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El cambio climático obliga a España y Portugal a sentarse para repensar el Convenio de Albufeira

Embalse del Porma (León), la semana pasada.

Este viernes ha finalizado un año hidrológico complicado para España. A la falta de lluvias y el bajo nivel de los embalses se ha sumado a última hora un conflicto en el flujo de aguas hacia Portugal que ha levantado ampollas a ambos lados de la frontera. 

Miles de agricultores de León y Zamora observaron indignados a mediados de septiembre cómo los embalses que riegan sus tierras se vaciaban a gran velocidad y sin previo aviso para enviar el agua al país vecino.

Tras las protestas del campo, el ministerio de Transición Ecológica tuvo que recular y cerrar las compuertas de las presas, lo que provocó el enfado de los agricultores portugueses y derivó en el incumplimiento del Convenio de Albufeira. Concretamente, España ha fallado este año en su flujo de aguas hacia Portugal en el Tajo y en el Duero: ambos han enviado un 90% del caudal acordado.

El Convenio de Albufeira se firmó en 1998 bajo la presidencia de Aznar y establece el caudal de agua que debe fluir cada año de España a Portugal para las demarcaciones compartidas del Guadiana, el Tajo, el Duero, el Miño y el Sil. Esta medida se tomó porque los ríos españoles son una sucesión de embalses y, como el agua no fluye de manera natural, hay que asegurar que cada año cruza la frontera un mínimo de caudal para que ambos países disfruten del agua. 

Mientras los ríos y los embalses están llenos no hay problema, pero este año ha sido especialmente seco y los pantanos españoles de las castillas y el sur de la península están bajo mínimos. A estos se suma una mala organización de los desembalses de agua por parte de la Cuenca Hidrológica del Duero y el Tajo, los organismos encargado de gestionar los caudales de los dos ríos.

"Parece que las cuencas han reservado mucha agua para ver cómo avanzaba el verano, y en lugar de desembalsar poco a poco durante el año han esperado al último momento para hacerlo de golpe", explica Nuria Hernández-Mora, miembro de la Cátedra del Tajo de la Universidad de Castilla-La Mancha. 

Este episodio ha ocurrido en diferentes presas que riegan el Duero, como Riaño, Porma o Almendra, y esconde un problema que viene de lejos. Los autores del Convenio de Albufeira se centraron en resolver el problema político sobre el control de los ríos, pero no abordaron la dimensión ecológica que conlleva compartir un cauce, y que supone recoger cómo y cuándo se dejará fluir el agua para que el caudal de los ríos sea lo más natural posible a la hora de cruzar la frontera.

Aunque en 2008 se introdujeron ciertos caudales mínimos semanales y trimestrales, las cuencas hidrográficas españolas todavía tienen un amplio margen para maniobrar con el caudal de los ríos y soltar agua al final del año hidrológico para cumplir con lo pactado, como ocurrió en las pasadas semanas. 

"Si cada año llueve menos y tenemos problemas de sequía, el problema es mucho más gordo si encima vaciamos los embalses para cumplir con Albufeira", expone Javier Alonso, representante de la Comunidad de Regantes del Páramo Bajo. 

La cuenca del Duero ha terminado el año hidrológico con los embalses al 30% mientras que el año pasado estaban a la mitad de su capacidad en las mismas fechas, una situación que genera nerviosismo entre los agricultores. A esto se suma que se espera un otoño más seco de lo normal que impediría llenar los pantanos de aquí a la próxima siembra.

"Esta primavera preparamos la cosecha con los embalses a rebosar y eso nos permitió sembrar todo el campo", afirma el portavoz de los agricultores. "Pero si el año que viene llegamos a la campaña con los embalses al 50%, dejaremos la mitad sin cultivar". 

No obstante, desde la Comunidad de Regantes insisten en que su propuesta no es dejar a Portugal sin agua. Lo que les enfada, aseguran, es que los vaciados de los embalses se han usado al otro lado de la frontera para generar energía eléctrica, mientras que ellos llevan años invirtiendo dinero para que sus cultivos sean más eficientes. "Nadie está más concienciado con el ahorro y el ecosistema que nosotros", defiende Alonso. 

Desde los agricultores hasta los expertos, como Nuria Hernández-Mora, coinciden en que lo más importante es establecer unos caudales responsables que aseguren un flujo constante de agua a Portugal que evite llegar al mes de septiembre con un déficit hídrico del acuerdo. 

Según explican, además de evitar el impacto social de vaciar un embalse, acordar un flujo regular de agua supone un menor impacto en el ecosistema que el sistema actual de épocas de escasez y épocas de crecidas, que terminan por provocar torrentes que arrasan con todo a su paso, como ya ocurrió hace años en el Tajo portugués. 

Los embalses caen al 33,5% de su capacidad, el segundo año con menos reservas en esta época desde 1990

Los embalses caen al 33,5% de su capacidad, el segundo año con menos reservas en esta época desde 1990

Esta es una de las mayores críticas desde el otro lado de la frontera, como exponen los ecologistas portugueses del Movimiento ProTejo. "El problema se deriva de la gran volatilidad de caudales. Hay trimestres que recibimos el 37% del caudal de un año, e incluso semanas que nos llega el 12% del anual, y esto perjudica gravemente los ecosistemas y la agricultura", comenta Paulo Constantino. 

Desde el campo portugués, también reclaman una reforma en esta línea, y afirman que el incumplimiento de España en los caudales acordados "se suma a una situación ya complicada debido a la sequía provocada por el cambio climático", según el secretario general de la Confederación de Agricultores de Portugal (CAP), Luís Mira. "Por eso, hay que garantizar que se mantengan flujos diarios en lugar de mensuales para conseguir un equilibrio más regular en estos flujos y un control más eficaz y constante de esta situación", propone. 

El gobierno español ya adelantó este jueves que Portugal y España se reunirán en los próximos tres meses para evaluar el año hidrológico que acaba de terminar y para "planificar el futuro del problema de escasez de agua y sequía en la península", aunque no hacen mención a una futura reforma de los caudales de la Albufera. 

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