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Europa busca contrarreloj contener la subida de la luz mientras España se protege con el tope del gas

El canciller alemán, Olaf Scholz, en la fábrica de camiones Scania.

El precio que pagan los europeos por la luz ha aumentado de manera estrepitosa en los últimos tres meses debido al encarecimiento del gas y el carbón, dos materias primas claves en la producción energética. 

El precio por megavatio hora superará este miércoles los 500 euros en los países de nuestro entorno como Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Países Bajos, con picos por encima de los 700 euros a determinadas horas. Mientras, el coste España y Portugal se mantiene en los 328 euros por megavatio, si se incluye la compensación que pagan los consumidores para asegurar un tope al precio del gas. 

Tras el comienzo de la guerra de Ucrania, los gobiernos europeos, entre ellos el español, se apresuraron a aprobar paquetes para subsidiar los precios de los combustibles, rebajar el IVA de la electricidad, abaratar el transporte público o dar cheques a las familias. Pero a medida que la crisis energética se agrava, Europa busca nuevas soluciones

Lisa Fischer, del think tank europeo E3G, explica que ahora es el momento de apostar por políticas a largo plazo, como el aislamiento térmico de los hogares, electrodomésticos más eficientes y un impulso a la energía renovables. 

"Los subsidios pueden ayudar en un momento dado, pero si se quiere aumentar la resiliencia y reducir las facturas más allá, es mejor invertir ese dinero en actividades que reduzcan las facturas de forma sostenible. No invertir ahora en energía limpia significará facturas más altas durante más tiempo", afirma la experta. 

Estas son las nuevas apuestas de Europa:

Menos impuestos en Alemania 

Alemania prepara ya un paquete para compensar el encarecimiento de la energía en su país, que se suma a las medidas aprobadas en marzo para ayudar a los hogares. Paralelamente, la semana pasada presentó una rebaja fiscal de 10.000 millones para contrarrestar la inflación que sufren los hogares, en parte en la factura de la luz, mediante un aumento de los baremos a partir de los cuales se calculan los impuestos, el método conocido como deflactación del IRPF. 

Sin embargo, la situación en ese país es tan crítica que las ayudas chocan con un nuevo impuesto que ha presentado el gobierno alemán este lunes, que gravará a partir de octubre cada kilovatio consumido por un hogar con 2,419 céntimos extra, lo que supondrá hasta 290 euros más al año en la factura para una familia de cuatro miembros. La medida también se aplicará a las empresas alemanas, que pagarán 500 millones de euros más en electricidad hasta que se retire el impuesto en abril de 2024. 

Este gravamen irá a parar directamente a las empresas energéticas alemanas, que tienen derecho a ser compensadas por tener que buscarse un gas más caro que no proceda de Rusia para poder generar luz en las centrales de ciclo combinado. Uniper, la más expuesta al gas ruso, ya tuvo que ser rescatada por el Gobierno en julio porque no podía asumir los precios del gas del mercado europeo, y recibió una inyección de 17.000 millones para no entrar en quiebra. 

Francia apuesta por el ahorro energético 

Francia prepara para septiembre un "plan de sobriedad eléctrica" para reducir un 10% el consumo energético frente a 2019, que consistirá en medidas de ahorro a gran escala y a nivel local basadas en limitaciones a la calefacción, el apagado del alumbrado no necesario o la inversión en iluminación LED. 

El gobierno francés ya se fijó en enero el compromiso de limitar la subida del precio de la luz al 4% a través de un mecanismo que fuerza a Electricité de France (EDF), que tiene el monopolio nuclear en ese país, a vender a la competencia una parte de su producción de luz por debajo del precio de mercado. Concretamente, a 42 euros el megavatio hora, frente a los más de 400 a los que se vende en el mercado diario de los consumidores. 

De esta manera, la luz llega a los hogares a un precio reducido, una medida que lleva una década en vigor, pero que ha provocado este año un agujero en las cuentas de EDF por la gran brecha entre los costes de producción y de venta. Los accionistas de la compañía −solo representan el 16% frente al 84% que posee el Estado− demandaron en julio a al Gobierno francés y exigieron una compensación de 8.430 millones de euros por esta medida. El Gobierno, por su parte, trata de comprar el porcentaje restante de la compañía para asegurar la producción de energía nuclear este invierno. 

Italia apuesta por ayudas directas 

El Gobierno italiano aprobó el 4 de agosto un paquete de ayuda de 17.000 millones para que las familias y las empresas puedan sortear los precios energéticos durante los próximos meses. Las mayores partidas están dedicadas a prorrogar ayudas a la factura de la luz, el gas y la gasolina.  

Entre otras medidas, figuran la revalorización de las pensiones al 2%, mecanismo que se adelanta para que sea efectivo en octubre. También se prolonga hasta finales de septiembre un descuento de 25 céntimos en impuestos para el litro de gasolina. 

No es solo la guerra de Ucrania 

El precio de la electricidad se ha más que duplicado desde mayo en Europa debido a la tormenta perfecta que se ciñe sobre el sector. El suministro de gas ruso se ha desplomado en varios países europeos, lo que ha derivado en un aumento astronómico de los precios: el gas TTF holandés, de referencia en Europa, ha rozado este martes los 250 euros. Hace un año costaba menos de 50. 

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Quienes han podido sustituir el gas por carbón han pasado a comprar esta materia prima, disparando su precio en el mercado. Todo ello en mitad de un verano extremadamente caluroso que ha hecho saltar el consumo de energía en el continente. 

A esto se ha sumado en las últimas dos semanas una crisis en de abastecimiento las centrales térmicas en Alemania. El calor y la falta de lluvias han rebajado el caudal del río Rin, el principal cauce europeo de transporte de materias primas, hasta los 30 centímetros en algunos puntos, lo que impide cargar los barcos con carbón, gasolina y otros materiales a pleno rendimiento. A su paso por Emmerich, en la frontera con Holanda, se ha llegado a registrar una profundidad de cuatro centímetros de agua, según medios locales. 

En Francia, la mitad de sus 56 centrales nucleares se encuentran paradas por tareas de mantenimiento debido a la corrosión en sus reactores, lo que ha provocado un hundimiento de su producción eléctrica y ha convertido a un país habituado a exportar electricidad en un importador neto.  

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