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La ropa de segunda mano se abre hueco en los hogares españoles, cada vez más ahogados por la carestía

Una compradora en una tienda de Humana.

Cada vez es más común comprar ropa de segunda mano. El encarecimiento generalizado del coste de la vida, tras una inflación que elevó los precios un 8,4% de media en 2022, ha obligado a las familias a replantear sus gastos. Una de las opciones para apretarse el cinturón es la ropa. Este martes, la tienda Humana, que tiene una red de 48 establecimientos, ha difundido que la venta de ropa de segunda mano aumentó un 22% en 2022. Fueron 2,4 millones de personas que compraron 6,2 millones de artículos. La tienda lo resume en tres motivos: los precios económicos, la conciencia medioambiental y el éxito del estilo vintage. 

“Esto ya ocurrió antes”, recuerda Neus Soler, profesora de Economía y Empresa en la Universidad Oberta de Catalunya. “Si nos acordamos de la otra crisis, cuando aún no había arraigado la conciencia medioambiental, se empezó a hacer mucha compra de segunda mano precisamente por el ahorro. De hecho, ahí fue el auge de apps como Wallapop [aplicación de compraventa], cuando las economías domésticas vieron que sus bolsillos se estaban perjudicando”, explica la experta en marketing. 

Un estudio elaborado por Adevinta, compañía propietaria de webs de compraventa, como Milanuncios, motos.net, coches.net o Fotocasa, con datos de 2021, revela que el 58% de la población española vendió algún producto por Internet, una cifra que supone un aumento de 13 puntos desde el año anterior.

La profesora considera que el auge de la segunda mano tiene un factor que lo hace cíclico, es decir, que vuelve a crecer en cada crisis. Pero en este caso, sí cree que la conciencia medioambiental de los consumidores cumple un papel en la decisión: “La ropa es un producto que es fácil de reutilizar. Es también algo a lo que estamos más abiertos y predispuestos a dar un segundo uso. Es verdad que en España no tenemos la conciencia medioambiental que hay en los países del norte de Europa, pero cada vez es mayor, sobre todo desde la pandemia”, arguye.

La segunda mano, del comercio de barrio a Wall Street

La segunda mano, desde hace años, ya no es una mera actividad de las familias trabajadoras para recuperar parte del valor de un producto que ya no desean: ahora cotiza en Wall Street. Los avances tecnológicos han propiciado que este tipo de intercambios se realicen a través de plataformas, como Vinted o Wallapop.

En 2021 este sector tuvo un empuje muy fuerte: los cuellos de botella en las cadenas globales de suministro, que afectó especialmente a los productos electrónicos. Como informó infoLibre, esto se reflejó muy claramente en el sector del automóvil. La escasa oferta de coches nuevos impulsó la demanda de la segunda mano. El aumento generalizado del coste de la vida, propiciado por el repunte de precios energéticos, así como por la subida de tipos de interés, ha sido el último empujón. Todos estos ingredientes han propiciado el enorme crecimiento de este sector. 

Un informe de ThredUp, una de las mayores empresas de venta de ropa de segunda mano, radicada en EEUU, prevé que la inflación supondrá vientos de cola para su sector. La compañía declara en su informe relativo a 2022 que la venta de ropa de segunda mano es un fenómeno global que está creciendo en todos los continentes, incluso más rápido que el negocio de venta tradicional –con una velocidad ocho veces superior en EEUU, estima–. 

Entre las otras razones que aporta esta compañía, ahora los usuarios tienen más facilidad para encontrar ropa de segunda mano. Según los últimos datos que recabó esta empresa, en 2021 el 93% de los consumidores estadounidenses encuestados manifestó haber comprado o estar abiertos a comprar en segunda mano, un dato que contrasta con el 52% que contestó afirmativamente en 2017, apenas cuatro años antes. 

¿Qué gana Zara del auge de la segunda mano?

Un síntoma que sugiere el enorme crecimiento de este sector es la preocupación de negocios de venta de ropa al por menor, como la multinacional española Inditex. La compañía de Amancio Ortega anunció en diciembre que Zara arrancaría en 2023 en Reino Unido una línea experimental de venta de productos de segunda mano. Ya es posible entrar en su página web, donde se pueden comprar o vender productos. El apartado de venta muestra una colección de productos, aparentemente como nuevos, a precios asequibles. 

Los trabajadores de Zara tendrían que recoger la prenda, revisarla, quizás lavarla, hacerle la foto, colocarla en la página web y luego venderla. “Zara puede cubrir un punto débil de Wallapop: resolver las incomodidades que provoca. Tienes que quedar con la otra persona, te puede llegar a dar miedo, ¿y si te atraca? O si se lo envías por correo, no conoces a esa persona. ¿Y si daña el producto y te culpan a ti? Si Zara hace de intermediario resuelve estos problemas. Incluso podría enviar el producto entre su red de tiendas para simplificar el envío”, explica Soler. 

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¿Qué gana Zara al hacer de intermediaria de clientes? “A nivel económico no les compensa, aunque cobren una pequeña comisión”, explica la profesora Neus Soler. “Lo que gana es que estás entrando en una tienda de Zara, y con ello, poniendo en marcha todos los mecanismos que intervienen a nivel sensorial y de merchandising. Cuando les revendes un producto para recuperar parte de la compra, la tentación de gastarlo en nuevos productos está ahí”, explica la profesora. 

“Otros beneficios son los datos. La información del comprador es valiosísima. Los estudios de mercado son carísimos, y a través de estas aplicaciones sabes no solo los datos personales del comprador, porque se tiene que registrar, también sus hábitos de compra. Los tienes gratis”, añade. 

La experta en marketing señala un último aspecto, que reabre el debate sobre si estas empresas toman estas iniciativas por su compromiso con la sostenibilidad: “El consumidor que antes a lo mejor se abstenía de comprar porque tiene muchas prendas en casa, ahora puede verse seducido al encontrar productos aún más baratos, o al saber que podrá revenderlo en la misma tienda… ¿Estás frenando el consumo o lo potencias cada vez más? No olvidemos que el fin último de una empresa es obtener beneficio”, reflexiona la profesora.

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