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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Moreno conquista en Andalucía la mayoría absoluta para el PP que Ayuso no logró en Madrid

El PP conquista una histórica mayoría absoluta en Andalucía. El escrutinio de las elecciones autonómicas, que supera ya el 97%, otorga a Juan Manuel Moreno (Barcelona, 1970) 58 diputados, 3 por encima de la cifra mágica de 55. El avance del PP es drástico, incontestable. De 26 escaños, pasa a 58. Son 32 más. Del 20,7% de los votos, al 43%. Si el PP ha reventado su techo, el PSOE ha roto su suelo. El partido de Juan Espadas pierde su condición de partido más votado y retrocede con respecto a Susana Díaz: de 33 a 30.

Vox crece levemente, pero pierde su relevancia. Tras facilitar la investidura de Moreno y aprobar tres presupuestos en la pasada legislatura, a partir de ahora ya no será necesario para alcanzar la mayoría de 55 escaños, a la que el PP llega solo. La operación Olona ha sido un fracaso, puede que el mayor de Vox desde su irrupción en 2018 y su consolidación en 2019. Si alguna vez la tuvo, a Macarena Olona se le ha quitado ya la cara de vicepresidenta.

Por Andalucía, el primer experimento de unidad de IU, Podemos y Más País alineado con Yolanda Díaz y liderado por Inmaculada Nieto, queda lejos de sus mejores expectativas y se limita a salvar los muebles con grupo propio y 5 asientos. A su lado, entra en el Parlamento Adelante Andalucía, con Teresa Rodríguez al frente, que logra 2 diputados.

Cs, víctima del abrazo del oso, sigue cavando su tumba y desaparece del Parlamento andaluz, donde tenía 21 diputados, que le dieron la vicepresidencia y cinco consejerías. Juan Marín anuncia su dimisión de todos sus cargos en Ciudadanos.

El movimiento de la "España Vaciada" no entra en la Cámara autonómica.

Más derechización del voto

La salida del PSOE del Gobierno andaluz no ha sido un accidente histórico, no ha sido una curiosidad puntual, no ha sido como el paréntesis sin el PP en Galicia (2005-2009), sin el PSOE en Extremadura y Castilla La Mancha (2011-2015) o sin el PNV en Euskadi (2009-2012). Lo que empezó el 2 de diciembre de 2018 fue un nuevo ciclo en Andalucía que este domingo se ha reafirmado.

La derecha, que obtuvo 59 escaños en 2018 repartida en tres papeletas, conquista ahora 72 con dos. La izquierda pasa de 50 (PSOE y Adelante Andalucía) a 37 (PSOE, Por Andalucía y Adelante). En porcentajes, la izquierda con representación parlamentaria pasa del 44,13% a menos del 37%; la derecha con asiento en el Parlamento, de casi el 50% a más de un 56%. Los votos a PP, Vox y Ciudadanos suman 2.197.214; a PSOE, Por Andalucía y Adelante, 1.333.365.

Claramente Andalucía se derechiza, como apuntaban los indicadores de opinión. Y el PP es el principal beneficiario.

Manos libres para Moreno

Desde que Moreno empezó a acariciar la idea de adelantar elecciones –tocaban a final de 2022–, se ha especulado sobre si se haría un ayuso, logrando él sólo más escaños que toda la izquierda y reduciendo por ello la influencia de Vox, o un mañueco, necesitando al partido de Santiago Abascal para superar al resto de partidos. Ahora sabemos que era una disyuntiva incompleta, en la que no se contemplaba una tercera opción: que el candidato del PP superase a la presidenta madrileña por elevación [ver aquí el escrutinio oficial]. Los datos hablan. Tres años y medio en el poder ha convertido a Moreno en un cañón electoral. Más potente que Isabel Díaz Ayuso.

Moreno, el hombre por el que nadie daba un duro en 2018 y que sólo llegó al poder gracias a Cs y Vox tras un resultado históricamente pobre del PP, sale entronizado tras su primer mandato y este 19J se consagra como el barón autonómico con mejor rendimiento electoral de su partido, por delante de Ayuso y emparejado con el propio Alberto Núñez Feijóo, que consiguió en 2020 la única otra mayoría absoluta del PP. Moreno podrá gobernar con manos libres, sin depender de Vox, cumpliendo así con su principal objetivo electoral. El éxito para el candidato del PP es total. El PP está ahora donde el mismísimo Manuel Chaves tenía al PSOE.

El de este 19J es el segundo triunfo del PP en Andalucía tras el cosechado en 2012 por Javier Arenas, pero aquella fue una amarga victoria porque el PSOE de José Antonio Griñán y la Izquierda Unida de Diego Valderas le cerraron el paso a San Telmo. Ahora no. El candidato del PP suma a partir de este domingo su nombre en la lista de presidentes que han logrado mayoría absoluta en las urnas a los de Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla y Manuel Chaves, todos del PSOE. Moreno empieza, ahora sí, a parecerse a quien ha sido su referente político, Alberto Núñez Feijóo, que logró cuatro mayorías absolutas en Galicia y que sale reforzado de este domingo como líder nacional del PP.

El PP pasa de 26 diputados y un 20,75% del voto a 58 y un 43%. A pesar de que Moreno fue el primer presidente en pactar con Vox, con el que ha firmado un acuerdo de investidura y tres presupuestarios que han permitido al partido extremista anotarse triunfos en la llamada guerra cultural, los resultados apuntan a que el mensaje del candidato del PP basado en el centrismo y la moderación ha calado en la sociedad. El PP es el partido más votado, y por encima del 40%, en todas las provincias, todas, incluida Sevilla. Es uno de los últimos mitos que le quedan al PSOE, su imbatibilidad en Sevilla. Ahora ni eso. En Málaga, circunscripción por la que se presentaba Moreno, el porcentaje de voto al PP rozó el 47%.

Una de las claves del crecimiento del PP es el hundimiento de Cs, que pierde de una tacada sus 21 escaños y cae del 18,28% a poco más del 3%. Ni siquiera Juan Marín, vicepresidente del Gobierno andaluz durante la legislatura, obtiene plaza. El partido naranja sigue quemando cartuchos y acumulando fracasos en sus desesperados intentos de sobrevivir.

Olona, fracaso e incógnita

El partido de Santiago Abascal se estrella en su intento de entrar en el Gobierno andaluz. Es el primer gran varapalo sufrido por Vox desde 2019, descontando su fracaso en Galicia. La ultraderecha crece y pasa de 12 a 14 diputados, pero queda por debajo de sus expectativas, sobre todo las que alimentó eligiendo candidata a Macarena Olona. Se suponía que tenía que hacer una demostración de fuerza en una comunidad que creía propicia para competir de tú a tú con el PP. No ha ocurrido.

La candidata empadronada en Salobreña (Granada) sale señalada de una campaña marcada por la estridencia en la que jamás ha conseguido marcar la agenda.

Mazazo para la izquierda

La izquierda sufre un mazazo. El PSOE, el partido que durante cerca de cuatro décadas controló la política andaluza hasta el punto de considerarse tutor irremplazable de la autonomía, empeora su resultado de 2018, los 33 escaños de Susana Díaz, y queda en 30, a 28 del PP. Del 27,94% de los votos en 2018 pasa al 24,1% ahora. No es un derrumbe. Pero sí un nuevo retroceso, que da continuidad a un declive que dura ya desde 2008. La dirección federal, que había contribuido a forzar unas primarias para sustituir a Díaz, se encuentra con que su sucesor obtiene un resultado aún peor.

El retroceso del PSOE no es aprovechado por otros partidos de izquierdas. Por Andalucía, la coalición de seis partidos que por primera vez ha logrado reunir a Izquierda Unida, Podemos y Más País, se queda en 5 diputados, menos de los que obtenía IU antes de Podemos. Logran asiento tanto Inmaculada Nieto (IU) como Juan Antonio Delgado (Podemos) y Esperanza Gómez (Más País), los líderes de los tres partidos principales. Consuelo menor. Aunque ha dejado claro que su "proyecto de país" empezará tras estas elecciones, la vicepresidenta Yolanda Díaz sí se había implicado en esta campaña. La decepción de Por Andalucía puede ser interpretada como un mal preludio de su iniciativa.

Si puede considerarse que Por Andalucía ha salvado los muebles, es únicamente porque logra grupo propio. Lo contrario hubiera sido catastrófico. No lo consigue Adelante Andalucía, el nuevo andalucismo de Teresa Rodríguez, que obtiene 2 asientos. Los primeros mensajes tras los resultados presagian choques entre Por Andalucía y Adelante.

El movimiento provincialista no logra irrumpir en el Parlamento andaluz, al contrario de lo ocurrido en Castilla y León. Jaén Merece Más, la papeleta a la que se atribuían más posibilidades, no consigue escaño en la provincia de los olivos, la que sufre mayor retroceso demográfico y despoblación de Andalucía. Los resultados de Andalucía apuntan a una dificultad del movimiento de la España Vaciada para extender su oferta más allá de las provincias donde hay organizaciones históricas asentadas en el territorio.

Desafíos de segundo mandato

En su segundo mandato, Moreno encara graves desafíos. Conforme se alejan los 37 años de poder socialista, que han permitido un uso constante del discurso de la "herencia recibida", el presidente tendrá que dar más explicaciones en primera persona sobre aquello en lo que Andalucía sigue en el furgón de cola en múltiples indicadores: sanidad, educación, empleo, renta per cápita...

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Moreno encara además una legislatura es la que es previsible el agotamiento del ciclo expansivo de gasto a causa de la pandemia, del que se ha beneficiado como responsable autonómico. Su "bajada masiva de impuestos" podría ser más difícil de popularizar en un contexto de contracción económica y restricciones presupuestarias, afectando a unos servicios públicos doblemente golpeados por la Gran Recesión y la pandemia.

Si se cumple lo anunciado por Moreno, en el Gobierno andaluz no seguirá Elías Bendodo, consejero de Presidencia y portavoz del Ejecutivo en la pasada legislatura, en la práctica el hombre fuerte del Ejecutivo, incorporado a la dirección de Alberto Núñez Feijóo en el congreso de abril. Bendodo ha sido una figura omnipresente durante la legislatura, de importancia política capital tanto en la gestión como en el combate contra la oposición y la campaña electoral. Su hueco será difícil de llenar. El presidente afirma que quiere contar para su nuevo gobierno con Juan Bravo, el ahora vicesecretario económico del PP, que ha sido su consejero de Hacienda. Se verá si finalmente lo hace.

Está por despejar la incógnita de si este será el último mandato de Moreno, que en abstracto es defensor de que los presidentes no estén en el cargo más de ocho años y de hecho lleva la limitación en su programa electoral, aunque no ha descartado eximirse a sí mismo de esa restricción.

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