistas y diversos miembros de la Institución Libre de Enseñanza. Almudena Grandes descansa ahora junto a Dolores Ibárruri, Pío Baroja, Pablo Iglesias, Francisco Largo Caballero, Julián Besteiro o Marcelino Camacho.

"Traigo el libro El lector de Julio Verne porque la historia que cuenta es la de mi abuelo, Tomás Cencerro", apunta a infoLibre Carmen, acompañada por sus hermanas Esther e Isabel y su hermano Eduardo. "Estuvimos en su día con ella en la presentación en Alcalá la Real y compartimos un par de días maravillosos con ella. Que una escritora así se acuerde de nuestra historia es un orgullo", prosigue Carmen, cediendo la palabra a Esther: "Teníamos que venir por nuestras madres, que son las que vivieron más represión. Queremos estar aquí para agradecer tanto a esta gran mujer".

Rosi porta una bandera que mezcla al Atlético de Madrid con la República y tiene también El lector de Julio Verne. Todo bien en alto. "Estoy aquí porque hay que rendir homenaje a una persona esencial de nuestra cultura. Necesitaba venir porque es una persona que está en nuestras casas y siempre lo estará", apunta. Y recuerda el momento en el que pudo regalarle a Almudena en persona una bandera como la que hoy todos los presentes fotografían: "Le gustó muchísimo".

Son centenares los libros en manos de todo tipo de personas. Juan Manuel lleva El corazón helado "porque es como nos ha dejado su muerte", y remarca que se ha ido "una persona que necesitaba esta sociedad para mejorar". Mari Carmen sostiene entre sus manos Mercado de Barceló por allí es donde compraba su madre, y tiene un segundo libro, Castillo de cartón, en nombre de su hijo, que no ha podido acudir. Su mellizo, Ramón, quiere dejar un mensaje claro: "Era una mujer reivindicativa y reivindicable".

Muchas de estas personas están en el Cementerio Civil desde primera hora de esta soleada pero fría mañana de noviembre, aunque el entierro no está previsto hasta las 12 del mediodía. Junto a tantos lectores anónimos, personalidades institucionales como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el líder de Más País, Íñigo Errejón; la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Mónica García; o el secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Unai Sordo.

El circulo de amigos de Almudena Grandes, esos a los que convirtió en su familia, por supuesto también ha estado acompañando a su viudo, Luis García Montero, y al resto de la familia. Un último y sentido adiós por parte de Pedro Almodóvar, Ana Belén (que ha leído un fragmento de Por una falda de plátanos), Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Julián Casanova, Pepa Bueno, Jordi Grácia, Montserrat Domínguez, Javier Rioyo, El Gran Wyoming, Miguel Ríos o Rosa Torres-Pardo.

Un torrente arrollador de cariño sincero que contrasta con el absoluto silencio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a pesar de que Almudena era una madrileña ilustre que en 2018 dio el pregón de las Fiestas de San Isidro, con Manuela Carmena al frente del Ayuntamiento.

En el acto ha sonado la canción Noches de boda, de Joaquín Sabina con Chavela Vargas, cantada como un murmullo por parte del gentío. Un par de carteles con una de sus citas más populares han presidiendo el sencillo y sentido acto de despedida: "No hay amor sin admiración". También se han escuchado gritos de "sin memoria no hay democracia", en referencia al inquebrantable compromiso antifranquista de Grandes y su voluntad de darle voz a los vencidos y olvidados de la Guerra Civil. Y se ha leído La ausencia es una forma de invierno, poema de su pareja, el escritor y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero:

"Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,

con ese mismo invierno que hiela las canciones

cuando la tarde cae en la radio de un coche,

como los telegramas, como la voz herida

que cruza los teléfonos nocturnos

igual que un faro cruza

por la melancolía de las barcas en tierra,

como las dudas y las certidumbres,

como mi silueta en la ventana,

así duele una noche,

con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,

con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,

pues todo se me olvida

si tengo que aprender a recordarte".

Lo que nosotras aprendimos de Almudena Grandes

Lo que nosotras aprendimos de Almudena Grandes

El presidente de la Plataforma contra la impunidad del franquismo, Julián Rebollo, sostiene con otros compañeros una pancarta con rostros de asesinados. Y explica a infoLibre: "Estamos aquí porque Almudena Grandes siempre ha escrito y ha dicho todas las cosas de nuestros familiares. Tengo familiares asesinados y queremos reconocer a Almudena por todo lo que ha escrito en favor de los republicanos, exiliados y perseguidos. Perdemos una voz muy importante, recordaremos siempre su memoria".

"Traigo Inés y la alegría porque es el comienzo de una serie de episodios que aportan muchísima información sobre la memoria robada de los perdedores. Era una persona muy entrañable, con mensajes muy claros y poca doblez", destaca otro lector, Manuel, que asiste acompañado por María José: "La echamos mucho de menos ya. Por suerte, deja muchos libros, pero necesitamos esa falta de tibieza, esa rotundidad y esa claridad".

Por su parte, Marisa lleva un ejemplar de El corazón helado firmado por la escritora y se le quiebra la voz al recordar su encuentro. Son muchos y muy variados los títulos que pueden verse entre los presentes: Malena es un nombre de tango, Los besos en el pan o La madre de Frankestein. Los asistentes se resisten a marcharse. Caminando por los exteriores del cementerio aún pueden escucharse aplausos y vítores espontáneos que resonarán para siempre, igual que para siempre sonarán las palabras de Almudena Grandes cada vez que alguien las lea en cualquier momento, en cualquier lugar. En la eternidad.

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