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EL PASADO DEL LÍDER DEL PP

La estrecha amistad entre Feijóo y el narco sigue, diez años después, plagada de sombras

Una “provocación”. Eso es lo que le parece al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que varios miembros del Gobierno, incluído su presidente, Pedro Sánchez, hayan vuelto a poner sobre la mesa la estrecha relación que mantuvo durante años con el histórico contrabandista y narcotraficante Marcial Dorado en los años noventa y que, según algunas informaciones, se prolongó al menos hasta el año 2001.

La maniobra del Gobierno trata de contrarrestar la ofensiva del PP y del propio Feijóo para consolidar en la opinión pública la idea de que los grupos parlamentarios socialistas en el Congreso y el Senado, además del Gobierno de España y el de Canarias, están involucrados en una trama de corrupción que incluye fiestas con prostitutas y consumo de drogas.

Es una muestra “del nivel de desesperación en el que está sumido el Gobierno de España”, pero él no va “a entrar en este tipo de provocaciones”, zanjó Feijóo el pasado lunes. “Si lo que pretenden es cambiar de conversación, que no cuenten conmigo”.

Lo cierto es que la historia de Feijóo y el contrabandista, que apareció en la primera página del diario El País hace ahora exactamente una década, sigue aún hoy dominada por las sombras. En parte también porque su protagonista decidió dar por zanjado el asunto a las primeras de cambio sin aclarar nunca las contradicciones y explicaciones inverosímiles que ofreció para tapar el escándalo.

Buenos amigos

Aquella revelación puso negro sobre blanco la estrecha amistad que el hoy presidente del PP mantuvo en los años noventa con Dorado cuando el primero ocupaba destacados puestos en la administración de la Xunta y el segundo ya era muy conocido por sus actividades ilegales.

De la cercanía entre ambos no hay duda, a pesar de que en un principio el hoy líder de la derecha española intentó negarlo. Feijóo acudía con frecuencia a pasar fines de semana a la mansión de Dorado en A Illa de Arousa (Pontevedra) y en ocasiones le acompañaba en su yate por las rías gallegas, como acreditan las fotos de mediados de los noventa que fueron publicadas por El País. Ambos compartieron comidas, excursiones a la montaña, viajes a Cascais (Portugal), Ibiza y Picos de Europa y la celebración de la nochevieja como sólo dos buenos amigos pueden hacer. Actividades todas ellas que Feijóo, según sus propias palabras, no recuerda quién pagó.

Y eso que en aquellas fechas Marcial Dorado ya era un personaje conocido porque había sido detenido dos veces. La primera en 1983, en la primera gran redada contra el contrabando de tabaco, y la segunda en 1990, en el marco de la famosa Operación Nécora contra el narcotráfico. 

Es verdad que en la época en la que Dorado y Feijóo eran amigos, al menos entre los años 1994 y 1996, el arousano no había sido todavía condenado por tráfico de drogas, pero sí investigado por contrabando y blanqueo de capitales, algo que era de dominio público y es fácil comprobar repasando los periódicos de la época. 

“No había Google”

Para entonces tampoco era ningún secreto la transición que los capos del contrabando habían iniciado hacia al negocio de las drogas. Pero Feijóo se escuda en la ignorancia: “En aquel momento no había Google ni todas estas cosas para conocer el origen de todas las personas que vamos conociendo en la vida”. 

En sus primeras y únicas explicaciones sobre este caso —enseguida decidió no someterse más al escrutinio de la prensa para evitar errores, revelaciones y contradicciones—, Feijóo dijo ignorar a qué se dedicaba Marcial Dorado para ganarse la vida, a pesar de la opulencia de sus propiedades y de sus antecedentes policiales, que la prensa había aireado profusamente. No sabía nada sobre su pasado ni sobre su actividad.

Tiempo después, en el año 2020, Feijóo sí admitió que lo sabía. Fue en una entrevista en el programa Salvados (laSexta), entonces presentado por el periodista Jordi Évole: “Es evidente que en Galicia se sabía” quién era Dorado, confesó. “Había personas que se habían dedicado al contrabando de tabaco; sí lo sabía. Pero de un asunto pendiente con la justicia, jamás tuve conocimiento”, se excusó.

Entonces también aceptó que lo que tenía con Dorado era una amistad, a pesar de que años antes lo había negado asegurando que no eran más que “simplemente unas fotos”. “He tenido amistad con esta persona”, aseguró por fin. 

De quien siempre admitió ser amigo es el de la persona que les presentó, Manuel Cruz, un chófer de la Xunta que según el Servicio de Vigilancia Aduanera era el hombre de paja del capo arousano, el que gestionaba para Dorado gasolineras y algunas sociedades pantalla y que nunca pudo ser juzgado porque falleció en un accidente de coche en 1999. Su entierro fue precisamente la última vez que, según Feijóo, coincidió físicamente con Marcial Dorado.

Una larga relación

En realidad, aquí está una de las muchas contradicciones que siguen sin resolverse sobre este caso. Aunque Feijóo siempre dice que cortó su relación con el narcotraficante en el año 1997, un juez confirmó hace diez años que existían pruebas de conversaciones telefónicas entre ambos grabadas durante unas pesquisas policiales que comenzaron en el año 2001, lo que demuestra que la relación duró más tiempo —el propio Marcial Dorado asegura que se mantuvo viva hasta 2003—. 

Son “unas fotos difíciles de explicar”, reconoció en laSexta. Tanto que a día de hoy muchos aspectos de aquella relación siguen sin haber sido aclarados. Como por ejemplo por qué preguntó al chófer de la Xunta si era el testaferro de Dorado teniendo en cuenta que, según sus propias palabras, no sabía que su amigo arousano se dedicaba a actividades ilícitas.

Tampoco ha aclarado Feijóo cómo es posible que el delegado del Gobierno en Galicia de la época le advirtiese, en 2003, que esas fotos habían sido halladas en el transcurso de un registro en casa de Dorado en el marco de una investigación sujeta a secreto de sumario. Entonces le pareció lo más natural del mundo semejante filtración, pero ahora considera un gravísimo “chivatazo” que, según él, el PSOE supiese antes que nadie de la existencia del caso Mediador, en el que está involucrado un exdiputado socialista canario.

De Dorado al ‘caso Mediador’

Prisiones concede el tercer grado a Marcial Dorado, el condenado por narcotráfico que se fotografió con Feijóo

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El hombre que estos días acusa sin pruebas a quince diputados socialistas de estar involucrados en un caso de corrupción que incluye consumo de drogas y fiestas con prostitutas, decía entonces que las fotos con Dorado no eran “relevantes”. Y se escudaba en que ningún juez —incluido el que ahora ocupa la cartera de Interior, Fernando Grande-Marlaska— había encontrado nada contra él. Feijóo extiende ahora la sospecha sobre diputados que no están ni siquiera siendo investigados por ningún juez, pero hace una década se quejaba de que aquellas fotos ponían “en bandeja la difamación”.

Pendiente de aclarar están también los contratos que la Xunta firmó con las empresas de Marcial Dorado. Entonces Feijóo repitió hasta en tres ocasiones la misma frase: "Ni firmé, ni decidí ni hice ningún tipo de contrato con la persona que aparece en las fotografías”. En estas tres ocasiones se cuidó mucho de utilizar la primera persona del singular, sin aclarar si los organismos de la administración sanitaria en los que desempeñó su actividad por aquellos años –el Servicio Galego de Saúde o la Consellería de Sanidade– tuvieron algún vínculo con Dorado. La Xunta nunca facilitó aquellos contratos. Nunca se supo a ciencia cierta si fueron destruidos o si desaparecieron en una inundación.

De aquella relación queda también pendiente de aclarar cuál es la medida de las responsabilidades políticas de nuestros representantes públicos que tiene el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno. Porque fue el propio Feijóo el que en 2009 pidió la dimisión del entonces vicepresidente de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana, por unas fotos en las que aparecía a bordo del yate de un constructor. Quintana, decía Feijóo por aquellas fechas, debía dimitir porque “el Gobierno no se puede fotografiar con malas compañías”.

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