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Badalona, última baza del PP en Cataluña mientras el resto aspira a un gobierno de concentración antiAlbiol

Celebración de la Intermunicipal del PP de Barcelona

Hace años que Badalona es la última esperanza que tiene el PP para tocar poder en Cataluña, donde son residuales –en el Parlament son la última fuerza de ocho y no tienen grupo parlamentario propio–. A mes y medio para las municipales, la fotografía en la cuarta ciudad de esta comunidad muestra un PP imbatible, que con toda probabilidad se impondrá nuevamente, como ya hizo en 2019, 2015 y 2011, mientras el resto de fuerzas batallarán por entenderse entre ellas, en una suerte de todos contra Xavier García Albiol, el exalcalde que se presenta por novena vez, desde 1991, y hombre talismán de los populares. Esta vez la independencia de Cataluña no será tema de campaña, a tenor de las palabras de las fuentes consultadas por infoLibre.

El reto del PP es lograr la mayoría absoluta, fijada en 14 concejales, algo que solo ha ocurrido una vez, en 1991, cuando el PSC se impuso. La dificultad es mayúscula, pero Albiol, que fue alcalde de 2011 a 2015 y de 2020 a 2021, se muestra confiado. “Los resultados de mayo serán muy claros, soy el alcalde que prefiere la mayoría”, asegura, en declaraciones a este medio.

El resto de partidos se juegan la segunda plaza, según todos los pronósticos. Sin embargo, la medalla de plata puede suponer el pase a la alcaldía, si se entienden partidos tan distintos como PSC, ERC, Guanyem (candidatura municipalista en la que se integra la CUP), Badalona en Comú Podem o Junts. Hasta ahora lo han logrado, en un ejecutivo multicolor de socialistas, republicanos, comunes y posconvergentes. El éxito o el fracaso de este experimento depende de a quién se pregunte: el PSC lo aprueba, mientras que PP y Guanyem lo critican.

Pendiente de juicio por prevaricación

Albiol lo tiene todo de cara. La unión del resto de partidos para echarlo de la alcaldía en 2021, tras aparecer en los Papeles de Pandora como titular de una sociedad offshore en Belice, dibuja dos bloques: o Albiol o el resto.

“Los cordones sanitarios no suelen funcionar, porque unes a partidos muy distintos y eso te puede llevar al desastre”, afirma el politólogo y profesor de la Universitat Pompeu Fabra Toni Rodon. “Eso puede hacer ganar votos al otro, porque el electorado puede ver cómo todos van en contra suya”, añade. Esa es una baza que, sin duda, va a jugar Albiol. “El resto de partidos tienen como prioridad que nosotros no gobernemos antes que elaborar un proyecto de ciudad, sienten impotencia y al final quien acaba pagando son los ciudadanos de Badalona”, declara el exalcalde popular.

En el horizonte se dibujan unos nubarrones que le pueden aguar la fiesta a Albiol. Está pendiente de un juicio por presunta prevaricación, tras la instalación sin permiso de unas antenas de telefonía en unos terrenos en los que se encuentra la policía local. La Fiscalía ve delito y pide dos años y 10 meses de prisión y 10 años de inhabilitación para cargo público por esos aparatos, que estuvieron allí de forma ilegal de 2012 a 2018.

“No es casualidad que a dos meses de las elecciones la Fiscalía haga esta propuesta [de condena]”, critica Albiol. “Cualquier persona entiende que un alcalde no puede estar controlando las 500 antenas de la ciudad, cuando se detecta una irregularidad se actúa y esto pasó cuando estaba de vacaciones”, se defiende el también coordinador de candidatos a las municipales en el comité de campaña del PP, que no lo ha apartado del partido por esta causa.

Albiol, más allá del PP

El PP es Albiol, pero Albiol no es PP. No solo, al menos. El exalcalde va mucho más allá de las siglas y del compartimento estanco que supone el Partido Popular. Él mismo presume de ello. “Nadie duda del partido en el que milito, pero es cierto que en Badalona somos un proyecto político que ha desbordado las fronteras ideológicas que trascienden a los partidos. Es una propuesta que ya en las últimas elecciones animó a muchas personas”, asegura.

Es un verso suelto porque consigue resultados, incluso con un discurso bronco, más propio de la extrema derecha que de los conservadores europeos, en el que el candidato popular vincula con desenvoltura la migración con la delincuencia y la ocupación. De hecho, aún resuena el Limpiando Badalona que usó como lema de campaña en las municipales de 2015, ligando la suciedad de las calles con las personas de origen extranjero que viven en la ciudad.

Al PP le da igual que no luzcan sus siglas, tal como afirma el mismo Albiol, que cuenta con el permiso de su formación para borrarla del mapa. “Solo puedo dar las gracias a la dirección de mi partido, porque entiende perfectamente cuál es la prioridad, tenemos absoluta libertad para presentar el mejor proyecto y ellos son conscientes de que cuando hago política municipal mi única militancia es Badalona”, afirma. 

El lema de Albiol para estos comicios es Badalonisme (Badalonismo, en castellano). El alcaldable quiere circunscribir su campaña electoral en la ciudad en la que reside, sin meterse en jaleos sobre España o Cataluña, para apostarlo todo en temas como la seguridad, la delincuencia o la inmigración, aspectos que le han merecido calificativos como racista o xenófobo de parte de la sociedad badalonesa y de la oposición, con Guanyem como formación más beligerante. “Se le tiene que comparar con personajes negros de la política como Trump, Bolsonaro o Salvini”, asegura a este medio Dolors Sabater, la candidata de la formación anticapitalista, que también es diputada en el Parlament. “No tiene escrúpulos y ha generado heridas muy profundas en la población, con la promoción del odio entre vecinos”, añade. “Es un peligro”, sentencia.

Albiol responde: “A Badalona le iría mucho mejor si el resto de partidos se preocuparan menos por mí y se centraran en qué es lo que quieren los ciudadanos. Están obsesionados en criticarme. Estos calificativos son insultar a la mitad de la población, dudo que los vecinos estén instalados en las políticas de Bolsonaro o Trump, esto es tratarlos como menores de edad”.

El candidato por el PP ya ha presentado distintos carteles en los que muestra su cara sonriente, mirando al horizonte, en un fondo con distintos colores. Colores, por cierto, nada inocentes. Hay pósteres con el fondo turquesa, en referencia a Junts; en morado, haciendo un guiño al electorado de los comunes; rojo, para los socialistas; amarillo, en referencia a Esquerra; y también magenta, color de Guanyem.

“No tengo la voluntad de cambiar la forma de pensar de nadie y todo el mundo se puede sentir muy cómodo votándonos”, asegura el alcaldable popular. “Los datos muestran como gente de ideologías muy distintas lo votan, ha sido listo, porque sabe que el PP tiene un estigma muy grande en Cataluña y por eso esconde las siglas… no está muy lejos de lo que ha hecho Trias con Junts en Barcelona”, cuenta Rodon, que explica que Albiol busca atraer el votante socialista, mientras espera desmovilizar al electorado independentista, en un momento en el que ese suflé está bajo mínimos.

El resto de partidos confía en un pacto de difícil encaje

El resto de partidos son cautos y tiran de argumentario. “Salimos a ganar las elecciones”, afirma Rubén Guijarro, el candidato de los socialistas. “Aspiramos a tener una mayoría suficiente que nos permita llevar adelante el proyecto de futuro que Badalona necesita y poder romper con figuras como Albiol y Sabater”, añade el también alcalde de la ciudad.

“Nos gustaría poder reeditar lo que ocurrió en 2015, que es sinónimo de ilusión y de políticas de izquierda, de rescate social, desde una fuerza rupturista, soberanista y transformadora”, desea Sabater. “Somos la garantía de que Albiol no gobierne”, añade. “Lo que vemos en las encuestas es que Albiol no tiene mayoría absoluta y que hay un empate entre el PSC y ERC”, valora Àlex Montornès, el número uno de ERC. “Apostamos por un gobierno de izquierdas y queremos saber si lo lideraremos nosotros o el PSC”. 

Lo que evidencian las formaciones es que el diálogo entre partidos no es una opción, sino más bien una obligación, si se quiere evitar a un ejecutivo del PP. Las rencillas personales –una concejala de Guanyem dimitió a finales de año y ahora ha fichado por ERC como número tres– y políticas –el PSC quitó la alcaldía a Guanyem con los votos del PP, cuando antes había votado su investidura– ponen las cosas muy difíciles.

“Badalona es distinta”

El Spain is different tiene un hermano pequeño en la cuarta ciudad de Cataluña, en forma de “Badalona es distinta”. Es algo que suena a menudo en las calles de la ciudad. Y no se dice en el buen sentido, precisamente. El Ayuntamiento trabaja a medio gas, con unas estructuras administrativas obsoletas, como reconocen dirigentes de distintos partidos, incluso varios de ellos gobernando actualmente, y eso hace que todo cueste mucho más. “Lo que en cualquier sitio se resuelve en tres meses aquí se tarda un año”, afirma Carles Sagués, portavoz de la plataforma Sant Roc Som Badalona, una entidad que lucha por sacar adelante Sant Roc, el barrio más humilde de la ciudad.

Los retos, por tanto, son varios. “Hace falta modernizar y profesionalizar el Ayuntamiento, cosa que no ha pasado en los últimos cinco años”, dice Sabater. “De 2011 a 2015 se desmanteló, no tenemos gerente, faltan trabajadores y tenemos un superávit anual de 40 millones de euros, que existe no porque el Ayuntamiento sea rico, sino porque es incapaz de ejecutar el presupuesto, tenemos 200 millones en el banco que no somos capaces de gastar”, afirma Montornès”. “Tenemos que hacer cambios para que vuelva a funcionar”, añade el candidato de ERC.

“Hemos vuelto a poner en el centro de nuestras políticas a los vecinos y vecinas, somos la Badalona que ha dejado de tener un alcalde que es el peor embajador de la ciudad a una Badalona nueva, que tiene proyecto, ambición y que ha dejado de estar aislada, que atrae proyectos y empresas, que no vende humo y que es una Badalona segura, limpia y ordenada”, exhibe el alcalde socialista, que aspira a seguir liderando tras las municipales. 

De lío en lío

Badalona vive en un ajetreo político de calibre importante desde 2015. Investiduras bajo la bocina, mociones de censura y dimisiones tras delinquir son algunos de los capítulos recientes de la política badalonesa.

Albiol logró hacerse con la alcaldía al sexto intento, en 2011. Retuvo el mando hasta 2015, cuando se impuso Dolors Sabater con los votos de PSC, ERC, CiU e ICV-EUiA para lograr la vara de mando. Antes de tiempo la echaron. Fue en 2018, con una moción de censura impulsada por el PP, que prestó sus votos a los socialistas para hacer alcalde a Àlex Pastor.

Pastor duró aún menos que su predecesora. Se fue en 2020, tras ser pillado conduciendo de noche, saltándose el confinamiento por la pandemia… y bebido. Lejos de admitir su error, atacó a los agentes. El PSC emitió un comunicado urgente anunciando su expulsión del partido y pidiendo su dimisión inmediata. Y lo hizo. Aïda Llauradó, de los comunes, asumió la alcaldía de forma interina. En ese rato la izquierda perdió el gobierno, al ser incapaz de entenderse entre ella.

Albiol volvió a ser alcalde en 2020, al ser el partido mayoritario en el consistorio, pero lo desalojaron en 2021: aparecieron los Papeles de Pandora. Eso forzó al resto de fuerzas a arrimar el hombro para ponerse de acuerdo. Sudaron, pero lo lograron. Los socialistas volvieron a mandar, esta vez bajo la dirección de Rubén Guijarro, en una investidura de infarto que sorprendió a más de uno, empezando por el actual alcalde. Con sorpresa mayúscula, Guanyem regaló los votos a los mismos que hacía tres años y medio les echaron. En el presente, la historia marca ahora un punto y aparte, hasta de aquí a un mes y medio. 

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