El veto al diésel ruso deja a España sin un suministrador clave y amenaza el precio del carburante
Este domingo entró en vigor en la Unión Europea la prohibición de comprar derivados del petróleo que lleguen en barco desde Rusia, la medida más ambiciosa hasta el momento para recortar los ingresos del Kremlin y estrangular su campaña militar en Ucrania. El veto promete reestructurar el mercado del combustible en los Veintisiete y supondrá sin duda un encarecimiento de la gasolina y el gasoil, según los expertos, aunque se espera que el impacto sea paulatino.
Rusia fue en noviembre el principal exportador de gasóleo de España, según los últimos datos oficiales de Cores, por lo que el embargo supondrá una subida del carburante en la península, según confirma Nacho Rabadán, presidente de CEEES, una de las patronales de las gasolineras. "La diferencia entre oferta y demanda era hasta ahora muy estrecha, por lo que cualquier restricción tiene consecuencias", destaca.
La incógnita es cuánto subirá el precio y cuándo lo hará. La clave estará, según Rabadán, en la demanda mundial de petróleo, ya que este mercado no entiende de fronteras. "Si el invierno es muy frío en Europa y Estados Unidos, o si China empieza a despegar económicamente, el combustible se encarecerá más que si tenemos un invierno suave", matiza.
Fuentes empresariales añaden que la subida se notará más en el diésel que en la gasolina porque uno de los principales derivados del crudo que Europa compra a Rusia es el diésel de vacío, una materia prima necesaria para refinar el crudo y producir gasóleo. Concretamente, Rusia suministra el 50% del diésel de vacío que se usa en el bloque.
Sobre la fecha en que se encarecerá el combustible, desde las gasolineras buscan evitar el alarmismo e insisten en que será un proceso lento porque hay depósitos suficientes para que el impacto de las restricciones no sea abrupto. Precisamente esto es lo que se deduce de los datos de importaciones de productos petrolíferos rusos, que evidencian cómo las empresas españolas y europeas han aprovechado los últimos meses para comprar la mayor cantidad posible de combustible antes de que entrase en vigor el embargo.
Según los datos facilitados por Global Witness, una ONG que monitoriza la extracción de recursos naturales, España ha aumentado mes a mes desde otoño las compras de petróleo y subproductos a Rusia hasta alcanzar el pasado mes de enero los 5,5 millones de barriles, el máximo desde que comenzó la guerra de Ucrania. Estas cifras se extraen del seguimiento de los barcos petroleros que circulan en alta mar que hace la consultora Kpler.
Los datos de Cores, más fiables porque son el inventario oficial del ministerio de Transición Ecológica, apuntan a que en noviembre España compró 120.000 toneladas de gasóleo, el 20% del total que se importó ese mes y el equivalente al 4,5% del consumo total de gasóleo de España. En el conjunto de 2022, las exportaciones de gasóleo ruso supusieron el 13% del total.
Además del reciente veto a la compra de derivados del crudo, Europa mantiene desde el 5 de diciembre la prohibición a comprar petróleo ruso –sin refinar– que llega en barco, y solo mantiene una pequeña excepción para países extremadamente dependientes que no pueden acceder a alternativas.
Golpe a las arcas del Kremlin
Las sanciones a la compra de materias primas procedentes de Rusia comenzaron el pasado agosto cuando la UE vetó la entrada de carbón. También está prohibida la compra de hierro, acero y otros materiales de construcción, así como químicos y alimentos. Estas medidas han levantado a menudo críticas de analistas que defienden que parte de las sanciones no tienen efecto porque han surgido nuevas rutas comerciales opacas que permiten las exportaciones de productos rusos a Europa, especialmente con las recientes sanciones al crudo.
Sin embargo, la visión mayoritaria es que el veto a los combustibles supone un impacto a las cuentas del Kremlin. Este lunes, el Ministerio de Finanzas ruso ha publicado que los ingresos en impuestos por venta de gas y petróleo se desplomaron en enero un 46% frente al mismo mes del año pasado tras la entrada en vigor de las sanciones de Europa y sus socios a la exportación de crudo y de gas natural.
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"La idea de que las sanciones petroleras no son costosas para Rusia es una fantasía", afirmó este fin de semana Karim Fawaz, jefe de análisis de materias primas de la consultora S&P Global, en su cuenta de Twitter. El experto explicó que mover miles de toneladas de petróleo en la sombra o mediante rutas más largas es extremadamente caro y dificulta la rentabilidad del negocio. "Puede que Rusia esté sacando más provecho de la situación de lo que la gente esperaba, pero no va ganando", resumió.
Según un análisis publicado en enero por CREA, las restricciones de los últimos dos meses han costado miles de millones de euros a Rusia. Calculan que hasta noviembre el Kremlin ingresaba cada día 800 millones de euros con la venta de combustibles. El tope al crudo y sus consecuencias sobre el mercado global redujeron sus ganancias a 640 millones diarios en enero, y la nueva prohibición de este domingo los reducirán aún más, hasta los 519 millones de euros diarios.
Para tratar de reducir al máximo los ingresos de Rusia, el G-7 también ha fijado en acuerdo con la Unión Europea un tope al precio de venta global de combustibles rusos que comercie con terceros países, como China, India o Turquía. Ninguna empresa con sede en un país del G-7 podrá participar en el comercio de petróleo ruso si se oferta a más de 60 dólares por barril, una medida disuasoria para las navieras debido a que las empresas británicas y europeas dominan el mercado mundial de seguros y reaseguros marítimos.