La alianza PP-Vox

Feijóo deja de llamar “extrema derecha” a Vox mientras Abascal presiona para normalizar su relación

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de control del Parlamento de Galicia.

Los dirigentes de Vox no tienen ninguna duda acerca de la disposición del PP a pactar con ellos un Gobierno de coalición que dé el relevo al de Pedro Sánchez después de las elecciones generales, tal y como ha ocurrido en Castilla y León. Así lo confirmó este lunes el portavoz de la dirección ultra, el eurodiputado Jorge Buxadé. Pero quieren que el nuevo líder conservador, Alberto Núñez Feijóo, dé visibilidad a esa alternativa —que han bautizado como un “Pacto de Nación”— abrazándola en público y estableciendo una comunicación directa con su presidente, Santiago Abascal. 

De momento, Feijóo no ha respondido a esa doble demanda, pero sí ha cambiado su discurso sobre el partido ultra. En 2019, cuando el PP ya había pactado con Abascal la investidura de Juanma Moreno en Andalucía, el presidente de la Xunta decía que Vox había nacido “en el ámbito de la extrema derecha” y era “la ultraderecha de verdad”. Ahora, cuando ya es evidente que si quiere llegar a la Moncloa tendrá que hacerlo a lomos de los ultras, renuncia “por respeto” a utilizar ese término, que levanta ampollas en la sede de Vox.

Carlos Alsina le preguntó en Onda Cero si seguía pensando que son extrema derecha. No respondió: “Los planteamientos con los que nació Vox no deberíamos volver a calificarlos, se calificaban por ellos mismos. Yo voy a intentar mantener respeto hacia cualquier partido a pesar de que esté en las antípodas de lo que yo pienso”“, añadió citando expresamente a Bildu y a Esquerra. 

¿Por qué este cambio? Según Feijóo, porque se ha “comprometido a no participar en la tensión, en el insulto y en las descalificaciones. Voy a tratar de no caer en ese error. Cada partido se califica por sus propios posicionamientos” y los de Vox distan mucho, según él, de los del PP, sobre todo en relación con Europa y el Estado de las Autonomías. “Son cuestiones que nos separan mucho”, remarcó.

El nuevo líder del PP trata de limar asperezas con Abascal renunciando a llamar extrema derecha a Vox, el socio español de Le Pen, de Orbán y de Salvini, pero al mismo tiempo intenta resistirse a atender los cantos de sirena que llegan desde las filas ultras. Así que Vox está aumentando la presión. Feijóo, subrayó este martes en el Congreso el portavoz parlamentario de la extrema derecha, Iván Espinosa de los Monteros, debe aclarar a sus votantes si prefiere pactar con el Gobierno de Pedro Sánchez o hacerlo con Abascal.

Vox ha sido “tremendamente respetuoso” con la crisis interna atravesada por el PP, recordó. Pero ahora, una vez confirmada la elección de Feijóo como líder en el congreso extraordinario de Sevilla, están muy “atentos a sus palabras y sus actos”. Especialmente después de que sus últimas intervenciones hayan sembrado “dudas” acerca de “su verdadera vocación”, añadió en referencia a la posibilidad de que acepte negociar y firmar acuerdos con el Gobierno. 

Las reglas de Vox

Eso es algo que Vox, cuyos dirigentes ni siquiera aceptan reunirse con representantes del ejecutivo, se niega terminantemente a hacer. “Nosotros no vamos a llegar a ningún pacto con nadie que no sea el PP, que pensamos que es nuestro socio natural. A ellos parece que les cuesta más entenderlo, vamos a darles tiempo”, porque los ciudadanos deben conocer "de manera clara" a quién están votando.

La creciente presión de los ultras contra Feijóo, uno de los dirigentes del PP a los que más han criticado en los últimos años, coincide con el intento del nuevo líder conservador de hacer compatible el cambio de rumbo del partido en Castilla y León, que ha hecho visible por primera vez y con su visto bueno la disposición de su partido a pactar con los ultras para conservar el poder, con un discurso propio en asuntos tales como el respeto a las lenguas cooficiales, la vocación federal de la Unión Europea o la defensa del Estado Autonómico.

El nuevo líder del PP no quiere fotos con Abascal. La dirección de Génova confirmó el lunes que no hay previsto ningún contacto con el líder de Vox, a pesar de la disposición de este a mantener un encuentro que selle públicamente la unidad de acción entre ambos para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Y el presidente de la Xunta busca alguna excusa que le evite el trago de coincidir el lunes en Valladolid en la investidura de Alfonso Fernández Mañueco, que harán posible precisamente los votos de la extrema derecha. 

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Allí estará Abascal, y Feijóo no quiere, al menos de momento, salir en una foto con él bendiciendo además la coalición de Gobierno que los de Vox desean convertir en el modelo a seguir, primero en Andalucía, después en las comunidades que votan el año que viene y en los ayuntamientos y después en el Congreso de los Diputados.

“Nosotros no vamos a estar mirando de reojo a otros partidos políticos, porque tenemos vocación de mayoría” y lo que quiere es que los votantes de Vox vuelvan al PP, se justificó también en Onda Cero. “Hay gente que considere que soy un iluso al pensar que el PP puede sacar mayorías. Bueno, qué le voy a hacer. No me gusta la política bisagra, me gusta la política con mayúsculas y no estar pensando en cómo puedo sumar” con otros partidos. “La política bisagrista o táctica de ver cuántos diputados voy a sumar y entonces no dejaré gobernar al que gana no me interesa”, aunque tiene, añadió, “todo el respeto a los dirigentes políticos” y también “al señor Abascal”. 

Mientras Vox y el PP se reacomodan tras el relevo en la calle Génova, el desarrollo del acuerdo de coalición firmado en Castilla y León sigue sin concretarse. Feijóo asegura que Mañueco está cumpliendo sus compromisos y que son sus “socios” los que tienen que hacer lo mismo. Los ultras no están de acuerdo. Espinosa de los Monteros dejó claro este martes que para que Vox invista a Mañueco el PP tiene que poner “de su parte”, porque su formación mantiene una posición “muy sensata”.

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