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Deoleo, Glencore, Solaria o Lockheed Martin: las empresas que ya han ganado la guerra

Ucranianos cruzan el puente destruido mientras huyen de la ciudad de Irpin, región de Kiev.

Apenas dos semanas de guerra y los diarios económicos ya han empezado a publicar consejos para que los inversores sepan cómo aprovechar las subidas récord del petróleo, el gas o las materias primas y cuáles son los “fondos refugio” donde proteger sus carteras, o desvelan las “ventajas” de una nueva guerra fría. No en vano la respuesta de Europa y EEUU a la invasión rusa de Ucrania ha sido una “guerra económica”, como bien apunta el analista Juan Ignacio Crespo. Cotizaciones bursátiles y pronósticos financieros compiten en protagonismo con los partes de bajas y los movimientos de tropas.

Porque las batallas también se están librando en los mercados, que sufren una volatilidad extrema estos días. Las cotizaciones se han teñido de rojo. Pero no todo son pérdidas. En las guerras también hay quien gana. Y mucho. Juan Ignacio Crespo asegura que la economía mundial ha entrado en un periodo de caos, “como una mesa de billar a la que se han lanzado miles de bolas”. En sólo unos días se han producido unos “desajustes brutales” y hasta que se recoloquen las miles de piezas del rompecabezas se tardará un tiempo, que nadie sabe cuánto puede ser, explica. “En lo que va de año la Bolsa de Estados Unidos se está comportando igual que en 2008 cuando quebró Lehman Brothers, empiezo a pensar que vamos a vivir momentos tan malos como en septiembre de ese año”, advierte.

“Vemos una presión vendedora muy fuerte; salvo las materias primas, nada se salva”, explica por su parte Rodrigo García, analista de XTB España. Entre las empresas que están capeando el temporal con agilidad hay que exceptuar por supuesto los fabricantes de armamento. La estadounidense Lockheed Martin se ha disparado, destaca Rodrigo García, desde los 335 dólares a finales de 2021 hasta los 466 dólares ahora mismo. Un 39% de subida. Raytheon Technologies se ha revalorizado un 28% respecto a marzo de 2021 y la británica BAE Systems mucho más, un 51%. La francesa Thales y la italiana Leonardo siguen la misma estela, apunta Víctor Álvarez, analista de Tressis. Lógico si se piensa que el gasto en defensa de las principales potencias va a crecer a corto y a largo plazo. Alemania ya ha anunciado que aumentará su presupuesto de defensa por encima del 2% de su PIB y se espera que el de EEUU, que el Gobierno de Joe Biden hará público a mediados de este mismo mes, vaya en la misma dirección: más dinero para armas.

De los precios disparados del petróleo y el gas también se están beneficiando las grandes energéticas. Desde Saudi Aramco, la petrolera estatal saudí, que se ha revalorizado un 25% en un año, hasta Chevron, que ha crecido un 28% en los últimos 14 días. Más están ganando en bolsa las estadounidenses que las europeas, que se han tenido que desprender rápidamente de sus vínculos con Rusia, el segundo productor mundial de crudo. La escalada que ha puesto el barril de Brent en casi 133 dólares –128,64 el de Texas–, y la gasolina en Alemania en dos euros el litro, también está ayudando a la cotización de Repsol, que este martes alcanzó su máximo desde el pasado diciembre, con una ganancia de casi el 27%. El anuncio de que EEUU y Reino Unido vetan las importaciones de crudo ruso contribuirá a elevar aún más el precio del barril. Y los beneficios de las petroleras. JP Morgan ha llegado a situar en 185 dólares la cotización del petróleo si la guerra se prolonga.

Mientras, el transporte marítimo no deja de remontar. El Baltic Dry Index, un índice de los fletes de carga a granel seca que incluye 20 rutas marítimas en todo el mundo, alcanzó este martes su máximo desde el 20 de diciembre pasado. Aunque Juan Ignacio Crespo precisa que los fletes ya vivían buenos tiempos desde que, con la pandemia, la escasez de contenedores disparó sus precios. Ahora, la incertidumbre sobre el suministro a Europa a través de los gasoductos rusos abre las puertas a los buques que transportan el gas licuado a bajísimas temperaturas. España cuenta con seis plantas regasificadoras, lo que equivale a una cuarta parte de la capacidad europea. Cuatro de ellas son propiedad de Enagás y las dos restantes cuentan con una participación mayoritaria de esta empresa, de la que el Estado, a través de la SEPI, posee un 5% y Amancio Ortega, otro 5%. Desde que comenzó la guerra, su cotización en Bolsa ha subido un 9%.

Alternativas y materias primas enloquecidas

El mismo auge le espera a las renovables, pero también al carbón o incluso al uranio para las nucleares, apunta Víctor Álvarez. Si se cierra el grifo del gas ruso, Europa tiene que buscar alternativas. Y ahí está, por ejemplo, Solaria, cuyo valor en la Bolsa española ha mejorado un 51% desde que comenzó la guerra. O Acciona y Siemens Gamesa o Soltec, todas al alza en el último mes. Las miradas también están volviendo al carbón, pese a ser la energía más contaminante y a los esfuerzos que la UE ha hecho en los últimos tiempos para abandonarlo, al mismo buen ritmo que quería olvidar la energía nuclear. La australiana Whitehaven Coal se ha revalorizado un 35% desde el pasado 23 de febrero.

Los mercados de materias primas, además, están enloqueciendo. Este martes, la Bolsa de Metales de Londres tuvo que suspender la negociación de contratos del níquel después de que su precio se triplicara: pasó de 23.000 dólares la tonelada antes de la guerra a 101.265 el martes. Su anterior récord se remontaba a hace 15 años, pero entonces la cotización del metal no era ni la mitad del alcanzado ahora. Rusia suministra el 17% del níquel que consume el planeta, fundamental en la fabricación de coches eléctricos. Uno de ellos puede contener hasta 45 kilos de ese metal. Al parecer, un banco estatal chino estaba vendiendo un níquel que aún no tenía, explica Juan Ignacio Crespo.

¿Quién se está llevando el gato al agua? Mineras como la anglo-australiana Rio Tinto –cobre, carbón, hierro– o la chilena Antofagasta –cobre–. Y mucho más el gigante anglosuizo Glencore, el mayor operador de materias primas del mundo, también dedicado a la minería. Su cotización bursátil se ha disparado un 61,78% respecto a marzo de 2021. Controla la mitad del mercado mundial del cobre o casi un tercio del de carbón. Pero también comercia con productos agrícolas básicos como el trigo, la cebada y el girasol, igualmente afectados por la guerra entre los dos principales graneros del planeta: Rusia y Ucrania.

En España, el cierre del mercado del aceite de girasol, del que Ucrania es el primer exportador mundial, beneficia al aceite de oliva nacional. El 21% de las ventas de este aceite de semillas en España procedía de ese país. Las noticias de que algunas cadenas de supermercados habían empezado a limitar las ventas de aceite de girasol ha impulsado el valor en Bolsa de Deoleo, el mayor productor y exportador español de aceite de oliva, fabricante de Carbonell, Hojiblanca o Koipe. El martes subió un 29,6%.

Refugios

Capítulo aparte es el oro, el valor refugio tradicional en tiempos de incertidumbre. Desde el 22 de febrero su precio ha subido un 6%, hasta superar los 2.000 dólares la onza. Es la cotización más alta desde agosto de 2020. También han mejorado la plata, el platino y el paladio, que se usa para fabricar catalizadores de automóviles y también ha escalado hasta niveles históricos, 3.440,76 dólares la onza el pasado lunes.

Hacia el dólar han huido los inversores igualmente. Y hacia el yen o el franco suizo, frente al que el pasado lunes perdió la paridad el euro. Lo que que forzó al Banco Central de Suiza a intervenir. El euro está en mínimos respecto al dólar.

También actúa como refugio típico la renta fija. “Es automático: cae la Bolsa y suben los bonos”, describe Juan Ignacio Crespo, por lo que no hace más que caer la rentabilidad de los bonos del Tesoro, el alemán lo mismo que el español.

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Por el contrario, las criptomonedas “están en la mitad de los máximos a los que llegaron en octubre de 2020”, destaca Crespo en referencia a una de ellas, el bitcoin. “No cumplen las premisas para funcionar como refugio [de las inversiones]”, explica Víctor Álvarez. Dentro de 20 años, quizá se puedan comparar al oro, añade el analista de Tressis, pero por el momento se encuentran en una fase temprana de desarrollo. A su juicio, las criptomonedas sufren una gran volatilidad y son muy arriesgadas. “Están muy manipuladas”, recalca además Juan Ignacio Crespo, quien no cree que Rusia vaya a permitir el traspaso de fondos al mundo blockchain y recuerda que China ya ha prohibido las transacciones en criptomonedas.

El miedo genera oportunidades

Crespo invita a obviar el aspecto moral a la hora de señalar quién gana con las guerras. Se crean grandes fortunas en la guerra, admite, “pero también en tiempos de paz”. Añade Rodrigo García que el mercado nunca cae de forma lineal, siempre hay repuntes, como el ocurrido estos dos últimos días en el Íbex 35, que mejoró un 4,88% este miércoles y superó los 8.100 puntos. El resto de las bolsas europeas también cerró con subidas del 2,79% en Londres, el 7,13% en París, un 7,92% en Fráncfort y un 6,94% en Milán. En algún momento siempre habrá quien crea que ciertas empresas han caído a “precios de ganga”, es decir, a precios “interesantes”, y empiece a comprar, sostiene el analista de XTB.

Al mismo tiempo, los riesgos en una guerra, física y económica, son obviamente “muy fuertes”. “Nunca hemos vivido ni de cerca el riesgo de una guerra a gran escala en Europa”, confiesa Rodrigo García. Pero su recomendación es no vender, esperar a que los valores vuelvan al alza. Víctor Álvarez dice que la volatilidad es mala “en el primer momento”, aunque también “genera oportunidades interesantes”: el conocido como índice del miedo Vix, que mide la volatilidad de las opciones del mercado de Chicago en el Standard & Poors 500roza los 40 puntos, un nivel “insostenible”, subraya el analista de Tressis. “Esos niveles generan miedo y el miedo provoca caídas que, a su vez, generan oportunidades que puedes aprovechar para comprar barato”. La zozobra bursátil causada por la guerra, resume, “no tiene por qué ser mala”.

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