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Javier Limón: "La guitarra es la aportación cultural más importante de España a la humanidad"

Javier Limón publica sus memorias

Javier Limón (Madrid, 1973) es, probablemente, el productor musical español más importante de los últimos veinte años. Un estatus ganado a pulso gracias a sus trabajos con Diego el Cigala, Bebo Valdés, Paco de Lucía, Alejandro Sanz, Andrés Calamaro, Buika, Ana Belén, Luz Casal, Lolita, Estopa, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, entre muchísimos otros. 

Investigador infatigable, ha recorrido varias veces el mundo buscando el encuentro con las músicas de multitud de países, llegando a ser desde hace una década profesor de producción, composición flamenca y songwriting en la prestigiosa universidad de Berklee College of Music de Boston. Siempre con las puertas abiertas en su Casa Limón, el estudio epicentro de su creatividad en el barrio madrileño de Batán.

Todo este ajetreo es lo que el músico trata de relatar en Limón, memorias de un productor musical (Debate, 2022). "Una mezcla de anécdotas simpáticas que cuento en las cenas con amigos y conocimientos basados en la experiencia de muchos años", resume a infoLibre, sugiriendo con humor cierto punto de inflexión en su vida: "Soy joven todavía y obviamente espero vivir 184 años, pero todo podría acabar aquí y no pasaría nada".

"Son memorias y divulgación, hay mucha información", destaca, y bromea divertido al admitir que después de escribir esa parte, le animaron a añadir un buen puñado de anécdotas porque "no hay nada más aburrido que un músico hablando de música". 

Javier Limón compuso su primer tema en 1996: Me voy contigo, de Remedios Amaya. Hasta entonces siempre había trabajado con el hermano de Paco de Lucía, Pepe, quien había sido su conexión con el flamenco, su maestro. Poco después, tras el éxito de Entre vareta y canasta (2000) de Diego el Cigala, se decide a abrir un estudio propio por el que poco a poco empiezan a pasar todo tipo de estrellas.

Echando la vista atrás, recuerda este músico ganador de ocho premios Grammy (siete de ellos latinos) que "hubo unos años, de los 27 o 28 hasta los 35 o 36, que realmente trabajaba todo el rato". "Me levantaba y me iba al estudio todos los días sin parar. Desde el 2003 hasta el 2010, más o menos, cuando me fui a Estados Unidos, fueron años muy intensos", rememora, mientras asegura que su relación con la música es "una cuestión de enganche".

Y prosigue: "Yo sé que un avión me pongo a escribir la letra de una canción en una libreta y empieza a pasar el tiempo a una velocidad brutal. En el estudio pasa el tiempo igualmente muy rápido, no te enteras de las horas, ni de los días, y se te pasa la vida. Parece una tontería, pero para mí hace veinte años parece que fue ayer. El tiempo se moldea de manera increíble con la música".

Por su Casa Limón pasó también, claro, Paco de Lucía, "el músico más importante del flamenco", de quien Limón conserva grabaciones nunca antes publicadas. "Yo tengo inéditos de Paco de Lucía y de todo el mundo", lanza orgulloso, para luego argumentar que son "cosas que no deben salir nunca porque hay que ser respetuoso con la gente que era tan cuidadosa con lo que publicaba". "A veces pongo en Instagram algo de Camarón, pero es más para hacerme el chulito que otra cosa, son solo pequeños guiños", asegura risueño.

Mucho más serio se pone cuando denuncia "una carencia absoluta de reconocimiento a nivel institucional" del flamenco, al tiempo que lamenta que no haya en España un museo del flamenco o de la guitarra (a nivel estatal, pues en Almería se encuentra el Museo de la Guitarra Antonio de Torres, almeriense considerado como el inventor de la guitarra actual tanto flamenca como clásica). "La guitarra es la aportación cultural más importante de España a la humanidad ever. Es el instrumento más tocado del planeta y es español, y aquí no hay nada sobre eso", recalca.

Nosotros tenemos mucho más que ver con la música magrebí que con el 'country', por muy 'cool' que sea tocar con una acústica y ponerte el sombrero vaquero

Tras sus años de crecimiento principalmente en el flamenco, pasó Javier Limón a interesarse por el jazz latino primero y las músicas del mundo después. "La música en sí nace de muchos viajes. Mis discos favoritos son los que grabé en Palestina, pero no le interesan a nadie. Todo lo hecho en el Medio Oriente, Grecia o Turquía no ha tenido mucho éxito en mi carrera", asume, siempre con humor.

Concede en este punto que ese desinterés podría deberse a su estatus en el flamenco, la copla o el jazz latino, aunque él lo achaca más bien a que en España "miramos al norte y al oeste, pero nos olvidamos de que al sur o y al este hay una cultura milenaria maravillosa".

"La música de Marruecos, la de música gnawa, que está basada en las tribus de esclavos, es de una sofistificación y una riqueza brutal pero aquí es como si no existiera. Nosotros tenemos mucho más que ver con la música magrebí que con el country, por muy cool que sea tocar con una acústica y ponerte el sombrero vaquero. Y ves aquí a mucha gente, incluyendo famosos, con su gorrito vaquero, cuando a lo mejor tendrían que ponerse también la chilaba", reflexiona entre risas.

Estas reflexiones llevan a Limón a quejarse de la ausencia de la educación musical en las aulas de los colegios, en las "que se da algo de flauta y poco más". "A pesar de que interesa mucho, la música no se toma en serio en el temario de la enseñanza", lamenta, para acto seguido apuntar que sin una ayuda extraescolar, un alumno puede terminar la secundaria "y no tener ni idea de quien es Bach, pero sí de quien es Picasso, Lorca o Cervantes". "Eso es poco inteligente porque, por ejemplo, el contenido número uno en YouTube es la música. Y es que mola saber de música", apostilla.

Para terminar, siempre atento a los nuevos artistas, asegura que le gusta la música urbana de C. Tangana o Nathy Peluso porque rompen la "hegemonía" de OT, La Voz o Eurovisión. Sobre el interés creciente por este último certamen y la polémica retirada de Luna Ki por no poder usar autotune, recuerda que en un estudio de "amplifica la voz con un micrófono, se comprime, se le ponen agudos con los ecualizadores y se le añade reverb". "Pero luego de repente, autotune no. ¡Pero si hemos llevado al Chiquilicuatre! Como si Eurovisión fuera ahora Coachella o el Carnegie Hall de repente. Pero si Eurovisión es un horror", concluye el, recordemos, profesor de Berklee.

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