Un brindis por Almudena

No es este un número más de tintaLibre. No podía serlo. Se cumple en noviembre un año de la muerte de Almudena Grandes. Su obra literaria merece uno y mil monográficos, pero además resulta —y estamos muy orgullosos de ello— que Almudena pertenecía desde su fundación a la Sociedad de Amigos de infoLibre, acompañó y apoyó este proyecto periodístico y cívico desde el primer minuto junto a Luis García Montero, escribió en esta revista mensual en papel y estuvo presente en todos los momentos importantes en los que se le pidió estar, sin perder nunca un ápice de lealtad a El País, el periódico en el que colaboró toda su vida. Entre las más firmes convicciones de Almudena figuraba la necesidad de un periodismo libre e independiente, y demostró con hechos su compromiso.

Hemos invitado a escribir sobre Almudena a la gente que, pensamos, ella más quería y a quienes más la quisieron. No estarán todos los que son porque el afecto por ella es inabarcable, pero todos y todas las que firman en este especialísimo número de tintaLibre ocuparon un hueco en el corazón de Almudena Grandes y gozaron del privilegio de su confianza y cariño. Desde sus hermanos, Mónica, Manuel o Gonzalo, a su editor de toda la vida, Juan Cerezo, o sus amistades más tempranas, como Eduardo Mendicutti o Ángeles Aguilera, o ese Club de los Almudenos, bautizado así por Joaquín Sabina y compuesto por escritores, músicos, periodistas… pero ante todo amigos y amigas que tanto en Madrid como en Rota disfrutaban de una anfitriona que ejercía como matriarca de toda una tribu.

Si pusiéramos en orden los términos más empleados en los textos que nos hablan de Almudena —eso que ahora se denomina nube de tags— aparecerían la alegría, la amistad, la pasión, la generosidad, el Atleti, la familia, los lectores, la hospitalidad, los libros, las risas, el feminismo, la felicidad, la resistencia, Rota, la memoria… Luis. Pero también las croquetas, los huevos rellenos, la imagen de Almudena armada con un mandil y una espumadera saliendo de la cocina e interviniendo a voces en una discusión sobre si Cervantes está o no sobrevalorado. Esa noche habría abierto la cabeza a algún amigo en defensa de las Novelas Ejemplares: “¡Panda de brutos!”

No podía faltar en este homenaje el espíritu de Ángel González, hermano mayor de toda la tribu roteña a quien da voz José Ángel Mañas con el eco de una noche de risas y boleros. Como tampoco podían no estar los clubes de lectores y lectoras que Almudena consideraba sus acreedoras esenciales, quienes le permitían escribir con absoluta libertad.

Mientras Luis repasaba los papeles que su compañera le dejó, en el organizado desorden de una firme defensora de las matemáticas, encontró el único poema escrito por ella y dedicado —por supuesto— a él. Y esos versos inéditos son el frontispicio de este número extraordinario que algunos guardaremos para comprobar “cómo se estrena el mundo cada día” sin Almudena, sin su risa sonora y contagiosa, pero dispuestos siempre a un brindis en su memoria. ¡Por la alegría! 

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