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Aviso para navegantes románticos: vuelve el casete

Cintas de casete, en una imagen de archivo.

Nos dijeron que el CD vino para sustituir al vinilo y, en mitad de ese camino, las cintas de casete acabaron guardadas en cajas destinadas al olvido. Pero, de la misma manera que en 2021 se vendieron en España un 32% más de discos de vinilo que en 2020, alcanzando el millón y medio de unidades y casi sobrepasando al CD, ahora resulta que vuelven las cintas de casete.

Aviso para navegantes románticos: en Reino Unido las ventas totales de casettes crecieron un 19% en 2021, pasando de 157.000 a 185.000 unidades (la cantidad más alta desde 2003). La misma tendencia en Estados Unidos, donde las ventas pasaron de 218.000 unidades en 2018 a 282.000 en 2020.

Cantidades improbablemente alcistas, aunque siguen a años luz de los 83 millones de casettes que se despacharon en todo el planeta en 1989, justo antes de la irrupción del CD. Pero el formato se viene arriba progresivamente gracias al tirón popular en los dos mercados discográficos más grandes del mundo de artistas como Olivia Rodrigo, Lana Del Rey, Coldplay, Taylor Swift, Billie Eilish o los sempiternos Queen.

La revolución no será televisada, pero la escucharemos en las viejas cintas de casete clamando venganza desde los estantes de las gasolineras. Si Lou Ottens, el ingeniero holandés inventor de la cinta de casete y fallecido hace un año levantara la cabeza se quedaría patidifuso. Pero, al mismo tiempo, podría volver a descansar tranquilo al comprobar la inesperada buena salud de su gran invención.

"Nosotros estamos sobrepasados", asegura a infoLibre Luis González, creador del sello Ciudad Oasis y desde septiembre de 2020 al frente de La Cassettería, la primera fábrica artesanal de este formato que funciona en España en muchísimos años (y que también funciona como tienda de cintas y reproductores, entre otras actividades). Ubicada en Conde Duque (Madrid), en este tiempo ha editado casetes para Zahara (de su álbum Puta, a 13 euros en su web), Belén Aguilera, Najwa Nimri, Triángulo de Amor Bizarro, Mónica Naranjo, Dover o Kitai.

"Nuestro primer pedido grande fue el de Zahara, de 300 cintas", rememora González, quien explica que la tirada varía mucho, desde valientes que piden 500 unidades a otros más recatados que encargan 50: "Con paciencia, los que editan 500 terminan vendiéndolas. En el otro extremo, hemos llegado a hacer tiradas de diez",

Entre medias está la banda madrileña Kitai, que hizo una tirada de cien copias de su Mixtape (2020) precisamente en La Cassettería. Una operación que, según confiesan, no es que sea especialmente rentable, pero que tiene un componente emocional. "Es un formato que nos trae nostalgia de cuando empezamos a descubrir la música. Esa cinta que te pasaba tu hermano o hermana de Led Zeppelin. A día de hoy pensamos que sacar la música en formato físico es más un fetiche, un detalle para los más melómanos o para los que les gusta coleccionar y tener, sentir en las manos el recipiente de la música", apunta a infoLibre el bajista Fabio Yanes.

Y todavía añade: "El mercado digital es el que manda y donde se consume, me atrevería a decir, el 90% de la música. Pero a nosotros nos sigue gustando comprar ese CD, vinilo o casete y verlo en la estantería. Por eso mismo, nuestra idea a largo plazo es sacar nuestro nuevo LP (el primer single es inminente) con un formato chulo en físico, para que los freaks como nosotros, a los que les guste nuestra banda, puedan seguir disfrutando de esta pasión. Ojalá tengamos la posibilidad de hacerlo también en formato cinta de nuevo".

Podrían regresar para ello otra vez a La Cassettería, pues su fundador se muestra convencido de la vigencia de un formato con más posibilidades de lo que imaginamos: "A diferencia del vinilo, todo el mundo tiene un reproductor de casetes en su casa o en casa de sus padres. Hay más de los que nos imaginamos por ahí". 

Esto mismo plantea Vega, que acaba de editar en casete su más reciente álbum, Mirlo blanco (2022), al igual que ya hiciera con Non ho l’età (2017, y que vende a 10 euros en su página web). "No sé si llegará a tener el mismo punto de eclosión que ha tenido el vinilo, pero hay una generación de gente más joven que quiere descubrir el formato de forma vintage para ellos", señala a infoLibre, para luego añadir que los compradores son también coleccionistas o los "nostálgicos" que, efectivamente, siguen "teniendo un reproductor de casetes o coches donde solo pueden reproducir música con cinta".

"A la gente le da mucha curiosidad cuando ve la cinta de casete en el puesto de merchandising de los conciertos. Yo tengo un público que está dentro de ese target nostálgico, y de repente les gusta que ocupa menos que el vinilo y se la pueden llevar firmada en el bolsillo. Pero el porcentaje de casetes vendidos comparado con los vinilos es muy menor. Pero es que la venta de formato físico también es muy menor... se empiezan a vender más vinilos que CDS, pero hay que tener en cuenta que la venta de CDs es irrisoria", reflexiona.

Otro factor que juega a favor de los casetes es que, mientras para los vinilos tienen que esperar varios meses por la saturación de la producción, los artistas pueden disponer de las cintas en mucho menos tiempo. Así lo cuenta en primera persona Bego Iratxe, cantante del grupo Monteperdido, que sacará en junio en vinilo su último disco, ya disponible desde hace meses en casete.

"Por el tema de la pandemia se nos retrasó tantísimo todo, que queríamos sacar un vinilo que finalmente vamos a sacar en junio. Lo que teníamos más a mano para lanzar algo y empezar a darle algo a la gente eran unos casetes, así que hicimos dos tiradas de cincuenta y volaron. Unas transparentes normales y otras transparentes con purpurina verde", plantea Iratxe a infoLibre.

Y agrega: "Llámanos nostálgicos, millennials... habrá gente que sí lo reproduzca, pero el casete es más una cuestión de coleccionismo o de comprar algo para apoyar a la banda. ¿La gente reproduce los vinilos? Habrá también alguien que sí. Ahora se venden muchos platos para vinilos, pero de casetes no sé hasta qué punto la gente sigue teniendo, porque en los coches ya no hay reproductor y en casa tiramos todos los equipos en 2003. Y para una banda, en lo económico no es que sea un formato que rinda muchísimo, sería más bien algo complementario".

Fabricar una cinta de casete cuesta de media en torno a los 3 euros, si bien el precio varía ligeramente en función del acabado final, según detalla Luis González, quien desarrolla su labor con dos viejas máquinas Tapematic de los años noventa que compró en el verano de 2020 de segunda mano a una fábrica de Inglaterra. "Toda la maquinaria que tenemos es de segunda mano porque no existe nueva", apostilla, al tiempo que explica que van aprendiendo a acelerar y mejorar la producción por ensayo y error, pues tampoco cuentan con un servicio técnico que les eche una mano.

Con estas dos máquinas, el ideal de La Cassettería es hacer unas 500 casetes a la semana, "haciéndolas tranquilamente y bien". Pero claro, en este proceso hay que grabar y trabajar con imprentas, por lo que el tiempo final es un poquito más largo: "Entregando 500 casetes a la semana vamos tranquilos, pero si nos ponemos podemos fabricar, dependiendo de la duración de la grabación, entre 200 y 300 casetes al día".

Una labor única en este momento en este país: "Hay mucha gente que edita cintas en Portugal, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania... En España estamos como pasaba con los vinilos antes de que abrieran Mad Vinyl y Press Play Vinyl (fábricas en Madrid y Bilbao, respectivamente), que había fabricantes que en realidad eran intermediarios o comerciales de las fábricas de otros países. Eso es lo que había en España hasta que nosotros hemos llegado. Que yo sepa, lo que son fabricantes con las máquinas Tapematic o sus equivalentes, somos los únicos".

Eso punto artesanal y vintage hace de las cintas de casete una reivindicación en sí misma, que va mucho más allá de lo musical. Bien lo sabe la banda lanzaroteña El increíble paso, que hace poco más de un año mandó a los medios de comunicación una cajita con su disco Lince de fuego en formato cinta, acompañado por un con walkman convertidor de mp3 a casete, dos pilas, un boli para rebobinar y una carta de presentación escrita a mano.

Esta estrategia buscaba llamar la atención, claro, así como "recordar los años noventa, cuando íbamos todos con los walkman", señala divertido a infoLibre el cantante de la banda, Vincent Adsuara, quien prosigue: "Queríamos recordar cuando éramos jóvenes y viajar a aquella época, que es también el estilo de música que hacemos, entre los ochenta y los noventa. Con Spotify, iTunes y demás hemos perdido ese formato físico, incluso cuando hicimos CD por última vez la gente nos decía que no tenían un reproductor donde escucharlo. Antes, con estos formatos físicos, algo más de tiempo sí que dedicábamos a escuchar música con atención".

El increíble paso (que tiene concierto el 21 de mayo en la Sala El Sótano de Madrid) no puso a la venta estas casetes, por lo que su acción quedó enmarcada en la promoción de su álbum. "Era costoso", reconoce Adsuara. Editar en cualquier formato físico es costoso, de hecho, teniendo en cuenta que el retorno económico no es de antaño, a pesar de lo cual, Vega pone en valor su importancia en primera persona: "Hay quienes queremos seguir manteniéndolo. Con la venta de los formatos físicos, yo costeo todo lo que es la producción de un disco. No gano dinero, pero puedo permitirme grabarlo. Así que el físico tiene todavía un peso importante en mi carrera".

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"Es que yo soy de la generación del walkman", resalta la cordobesa, que fue número 1 de ventas en vinilo con su Mirlo blanco, editado el pasado febrero. "Y oye, he vendido muchas cintas", apostilla divertida, para luego defender el formato: "La cinta de casete de Mirlo blanco tiene 22 carillas, están todas las letras, los créditos, es una cosa bien hecha. Da un poco de penilla que en el digital se pierde toda esa información con la que yo siempre he disfrutado mucho, pero la vida es así, cambian las formas de consumo y el formato físico en general queda un poco relegado".

Lamentablemente, eso seguirá siendo así mientras las grandes discográficas no vuelven a ver una rentabilidad clara en lo físico (por ahora, al menos en España, son los artistas y sellos independientes los que más apuestan, en la medida de sus posibilidades). Para tener un stock amplio de cintas para vender, por ejemplo, González tuvo que acudir al mercado de segunda mano y también a la importación (a muchos artistas españoles, como hemos visto, él mismo les fabrica y les vende en la tienda). 

Pero, ¿y si en unos años volvemos a salir a los parques con los radiocasetes de doble pletina al hombro? En La Cassettería también tienen walkmans de los ochenta y de los noventa sin usar, pletinas de segunda mano y, sin ser un servicio técnico, están "restaurando muchos aparatos". Y lo cierto es que, durante el tiempo que pasamos charlando en la propia tienda el timbre no dejó de sonar. Dan, como poco, ganas de ponerse con el boli a rebobinar.

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