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"Te conviertes en un trocito de carne con ojos metiendo monedas en una ranura"

Máquinas tragaperras, imagen de archivo.

Carlos Alberto Miguélez Monroy

“Parecen inofensivas y las tienes en todos los sitios, pero son muy dañinas. No te das cuenta y, somos tan ingenuos que pensamos que vamos a solucionar toda la bola de deuda y de mentiras. Te lo crees hasta que llega el bofetón de la realidad”, afirma Nacho, nombre ficticio, para proteger su identidad, de este paciente de Proyecto Hombre Madrid.

Hace veinte años no existían las apuestas online e Internet iba a ritmo de tortuga. Sin embargo, estas máquinas y los juegos de azar funcionan ahora por medio del mismo espejismo de ganar en la siguiente partida o, al menos, recuperar el dinero perdido. Cuenta Nacho que su esposa ha llegado a decir que habría podido comprar una casa de 300.000 euros con el dinero gastado en más de 20 años de adicción. 

Hace dos años dio el paso de buscar ayuda en Proyecto Hombre, una fundación que llega a más de un millón de personas y que trabaja con las personas con adicción y sus familias en el tratamiento, rehabilitación y reinserción sociolaboral de los pacientes. Su objetivo es recuperar sus vidas a través de un método biopsicosocial, es decir, que reconoce en las adicciones un componente biológico y genético, uno psicológico y otro social.

Además de las casi 700.000 personas con adicción al juego en España, se calcula en más de 500.000 el número de personas sin diagnosticar, según el informe EDADES y ESTUDES sobre Adicciones Comportamentales del Observatorio sobre las Drogas y el Ministerio de Sanidad, publicado en 2020.

El juego ya no se limita a las máquinas tragaperras con las que se enganchó Nacho. Los bingos y las casas de apuestas se han multiplicado en los últimos años, sobre todo en barrios humildes donde la promesa de “dinero fácil” se antoja como una provocación de mal gusto. El frenesí dio el salto al mundo virtual con las páginas de apuestas deportivas online. Naciones Unidas vincula la adicción a las apuestas online con el abuso previo de videojuegos e Internet. El periodista británico Johann Hari, que ha profundizado en el origen de las adicciones en Tras el grito, habla de la pérdida de vínculos reales y de “desconexión” entre personas reales como la principal causa de las adicciones. 

Causas de la adicción al juego

Mercedes Rodríguez, directora general de la delegación madrileña de Proyecto Hombre, mantiene una línea similar al hablar de un abuso de las nuevas tecnologías como síntoma de las rupturas dentro de las familias. “La adicción al juego se fragua a fuego lento. Todo comienza con pequeños gestos que pasan inadvertidos. En la familia se utilizan las pantallas, algo que nuestros hijos perciben desde edades tempranas. Estamos pendientes del teléfono, lo utilizamos mientras comemos. Cuando estamos juntos cada uno está pendiente de mensajes y notificaciones. Sin darnos cuenta empezamos a consentir el abuso de las pantallas en detrimento de las relaciones familiares e interpersonales”, dice Rodríguez, que atribuye esta normalización de las tecnologías a los niños demanden teléfonos a una edad cada vez más temprana, además de videoconsolas con diversidad de juegos atractivos que se combinan con la mayor cantidad de tiempo que pasan los niños solos en casa.

La psicóloga considera que las nuevas tecnologías fomentan la cultura de la inmediatez y defiende la necesidad de prevenir desde la familia en edades tempranas para educar con el ejemplo y fomentar en los niños habilidades que les permitan construir una personalidad menos vulnerable para afrontar los problemas de la vida. También aboga por alternativas de ocio saludable en espacios públicos para fomentar vínculos reales entre personas.

“Empezamos a ver que hay más gratificación en los contenidos que ofrecen las pantallas que en las relaciones personales, porque esa gratificación es inmediata, placentera y estimulante para nuestro sistema nervioso. Y esto poco a poco va arraigando durante el desarrollo de nuestros hijos”, reflexiona Rodríguez, aunque Nacho no lo tiene tan claro al tratar de identificar el origen de su propia adicción.

“No sabría decirte si comienza como un juego al que te enganchas, si comienza con una frustración de joven o si es algo mucho más profundo. Cuando estás fuera de juego y ves todo desde la distancia no eres capaz de entender qué te ha hecho estar ahí. No consigo entender cómo la mente humana puede llegar a hacer lo que hace para jugar y para autodestruirse de semejante manera”, dice el paciente, que alerta del peligro al que están expuestos los jóvenes en un mundo virtual sin controles adecuados. 

“Hay padres que se dan cuenta que sus hijos están jugando al descubrir un agujero en su cuenta y descubrir que se han metido con sus datos y con su tarjeta”, dice Nacho Ante la variedad de juegos y apuestas online y la dificultad de imponer controles en el mundo virtual, considera también inviable prohibir todo y plantarle cara desde la política por la cantidad de dinero que mueve el negocio.

“No son conscientes del problemón que hay”, dice el paciente. Hasta su llegada a Proyecto Hombre, tuvo que contar la verdad al director de la empresa donde trabajaba y, antes, a su familia y a su esposa. “Es a quien más he maltratado con la ludopatía. Alguien que es capaz de perdonarte y de seguir a tu lado después de eso se convierte en tu gran referente”, dice Nacho, aunque sin dejar de reconocer el trabajo que cuesta volver a confiar en “mentirosos compulsivos”, como se define a sí mismo cuando atravesaba su problema de adicción al juego. 

Más de veinte años para pedir ayuda

“Al final tienes que acudir a la gente que te quiere. Me podían haber mandado todos a la m… y dejarme tirado. Habría sido lo más lógico del mundo tras habernos convertido en seres indeseables. Vivimos por y para jugar, siempre con una mentira tras otra; mentir para 'sobrevivir' al juego. Somos complicados”, dice Nacho 

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Al buscar por Internet le convenció Proyecto Hombre Madrid, que aborda los factores biológicos de la adicción, pero también los psicológicos y los sociales. Además, a Nacho le pareció una atención centrada en el paciente. “Es una terapia muy personalizada hacia mi recuperación en conjunto con la gente que me rodea, con mi mujer, con mi familia”, cuenta el paciente, que se considera afortunado por poderse pagar lo que considera el mejor paso que ha dado en su vida ante la falta de ayudas públicas o tratamientos de la sanidad pública para problemas como el suyo, algo que lamenta. 

“Quien esté en esto que pida ayuda a que se ponga en manos de profesionales. Esto te lleva a la ruina económica, familiar, de pareja y laboral. Te conviertes en un trocito de carne con ojos echando monedas o metiendo billetes en una ranura. Desapareces como persona”, dice Nacho a modo de advertencia. Su objetivo de vida consiste en vivir con tranquilidad y recuperar la confianza de sus seres queridos.

“Muchas veces le digo a mi psicólogo: 'Remi, que tengo dinero en lacuenta. Hay dinero ahí, no voy pillado'. La felicidad consiste en mantenerse sin jugar y conseguir que la gente que te quiere pueda perdonarte y a confiar en ti. Hay quien dice que seremos siempre ludópatas en rehabilitación, pero yo he aprendido en Proyecto Hombre que en el momento en que no juego, no soy ludópata. También he tomado conciencia de que no tengo que bajar la guardia”, concluye Nacho, una persona rehabilitada que lleva dos años sin jugar.

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