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Una deuda pública alta, pero no "apocalíptica": razones para no alarmarse por el récord de 1,5 billones

Nadia Calviño y María Jesús Montero, durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.

La deuda española ha superado en el tercer trimestre la barrera de los 1,5 billones de euros, lo que supone un 2% más que en el período anterior. No obstante, en términos relativos, el dato es ligeramente positivo: la deuda ha pasado de representar el 116,1% del PIB al 116%. Esto se debe a que el PIB ha crecido ligeramente en este período, aliviando el peso de la deuda sobre el crecimiento económico. “Que la deuda se mantenga estable es un dato positivo que permite alejar fantasmas apocalípticos de la economía”, explica el catedrático Carles Manera, que imparte Economía Aplicada en la Universidad de las Islas Baleares. 

La cifra todavía está por encima del objetivo marcado por el Gobierno para cerrar el año, que es del 115,2%. El dato del cuarto trimestre no se conocerá hasta marzo. De cara al futuro, el Gobierno plantea un escenario donde la deuda se reducirá a en torno el 109% en 2025. En ese sentido, el profesor Manera se muestra cauto: “Las coordenadas económicas son de enorme incertidumbre. Si no hay nuevos cisnes negros, como la guerra de Ucrania, todo hace pensar que no es arriesgado creer que la deuda pública se va a reducir en los próximos años”, señala. 

La deuda pública ha crecido en los últimos tiempos en dos períodos: a lo largo de la Gran Recesión (entre 2008 y 2014) y desde 2020, la pandemia y la ola inflacionista generada por la invasión de Ucrania. En el primer caso, la deuda pasó del 35% del PIB al 104% a lo largo de seis años. En el segundo, del 101% al 116%. Cabe matizar que el fuerte aumento de este ratio se produjo tras el enorme desplome del PIB producido en 2020 tras los confinamientos, que supone la mayor caída desde la Guerra Civil.

A más largo plazo, el catedrático muestra la misma serenidad: “A mí el nivel de deuda de la economía española me preocupa relativamente”, añade el profesor. “Hay un enorme debate sobre la deuda, que creo que está ideologizado en exceso. Por un lado se dice que la deuda será un legado para las generaciones futuras, pero indudablemente esto también representa beneficios para esas generaciones. Si hay un incremento de deuda es porque existen programas de inversión pública y ayudas a empresas y hogares. Creo que programas como el Next Generation es acertado”, añade.

En términos europeos, a falta de conocer los datos del tercer trimestre del resto de socios de la eurozona, España se mantiene en cuarta posición, tras Grecia (182,1% del PIB), Italia (150,2%) y Portugal (123,4%). Le siguen de cerca Francia (113,1%) y Bélgica (108,3%). La media de los países del euro está en 94,2%. “Los datos españoles no están desintonizados respecto a otros países europeos. En término de deuda en relación al PIB se han mantenido, es buena noticia que no se hayan disparado más”, señala el catedrático, que añade una puntualización: “Llama la atención el caso italiano. Su prima de riesgo duplica la de España. En este sentido, me parece que Italia tiene más vulnerabilidades, aquí no veo problemas insalvables”, resalta.

Dos maneras de afrontar de una crisis: la prima de riesgo lo constata

Hubo un tiempo en que, en España, el telediario empezaba siempre con la misma noticia: el aumento de la prima de riesgo, un concepto que, diez años después, prácticamente ha desaparecido del vocabulario diario. Esta métrica mide el sobreprecio que paga España para colocar su deuda en los mercados, en relación a la referencia europea, que es Alemania. En 2012, los mercados desconfiaban de la solvencia de la economía española y el sobreprecio de financiarse en los mercados estaba desbocado. Ese problema hoy no existe. La prima de riesgo, que llegó a alcanzar más de 500 puntos en agosto de 2012, hoy está en poco más de 100.

Esto, según el catedrático Carles Manera, es una de las consecuencias de haber abordado las crisis generadas por la pandemia y la invasión de Ucrania de una manera diferente. “La Gran Recesión supuso un aumento enorme de la deuda pública. Antes de eso, la deuda se mantuvo baja en relación al PIB, hasta que estalló la crisis, lo que disparó el déficit público por un lado [España empezó a gastar más de lo que ingresaba] y la deuda por otro”, explica el profesor.

La sequía de gasto público conllevó un recorte del consumo y de la inversión que sumergió a la economía española en una espiral negativa de destrucción de empleo. “Sin embargo, ahora tanto España, como la Comisión Europea y el Banco Central Europeo han aplicado una política neokeynesiana”, explica el profesor. Con ello hace referencia a otra manera de afrontar una crisis: con gasto público y mantenimiento de las empresas. “Evidentemente esto ha supuesto un aumento de la deuda pública. Pero el impulso del gasto público a través de la política fiscal del Gobierno han llevado a un aumento del crecimiento económico”, apunta. 

España tiene hoy una posición holgada. La colocación de deuda es bastante cómoda. La deuda pública española es aceptada por el mercado, hay apetito por parte de los que la compran. En términos comparativos estamos en una situación más positiva que la de España”, remacha el profesor. En noviembre, la prima pública italiana, que tradicionalmente ha ido pareja a la española, ha casi duplicado el dato: 197,5 puntos frente 105,1 de España. 

“La política monetaria del Banco Central Europeo a raíz del covid-19 ha sido decidida y, desde mi punto de vista, acertada. Ha habido cierta mutualización de la deuda”, explica el catedrático. Los economistas dudaban de cómo se comportaría el bono de deuda español en el mercado una vez que el BCE dejara de comprar masivamente. “El BCE ya ha empezado a reducir la tenencia de deuda pública española, pero el bono ha aguantado muy bien el envite. Esto proporciona una idea bastante realista de la situación de la economía española: no está en un área de inquietud”, explica el profesor.

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