Pérez Tornero dimite como presidente de RTVE: "Ya no se dan las circunstancias para seguir avanzando"
El presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, ha anunciado este lunes su dimisión, tal como ha adelantado infoLibre. Pérez Tornero ocupó en marzo de 2021 la presidencia de la radiotelevisión pública, en sustitución de Rosa María Mateo, bajo la promesa de una transformación de la corporación que llega ahora a su fin. "Ya no se dan las circunstancias para seguir avanzando", señala el catedrático a través de una carta [ver abajo]. "Dentro del máximo órgano de administración de RTVE", añade, "ya no se dan las condiciones mínimas para el consenso transversal, ni para la conformación de una mayoría plural, estable y coherente".
Tras la salida de Pérez Tornero habrá de nombrarse un nuevo miembro del Consejo de Administración de RTVE. Lo previsible es que el PSOE lleve al Congreso un nuevo candidato, que posteriormente sería elegido presidente de RTVE. Para ello tendría que haber obtenido dos tercios de los votos de la cámara parlamentaria en primera vuelta, lo que se antoja harto difícil en este momento político, o bien mayoría simple en una segunda votación.
Conviene recordar que el actual consejo de administración está compuesto por cuatro miembros a propuesta del PSOE, tres por el PP, dos por Podemos y uno por el PNV, lo que en teoría otorgaba una mayoría cómoda al presidente, pero que no se hizo realidad, casi desde el primer día. Las críticas desde dentro del organismo, iniciadas por dos consejeros a propuesta del PP, tuvieron –y tienen a día de hoy– continuidad con las permanentes acusaciones de los dos elegidos a propuesta de Podemos, que ha hecho de la desaparición del programa dirigido por el periodista Jesús Cintora, Las cosas claras, su caballo de batalla y ha contado con el apoyo sistemático de la sección sindical de Comisiones Obreras, en abierta confrontación con la de UGT, que ha mostrado su pleno apoyo al hasta ahora presidente.
Al margen de posturas políticas y sindicales, la situación interna es de gran deterioro y desconfianza por decisiones de la cúpula, que se consideran "erráticas", cuando no directamente equivocadas. Uno de los aspectos que más incomoda a la plantilla es la gran cantidad de contrataciones de producción externa, incluida, muy en primer término, las realizadas para espacios denominados de "infoentretenimiento", que en realidad ofrecen contenidos de Informativos, que el estatuto encomienda en exclusiva a las redacciones de RTVE.
Así se puso de manifiesto en la cobertura de los funerales de la reina Isabel II, en la que los Servicios Informativos realizaron una muy aplaudida cobertura, y a la que se sumó en ciertos tramos el programa Hablando Claro, producido por Cuarzo, con noticias y comentarios sobre el mismo asunto. También han causado críticas las contrataciones de diversos profesionales externos para realizar tareas que, desde dentro de RTVE, se considera podrían realizar con toda garantía.
La carta del todavía presidente de RTVE no es –no puede serlo– sino un anuncio de su propósito, ya que su salida no tendrá efecto legal hasta que la renuncia se materialize en la reunión del Consejo de Administración que tendrá lugar este martes, precisamente este es el organismo que le nombró y no otro, ya que el Congreso de los Diputados es el que elige a sus miembros, y estos los que votan cuál de ellos debe ostentar la Presidencia de RTVE.
Esta es la carta donde Pérez Tornero explica las razones de su dimisión:
Dieciocho meses de conflicto y bajas audiencias
Pérez Tornero tomó posesión del cargo a finales de marzo del pasado año. Su presidencia de dieciocho meses ha sido, por tanto, una de las más breves. Llegó como encarnación del consenso entre PSOE-Podemos y PP, tras un tremendo impasse y una presidencia provisional de tres años; culminaba con su elección un concurso público lleno de irregularidades y pasos atrás, que poco o nada tenían que ver con el clamor profesional y ciudadano que lo inspiró y que se tradujo -una vez más- en una componenda política en la que una cosa era lo que declaraba y otra, bien distinta, lo que se pretendía.
Pronto, muy pronto, surgieron críticas provenientes de miembros del propio Consejo elegidos a propuesta del PP. Se afirmaba que las decisiones se tomaban de mutuo acuerdo, incluso por unanimidad, pero en cuanto terminaba la sesión se acudía a redes sociales o a "medios de confianza" para verter insatisfacciones propias, y disgustos por no lograr pretensiones personales, mientras personas elegidas por el PSOE no escondían su frustración por no haber llegado a la cúpula. En paralelo, había decisiones y nombramientos que decaían incluso antes de formalizarse, restando credibilidad a la nueva etapa, tal como ocurrió con Mamen del Cerro, designada como máxima responsable de Informativos de RTVE, que nunca llegó a ser nombrada por la oposición, dentro del propio Consejo de Administración, a que eligiera para ese departamento en TVE a Miguel Ángel Sacaluga, antiguo consejero a propuesta del PSOE.
Finalmente, fue nombrado Esteve Crespo, que dimitiría antes de cumplir un año, salpicado por el veto a un viaje informativo junto al Frente Polisario, que desató las críticas dentro y fuera de su departamento de Contenidos Informativos. Ocurría en abril de este año, pero es que dos meses antes había sido despedida Amalia Martínez de Velasco, como directora de Contenidos Generales de RTVE, esto máxima responsable de las programaciones de TVE y RNE.
Entre tanto, La 1 de TVE no remontaba unas audiencias de por sí escuálidas. A principios de verano de 2021 se llegaba al mínimo histórico del 8,1 de cuota de pantalla. Tornero solo llevaba tres meses en el cargo, pero es que el pasado agosto repitió la misma cifra, y eso a pesar de cambios de programación, sin los que se temía desde la dirección que se llegara a un nuevo record negativo. Y es que los cambios realizados durante más de un año no daban resultado positivo en cifras y abrían un nuevo frente dentro y fuera del Consejo de Administración.
Las mañanas no levantaban cabeza, con cada cambio por debajo de su predecesor; las tardes no lograban afirmar un perfil definido, y en el horario de máxima audiencia tan solo destacaban las sucesivas versiones de Master Chef, heredadas de varios años atrás. En medio de esos desaciertos traducidos en números, se produce la desaparición del programa Las Cosas Claras, dirigido por el periodista Jesús Cintora, que provoca un grave desacuerdo político. Een esta ocasión son los dos consejeros designados por Podemos quienes encabezan la protesta, a la que se suma la sección sindical de Comisiones Obreras; unos y otros hablan de despido político y aducen que Cintora se estaba consolidando en cifras por encima de intentos anteriores y posteriores, y hasta se batía con ventaja frente al programa de contenidos similares de laSexta. Las denuncias de consejeros y sindicatos no fueron en absoluto puntuales, sino que se han extendido hasta hoy mismo con intervenciones críticas en redes sociales y medios de comunicación presentes en internet.
Aquel Consejo de Administración elegido por consenso político está en estos momentos evidentemente fracturado y dominado por desconfianzas mutuas. La situación no es mejor entre el conjunto de la plantilla. Se clama contra el exceso de contrataciones externas que llenan la programación, mientras se aduce que en buena parte se podrían realizar con medios y personal propio; las críticas llegan a su punto más elevado cuando se producen al entrar en contenidos informativos, que la normativa exige sean producidos y realizados por personal propio, y que se esgrimió como causa para expulsar a Jesús Cintora. Curiosamente su más reciente sucesor mantiene sus incursiones en contenidos informativos de la mano de una productora externa y el cambio se materializa en el título: se quitó Las Cosas Claras y se trae Hablando Claro; no puede haber más claridad.
En está confusión se fichan espacios y profesionales poco o nada consecuentes con la concepción de un medio público, mientras llueven los reproches por campañas tan costosas como escasas en repercusión y por nombramientos internos que muchos califican como cesiones al PP. Con el ambiente enrarecido, los grandes aciertos profesionales en los Informativos de TVE, hoy por hoy muy por encima en calidad de los de la competencia privada, quedan diluidos, y no llegan al gran público, que oye y lee de continuo denuncias por el tratamiento de la política nacional, con errores graves, pero muy lejos de las críticas descalificadoras del conjunto provenientes de esta o aquella fuerza política.
Tras dieciocho meses de conflictos y bajas audiencias, queda la sensación de fracaso, de una nueva oportunidad perdida para corregir la deriva en que se haya sumida la televisión pública estatal, aquella que debería ser de todos, pero que se debate entre banderías políticas.