El Partido Republicano (y EEUU) sigue sin poder librarse de Tump

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronuncia un discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC).

Alexis Buisson (Mediapart)

National Harbor, Maryland, Estados Unidos —

"Esta es la batalla final. Si ganan ellos, nos quedaremos sin país", dijo Donald Trump, que habló durante casi dos horas, el pasado sábado 4 de marzo, ante el público de la CPAC (Conservative Political Action Conference), la gran reunión de la derecha americana en un hotel de Maryland, a las afueras de Washington. Un largo discurso como él suele hacerlos: inconexo, salpicado de anécdotas e insultos, como un viejo general relatando sus hazañas bélicas.

A los organizadores ni se les ocurre interrumpirle. La CPAC, fundada en 1974 como espacio de diálogo y movilización para conservadores de todas las tendencias, se ha convertido en los últimos años en un mitin a mayor gloria de los hombres de negocios. Basta recorrer unos metros de pasillo del evento, clausurado ayer, para comprobarlo.

Todo el mundo lucía gorras rojas con el eslógan trumpista de Make America Great Again (el famoso MAGA) o Trump 2024 y fueron apareciendo muchas de las estrellas del movimiento populista lanzado por el multimillonario en 2016: su hijo Donald Trump Jr, el conspiranoico vendedor de almohadas Mike Lindell, las diputadas ultraderechistas Lauren Boebert y Marjorie Taylor Greene, el estratega Steve Bannon... El expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el líder del Brexit Nigel Farage también estuvieron en la fiesta.

Esta edición de la CPAC era la primera desde los malos resultados de los republicanos en las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, en gran parte como consecuencia del extremismo de los candidatos patrocinados por Donald Trump. El ambiente no era del todo festivo. La enorme sala no estaba ni mucho menos llena, y el presidente del evento, el ultraconservador Matt Schlapp, ha sido recientemente denunciado por tocamientos sexuales por parte de una joven republicana. Eso bastó para enfriar un poco el ambiente, hasta el punto de que incluso la cadena ultraconservadora Fox News decidió no instalar allí su plató este año. 

Pero el acto tuvo al menos el mérito de ofrecer un anticipo de cómo va a ser la campaña republicana para las próximas elecciones presidenciales de 2024. El programa del evento de cuatro días incluía intervenciones contra el wokismo de la izquierda y los transexuales; denuncia del "marxismo" de los demócratas; diatribas contra Joe Biden, el FBI y el Departamento de Justicia, acusados de perseguir a los activistas de derechas. Sin olvidar el desfile de candidatos, declarados o no, a las primarias republicanas para la Casa Blanca, que comenzarán a principios del próximo año y durarán varios meses.

Contendientes no declarados

Además de Donald Trump, subieron al estrado la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley y el exsecretario de Estado Mike Pompeo, que aún no está oficialmente en la carrera. La intervención de la ex gobernadora, que anunció su candidatura en febrero, puso de relieve el reto al que se enfrentarán los competidores del multimillonario en la carrera por la nominación del partido: distinguirse del gran líder evitando al mismo tiempo dar la espalda a sus muchos votantes, que mantienen un estrecho vínculo con él.

Sin atacar frontalmente al antiguo inquilino de la Casa Blanca, que la nombró representante de EEUU ante Naciones Unidas en 2017, Nikki Haley reivindicó en su discurso el advenimiento de una "nueva generación" de líderes republicanos, para después repetir su propuesta de someter a los políticos mayores de 75 años a un test de "competencia mental". Una medida que podría aplicarse por igual a Joe Biden, de 80 años... y a Donald Trump, de 76.

“No hemos tenido mayoría del voto popular en las últimas siete elecciones presidenciales”, dijo la republicana de 51 años. “Si estáis cansados de perder, confiad en una nueva generación". Una petición que fue recibida con un silencio ensordecedor en la sala. Por si eso fuera poco bochorno, luego fue abucheada en los pasillos. Mientras se apresuraba a entrar en un ascensor, algunos partidarios del presidente perdedor corearon frente a ella: "We love Trump! We love Trump!".

Mike Pompeo también hizo un llamamiento a pasar página. "Hemos perdido muchas elecciones que podríamos haber ganado", dijo, instando a los asistentes a abandonar "los egos frágiles que se niegan a reconocer la realidad". Una referencia no muy críptica a la cruzada fantasiosa de Donald Trump contra la victoria de Joe Biden.

De momento, las encuestas son más que favorables al multimillonario. A pesar de sus problemas legales, sobre todo en torno a su papel en el asalto al Capitolio y sus esfuerzos en Georgia por revertir el resultado de las elecciones presidenciales, lidera los sondeos para las primarias de 2024, muy por delante de Nikki Haley y del ex vicepresidente Mike Pence, que aún no se ha lanzado oficialmente.

Se ha reducido la distancia con su principal rival, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que trabaja para convertir su Estado en un paraíso conservador "donde el wokismo va a morir", pero que tampoco ha declarado oficialmente su candidatura. Sin embargo, Trump sigue muy por delante.

Gran apoyo de la militancia

Atendiendo un puesto rebosante de ropa y accesorios MAGA, Ron Solomon hace cuentas. “Hasta ahora, he vendido 30 veces más mercancía de Trump que de Ron DeSantis", dice el empresario y fundador del MAGA Mall. El ex presidente va a ser difícil de batir. Tiene la base más fiel". Opinión que comparte Scott Presler, un activista muy conocido y apreciado en los círculos conservadores, que recorre el país reclutando republicanos para las listas electorales: "Donald Trump será el candidato presidencial del Partido Republicano."

Al igual que Mike Pence, Ron DeSantis declinó la invitación de la CPAC, prefiriendo asistir a cenas de recaudación de fondos y promocionar su nueva autobiografía. Como a muchos participantes, al militante conservador Stephen Robinson le gusta el gobernador, pero advierte: "Si se presenta, será doloroso para él. DeSantis debería esperar su turno y presentarse en 2028. Trump merece un segundo mandato. Ganó en 2020, pero le robaron las elecciones".

El rostro de Elisa Sharp, fundadora de un club cívico en Texas, se ilumina cuando habla de su encuentro con Donald Trump en su club de Mar-a-Lago. Ella le apoyará a toda costa en 2024, sobre todo porque también cree que ganó las últimas elecciones presidenciales. "Nikki Haley y DeSantis no hacen más que reproducir las recetas de Trump. Por mi parte, prefiero el original a la copia", dijo. Pro también cree que Ron DeSantis ya forma parte del establishment del partido: "Los ejecutivos harán todo lo posible por apoyarle porque no quieren ver ganar a Trump".

Len Greenfield, otro partidario de Trump, llega a calificar de "traidores" e "hipócritas" a quienes se atreven a plantar cara a su líder, porque "le deben todo". Y añade: "Trump ayudó a DeSantis a ganar el cargo de gobernador de Florida en 2018 cuando no era nadie. Nombró a Haley para la ONU, a Pompeo para el ministerio de Exteriores... ¡Deberían dejarle en paz!".

Como era de esperar, el 45º presidente ganó fácilmente la "encuesta de paja", una votación de los participantes en la CPAC para la elección de candidato para las próximas elecciones presidenciales, con un 60% de los votos frente a un 20% para Ron DeSantis. Pero Mark Benedetti votará por DeSantis, si se presenta. "Estoy en desacuerdo con mi mujer, que cree ciegamente en Trump", sonríe. Este republicano de Florida cree que el presidente saliente es demasiado divisivo para ganar las elecciones generales, que perdió en 2020 digan lo que digan. "Quiero votar a alguien que esté en condiciones de ganar", afirma.

El trumpismo en su laberinto

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Traducción de Miguel López

 

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