IGUALDAD

Jacinda Ardern dice adiós: ¿la política de los hombres es compatible con la vida de las mujeres?

La ex primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

Jacinda Ardern se despide de la política. La ahora ex primera ministra de Nueva Zelanda ha dicho adiós este jueves, en un discurso atravesado por la honestidad: "Tras seis años de grandes desafíos, soy humana. Sé lo que requiere este cargo y sé que ya no tengo suficiente energía para hacerle justicia". La líder del Partido Laborista, que en 2017 se alzó como la dirigente más joven del mundo, reconoce que ya no le quedan fuerzas. Muchas mujeres, dentro y fuera del tablero político, han reconocido en su fatiga el agotamiento de otras muchas. 

"El feminismo nos ha enseñado que la política tiene que ser compatible con la vida", ha destacado la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en redes sociales. "Acosada por ser mujer, por ser joven, por ser madre. Jacinda Ardern ha estado al frente de un país dando lo mejor de sí misma ante una de las crisis mundiales más duras de la historia reciente y se marcha sin fuerzas para continuar. Que la mala noticia sirva de reflexión", pedía la líder de Más Madrid, Mónica García.

"El precio en salud que pagan las mujeres es muy elevado, por eso se van con más facilidad", reflexiona al otro lado del teléfono Nuria Varela, directora general de Igualdad del Gobierno de Asturias. Laura Seara admite que, tras conocer la marcha de la ahora ex primera ministra, algo se le removió por dentro. "Yo trabajé con las mujeres más atacadas de la política española: Leire Pajín y Bibiana Aído", dice en conversación con este diario. Seara fue directora general de la Mujer y secretaria de Estado de Igualdad entre 2009 y 2011. Este jueves ha recordado con especial intensidad el "escrutinio brutal y los vendavales de porquería que llegaban por tierra, mar y aire". A veces, analiza, "mantener la libertad, la independencia y la posición política, en un espacio muy controlado por los hombres, tiene un peaje muy elevado para las mujeres". 

A la misma conclusión llega Varela: "Hemos entrado en la política, pero no hemos conseguido cambiar las reglas del juego". Esas pautas que determinan cómo ha de desarrollarse la partida, a su juicio, eminentemente masculinas. Y tienen que ver con cuestiones como los horarios, la autoridad, la ausencia de redes sólidas de apoyo para ellas o la violencia en las formas. "Es muy fácil crear un clima adverso contra las mujeres", lamenta. 

La politóloga Verónica Fumanal cree evidente que las mujeres "sufren mayores cuotas de presión que los hombres" porque deben lidiar con un "cuestionamiento constante de sus aptitudes". Fumanal se detiene en los estereotipos de género y el doble rasero: "Si las mujeres tienen habilidades directivas o un estilo más agresivo, son malas personas o encajan en el estereotipo de mandona. Si desempeñan liderazgos más empáticos o humanos, son cobardes o tontas", lanza.

El escrutinio va más allá de la esfera estrictamente profesional: la lupa, por supuesto, se instala también sobre lo personal. "Hay un factor vinculado al aspecto físico que es muy importante", observa la politóloga, "para los hombres, su forma de vestir nunca condiciona cómo de buenos son en su trabajo", pero cuando se trata de ellas sí que es un factor determinante en el debate público. "Por no hablar de si son demasiado guapas, feas, gordas, flacas, si tienen hijos y quieren coger una baja por maternidad, o si directamente no quieren ser madres", completa. "Vemos cómo a las mujeres se nos juzga por muchos ámbitos que extralimitan nuestras capacidades profesionales y se hace de forma absolutamente taxativa". 

Seara no titubea: "La política es una trituradora en general, pero se ceba de manera evidente, clara y sin ambages contra las mujeres". Y esta dinámica se reproduce desde la línea de salida, coinciden las voces consultadas. "Primero hay que demostrar el doble o el triple para poder llegar", analiza la también exdiputada. Pero además, una vez alcanzado el objetivo profesional, emergen los fantasmas: del síndrome de la impostora a manidas insinuaciones sobre que "las mujeres tenemos que demostrar que realmente nos han dado el puesto porque lo merecíamos", abunda Fumanal. "Nos enfrentamos a un partido en el que hay que empatar y en el que empezamos con dos goles en contra", asevera, una realidad que constituye una "barrera tremendamente disuasoria para las mujeres".

"Mamá está deseando estar ahí"

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Varela cree relevante detenerse en dos factores determinantes. El primero es la edad: las mujeres en política, repara, son "jovencísimas, mientras que estamos gobernados por ancianos". Se pregunta, sin encontrar respuesta, dónde están las mujeres mayores en política. Jacinda Ardern abandona con 42 años, mientras Joe Biden gobierna una de las principales potencias mundiales a la edad de 80. Sea cual sea el motivo, lo que está claro para la asturiana es que resulta extremadamente "fácil expulsar a las mujeres o agobiarlas para que se vayan". 

El otro elemento que señala es la maternidad: "Sigue pasando una factura clarísima a las mujeres y a los hombres no". Varela reconoce que es toda una incógnita cómo compatibilizan los varones sus draconianas agendas políticas con la conciliación. "No sé qué hacen los hombres con su paternidad, pero no hay rastro de ella", sostiene.

Parte de la despedida de Jacinda Ardern fue dedicada precisamente a su hija, la misma que llevó en brazos cuando tan solo era un bebé a la Asamblea General de Naciones Unidas en 2018: "Mamá está deseando estar ahí cuando empieces el colegio este año".

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