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Andalucía pone hoy en marcha el reloj de las elecciones generales

Yolanda Díaz, Pedro Sánchez, Alberto Nuñez Feijóo y Santiago Abascal.

Como cada vez que se celebran elecciones autonómicas, los partidos de ámbito estatal se lo juegan todo y no se juegan nada. Esta vez, la proximidad de las generales —se celebrarán como muy tarde a finales de 2023— está amplificando los mensajes que intentan trasladar la idea de que lo que ocurra este domingo en Andalucía anticipará la decisión del conjunto de España. En sentido contrario, quienes creen que pueden obtener un mal resultado tratan de marcar distancias recordando que lo que se vota ahora poco o nada tiene que ver con lo que se votará dentro de año y medio.

“Sin duda las elecciones tienen sobre todo una clave local que es la que va a determinar los resultados y eso significa que tenemos que tener mucha precaución a la hora de sacar conclusiones”, advierte Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política de la Universitat de València. Eso no significa que no vayan a tener “consecuencias indirectas”, porque el resultado “va a condicionar las estrategias de los partidos” y, sobre todo, va “a contribuir a crear estados de ánimo”. 

“Pero va a suceder lo mismo que con las otras autonómicas que hemos tenido últimamente, Cataluña, Castilla y León o la Comunidad de Madrid: tienen sobre todo una clave local”. Aunque “los partidos de ámbito nacional tratarán de sobredimensionar o de limitar”, dependiendo del caso, “las implicaciones del resultado para la escena nacional”.

Gemma Ubasart-González, profesora de Ciencia Política de la Universitat de Girona, está básicamente de acuerdo. “Existen factores estatales e internacionales a considerar, pero aquellos más explicativos de los resultados del 19J serán locales”. Los ciclos electorales de Andalucía “tienen una dinámica relativamente propia”. 

Entre esos factores estrictamente locales cita el hecho de que el PSOE andaluz haya gobernado “de manera ininterrumpida durante 37 años. Aún acusa desgaste”, recuerda. “La apuesta históricamente moderada y jacobina del socialismo andaluz ha creado una suerte de sentido común de centro, hecho que permite a una parte de los votantes bascular sin muchas dificultades hacia el PP”. A lo que hay que sumar que el Ejecutivo de Juanma Moreno haya gobernado estos años con “tono calmado, focalizando el discurso en cuestiones económicas y remarcando su apuesta por la gestión bien hecha”.

“Desde mi punto de vista”, argumenta esta profesora, lo que suceda con la izquierda estatal tras las andaluzas “dependerá en parte de la capacidad de los partidos de analizar racionalmente la situación. Si los cuarteles generales de las fuerzas progresistas no se dejan arrastrar por el pesimismo y son capaces de profundizar en políticas públicas de progreso y generar su propio marco discursivo, estas elecciones no tienen porqué ser un anticipo de nada”. Lo mismo por parte del PP: “si se confían de que los resultados se repetirán a nivel estatal por una suerte de cambio de ciclo, la cosa puede acabar como el cuento de la lechera”.

Con todo, y aunque las elecciones andaluzas no se puedan extrapolar sin más al conjunto de España, sí van a influir en las estrategias de los partidos de ámbito estatal. Una victoria del PP por encima de los 50 escaños, pero sobre todo si Juanma Moreno consigue alcanzar la mayoría absoluta, dará a Alberto Núñez Feijóo el marco perfecto para alimentar la idea con la que llegó a la presidencia del partido: recuperar la unidad de la derecha sobre la que José María Aznar y Mariano Rajoy cimentaron sus respectivos triunfos electorales en 2000 y 2011.

Lo ocurrido en Castilla y León y lo que, a la vista de las encuestas, está a punto de suceder en Andalucía, demuestra que el PP está más que dispuesto a gobernar con la extrema derecha. Pero Feijóo quiere ganar en 2023 y no depender de Vox. Y para eso sólo tiene dos posibilidades: o consigue atraer a los electores ultras en nombre del voto útil o convence al PSOE para que, si el PP queda por delante, facilite su investidura. 

En el equipo de Feijóo están más que satisfechos con la imagen que están consiguiendo trasladar del nuevo líder del PP, a pesar de sus tropezones en política económica. Las encuestas revelan que está logrando atraer a votantes del PSOE y de Vox y van a continuar en la misma línea. La confrontación con Pedro Sánchez irá en aumento y las posibilidades de cerrar acuerdos con el Gobierno, aunque seguirán en boca de Feijóo durante mucho tiempo, serán cada vez más remotas.

En esa hoja de ruta sólo se puede cruzar un mal resultado en las elecciones de este domingo que para Génova sería no sólo un incoveniente sino una enorme sorpresa. Y eso, a la vista de las expectativas creadas, significa quedar por debajo de los 45 escaños y, sobre todo, que Vox dé un salto cualitativo más allá de la actualización de su número de diputados en el Parlamento de Andalucia que salga de las urnas. Para Feijóo es una prioridad no solo ganar sino detener a Vox. Si no lo consigue, su mensaje de reunificación de la derecha estará en entredicho y, a medio plazo, deberá afrontar las elecciones de 2023 sabiendo que tendrá que contar con los ultras para gobernar. En todas partes.

Un pacto PP-Vox va a condicionar el mensaje de centralidad que Feijóo trata de trasladar a los electores

Rodrígurez Teruel opina que “si el PP no puede evitar tener que depender de Vox y sobre todo si Vox acaba teniendo la suficiente fuerza como para obligar al PP a tener que meterlo dentro de una coalición de gobierno, esto sin duda va a condicionar mucho el mensaje de centralidad que lanza Núñez Feijóo”. Y al mismo tiempo va a ser mucho más creíble la alerta de los partidos de la mayoría de gobierno (PSOE y Unidas Podemos) sobre la posibilidad real de que esa coalición PP-Vox se traslade al gobienro central”. 

Con todo, el profesor de la Universitat de València cree que sería un error analizar los resultados de este domingo sin tener en cuenta que lo que vamos a ver es “una actualización de la situación política que ya tenemos en el Congreso de los Diputados”. La subida de Vox debe interpretarse, defiende, teniendo en cuenta las elecciones de noviembre de 2019, que convirtieron a los ultras en un actor fundamental del juego de alianzas, y no los autonómicos de diciembre de 2018. 

Si no tenemos eso en cuenta, “quizá sobredimensionemos demasiado la subida de Vox o la consolidación de la presidencia de Moreno Bonilla. Y en ese sentido podemos pensar que las elecciones andaluzas son ya el anticipo de lo que vendrá en otoño o el año que viene para las elecciones generales, lo cual no necesariamente tiene que darse”, avisa.

En rodo caso, en su opinión “lo importante” es que, si se produce, “un acuerdo PP-Vox afectará a la credibilidad de Núñez Feijóo. Esa será la principal consecuencia que tendrá para la derecha los resultados del domingo”. 

Para Vox lo que ha quedado claro, razona, sobre todo después de “la ducha fría” de Madrid y del “éxito” de Castilla y León, es que tiene “que ser mucho más duro y mucho más creíble con su exigencia de entrar en el Gobierno. Por eso yo creo que hoy casi nadie va a dudar de que si Vox es necesario, Vox entrará” en el Ejecutivo. “Donde va a estar la dificultad es en el PP, porque el PP es el que hasta un minuto antes de hacer el pacto con Vox en Castilla y León rechazaba esa posibilidad, incluso cuando ya intuía que no podía haber otra alternativa”.

Cabe otra posibilidad, añade, sobre todo si Moreno consigue una gran victoria y evita el gobierno con Vox: que el presidente andaluz se convierta en un contrapeso clave de Isabel Díaz Ayuso dentro del debate interno del PP nacional. “Un buen resultado de Moreno Bonilla” a quien “sobre todo beneficia a escala nacional” es a él mismo “frente a otros líderes regionales que, como Díaz Ayuso, apuestan por un discurso y por una estrategia distinta respecto a Vox”. “Si al final Moreno Bonilla no depende de Vox o no se ve obligado a meter a Vox en el Gobierno, esto a medio plazo le sitúa en una posición de fuerza dentro del PP” nacional.

Su colega de la Universitat de Girona confirma que “un segundo pacto de PP y Vox pondría a los populares en un aprieto de cara a las elecciones generales”. Núñez Feijóo “quiere hacer bascular el péndulo” del PP “lejos de las apuestas ‘ideologizadas’ de Díaz Ayuso. Y una entrada en el Gobierno Moreno de Vox cambiaría el tono y el relato del Ejecutivo, cosa que podría tener afectación en el PP estatal”.

Por otra parte, Gemma Ubasart-González no duda de que Vox está “decidido a emprender la apuesta de entrar en los gobiernos autonómicos abandonando la idea de presentarse a las generales ‘limpio’, sin haber tocado poder institucional, poniendo acento en una suerte de carácter impugnativo y antiestablisment, para avanzar en la plaza que les importa: la estatal”.

Rodríguez Teruel cree que todavía hay margen “para la sorpresa”. La participación será decisiva y eso, recuerda, no lo miden bien las encuestas que, en su opinión, pueden estar sobredimensionando el respaldo al PP al ponderar mal el respaldo que tiene Juanma Moreno. 

“Lo que puede pasar no es tanto que haya votantes que no nos estén diciendo lo que van a votar como que a lo mejor estamos sobreestimando que un tipo de votante, sobre todo un votante más de centro, más moderado, que en esta ocasión sería más probable que votase al PP, se acabe quedando en casa porque cree que la elección está dada. Ahí es donde puede haber margen de sorpresa en forma de descenso de las expectativas del PP en beneficio de Vox, que tiene un votante mucho más convencido, mucho más claro, y que en todas las elecciones que estamos viendo, incluso cuando le va mal como en la Comunidad de Madrid, sí que va a votar”.

La mayoría de gobierno sabe que su futuro depende de lo que suceda en el escenario económico y de su capacidad de evitar los conflictos internos

¿Y qué pasa con PSOE y Unidas Podemos? ¿Cómo les puede afectar el resultado de este domingo? La profesora de la Universitat de Girona sostiene que una derrota en las elecciones andaluzas debería servir al PSOE para darse cuenta de que si “quiere recuperar espacio necesita un proyecto ilusionante y valentía, no le basta ya con decir ‘que viene la derecha”. Debería hacer, en su opinión, “una apuesta por políticas transformadoras. Se ha acabado la época de hacer más de lo mismo: las apuestas socioliberales han tocado techo”. 

Y no solo eso, advierte. Si la izquierda quiere mantener y recuperar espacio electoral e institucional “debe superar los escenarios de disputas internas y dejar de centrar los esfuerzos hacia dentro. Un proyecto seductor debe superar las lógicas partidistas fragmentarias y mirar al futuro”.

Perder en Andalucía significa para la izquierda, a escala estatal, “un elemento más de erosión de la mayoría guberamental”, admite Rodríguez Teruel, aunque “en absoluto precipitará escenarios a nivel nacional”. 

En primer lugar, explica, porque va a pesar “más la voluntad, el compromiso o la necesidad de mantener la legislatura mientras se pueda”. En la izquierda “la principal lección que yo creo que van a dejar las elecciones andaluzas no es tanto la debilidad del PSOE, porque su situación a escala andaluza es distinta —viene de perder unas elecciones después de 20 años de gobierno y el candidato (Juan Espadas) todavía está en un proceso de construcción, aún no es suficientemente conocido en todas las circunscripciones electorales—”. En realidad “lo que le empieza a pesar ahora a Pedro Sánchez es la acumulación de desgaste y de problemas”. 

Luego están las dos candidaturas de la izquierda del PSOE, Adelante Andalucía y Por Andalucía, que en su opinión “probablemente van a obtener un resultado menos malo” de lo que cabía esperar hace un mes “porque han aprovechado la campaña para tratar de movilizar” a sus votantes y “de reducir el coste” de las desavenecias internas. 

Las elecciones andaluzas “pueden lanzar incluso un mensaje positivo para las expectativas de la mayoría gubernamental, porque van a demostrar que cuando las izquierdas van separadas” sale ganando la derecha y pierde especialmente “la izquierda que hay a la izquierda del PSOE”. Eso puede ser “un incentivo que ayude” a los líderes de esa izquierda a ponerse de acuerdo para construir un proyecto unido.

En cualquier caso, lo que pase en 2023 no va a ser consecuencia de lo que vote este domingo Andalucía. “El panorama que hay por delante en la política nacional de aquí a 2023 es bastante claro. Si la economía sigue acumulando factores de desgaste, de preocupación, como estamos viendo, y esto afecta a las clases medias y a buena parte de las clases trabajadoras, sólo puede ser negativo para Pedro Sánchez en la medida en que eso alimente cierta desafección y desmovilización del votante de izquierdas, que es fundamental para mantener la mayoría de gobierno”.

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No será eso lo único de lo que hablaremos a partir del lunes. Rodríguez Teruel apunta a otro asunto inminente: qué sucede con el PSOE si queda en situación de evitar con sus votos que Vox entre en el gobierno andaluz. “Ahí es donde creo que se va a generar el gran debate. Si el PP consigue suficiente distancia de Vox, generará una presión enorme sobre el PSOE para tratar de conseguir su apoyo parlamentario”. 

De un lado, explica, estarán quienes defiendan que “si el PP gana (las generales) por un voto eso debería ser suficiente para que el PSOE desistiera de cualquier intento de articular una mayoría alternativa”. Del otro se situarán quienes creen que “siempre que PP y Vox pueden pactar, pactan. Y que por lo tanto lo importante no es quién gane las próximas elecciones generales sino que la mayoría de izquierdas se mantenga. Yo creo que esos son los dos relatos que van a tratar de construir (PP y PSOE) a partir de ahora”.

A eso la profesora Ubasart-González añade un elemento que a menudo se olvida: la partida de las próximas generales “no solo depende de los partidos de ámbito estatal. Y las fuerzas ‘plurinacionales’ que apoyan al Gobierno de coalición parecen estar en buena forma”, advierte.

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